Por Cliserio E. Cedillo Godínez

“Tan malo el pinto como el colorado”, reza el dicho popular, cuando “tan malo es uno como el otro”. Ahora sí que “ni a quién irle”. En 45 años de ejercicio periodístico, que cumplo el próximo 24 de septiembre, hemos escuchado todo tipo de frases en alusión a la honestidad que dicen tener todos los políticos. Y sí, todos son honestos mientras no los descubran en una tranza o en algo “chueco”, como antes se sintetizaba la corrupción.

Es cierto, ni duda cabe, la corrupción siempre ha existido y empieza con declaraciones de honestidad. Los líderes campesinos son, con contadas excepciones, desde la época postrevolucionaria quienes más se han enriquecido con la necesidad de los labriegos y sus familias. Todos empezaban con la palabra ayuda: “Te voy a ayudar y no te cobraré nada… Voy a tramitar créditos para que compren maquinaria, semillas y hasta un par de bueyes…” “Ah, pero ayúdame, tengo que ir a la capital a hacer trámites. Sé cómo hacerlo, pero necesito dinero para mis gastos y para hacerle un regalito al licenciado…”

Así empezaba todo. Al final, ni maquinaria, ni semillas y sí: solo los bueyes. Posteriormente empezaron a desaparecer los líderes campesinos, que terminaban por ser los caciques, tenderos del pueblo, prestamistas, dueños de los transportes, las bodegas de granos y hasta intermediarios o introductores de productos del campo a los centros de población. Posteriormente se cambió el término y dejaron de ser líderes campesinos y pasaron a ser “extensionistas” con carácter oficial, promotores o gestores del desarrollo rural, en una época en que el Banco Nacional de Crédito Rural (Banrural) se veía como una buena promesa de ayuda al campo… Sin embargo, no fue así, al final los campesinos quedaron endeudados y obligados a pagar sus préstamos a las instituciones privadas que adquirieron sus deudas. En Quintana Roo conozco un caso: los productores de sandía de Puerto Arturo, en el municipio de José María Morelos.

Sin embargo, cabe reflexionar y hablar de la diferencia entre engaño y corrupción. El engaño es un fraude es el uso de mentiras para conseguir algo, es una estafa. La corrupción, según el diccionario, es la situación o circunstancia en que los funcionarios públicos u otras autoridades públicas están corrompidas. Es decir, echadas a perder, dañadas, podridas, descompuestas, agusanadas, pervertidas, sobornadas, cohechadas y “untadas” con dinero.

Así los definen los diccionarios, pero la realidad es simple: un corrupto es un funcionario del gobierno, de cualquier nivel, que recibe desde una dádiva de unos cuantos pesos hasta un soborno millonarios, con el fin de que le sea perdonada la infracción, se le agilicen sus trámites, se consiga la firma del alto funcionario para que se autorice lo ilegal o, en el caso de las licitaciones, se le de preferencia sobre otros postores.

En otro caso, el del financiamiento a los partidos políticos, también hay corrupción como cuando se violan las disposiciones del sistema electoral mexicano, llamado Instituto Nacional Electoral (INE), sobre las aportaciones millonarias a los partidos políticos para que con compra de votos ganen elecciones, aunque sea con dinero sucio o mal habido, a cambio de promesas sobre tal o cual beneficio a futuro o en lo inmediato. Ejemplo de esto son los sonados casos de la constructora brasileña Odebrecht y las ilegales “aportaciones para la causa de Morena”.

Hay que decir, sin duda, que el caso Odebrecht surgió como una gran distracción en el momento actual cuando la economía cayó a -18.9% y el desempleo afecta a más de 12 millones de personas; además de que los casos de muerte por el Covid-19 siguen en ascenso y llegan ya a más de 60 mil 500 personas.

Sí. Hablamos de un gobierno estancado y más bien en retroceso, porque no tiene soluciones y solo promesas. Aunado a lo anterior, vemos con pesar que las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador de: “No mentir, no robar y no traicionar” resultan tan falsas como una moneda de 13 pesos.

Y es que en Lotet Capítulo 12 se reveló una serie de videos en los que se observa a David León entregando dinero a Pío López Obrador, hermano del presidente de México. Al respecto el primer mandatario dice que no son actos de corrupción, “sino que se trata de una recaudación para defender al movimiento”. Como sea, el no declararlos a Hacienda es un acto ilegal y consecuentemente corrupto que, seguramente, marca el inicio de una envestida de la oposición al gobierno surgido de Morena… Ya lo veremos, habrá más videos y muchas llamadas telefónicas grabadas. Es, sin duda, “tan malo el pinto como el colorado”.