Opinión
Los otros datos

Por: Cliserio E. Cedillo Godínez
Aun cuando es una expresión popularizada por el presidente de la República, “los otros datos” (en el caso de la canasta básica, los demás productos para la alimentación de las familias y los artículos del aseo y mantenimiento en los hogares) los tienen las amas de casa y créanme, en la práctica no hay ningún control de la inflación que, según se afirma, de acuerdo al índice de Precios al Consumo (IPC) es de solo 4.2 por ciento.
¿Quién lo cree? Solo los que no acuden al supermercado o al tianguis quincena tras quincena, pues los precios desde meses antes de que se hiciera oficial la pandemia de la covid 19, en marzo del 2020, a la fecha ya han sufrido aumentos extraordinarios.
Según cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hasta enero del 2019 los proveedores de un hogar mexicano podían comprar una canasta básica de 80 productos que incluía tortillas, huevo, leche, verduras, frutas y carne con aproximadamente mil 165 pesos. Sin embargo, un año después hubo un incremento en los precios de casi 100%, según la doctora Eufemia Basilio, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Es decir, los mismos 80 productos, en enero del 2020 aumentaron casi al doble al pasar de mil 165 pesos a dos mil 680 pesos. Y da otro dato, tan solo de noviembre de 2019 a enero de 2020 el precio de la canasta básica aumentó 100 pesos. Esto es, “en noviembre del año pasado costaba dos mil 680 pesos y casi dos meses después subió a dos mil 780 pesos”.
Eso significa que aun cuando en agosto de 2021 se afirma que la Inflación Acumulada es de 4.2 por ciento, la realidad es que, en lo que va de este año, se ha mantenido un control más estricto, pero ya desde el año pasado los pecios de los productos básicos habían sufrido un aumento de casi 100 por ciento, lo que se refleja en un menor consumo de productos, porque el dinero ya no alcanza para comprar la misma cantidad que hace un año, pero eso no lo dicen las autoridades.
Es importante destacar que según el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), del Instituto de Estadística y Geografía (INEGI) y el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), en el último año el frijol sufrió un aumento de 12,2%, el chile poblano 25.5%, la naranja 20.9, el huevo 15.9%, la carne de cerdo 6.5% y la leche 4.3%. Se pensará que esos aumentos no son tan exagerados, pero hay otro dato: Los precios ya habían subido hace un año más de 100 por ciento y posteriormente sufrieron un aumento paulatino de pesos y centavos, pero constante, como las gasolinas.
El aumento y la variación de precios se refleja en que “ahora las personas compran menos productos de los que compraban, por la misma cantidad de dinero con la que antes compraban más bienes”, dice Jorge Reyes, director general adjunto del índice de precios del INEGI. Y es cierto. Esto se manifiesta en un descenso de los niveles de consumo, derivado de la disminución del poder adquisitivo.
En pocas palabras, ahora nuestro dinero no alcanza para comprar lo que hace un año podíamos. En muchos casos, nuestro dinero, nuestro poder adquisitivo, vale menos. En pocas palabras hay inflación, aunque la autoridad diga que solo es de 4.2 por ciento, según lo explica la doctora Eufemia Basilio.
Por cierto, ya vieron que el Banco de México, que cambiará de gobernador a fin de año, por uno a modo del presidente de México, está imprimiendo preciosos billetes de 100 pesos, de 200 y de 500 pesos. Tan hermosos que parecen de colección, como algunos billetes de 100 pesos, los que son verticales y traen de un lado a Sor Juana Inés de la Cruz y por el otro a dos mariposas monarca. Por ejemplo, los de la serie AA y con ciertas características llegan a costar entre los coleccionistas desde tres mil hasta 15 mil pesos.
Pero ¿por qué hablamos de esto?, porque es el mismo tema: “cuando se imprimen tantos billetes nuevos, bonitos o feos, como en el alza de precios, también se causa inflación y viene peor, aseguran los economistas.

Opinión
Suicidio mata a uno, nos deja sangrando a todos.

Reflexiones en el Día Mundial de la Prevención del Suicidio
Por: Alex Barrera**
Cada 10 de septiembre, duele, y duele más aún para todos aquellos que el mundo se detuvo en un instante que nunca terminó; y es que eso es lo que pasa para los familiares de aquellos que abandonaron la voluntad de seguir en su cuerpo en este plano existencial
Así que por todos ellos y por una verdad dolorosa pero urgente: se marca en el calendario del 10 de septiembre, para recordarnos que el suicidio no es sólo un acto individual, sino un problema de salud pública con profundas implicaciones sociales, emocionales y económicas.
El Día Mundial de la Prevención del Suicidio, promovido por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y respaldado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), nos convoca a mirar de frente aquello que a menudo preferimos ignorar.
“Cambiar la narrativa sobre el suicidio” es el lema adoptado para esta fecha y permanecerá así hasta 2026, me parece bastante atinado y es que pareciera ser que el discurso si debe ser modificado, pues a pesar de saber la gravedad del asunto, las cifras siguen ascendiendo, y lo único que desciende es la edad de quieres deciden abrir esa falsa puerta.
Este tema pretende promover un cambio profundo en cómo hablamos sobre el suicidio: busca romper con los mitos perjudiciales, reducir el estigma y fomentar conversaciones abiertas, empáticas y comprensivas, para aceptar que el suicidio a echado raíces tan poderosas, que ya no puede ser negado, y mucho menos ignorado, solamente porque no nos ha mirado de frente a la cara. El fallo es de todos, si, de cada uno, porque, ¿acaso no es la sociedad la suma de los uno?
Una realidad que no podemos seguir minimizando
Las cifras globales son contundentes y abrumadoras: más de 700 mil personas mueren por suicidio cada año en el mundo, según datos de la OMS. No hablamos de un problema marginal, sino de la cuarta causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años. ¿Te imaginas? 1 de cada 4 jóvenes se suicida y esto sólo son las cifras contabilizadas?
México no es ajeno a esta crisis. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua (Ensanut) 2022 reveló un panorama alarmante: 7.6% de los adolescentes y 7.7% de los adultos reportaron haber pensado alguna vez en suicidarse. Más preocupante aún es el incremento drástico de intentos de suicidio en adolescentes: de 1.1% en 2006 a 6.5% en 2022, un aumento superior al 600%. En las mujeres, la prevalencia es significativamente mayor que en los hombres, lo que muestra la urgencia de considerar la perspectiva de género en la prevención.
Estas estadísticas no son números abstractos: detrás de cada porcentaje hay una vida interrumpida, una familia desgarrada que muchas veces no sólo lleva consigo el dolor de perder a un ser amado, sino que además en muchas ocasiones, enfrenta la incomprensión de una sociedad que lejos de brindar apoyo, les señala, estigmatiza e incluso a veces les margina, así de cruda es la realidad, el suicidio no acaba con una vida, marca a toda una comunidad.
El suicidio se puede prevenir
La crudeza de los datos requiere que se promueva y concientice sobre la verdad fundamental: el suicidio no es inevitable; y existen más allá de las lamentaciones medidas de prevención que deben ser no sólo puestas en la narrativa sino arrojadas a la realidad, puestas en marcha más allá de la campaña mediática de un único día, restringir el acceso a medios letales como armas de fuego o pesticidas, implementar políticas sólidas de salud mental y control del consumo de alcohol; buscar garantizar que los medios de comunicación informen sobre el suicidio de manera ética y responsable durante todo el año. Y lo más importante, promover la salud mental como parte de un ejercicio de bienestar continuo y no para solucionar un problema.
Además, es importante señalar que más allá de las políticas, la prevención requiere humanidad. El estigma y la falta de alfabetización en salud mental siguen siendo barreras enormes para que quienes sufren pidan ayuda. Hablar abiertamente del suicidio, sin tabúes ni prejuicios, es una forma de romper con el silencio que aísla a quienes más necesitan apoyo.
Reconocer las señales, tender la mano
Tomar conciencia de que el suicidio no es un malestar oculto ni transparente es el primer paso para poder prevenirlo, existen señales de advertencia y debemos conocerlas, porque el suicidio se materializa, en voz y en conductas, por ejemplo: hablar de querer morir, expresar desesperanza repetitivamente, aislarse repentinamente, regalar posesiones significativas de un día a otro, mostrar cambios drásticos en el estado de ánimo, sin motivo aparente, son algunos puntos clave. Signos más sutiles como cambios en los hábitos del sueño, consumo excesivo de sustancias o una súbita calma después de un periodo de profunda tristeza, pueden anticipar un intento de suicidio.
Identificar las señales no significa que podamos salvar a alguien, significa que podemos acompañarle, escuchar sin juicio, mantenerse en contacto y generar los mecanismos de ayuda para esa persona, en pro de acercarle con un profesional que pueda ayudarle.
Sobre esto último, es importantísimo considerar que no hay una garantía que se pueda ofrecer a las personas en riesgo de suicidio pues la evidencia muestra que el tratamiento psicológico y psiquiátrico reduce el riesgo, pero no lo elimina por completo.
No hay una estadística única y global que indique con exactitud cuántas personas se suicidan aun después de haber recibido atención psicológica, el suicidio es un fenómeno multifactorial: influyen variables biológicas, sociales, culturales y económicas, además de la salud mental.
Sin embargo, es escalofriante cuando se sabe que estudios internacionales señalan que: entre un 20% y 30% de las personas que mueren por suicidio habían tenido contacto con servicios de salud mental en el año previo a su muerte.
En el caso concreto de México no existen datos que permitan establecer con claridad cuántas personas bajo atención profesional terminaron suicidándose, pero si pensamos un poco y consideramos que el IMSS ha señalado que hasta el 90 % de los intentos o suicidios ocurren en personas con trastornos mentales (como depresión, esquizofrenia), podemos deducir que el paciente en riesgo de suicidio estuvo en atención psicológica o psiquiátrica, ¿y entonces? ¿Qué se está haciendo mal?
Tratar al paciente con riesgo suicida no es una labor para cualquier especialista pues se requiere de un entrenamiento profundo y una comprensión amplia del tema además de un equipo de colaboradores que ayuden con el tema, pero sobre todo requiere la solidaridad de una amplia red de apoyo que incluya: amigos, familiares, y comunidad.
Se requiere una estrategia integral: inversión en salud mental accesible y de calidad, campañas permanentes contra el estigma, capacitación en primeros auxilios psicológicos y marcos regulatorios que promuevan la salud mental en centros educativos y de trabajo. Pero, sobre todo, necesitamos una cultura que valore la vulnerabilidad como parte de lo humano y no como motivo de vergüenza.
Crear esperanza, aquí y ahora
Recordar el Día Mundial de la Prevención del Suicidio no es un ejercicio simbólico: es un llamado urgente a la acción. Cada vida perdida es una tragedia evitable. Cada silencio roto es una oportunidad de salvar a alguien.
En un país donde la desesperanza crece entre los más jóvenes, hablar de suicidio no es sembrar ideas peligrosas; es abrir una puerta para que alguien encuentre apoyo. Crear esperanza no es una tarea exclusiva de los profesionales de la salud: es una responsabilidad que compartimos todos.
Que esta fecha de septiembre, se use para recordar que prevenir el suicidio significa apostar por la vida, por el acompañamiento y por la empatía. Porque cada palabra de aliento, cada escucha atenta y cada acción de cuidado pueden convertirse en el hilo que sostiene a alguien en su momento más oscuro.
El suicidio mata a una persona pero nos deja sangrando a todos.
** Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
Si necesita ayuda psicológica puede comunicarse con nosotros.
COLUMNA DEL DIRECTOR:
VISIÓN PERIFÉRICA

A 2000 años, Francisco Simbra al catolicismo con nueva visión
Por Cliserio Eleazar Cedillo Godínez*
Mañana será sepultado el Papa Francisco y es notable la diferencia entre la muerte del papa Juan Pablo II y él con respecto al número de asistentes comunes a su sepelio. Aunque asisten 120 jefes de estado y 20 reyes, según informes, no se ven las multitudes de millones esperadas por los grandes medios de comunicación del mundo. Pero si hay una gran diferencia, la diversidad sexual asiste a través de millas de representantes que solo lamentan que el matrimonio entre entes del mismo sexo siga siendo un pecado.
De igual forma, Francisco, aunque reticente al principio, finalmente reconoció públicamente la existencia de abusos sexuales en la iglesia, aunque ya era bien conocido este pesado lastre arrastrado desde hace cientos de años, sobre todo en las oscuras épocas del catolicismo, como en la Santa Inquisición. Sin embargo, no se ha hecho mucho para castigar con severidad a los párrocos abusivos, lo mismo que a los obispos que lo han permitido.
Para Francisco este tema no fue fácil, pues se negaba a creer que un obispo, el chileno Juan Barros, hubiera encubierto a un conocido abusador, desestimando las acusaciones como una calumnia. Ante la inconformidad de los creyentes por este hecho se vio obligado a ordenar una investigación para, posteriormente, ofrecer una disculpa pública, al admitir ante los sobrevivientes que él también era “parte del problema”.
Entonces el Papa Francisco se lanzó a fondo hasta tomar la drástica decisión, en el 2018, de ordenar la renuncia de todos los obispos de Chile, reemplazando a una gran parte de la jerarquía. Uno de los sobrevivientes de abusos, Juan Carlos Cruz, declaró en 2024: “Los que me frustra es que la gente de la curia (la administración central de la Iglesia) y los obispos de todo el mundo no estén de acuerdo. Lo que me enfurece es que los sobrevivientes caminen por este mundo sin justicia… Es como alguien con cáncer y nadie hace nada”. Es por ello que, tras la muerte de Francisco, la Red de Sobrevivientes de Abusos por Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés) pide a quien lo suceda que instituya una “ley de tolerancia cero” para el abuso sexual.
Y es que ese tema es un gran cáncer de la iglesia que desde hace cientos de años no ha podido ser erradicado, aunque se debe reconocer que el papa Francisco dio un gran paso. El otro tema que consideramos debe ser destacado como parte de los hechos trascendentes del recién difunto, es su postura más inclusiva y compasiva hacia la diversidad sexual, en comparación con sus predecesores.
Francisco llegó a afirmar que la homosexualidad no es un delito y que las personas homosexuales tienen derecho a una vida digna, con familia ya ser tratadas con respeto. No obstante, pese a las declaraciones de este Papa, la Iglesia Católica en general mantiene que los actos homosexuales son “intrínsecamente desordenados”. Sin embargo, Francisco sostenía repetidamente que ser homosexual no es un delito y criticó las leyes que criminalizan la homosexualidad.
También decía que las personas homosexuales tienen derecho a una vida digna, con familia ya ser tratadas con respeto. Con esa postura papal, en 2019, el Vaticano autorizó por primera vez la bendición de parejas homosexuales, aunque aclaró que eso no se debería confundir con el matrimonio.
Es cierto, con respecto a este tema, el Papa Francisco fue más inclusivo que sus predecesores, pero la lucha de grupos, sobre todo los tradicionalistas, dentro de la Iglesia Católica siguen manteniendo una postura más radical sobre la sexualidad y el matrimonio. Sin embargo, hay que reconocer que Francisco cimbró al catolicismo con una nueva visión, sin duda.
*Periodista con 49 años de experiencia; Premio México de Periodismo “Ricardo Flores Magón” 2024; director general del 5to Poder Periodismo ConSentido .
*Periodista con 49 años de experiencia; Premio México de Periodismo “Ricardo Flores Magón” 2024; director general de 5to Poder Periodismo ConSentido.
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