Opinión
Son 8 asesinatos registrados en 2024: 6 periodistas, una mujer entre ellos, y 2 locutores, además una desaparición forzada
“Comentario a Tiempo”
Por Teodoro Rentería Arróyave*
El siguientes es el COMUNICADO DEL GREMIO PRIODÍSTICO ORGANIZADO DE MÉXICO, cuyo título ilustra esta entrega y que reproducimos íntegro por su trascendencia intrínseca:
“México ocupa el tercer lugar mundial de homicidios de periodistas, después de 23 años de ocupar el deshonroso señalamiento de “el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo” sin embargo se mantiene en el Continente Americano. /En 2024 los crímenes contra las libertades de prensa y expresión bajaron en México en un 15.7 por ciento en relación con el año anterior y fue el año menos sangriento desde hace 18 años. /En total fueron 7 asesinatos ocurridos en 2024: 5 periodistas, una mujer entre ellos, y dos locutores. Tenemos que sumar el hallazgo del cadáver del colega guanajuatense Jaime Barrera Rodríguez desaparecido desde hacía 3 años y medio. /Con la desaparición de un voceador y el hallazgo del cadáver de un colega, siguen 28 desapariciones forzadas pendientes de aclaración.
Durante 2024 ocurrieron en México 7 asesinatos contra las libertades de prensa y expresión de los cuales fueron víctimas una compañera y 6 compañeros, agregamos uno más con el hallazgo del cadáver de un colega desaparecido hace más de 3 años y una desaparición de acuerdo con el Monitoreo Permanente de los Asesinatos y Desapariciones Forzadas de Periodistas y demás víctimas, registro altamente profesional del gremio organizado que conforman la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX; el Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE, y la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP-México.
De acuerdo con nuestro Monitoreo es de hacerse notar que en ese periodo bajó en un 15.7 por ciento los crímenes en comparación con el año anterior y fue el tercer año con menos asesinatos, 6 en la administración de expresidente, Andrés López Obrador y 1 en la actual de Claudia Sheinbaum Pardo.
También consignamos que continúan 28 desapariciones forzadas pendientes de aclaración. Todo lo anterior, reiteramos, se debe a la vergonzante impunidad prevaleciente.
México ahora ocupa el tercer lugar mundial de homicidios de periodistas, después de 23 años de ocupar el deshonroso señalamiento de “el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo” sin embargo se mantiene en el Continente Americano.
Nuestro Monitoreo es un registro actualizado y documentado de estos crímenes en contra de la sociedad mexicana en el siempre frustrado intento de quererle negar su derecho a la información veraz y oportuna, por ello a continuación damos a conocer la lista de nuestras víctimas fatales y las desapariciones forzadas con el numeral que les corresponde desde 1984 a la fecha:
REPORTE DE LOS ASESINATOS DE 2024
- 26 de abril de 2023. Roberto Carlos Figueroa Bustos. Periodista y productor morelense. Director y conductor del portal “Acá en el Show, la puritita verdad”. Fue secuestrado al salir de su domicilio en Cuernavaca en la mañana del 26, y no obstante que su esposa pagó el rescate, por la tarde fue hallado su cuerpo dentro de su vehículo en un camino de terracería en el municipio colindante Huitzilac en el poblado de Coajomulco. Figueroa era crítico de la administración del gobernador, Cuauhtémoc Blanco Bravo, así lo dio a conocer en su Comunicado la Asociación de Periodistas y Comunicadores de Morelos, APECOMOR.
- 4 de mayo de 2024. Samuel López Pérez, “Vampiro DJ”, locutor de la Radio Comunitaria de Santo Domingo Tehuantepec, Oaxaca, fue asesinado a balazos cuando llegaba a su casa en la madrugada de ese sábado 4 por sicarios que lo esperaban, hechos ocurridos en la calle principal de la Colonia Benito Juárez de esa comunidad.
- 7 de mayo de 2024. Martín Antonio Olivier Rodríguez, activista y locutor de radiodifusora comunitaria “La Que Más Suena” de Ajalpan, Puebla, fue asesinado en este municipio, su cuerpo fue hallado al lado del vehículo-taxi, que conducía para ayudarse económicamente, en un terreno de siembras perteneciente a la colonia San Antonio, sus familiares lo reportaron como desaparecido desde la noche del anterior luego de que participó en un mitin político de la junta auxiliar de Guadalupe Pantzingo. El cuerpo yacía con visibles huellas de violencia.
- 28 de junio de 2024. Víctor Alonso Culebro Morales, dirigía el portal de noticias “Realidades. Periodismo con verdad"” de San Cristóbal las Casas, Chiapas. Hijo de Mario Carlos Culebro Velasco, ex secretario general de Gobierno de ese Estado en la administración de Manuel Velasco Coello en el 2018. Su cuerpo fue hallado con las manos atadas, el rostro cubierto con cinta aislante, con varios impactos de bala y con evidentes signos de tortura, en una cuneta de la autopista Ocozocoautla-Arriaga, a la altura del kilómetro 28, en las inmediaciones del ejido Tierra y Libertad municipio de Jiquipilas.
- 4 agosto de 2024. Alejandro Alfredo Martínez Noguez. Villagrán, Guanajuato. Periodista independiente quien usaba el seudónimo de su plataforma noticiosa: “El Hijo del Llanero Solitito”. El reportero especializado en nota roja, fue a cubrir un accidente vial en el municipio de Villagrán, Guanajuato, desde donde trasmitió la información recabada para su plataforma, cuando regresaban a Celaya a bordo de una Patrulla cuyos tripulantes lo protegían, una camioneta se les emparejó y desde la misma se produjo el artero ataque armado; no obstante que los escoltas repelieron la agresión el reportero fue impactado por una bala en la cabeza, y los elementos policíacos también resultaron heridos. El escolta al volante llevó a los heridos al Hospital General de Celaya, en el trayecto por desgracia murió el periodista Martínez Noguez. Se informó, además que Alejandro Martínez contaba con protección por haber sido víctima de un atentado el 28 de noviembre pasado, los hechos ocurrieron ese lunes, poco antes de las 5:30 de la tarde en la colonia Valle Hermoso, en Celaya. En tal ocasión él mismo, a través de su página de Facebook, narró que dos sujetos, uno con chaleco negro, gorra y barba de candado intentó dispararle, pero el arma se “encasquilló”.
- 29 de agosto de 2024. Mauricio Cruz Solís de 25 años, director del portal informativo “Minuto x Minuto”, también conducía el noticiario “Enlace Informativo”, de la estación de radio “Uruapense-Radiorama”, fue asesinado en pleno centro del municipio de Uruapan, Michoacán, al término de una transmisión en vivo en la que entrevistó al alcalde Carlos Manzo, sobre el incendio ocurrido la madrugada del sábado que dejó cerca de 66 locales con pérdidas totales en el mercado Tariácuri, al parecer en venganza por que los locatarios se negaron al “cobro de piso”. Fue acribillado a unos metros del inmueble que alberga la Casa de la Cultura, cerca de la Pérgola Municipal, alrededor de las 22:00 horas de ese martes. En los últimos ocho años Mauricio Cruz se desempeñó como reportero de los diarios ABC de Michoacán y La Opinión de Michoacán, ambos con sede en Uruapan.
- 30 de octubre de 2024. Patricia Ramírez, “Paty Bunbury” reportera de espectáculos del periódico digital “Hechos”, en donde tenía aproximadamente 12 años trabajando en ese medio, fue asesinada a balazos en el interior de su negocio de comida en el Centro de la ciudad de Colima. La agresión ocurrió alrededor de las 14:00 horas de ese miércoles, en el negocio ubicado en la calle Gabino Barreda y Gómez Farías en la colonia La Atrevida, frente al edificio que albergaba al periódico Ecos de la Costa. Sobre la agresión, testigos señalaron a las autoridades que un sujeto ingresó al establecimiento de comida corrida y le disparó a la comunicadora a quemarropa. De inmediato el sicario huyó con rumbo desconocido, hasta ahora no se informa de detención alguna persona.
- 12 de junio de 2024. Víctor Manuel Jiménez Campos. Reportero independiente de deportes, desaparecido desde el 1 de noviembre de 2020 en Celaya, Guanajuato, su cadáver fue localizado el 12 de junio en el Pueblo de Villagrán del mismo estado. Llevaba 3 años y medio desaparecido.
DESAPARICIONES FORZADAS
- 17 de octubre de 2024. Sergio Cadenas Hernández de 53 años. Repartidor del diario “El Debate” fue secuestrado tras la agresión a la sede del rotativo.
RESUMEN
Durante la administración federal del presidente, Andrés Manuel López Obrador, suman 88 asesinatos que lastiman a la libertad de expresión: 66 periodistas; 7 locutores; 6 trabajadores de prensa; 5 familiares y 1 amigo de comunicadores, y 3 escoltas.
En lo que va de la administración de la presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, 1 asesinato y 1 desaparición forzada.
De 2000 a la fecha, han ocurrido 326 asesinatos: 270 periodistas; 9 locutores; 16 trabajadores de la prensa; 16 familiares y 10 amigos de comunicadores; 2 civiles, y 3 escoltas.
En consecuencia, de 1983 a la fecha, de acuerdo con el Monitoreo Permanente de los Asesinatos y Desapariciones Forzadas de Periodistas, suman 392 asesinatos, de los cuales han sido víctimas: 332 periodistas; 9 locutores; 16 trabajadores de prensa; 19 familiares y 11 amigos de comunicadores; 2 civiles, y 3 escoltas.
Asimismo, son 28 las desapariciones forzadas pendientes de aclarar.
El Gremio Organizado: Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX; Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP-México, y su brazo académico, Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE, en sus comunicados correspondientes firmados por sus dirigentes, reitera en forma constante su demanda a las más altas autoridades del país para que terminen con esta vergonzosa impunidad en cuanto a los atentados a los informadores, y cumplan con las medidas cautelares para protegerlos, como lo ordenan las leyes correspondientes.
Nuestro concentrado es terrible y lamentable por todos conceptos, puesto que la imperante y vergonzosa impunidad es la que permite que los criminales, enemigos de las libertades de prensa y expresión, burlen a la justicia. Como se puede comprobar la lista lúgubre aumenta exponencialmente.
Redoblamos el reclamo de justicia y de que se implementen los mecanismos de protección a los periodistas, trabajadores de prensa, de sus familiares y amigos que también han sido victimados en hechos, inclusive directos, para amedrentar a los comunicadores. ¡YA BASTA! Es nuestro grito permanente.
También reiteramos el llamado a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, al Congreso de la Unión, a los gobernadores de las entidades federativas y a los congresos locales, para que atiendan a la brevedad la Agenda Legislativa Pendiente del Periodista, que consideramos es el mayor blindaje para los comunicadores y por su contenido es un instrumento integral para asegurar las libertades de prensa y expresión en nuestro México.
Los comunicados son signados por los dirigentes gremiales en turno. Por FAPERMEX: Dra. Eva Joaquina Guerrero Ríos y Dr. José Arturo Aguirre Bahena, presidenta del Consejo Directivoy presidente del Comité de Vigilancia, Honor y Justicia, respectivamente. Por CONALIPE: Mtro. Teodoro Raúl Rentería Villa, vicepresidente, y el autor: presidente de CONALIPE, presidente fundador y vitalicio honorario de FAPERMEX y secretario de Desarrollo Social de FELAP.
*Periodista y escritor; presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE; secretario de Desarrollo Social de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP; presidente fundador y vitalicio honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, miembro del Consejo Consultivo permanente del Club Primera Plana, Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional y Académico de Número de la Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG. Agradeceré sus comentarios y críticas en teodororenteriaa@gmail.com Nos escuchamos en las frecuencias en toda la República de Libertas Radio. Le invitamos a visitar: www.felap.info, www.ciap-felap.org, www.fapermex.org y el portal: irradianoticias.com
EN LA OPINIÓN DE:
“Vivir con miedo: la huella psicológica de la inseguridad en México”
Los Mexicanos vivimos con miedo y eso es una realidad…
Conciencia Saludablemente
Psicol. Alex Barrera
¡Mexicanos al grito de guerra! Esta es una de las estrofas más fuertes de nuestro himno nacional, cualquier mexicano conoce esta frase, pero cuantos de los habitantes de este país repara en el significado de esta frase que pareciera ser una realidad en estos días, cuantos de verdad se dan cuenta que la violencia en México si indiscutiblemente se ha convertido en una guerra, una que enfrentamos día a día y que se ha enraizado en nuestra sociedad.
Peor aún, ¿cuántos mexicanos si quiera se dan cuenta lo que le hace a su salud mental? La percepción de inseguridad, más allá de cifras, opera como un reflejo trastornador en el bienestar psicológico de la ciudadanía. En México, cuando los titulares de prensa retumban con asesinatos públicos, atrocidades y organismos de seguridad incapaces de contener el escalamiento criminal, lo que se resquebraja no es únicamente la confianza en las instituciones: se fractura la sensación de habitar un entorno protector, lo que repercute directamente en el ánimo, la salud mental y la capacidad de resiliencia de las personas.
Mientras el gobierno actual culpa a los anteriores gobiernos de la herencia de violencia, poco se ocupa de comunicar sus propias estrategias para brindar la certeza que la gente necesita hoy, y es que, si vamos al pasado inmediato, tan sólo en octubre se registraron un par de episodios que ilustran a la vez la crudeza de la violencia y su potencia simbólica.
La violencia ya no solo es violencia, sino que está plagada de un claro mensaje “NO HAY TREGUA”, porque no es solo el hecho de que en el estado de Michoacán, se registrara el asesinato de siete presidentes municipales en menos de cuatro años, si no que el último de ellos haya sido el de Carlos Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, ejecutado el 1 de noviembre durante un evento público en pleno centro de la ciudad, y no cualquier evento, sino la celebración de Día de Muertos, uno de los eventos más significativos para los mexicanos. ¿Y entonces, no es este un atentado contra la misma sociedad, como podemos no entender esto como un mensaje, no para una persona, no para un estado, sino para un país entero? ¿Cómo puede no ser esto una agresión directa a la sociedad?
Este mismo mes en Culiacán, capital del estado de Sinaloa, se vivió una semana de “limpieza” entre cárteles cuyo resultado fueron 41 muertos en seis días, 12 solamente el 22 de octubre, estos eventos inundan las páginas de los medios de comunicación locales e internacionales, que detallan enfrentamientos sangrientos entre bandos criminales.
Cuando la violencia se vuelve espectáculo —y aún más cuando el blanco son eventos culturales o áreas urbanas frecuentadas—, la inquietud colectiva crece y se instala un estado de permanente alerta emocional. La población no sólo teme por su integridad física, sino por la certeza de que el espacio en el que habita ya no es predecible ni seguro. En este contexto, la evidencia señala que la percepción de inseguridad persiste pese a mejoras estadísticas en homicidios. Por ejemplo, en una nota de El País publicada el pasado 23 de octubre se señala que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que, en septiembre de 2025, el 34 % de los mexicanos consideraba que la inseguridad permanecería “igual de mal” en su ciudad los próximos doce meses, y el 23.9 % estimaba que “empeorará”.
Desde la psicología, esos datos no son únicamente indicadores sociales: son síntomas de un clima emocional colectivo afectado. La inseguridad percibida produce estrés crónico, desgaste emocional y una reducción progresiva de lo que se denomina “capital psicológico”. Las personas pueden volverse más reacias a participar, a salir o a confiar en su entorno; aparece la hipervigilancia, la ansiedad, la alteración del sueño, e incluso la evitación de actividades cotidianas. Cuando la amenaza parece constante (aunque en el sentido probabilístico no esté dirigida a cada persona en lo individual) el efecto se propaga y se torna comunitario.
Además, esta erosión de la confianza se reconoce también en la relación entre ciudadanía y Gobierno. Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum según publica en su sitio web PolíticoMX mantiene una aprobación del 74 % al cierre de octubre de 2025, mientras que la desaprobación ronda el 25 %, eso no sostiene la percepción sobre la inseguridad que la ciudadanía no aprueba pues el mismo medio publica que otra encuesta hecha entre abril-mayo de 2025 que señala que solo 21.6 % de los mexicanos afirmaron sentirse seguros viviendo en el país, lo que significa que ~78.4 % se siente inseguro.
Los mexicanos esperan seguridad, efectividad institucional y protección, cuando eso falla, también se quiebra el sentido de que “las cosas están bajo control”. Ese quiebre tiene consecuencias psicológicas: ¡el orden que sostiene la rutina y la confianza se vuelve frágil!
La percepción de que “nadie está a salvo” o que “las autoridades no se dan abasto” abre una fisura emocional que afecta la vida social: las personas se retraen, desconfían, se inhiben. En la práctica clínica, se puede observar cómo en zonas de alta violencia o alta percepción de riesgo, los pacientes presentan mayor vulnerabilidad ante trastornos de ansiedad, alteraciones del sueño, síntomas de hipervigilancia y menos recursos para enfrentar los imprevistos. Cuando se vive con la sensación de que el entorno se volvió hostil, el bienestar se vuelve una meta difícil.
Es imprescindible comprender que, aunque los índices de homicidio puedan bajar en ciertos meses, la experiencia subjetiva de inseguridad no cae de inmediato. El retraso entre la mejora real y la percepción ciudadana deja un vacío de tiempo en que la salud emocional queda expuesta. Y mientras tanto, la violencia, al ser tan visible y tan simbólica, sigue reforzando la sensación de vulnerabilidad.
¿Qué hacer ante este escenario? En primer lugar, desde lo comunitario, es necesario promover espacios de diálogo, reforzar lazos de vecindad, crear plataformas de resiliencia colectiva: porque la inseguridad emocional se enfrenta también socialmente. Pero, en segundo lugar, y no menos importante, desde el ámbito individual, no se puede trivializar el impacto psicológico que tiene vivir bajo la sombra de la violencia. Acudir a servicios de salud mental, recibir contención, comprender que la reacción emocional es lógica, constituye un acto de cuidado.
No solo “sobrevivir” a la inseguridad física, sino preservar el bienestar psicológico, es una tarea urgente, porque la constante percepción de peligro provoca estrés constante, y esto a su vez genera, malestar físico, y más allá de ello fragmenta el bienestar social. Las autoridades tienen la obligación de garantizar la seguridad, pero las personas también tienen el derecho y la necesidad de salvaguardar su salud emocional cuando la protección estatal se ve comprometida.
En un país donde la violencia arremete en plazas públicas, atenta contra autoridades, se infiltra en la vida cotidiana y deja huella en la percepción de la gente, el bienestar psicológico no es un lujo: es una condición para el mínimo sustento de la dignidad humana.
Los mexicanos vivimos con miedo y eso es una realidad, aceptarlo, afrontarlo y en su caso buscar ayuda profesional, hablar con un terapeuta, explorar las formas en que la inseguridad impacta nuestra mente, es tan importante como procurar cerraduras y alarmas. Porque al final del día, tenemos que reconstruir no solo ciudades más seguras, sino experiencias interiores donde no nos sintamos indefensos.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje
EN LA OPINIÓN DE:
Entre flores y recuerdos: la psicología del Día de Muertos
Colocar un altar nos lleva a encontrar un vinculo en el que se pude sanar la perdida
Conciencia Saludablemente
Por: Psicol. Alex Barrera
En México, la muerte no se esconde; se decora con flores de cempasúchil, se endulza con pan y se acompaña de risas y canciones. El Día de Muertos no es sólo una tradición; es una declaración cultural profundamente humana: la vida y la muerte no son opuestos, sino partes del mismo ciclo. Desde la psicología, esta visión ofrece una lección esencial sobre cómo enfrentamos la pérdida, el duelo y la memoria.
En muchas culturas occidentales, hablar de la muerte sigue siendo un tema prohibido. Se evita mencionar a los fallecidos, se apartan sus objetos, se oculta el dolor tras una aparente fortaleza. Sin embargo, la cultura mexicana, heredera de cosmovisiones indígenas y creencias sincréticas, ha desarrollado una relación distinta con la finitud. Aquí la muerte se sienta a la mesa. Se le invita, se le honra, se le ríe. En lugar de negar su existencia, se le integra como una compañera inevitable.
Esta actitud, lejos de ser una mera expresión folklórica, tiene profundas implicaciones psicológicas. Aceptar la muerte —propia y ajena— es aceptar la impermanencia de todo. Es reconocer que la pérdida forma parte de la vida, y que el dolor, cuando se vive con consciencia, puede transformarse en gratitud. Desde la psicología existencial, este reconocimiento no conduce a la desesperanza, sino a una mayor plenitud: saber que el tiempo es finito nos empuja a vivir con sentido, a cuidar los vínculos y a encontrar propósito en cada día.
Pero el Día de Muertos no solo nos enseña a pensar en la muerte; también nos enseña a recordar con amor. El altar, corazón simbólico de la celebración, se convierte en un espacio terapéutico. Al colocar una fotografía, una vela o el platillo favorito del ser querido, no solo evocamos su presencia: actualizamos el vínculo. Recordar no es aferrarse al pasado, sino mantener viva la conexión emocional que sigue existiendo más allá de la ausencia física.
En psicología del duelo, esto se conoce como el vínculo continuo. Lejos de promover el olvido, se alienta a las personas a encontrar formas sanas de mantener esa relación interior con quienes ya no están. El altar cumple exactamente esa función: da forma, color y orden al dolor. Permite hablar con los que se fueron, agradecerles, perdonarlos o simplemente compartir un instante simbólico de convivencia. Es, en términos terapéuticos, una representación externa del proceso interno de sanar.
Cada objeto en el altar cumple una función emocional: las flores representan el ciclo de la vida, la comida evoca el cuidado, las velas guían el camino y las fotografías preservan la memoria. A través de este acto ritual, la persona que recuerda también se reconstruye. Como en cualquier proceso terapéutico, el ritual ofrece estructura, contención y sentido: tres elementos fundamentales para elaborar el duelo.
La psicología contemporánea reconoce que los rituales —ya sean religiosos, culturales o personales— facilitan la transición emocional tras una pérdida. Funcionan como puentes entre el dolor y la aceptación, entre el caos y la calma. En ese sentido, el Día de Muertos puede entenderse como una forma colectiva de terapia: una jornada en la que la sociedad entera legitima el dolor, lo comparte y lo transforma en celebración.
Sin embargo, bajo el colorido de las ofrendas y la alegría de las calaveras, también laten silencios profundos. No todos los duelos son iguales ni todas las pérdidas se procesan del mismo modo. Hay quienes, tras la muerte de un ser querido, sienten que la vida pierde sentido, que el vacío es demasiado grande o que la tristeza se ha vuelto una compañera constante. En esos casos, el acompañamiento psicológico puede marcar una diferencia vital.
Hablar del duelo en terapia es un acto de valentía. Es reconocer que, aunque la cultura ofrezca rituales para honrar la muerte, a veces el dolor necesita otro espacio: un lugar donde ser escuchado, comprendido y trabajado con herramientas profesionales. La psicoterapia ayuda a darle forma a la ausencia, a integrar el recuerdo y a reconstruir la vida sin negarla, es iniciar el camino hacia una nueva forma de coexistir con el dolor y afrontarlo de manera que no se convierta en un trauma.
Así, el Día de Muertos no es sólo una tradición que mira hacia el pasado, sino una invitación a mirar hacia adentro. Nos recuerda que el amor y la pérdida son inseparables, y que recordar no duele: lo que duele es callar. Cada altar que encendemos es una forma de iluminar nuestra historia, de reconciliarnos con lo inevitable y de encontrar sentido en el recuerdo.
Quizás por eso, entre el aroma del copal y la luz de las velas, comprendemos que no se trata de vencer a la muerte, sino de aprender a convivir con ella, y entender que la vida es sólo el camino que nos lleva inevitablemente hacia el final. Y en ese aprendizaje, la psicología tiene mucho que aportar: ayudarnos a aceptar, a transformar y, sobre todo, a vivir con conciencia.
Porque así como los altares se llenan de flores cada noviembre, también nuestra mente y nuestro corazón pueden renovarse. A veces, solo hace falta dar el primer paso: hablar con alguien, pedir ayuda, acudir a terapia.
La vida como el altar, se enciende de nuevo cuando nos atrevemos a mirar la sombra y convertirla en luz en este ciclo cuya belleza se encuentra en tomar conciencia de que un día se va terminar.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje




















