Telaviv.- Las protestas contra la reforma judicial que promueve el gobierno de Israel escalaron ayer, luego del despido del ministro de Defensa, Yoav Galant.
“El primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha decidido destituir al ministro de Defensa, Yoav Galant”, dijo la oficina del primer ministro en un comunicado.
Más de 600 mil personas salieron a las calles en las principales ciudades de Israel para protestar por la destitución de Galant.
Se anuncian huelgas en Israel que paralizarán el aeropuerto Ben Gurión en Tel Aviv. El gobierno de extrema derecha de Netanyahu podría retirar la reforma que socava el poder judicial. También pidió su anulación el presidente, Isaac Herzog, entre multitudinarias manifestaciones. pic.twitter.com/oltEBKGFpb
“Estoy comprometido con poner al Estado de Israel por encima de todo, pero los grandes cambios a nivel nacional deben hacerse mediante deliberaciones y diálogo”, dijo Galant.
Desde que el gobierno de Netanyahu presentó en enero un proyecto de reforma legal del Poder Judicial, hay manifestaciones contra el proyecto cada semana.
El proyecto propone a darle más control a los políticos y reducir el papel de la Corte Suprema.
Estados Unidos expresó su preocupación por la situación que escaló ayer.
“Estamos profundamente preocupados por los acontecimientos en Israel, que subrayan aún más la necesidad urgente de un compromiso”, dijo la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Adrienne Watson.
Netanyahu y sus aliados defienden al apuntar la necesidad de equilibrar las fuerzas entre los políticos electos y la Corte Suprema.
Para hoy, está programado que Netanyahu sostenga conversaciones con su equipo respecto a la iniciativa.
Un cambio histórico sacude la política migratoria en Estados Unidos: una nueva medida impide que bebés nacidos en territorio estadounidense adquieran automáticamente la ciudadanía, salvo que al menos uno de sus padres sea ciudadano o residente legal.
La disposición entró en vigor en varios estados, generando divisiones legales y políticas sin precedentes. En algunos territorios, la ciudadanía por nacimiento sigue vigente; en otros, queda suspendida de forma parcial.
La medida ha sido respaldada por sectores que alegan combatir el “turismo de nacimiento” y reforzar la seguridad fronteriza. Sin embargo, numerosas organizaciones han denunciado posibles violaciones a la Constitución y alertan sobre los efectos inmediatos en comunidades migrantes.
Expertos señalan que esta modificación desafía más de cien años de interpretación constitucional y podría desencadenar una cascada de litigios. También anticipan un aumento en la desigualdad de derechos entre personas nacidas en distintas partes del país.
Mientras se esperan definiciones judiciales más amplias, miles de familias enfrentan un panorama incierto respecto al estatus legal de sus hijos. El debate se intensifica, y el futuro de la ciudadanía por nacimiento permanece en la cuerda floja.
En un giro dramático, las potencias involucradas en el más reciente conflicto en Medio Oriente han declarado un alto el fuego tras una serie de ataques sin precedentes que pusieron al mundo al borde de una crisis nuclear. La tregua se anunció el 24 de junio, después de días de intensos bombardeos, amenazas cruzadas y maniobras diplomáticas al límite.
Israel lanzó una ofensiva aérea dirigida a instalaciones nucleares iraníes estratégicas, alegando que Teherán había retomado con urgencia su programa de enriquecimiento de uranio. En respuesta, Irán desató una andanada de más de 180 misiles y drones sobre bases israelíes en el norte del país y el desierto del Néguev, marcando uno de los mayores ataques de su historia reciente.
La situación escaló aún más cuando Estados Unidos intervino directamente: tres complejos nucleares clave —Fordo, Natanz e Isfahán— fueron atacados por bombarderos B-2 con ojivas antibúnker GBU-57. Aunque Washington afirmó que se trató de una “operación quirúrgica” sin víctimas civiles, Irán replicó que “nuestras capacidades nucleares son técnicas, no geográficas, y no pueden ser destruidas con bombas”.
Ante la inminencia de un conflicto de alcance global, la presión internacional y la amenaza de represalias descontroladas forzaron una negociación acelerada entre las partes. La tregua fue confirmada por la ONU y la Liga Árabe, aunque se mantiene la vigilancia en la región ante posibles rupturas.
El presidente iraní, Masoud Pezeshkian, declaró que está abierto a nuevas conversaciones si cesan los ataques contra su soberanía. Por su parte, el presidente Trump, notablemente irritado, afirmó: “Ya no saben qué demonios están haciendo. Basta”.
A pesar del cese temporal de hostilidades, el equilibrio es precario. Los líderes de las tres naciones enfrentan cuestionamientos internos, mientras la comunidad internacional exige una solución diplomática definitiva para evitar que un chispazo reactive la pesadilla.