Por Clicerio E. Cedillo Godínez

En 1979, hace 42 años, recibí una gran enseñanza: era un joven reportero deseoso de aprender y conocer todos los procesos para la elaboración de un periódico. Trabajaba entonces en El Sol del Valle de México, de la Organización Editorial Mexicana (OEM). Era uno de los 43 diarios de don Mario Vázquez Raña. Todas las tardes, después de redactar mis notas, me quedaba en la redacción para ayudar a mis compañeros en la edición y, de paso, aprender más.

Así pasaban los días y poco a poco gané la confianza del jefe de redacción, Jorge Plaza, quien un día me confió la edición de la Sección Nacional. Al ser tantos diarios y escasa la tecnología teníamos que basarnos en esquemas preestablecidos (un día tocaba el 5, el seis, diez o cualquier otro). Es decir, era la página del periódico, con cuadros y columnas sin escritura solo con un número, a donde tenía que colocarse la nota correspondiente.

Pero un mal día se me traspapelaron las notas. El tiempo pasaba rápidamente y yo sin poder llenar un hueco. Con los horarios estrictos del cierre de la edición, cundió la alarma en la redacción y la noticia llegó hasta los oídos del director, don Florencio Ruiz de la Peña, quien había sido el “reportero estrella” de la fuente financiera de la OEM. Con notable molestia se dirigió a mí con estas palabras: “Haber Cliserio, admiro tu interés por ayudar a tus compañeros, pero no basta con querer, hay que saber”.

Ante ese regaño, aparentemente lleno de incomprensión para mí, tomé mi saco y sin pronunciar palabra salí de la redacción con toda la intención de no regresar jamás y pensando en que tal vez el periodismo no era para mí. Pasaron dos días y al tercero, para sorpresa mía, ahí estaba tocando a mi puerta don Florencio Ruiz de la Peña. Y sí. Regresé. Aprendí la lección y después de cuatro décadas y media sigo en el periodismo. Tal vez hasta que muera.

Pero por que cuento esto. Simple, porque hoy todos quieren. ¿Qué quieren? Ser diputados federales, presidentes municipales, síndicos o regidores. Entonces me pregunto: ¿Estarán preparados todos para afrontar, de ganar, esa responsabilidad?

Según el Honorable Consejo de Licenciados en Derecho Juristas y Litigantes del Estado de Quintana Roo A.C. Colegio de Abogados con Registro oficial #31, que preside José Juan Chilón Colorado, los aspirantes a cualquier de esos puestos, sobre todo a la diputación federal, requieren por lo menos de cumplir con tener un mínimo de conocimiento jurídico, aunque lo ideal es que fuera un jurista el que lleve a la máxima tribuna de México el sentir ciudadano.

Como quintanarroenses deberán tener como consigna, entre otras prioridades, el lograr que el turismo alcance el estatus legal de “actividad esencial”, “pues sin duda nos enfrentamos a una realidad inevitable, como que vendrán otras pandemias o decisiones ejecutivas que pondrán en riesgo nuestros empleos y nuestra seguridad económica.

“Urge que cada candidato se comprometa a impulsar la reforma legal propuesta en la que se contemple que nuestra actividad turística, no volverá ponerse en riesgo debido a errores en el manejo de futuras crisis de salud o económicas. De igual forma, temas como la seguridad pública, medio ambiente, derecho laboral, penal, administrativo y de desarrollo urbano no deben ser ignorados por los futuros candidatos”.
Y es que es cierto, es necesario recordarles a los candidatos que a la Cámara de Diputados se va a crear leyes, reformar o corregir otras, no solo a gestionar recursos. Ser legislador, dice la propuesta del Consejo de Licenciados en Derecho… trae consigo la necesidad de conocer a fondo la creación y sobre todo la aplicación de las leyes y la fiscalización de los recursos que se ejercen.

Según un estudio del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Autónoma de México (UNAM), titulado “Perfil Ético de los Candidatos”, tanto el Congreso como el órgano responsable de realizar las elecciones (Instituto Nacional Electoral) tienen la facultad de obligar a todos los candidatos, antes de las elecciones, para que se les forme en “Ética pública”, “Valores Éticos para la Política”, así como para “Buen Gobierno y Justicia”. Dice que la formación en Ética Pública debe ser requisito indispensable para recibir su constancia de ganador en el proceso electoral. Sin este requisito, dice, sencillamente no debería asumir el cargo.

Sostiene la propuesta que “la ausencia de un perfil definido para candidatos a puestos de elección, aunado a los vicios en los procesos electorales, da pie a que los vencedores en las elecciones sean propensos a las siguientes circunstancias: a) Ignorar los elementos básicos de la ética y de la cultura política; b) Carecer de valores de servicio público; c) Carecer de profesionalismo y capacidad para el cargo; d) Mostrar deslealtad a la Constitución y a la comunidad política; c) Actuar con soberbia y despotismo escondiendo su ignorancia y su temor tras la omnipotencia del cargo… h)No ver por el interés general dando la espalda a la ciudadanía; i) Realizar prácticas corruptas·. Es cierto… “No basta con querer, hay que saber”.