EN LA OPINIÓN DE:
Falleció Hernán Uribe Orega pilar de la FELAP
Doble consternación nos invade al enterarnos que el gran amigo chileno, reconocido periodista y defensor a ultranza de las libertades de prensa y expresión, Hernán Uribe Orega, falleció en Santiago de Chile a los 94 años de edad, deceso ocurrido el pasado domingo 23 de junio, se nos avisó al través de una dirección electrónica que teníamos bloqueada y al enterarnos, consideramos necesario difundir el triste acontecimiento porque el enorme colega, además de ser uno de los tres pilares de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, construyó una cauda de amigos en nuestro país, donde vivió muchos años, algunos de ellos asilado por persecución política.
Hernán Uribe Orega, a la par con el venezolano Eleazar Díaz Rangel, su primigenio Presidente, y posteriormente con el cubano Ernesto Vera Méndez, fueron los tres pilares fundadores en México -7 de junio de 1976-, y artífices de la consolidación de nuestro querido ente continental, todo está fundamentado en el libro ’FELAP, TREINTA AÑOS DE PRINCIPIOS’, que nos tocara publicar también en nuestro país con motivo de ese aniversario y con los auspicios generosos de la Universidad de Colima. Eleazar falleció a los 87 años el pasado 24 de abril en Caracas, Venezuela, y Ernesto a los 86 años el 10 de enero de 2016, en la Habana, Cuba.
Así difundió Ernesto Carmona Ulloa, otro gran camarada chileno, la triste noticia del viaje al éter eterno de Hernán: ’Tras agonizar una semana en un centro médico de Santiago, a los 94 años falleció la madrugada del domingo 23 de junio, el reconocido periodista Hernán Uribe Ortega, de vasta trayectoria profesional y docente en Chile, México y otros países, así como en la dirección de organizaciones gremiales y políticas de la profesión, entre ellas el Círculo y el Colegio de Periodistas de Chile, y en el plano internacional en la desaparecida Organización Internacional de Periodistas, OIP, y, durante las últimas cuatro décadas, en la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP, en cuyo congreso fundador participó en 1976 en México.
Entre otros muchos desempeños, Uribe Orega fue director del desaparecido vespertino Noticias de Última Hora, del partido Socialista, en la época de Salvador Allende -1970-1973-, integró el equipo fundador de la revista Punto Final a mediados de la década 1960, además de su desempeño como corresponsal en las agencias informativas internacionales ADN de la República Democrática Alemana; XINHUA de la República Popular China; Prensa Latina PL de Cuba y en numerosos otros medios de Chile y México.
Asimismo, fue secretario de Pablo Neruda antes que éste fuera elegido senador en la década de 1940, y prestó servicios por largos años como profesor de la Universidad Autónoma de México durante su exilio en ese país, así como en la Universidad de la República, en Santiago.
Uribe Ortega también estuvo a cargo de las comunicaciones de la reunión de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo, UNCTAD, por su sigla en inglés, efectuada en Santiago en la década de 1970, a cuyo efecto se construyó el edificio que hoy se conoce como Gabriela Mistral, en Alameda, Santiago. Después del golpe cívico militar de 1973, fue detenido y encerrado en un regimiento de la capital chilena, de donde logró salir inesperadamente al ser favorecido por un equívoco castrense digno de otro cuento. In Memóriam. CONTINUARÁ.
Periodista y escritor; Presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE; Secretario de Desarrollo Social de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP; Presidente fundador y vitalicio honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, miembro del Consejo Consultivo permanente del Club Primera Plana, Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional y Académico de Número de la Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG.
EN LA OPINIÓN DE:
PVEM CON 9% GOBIERNA SLP
“La Última Palabra”
Por: Jorge A. Martínez Lugo.
En San Luis Potosí el Partido Verde tiene una aceptación electoral de 9%, pero gobierna el estado. En Quintana Roo, con 4-6% también podría gobernar.
Morena registra aceptación de 31% en SLP, sin embargo, el morenismo fue sacrificado y obligado a votar en 2021 por Ricardo Gallardo Cardona (a pesar de haber sido encarcelado en 2015 por presunta delincuencia organizada y lavado de dinero), en una “concertacesión” pragmática de Andrés Manuel López Obrador con Jorge Emilio González y Manuel Velasco, los dueños del verde.
QUINTANA ROO 2027
En este contexto, la sucesión gubernamental en Quintana Roo corre el riesgo de ser entregada a la élite verde, en caso de que la presidenta Claudia Sheinbaum siga la continuidad del pragmatismo electoral, con tal de mantener al verde en la alianza 4T, al costo que sea, sacrificando al morenismo quintanarroense, como lo hizo en San Luis Potosí en 2021.
Si es “continuidad con cambio”, veremos en Quintana Roo cuánta continuidad y cuánto cambio habrá y dónde.
Diversas encuestas otorgan al verde en Quintana Roo, si compite solo, entre 4% y 6% de los votos; si va en alianza, alcanzará los que sean necesarios para ganar con el “trasvase” de sufragios guindas al verde, aunque el morenismo haga su berrinche.
Aquí les dejamos la gráfica de San Luis Potosí, de la encuestadora Algoritmo, para que usted la analice y tenga como siempre la última palabra.
ooOoo

EN LA OPINIÓN DE:
Entre flores y recuerdos: la psicología del Día de Muertos
Colocar un altar nos lleva a encontrar un vinculo en el que se pude sanar la perdida
Conciencia Saludablemente
Por: Psicol. Alex Barrera
En México, la muerte no se esconde; se decora con flores de cempasúchil, se endulza con pan y se acompaña de risas y canciones. El Día de Muertos no es sólo una tradición; es una declaración cultural profundamente humana: la vida y la muerte no son opuestos, sino partes del mismo ciclo. Desde la psicología, esta visión ofrece una lección esencial sobre cómo enfrentamos la pérdida, el duelo y la memoria.
En muchas culturas occidentales, hablar de la muerte sigue siendo un tema prohibido. Se evita mencionar a los fallecidos, se apartan sus objetos, se oculta el dolor tras una aparente fortaleza. Sin embargo, la cultura mexicana, heredera de cosmovisiones indígenas y creencias sincréticas, ha desarrollado una relación distinta con la finitud. Aquí la muerte se sienta a la mesa. Se le invita, se le honra, se le ríe. En lugar de negar su existencia, se le integra como una compañera inevitable.
Esta actitud, lejos de ser una mera expresión folklórica, tiene profundas implicaciones psicológicas. Aceptar la muerte —propia y ajena— es aceptar la impermanencia de todo. Es reconocer que la pérdida forma parte de la vida, y que el dolor, cuando se vive con consciencia, puede transformarse en gratitud. Desde la psicología existencial, este reconocimiento no conduce a la desesperanza, sino a una mayor plenitud: saber que el tiempo es finito nos empuja a vivir con sentido, a cuidar los vínculos y a encontrar propósito en cada día.
Pero el Día de Muertos no solo nos enseña a pensar en la muerte; también nos enseña a recordar con amor. El altar, corazón simbólico de la celebración, se convierte en un espacio terapéutico. Al colocar una fotografía, una vela o el platillo favorito del ser querido, no solo evocamos su presencia: actualizamos el vínculo. Recordar no es aferrarse al pasado, sino mantener viva la conexión emocional que sigue existiendo más allá de la ausencia física.
En psicología del duelo, esto se conoce como el vínculo continuo. Lejos de promover el olvido, se alienta a las personas a encontrar formas sanas de mantener esa relación interior con quienes ya no están. El altar cumple exactamente esa función: da forma, color y orden al dolor. Permite hablar con los que se fueron, agradecerles, perdonarlos o simplemente compartir un instante simbólico de convivencia. Es, en términos terapéuticos, una representación externa del proceso interno de sanar.
Cada objeto en el altar cumple una función emocional: las flores representan el ciclo de la vida, la comida evoca el cuidado, las velas guían el camino y las fotografías preservan la memoria. A través de este acto ritual, la persona que recuerda también se reconstruye. Como en cualquier proceso terapéutico, el ritual ofrece estructura, contención y sentido: tres elementos fundamentales para elaborar el duelo.
La psicología contemporánea reconoce que los rituales —ya sean religiosos, culturales o personales— facilitan la transición emocional tras una pérdida. Funcionan como puentes entre el dolor y la aceptación, entre el caos y la calma. En ese sentido, el Día de Muertos puede entenderse como una forma colectiva de terapia: una jornada en la que la sociedad entera legitima el dolor, lo comparte y lo transforma en celebración.
Sin embargo, bajo el colorido de las ofrendas y la alegría de las calaveras, también laten silencios profundos. No todos los duelos son iguales ni todas las pérdidas se procesan del mismo modo. Hay quienes, tras la muerte de un ser querido, sienten que la vida pierde sentido, que el vacío es demasiado grande o que la tristeza se ha vuelto una compañera constante. En esos casos, el acompañamiento psicológico puede marcar una diferencia vital.
Hablar del duelo en terapia es un acto de valentía. Es reconocer que, aunque la cultura ofrezca rituales para honrar la muerte, a veces el dolor necesita otro espacio: un lugar donde ser escuchado, comprendido y trabajado con herramientas profesionales. La psicoterapia ayuda a darle forma a la ausencia, a integrar el recuerdo y a reconstruir la vida sin negarla, es iniciar el camino hacia una nueva forma de coexistir con el dolor y afrontarlo de manera que no se convierta en un trauma.
Así, el Día de Muertos no es sólo una tradición que mira hacia el pasado, sino una invitación a mirar hacia adentro. Nos recuerda que el amor y la pérdida son inseparables, y que recordar no duele: lo que duele es callar. Cada altar que encendemos es una forma de iluminar nuestra historia, de reconciliarnos con lo inevitable y de encontrar sentido en el recuerdo.
Quizás por eso, entre el aroma del copal y la luz de las velas, comprendemos que no se trata de vencer a la muerte, sino de aprender a convivir con ella, y entender que la vida es sólo el camino que nos lleva inevitablemente hacia el final. Y en ese aprendizaje, la psicología tiene mucho que aportar: ayudarnos a aceptar, a transformar y, sobre todo, a vivir con conciencia.
Porque así como los altares se llenan de flores cada noviembre, también nuestra mente y nuestro corazón pueden renovarse. A veces, solo hace falta dar el primer paso: hablar con alguien, pedir ayuda, acudir a terapia.
La vida como el altar, se enciende de nuevo cuando nos atrevemos a mirar la sombra y convertirla en luz en este ciclo cuya belleza se encuentra en tomar conciencia de que un día se va terminar.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
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