Opinión
¿Contubernio o amenaza?
Opinión / Cicuta del Caribe
• 2022, año de recuperación y consolidación en Cancún y RM
• Hasta finales de agosto iniciará la temporada de huracanes
• Apocalipsis climático… final que cada vez es más posible
• Triplica AMLO subsidio para operación de su aeropuerto
• México: hay 12 millones de obreros digitales independientes
Por: Carlos Águila Arreola
El juez Adrián Fernando Novelo Pérez pasó de héroe a villano al revocar tres suspensiones definitivas que él mismo otorgó, pero activistas dijeron que el fallo será recurrido; en tanto, el titular de Fonatur anda desmintiendo a su jefe, el mismísimo André Manuel López Obrador, quien dijo que las ganancias del tren serían para la milicia, y el burócrata las promete para aumentar pensiones.
De aplicarse la le ley por el reinicio de obras en el Tramo Cinco Sur, López Obrador y Javier May Rodríguez, director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), tendrían que pagar con cárcel, pero por obvias razones no será así, señaló Alejandro Francisco de Jesús Betancourt Pérez, ex dirigente del Colegio de Abogados Postulantes, quien dijo que es incomprensible e inexplicable lo del juzgador.
Sobre cómo explicar lo que sucedió con Novelo Pérez, juez titular del Juzgado Primero de Distrito de Yucatán, con sede en Mérida, que otorgó suspensiones definitivas —incluso, el jueves admitió la ampliación de un amparo de Greenpeace— que revocó el miércoles, dijo que “me encantaría ver esa resolución porque mi ignorancia jurídica me dice que no puede revocarse a sí mismo”.
En charla con el redactor, consultado sobre si “el incidente” caería, legalmente hablando, en una “aberración jurídica”, el letrado fue explícito: “Pues te digo que no encuentro una justificación legal para retirar una suspensión definitiva sin antes resolver el asunto de fondo, es decir, tuvieron que haber declarado improcedente el amparo para que, por tecnicismo, se eliminara la suspensión”.
Betancourt Pérez añadió, “pero una nota que decía que Greenpeace declaró que le habían ampliado la suspensión… ya no entendí. Me gustaría ver la resolución del juez para salir de mi ignorancia”. El leguleyo aludía a que el mismo juzgador “admitió a ampliación un amparo contra la construcción del Tramo 5 del Tren Maya, está vez por inconsistencias en la Manifestación del Impacto Ambiental (MIA)”-
El ex dirigente del Colegio de Abogados enfatizó que legalmente es incomprensible cómo procedió el juez. “la verdad no lo entiendo, tendría que ver la resolución para ver en qué se fundó para revocarse a sí mismo porque es un hecho que el juzgador se revocó a sí mismo, lo que no está claro es cómo, en que se fundó o por qué lo hizo, pero lo ideal sería asegurarnos de que es verdad”-
Violadores
Las leyes ya están escritas y que solo es cuestión de aplicarlas e irlas adecuando al presente, respondió Alejandro Francisco de Jesús cuando días antes se le pregunto si el juez yucateco Novelo Pérez tendría potestad para encarcelar a López Obrador o a Javier May por ordenar y/o instigar a cometer un delito con el (ilegal) reinicio de obras en el Tramos 5 Sur del Tren Maya.
“Sí puede ordenar su arresto, y en caso que tenga fuero, después de girar la orden de aprehensión se pide el desafuero al Congreso, pero sí puede (arrestar) a quien haya notificado y ordenado es responsable del desacato, en caso que diga que se lo ordenaron, tiene que probar con algún documento fehaciente que, a sabiendas de la suspensión judicial decretada, le ordenaron seguir con la obra.”
“Es obvio que pondrían a alguien que se haga “responsable”. Ya hay el antecedente de violación a una suspensión judicial por parte de López Obrador durante el sexenio de Vicente Fox Quesada, cuando continuó unas obras en la ciudad de México aún con una prohibición judicial decretada, cuando se pidió el desafuero del tabasqueño pero al final al presidente Fox le tembló la mano.
López Obrador y su camarilla siempre se han pasado la ley por el arco de triunfo, y tampoco puede venir a decir que con un decreto de “seguridad nacional” puede contravenir la Constitución, su mafufada (disparate con alto grado de tontería.) es completamente ilegal, además de y creo que hay agravante por ser una autoridad”.
Alejandro Betancourt refiere el artículo 190 del Código Penal Federal: “Se aplicarán de uno a dos años de prisión y multa de ¡10 a mil pesos!, al que empleando la fuerza, el amago o la amenaza, se oponga a que la autoridad pública o sus agentes ejerzan alguna de sus funciones o resista al cumplimiento de un mandato legítimo ejecutado en forma legal”.
Primero, el abogado coincidió con quien redacta en que ¡por eso se violan las leyes, ¡multa de 10 a mil pesos!, y añadió que no es un delito que merezca prisión preventiva oficiosa, pero sí suspensión del cargo en lo que se tramita el juicio. “El juez podría ordenar a la fuerza pública detener la continuación de obras…, obvio, no creo se atreva”. El litigante previó la debilidad (¿contubernio o amenaza?) del juez.
“En pocas palabras, a López Obrador se le debe abrir un incidente (pequeño juicio paralelo), lo mismo que a la o las autoridades que no respetaron la suspensión decretada; y en lo que respecta a (Javier) May y al director de la empresa Fonatur Tren Maya y demás directores de área también tiene responsabilidad”, aseguró el ex presidente de los abogados postulantes.
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Menudencias
La ocupación y las tarifas hoteleras en Cancún y Riviera Maya harán que 2022 sea recordado como el año de la recuperación y consolidación, de acuerdo con Abelardo Vara Rivera, presidente honorario de la Asociación de Hoteles de Cancún, Puerto Morelos e Isla Mujeres, y es que ambos destinos ya reportan una recuperaron total, superando todas las previsiones, con cifras por encima de las mejores que se tenían antes de 2019 cuando surgió la covid-19.
Desde un punto de vista climatológico, la mayor parte de la actividad tropical ocurre hasta agosto. De hecho, el pico de la temporada es a partir del 10 de septiembre, así que no es inusual una “pausa” entre julio y principios este octavo mes, de acuerdo con los más recientes informes de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (National Oceanic and Atmospheric Administration, NOAA) y la Universidad de Colorado.
El calentamiento global puede ser catastrófico para la humanidad, si el aumento de temperatura es peor de lo que se predice o concretan una serie de eventos, o ambas cosas. El mundo necesita comenzar a prepararse para un “apocalipsis climático”, según el doctor Lucas Kemp, coautor del artículo Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS, en español Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias), difundido por la University Cambridge.
El Informe Trimestral de las Finanzas Públicas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), reveló que Andrés Manuel López Obrador ya triplicó el monto para subsidiar este año la operación del Aeropuerto Felipe Ángeles. Originalmente previsto en 419.4 millones de pesos, el apoyo del erario para el funcionamiento se incrementó a mil 370.4 millones de pesos, un aumento de 229 por ciento.
La innovación en tecnología digital y el creciente uso de plataformas propiciaron el boom de la gig economy, es decir, un esquema laboral en el que se realizan tareas específicas y cobran de manera independiente sin tener que trabajar para un empleador.
En México, ese modelo que se refiere al desarrollo profesional con plataformas, ha crecido exponencialmente; de hecho, se estima que más de 12 millones de trabajadores independientes.
EN LA OPINIÓN DE:
“Vivir con miedo: la huella psicológica de la inseguridad en México”
Los Mexicanos vivimos con miedo y eso es una realidad…
Conciencia Saludablemente
Psicol. Alex Barrera
¡Mexicanos al grito de guerra! Esta es una de las estrofas más fuertes de nuestro himno nacional, cualquier mexicano conoce esta frase, pero cuantos de los habitantes de este país repara en el significado de esta frase que pareciera ser una realidad en estos días, cuantos de verdad se dan cuenta que la violencia en México si indiscutiblemente se ha convertido en una guerra, una que enfrentamos día a día y que se ha enraizado en nuestra sociedad.
Peor aún, ¿cuántos mexicanos si quiera se dan cuenta lo que le hace a su salud mental? La percepción de inseguridad, más allá de cifras, opera como un reflejo trastornador en el bienestar psicológico de la ciudadanía. En México, cuando los titulares de prensa retumban con asesinatos públicos, atrocidades y organismos de seguridad incapaces de contener el escalamiento criminal, lo que se resquebraja no es únicamente la confianza en las instituciones: se fractura la sensación de habitar un entorno protector, lo que repercute directamente en el ánimo, la salud mental y la capacidad de resiliencia de las personas.
Mientras el gobierno actual culpa a los anteriores gobiernos de la herencia de violencia, poco se ocupa de comunicar sus propias estrategias para brindar la certeza que la gente necesita hoy, y es que, si vamos al pasado inmediato, tan sólo en octubre se registraron un par de episodios que ilustran a la vez la crudeza de la violencia y su potencia simbólica.
La violencia ya no solo es violencia, sino que está plagada de un claro mensaje “NO HAY TREGUA”, porque no es solo el hecho de que en el estado de Michoacán, se registrara el asesinato de siete presidentes municipales en menos de cuatro años, si no que el último de ellos haya sido el de Carlos Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, ejecutado el 1 de noviembre durante un evento público en pleno centro de la ciudad, y no cualquier evento, sino la celebración de Día de Muertos, uno de los eventos más significativos para los mexicanos. ¿Y entonces, no es este un atentado contra la misma sociedad, como podemos no entender esto como un mensaje, no para una persona, no para un estado, sino para un país entero? ¿Cómo puede no ser esto una agresión directa a la sociedad?
Este mismo mes en Culiacán, capital del estado de Sinaloa, se vivió una semana de “limpieza” entre cárteles cuyo resultado fueron 41 muertos en seis días, 12 solamente el 22 de octubre, estos eventos inundan las páginas de los medios de comunicación locales e internacionales, que detallan enfrentamientos sangrientos entre bandos criminales.
Cuando la violencia se vuelve espectáculo —y aún más cuando el blanco son eventos culturales o áreas urbanas frecuentadas—, la inquietud colectiva crece y se instala un estado de permanente alerta emocional. La población no sólo teme por su integridad física, sino por la certeza de que el espacio en el que habita ya no es predecible ni seguro. En este contexto, la evidencia señala que la percepción de inseguridad persiste pese a mejoras estadísticas en homicidios. Por ejemplo, en una nota de El País publicada el pasado 23 de octubre se señala que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que, en septiembre de 2025, el 34 % de los mexicanos consideraba que la inseguridad permanecería “igual de mal” en su ciudad los próximos doce meses, y el 23.9 % estimaba que “empeorará”.
Desde la psicología, esos datos no son únicamente indicadores sociales: son síntomas de un clima emocional colectivo afectado. La inseguridad percibida produce estrés crónico, desgaste emocional y una reducción progresiva de lo que se denomina “capital psicológico”. Las personas pueden volverse más reacias a participar, a salir o a confiar en su entorno; aparece la hipervigilancia, la ansiedad, la alteración del sueño, e incluso la evitación de actividades cotidianas. Cuando la amenaza parece constante (aunque en el sentido probabilístico no esté dirigida a cada persona en lo individual) el efecto se propaga y se torna comunitario.
Además, esta erosión de la confianza se reconoce también en la relación entre ciudadanía y Gobierno. Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum según publica en su sitio web PolíticoMX mantiene una aprobación del 74 % al cierre de octubre de 2025, mientras que la desaprobación ronda el 25 %, eso no sostiene la percepción sobre la inseguridad que la ciudadanía no aprueba pues el mismo medio publica que otra encuesta hecha entre abril-mayo de 2025 que señala que solo 21.6 % de los mexicanos afirmaron sentirse seguros viviendo en el país, lo que significa que ~78.4 % se siente inseguro.
Los mexicanos esperan seguridad, efectividad institucional y protección, cuando eso falla, también se quiebra el sentido de que “las cosas están bajo control”. Ese quiebre tiene consecuencias psicológicas: ¡el orden que sostiene la rutina y la confianza se vuelve frágil!
La percepción de que “nadie está a salvo” o que “las autoridades no se dan abasto” abre una fisura emocional que afecta la vida social: las personas se retraen, desconfían, se inhiben. En la práctica clínica, se puede observar cómo en zonas de alta violencia o alta percepción de riesgo, los pacientes presentan mayor vulnerabilidad ante trastornos de ansiedad, alteraciones del sueño, síntomas de hipervigilancia y menos recursos para enfrentar los imprevistos. Cuando se vive con la sensación de que el entorno se volvió hostil, el bienestar se vuelve una meta difícil.
Es imprescindible comprender que, aunque los índices de homicidio puedan bajar en ciertos meses, la experiencia subjetiva de inseguridad no cae de inmediato. El retraso entre la mejora real y la percepción ciudadana deja un vacío de tiempo en que la salud emocional queda expuesta. Y mientras tanto, la violencia, al ser tan visible y tan simbólica, sigue reforzando la sensación de vulnerabilidad.
¿Qué hacer ante este escenario? En primer lugar, desde lo comunitario, es necesario promover espacios de diálogo, reforzar lazos de vecindad, crear plataformas de resiliencia colectiva: porque la inseguridad emocional se enfrenta también socialmente. Pero, en segundo lugar, y no menos importante, desde el ámbito individual, no se puede trivializar el impacto psicológico que tiene vivir bajo la sombra de la violencia. Acudir a servicios de salud mental, recibir contención, comprender que la reacción emocional es lógica, constituye un acto de cuidado.
No solo “sobrevivir” a la inseguridad física, sino preservar el bienestar psicológico, es una tarea urgente, porque la constante percepción de peligro provoca estrés constante, y esto a su vez genera, malestar físico, y más allá de ello fragmenta el bienestar social. Las autoridades tienen la obligación de garantizar la seguridad, pero las personas también tienen el derecho y la necesidad de salvaguardar su salud emocional cuando la protección estatal se ve comprometida.
En un país donde la violencia arremete en plazas públicas, atenta contra autoridades, se infiltra en la vida cotidiana y deja huella en la percepción de la gente, el bienestar psicológico no es un lujo: es una condición para el mínimo sustento de la dignidad humana.
Los mexicanos vivimos con miedo y eso es una realidad, aceptarlo, afrontarlo y en su caso buscar ayuda profesional, hablar con un terapeuta, explorar las formas en que la inseguridad impacta nuestra mente, es tan importante como procurar cerraduras y alarmas. Porque al final del día, tenemos que reconstruir no solo ciudades más seguras, sino experiencias interiores donde no nos sintamos indefensos.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje
EN LA OPINIÓN DE:
Entre flores y recuerdos: la psicología del Día de Muertos
Colocar un altar nos lleva a encontrar un vinculo en el que se pude sanar la perdida
Conciencia Saludablemente
Por: Psicol. Alex Barrera
En México, la muerte no se esconde; se decora con flores de cempasúchil, se endulza con pan y se acompaña de risas y canciones. El Día de Muertos no es sólo una tradición; es una declaración cultural profundamente humana: la vida y la muerte no son opuestos, sino partes del mismo ciclo. Desde la psicología, esta visión ofrece una lección esencial sobre cómo enfrentamos la pérdida, el duelo y la memoria.
En muchas culturas occidentales, hablar de la muerte sigue siendo un tema prohibido. Se evita mencionar a los fallecidos, se apartan sus objetos, se oculta el dolor tras una aparente fortaleza. Sin embargo, la cultura mexicana, heredera de cosmovisiones indígenas y creencias sincréticas, ha desarrollado una relación distinta con la finitud. Aquí la muerte se sienta a la mesa. Se le invita, se le honra, se le ríe. En lugar de negar su existencia, se le integra como una compañera inevitable.
Esta actitud, lejos de ser una mera expresión folklórica, tiene profundas implicaciones psicológicas. Aceptar la muerte —propia y ajena— es aceptar la impermanencia de todo. Es reconocer que la pérdida forma parte de la vida, y que el dolor, cuando se vive con consciencia, puede transformarse en gratitud. Desde la psicología existencial, este reconocimiento no conduce a la desesperanza, sino a una mayor plenitud: saber que el tiempo es finito nos empuja a vivir con sentido, a cuidar los vínculos y a encontrar propósito en cada día.
Pero el Día de Muertos no solo nos enseña a pensar en la muerte; también nos enseña a recordar con amor. El altar, corazón simbólico de la celebración, se convierte en un espacio terapéutico. Al colocar una fotografía, una vela o el platillo favorito del ser querido, no solo evocamos su presencia: actualizamos el vínculo. Recordar no es aferrarse al pasado, sino mantener viva la conexión emocional que sigue existiendo más allá de la ausencia física.
En psicología del duelo, esto se conoce como el vínculo continuo. Lejos de promover el olvido, se alienta a las personas a encontrar formas sanas de mantener esa relación interior con quienes ya no están. El altar cumple exactamente esa función: da forma, color y orden al dolor. Permite hablar con los que se fueron, agradecerles, perdonarlos o simplemente compartir un instante simbólico de convivencia. Es, en términos terapéuticos, una representación externa del proceso interno de sanar.
Cada objeto en el altar cumple una función emocional: las flores representan el ciclo de la vida, la comida evoca el cuidado, las velas guían el camino y las fotografías preservan la memoria. A través de este acto ritual, la persona que recuerda también se reconstruye. Como en cualquier proceso terapéutico, el ritual ofrece estructura, contención y sentido: tres elementos fundamentales para elaborar el duelo.
La psicología contemporánea reconoce que los rituales —ya sean religiosos, culturales o personales— facilitan la transición emocional tras una pérdida. Funcionan como puentes entre el dolor y la aceptación, entre el caos y la calma. En ese sentido, el Día de Muertos puede entenderse como una forma colectiva de terapia: una jornada en la que la sociedad entera legitima el dolor, lo comparte y lo transforma en celebración.
Sin embargo, bajo el colorido de las ofrendas y la alegría de las calaveras, también laten silencios profundos. No todos los duelos son iguales ni todas las pérdidas se procesan del mismo modo. Hay quienes, tras la muerte de un ser querido, sienten que la vida pierde sentido, que el vacío es demasiado grande o que la tristeza se ha vuelto una compañera constante. En esos casos, el acompañamiento psicológico puede marcar una diferencia vital.
Hablar del duelo en terapia es un acto de valentía. Es reconocer que, aunque la cultura ofrezca rituales para honrar la muerte, a veces el dolor necesita otro espacio: un lugar donde ser escuchado, comprendido y trabajado con herramientas profesionales. La psicoterapia ayuda a darle forma a la ausencia, a integrar el recuerdo y a reconstruir la vida sin negarla, es iniciar el camino hacia una nueva forma de coexistir con el dolor y afrontarlo de manera que no se convierta en un trauma.
Así, el Día de Muertos no es sólo una tradición que mira hacia el pasado, sino una invitación a mirar hacia adentro. Nos recuerda que el amor y la pérdida son inseparables, y que recordar no duele: lo que duele es callar. Cada altar que encendemos es una forma de iluminar nuestra historia, de reconciliarnos con lo inevitable y de encontrar sentido en el recuerdo.
Quizás por eso, entre el aroma del copal y la luz de las velas, comprendemos que no se trata de vencer a la muerte, sino de aprender a convivir con ella, y entender que la vida es sólo el camino que nos lleva inevitablemente hacia el final. Y en ese aprendizaje, la psicología tiene mucho que aportar: ayudarnos a aceptar, a transformar y, sobre todo, a vivir con conciencia.
Porque así como los altares se llenan de flores cada noviembre, también nuestra mente y nuestro corazón pueden renovarse. A veces, solo hace falta dar el primer paso: hablar con alguien, pedir ayuda, acudir a terapia.
La vida como el altar, se enciende de nuevo cuando nos atrevemos a mirar la sombra y convertirla en luz en este ciclo cuya belleza se encuentra en tomar conciencia de que un día se va terminar.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje
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