Por Cliserio E. Cedillo Godínez

Lamentablemente la veda electoral por la consulta electoral, que no permite la difusión de propaganda gubernamental a ningún nivel, deja al descubierto que si nada es oficial todo o casi todo es nota roja o tema delictivo. Los noticiarios, indebidamente llamados noticieros, de radio o televisión “escurren sangre”. Hay programas que hasta el 90 por ciento de su tiempo lo dedican al tema de los delitos dolosos o deliberados. Pero claro que se toca el tema artístico o de entretenimiento, como ocho por ciento y el tema cultural que apenas ocupa el dos por ciento.
Según la Encuesta Nacional de Victimización y de Percepción de la Seguridad Pública de 2017, el presidente López Obrador recibiría de su antecesor Enrique Peña Nieto una herencia sangrienta y con un costo directo de la delincuencia en empresas y hogares, incluyendo pérdidas financieras y el gasto de medidas preventivas, a un ritmo de crecimiento de 2.5 por ciento del Producto Interno Bruto, según Christian Saborowki, economista principal del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En el año de referencia, más de 25 millones de personas (20 por ciento de la población) fueron víctimas de un hecho delictivo. De igual forma, el 34 por ciento de las empresas asegura haber sufrido la misma suerte; mientras, los ciudadanos se enfrentaban a robos en la calle o en el transporte, la extorsión y el fraude. Esto, sin incluir los delitos del crimen organizado, como tráfico de drogas, armas y personas, homicidios o lavado de dinero.
Por otra parte, según el INEGI, los tres principales impactos de la delincuencia se manifiestan, uno, en el (lento o nulo) crecimiento de los negocios, principalmente microempresas que son el 95 por ciento del total y que son vulnerables frente a la embestida delictiva; dos, las pérdidas directas de empresas y gastos de prevención, lo que representó en el 2017 el 0.9 del PIB nacional y, tres, las pérdidas en hogares y gastos de prevención que representaron hace cuatro años el 1.65 por ciento del PIB.
Calificación aparte se le dio al crimen organizado cuyos hechos violentos representaron para México el 21 por ciento de PIB, según el Instituto para la Economía y la Paz.
Pero qué ha pasado en cuatro años: todo ha crecido, desde el precio de la canasta básica, el costo de los insumos y alimentos para el sector agrícola y ganadero, de al menos 30 por ciento en el primer semestre de este 2021, hasta los delitos dolosos.
Simplemente, de acuerdo al Instituto para la Economía y la Paz, el Impacto Económico de la Violencia en México en 2020 fue de 4.7 billones de pesos, equivalente al 22.5 por ciento del PIB, 1.5 por ciento superior a como se estimaba hace cuatro años, lo que según el periódico El Economista, en 2020 los actos delictivos costaron a cada mexicano 36 mil 893 pesos, equivalente al triple del salario promedio en el país.
Ante estos hechos conocemos la reacción del gobierno federal: “abrazos no balazos”, tillada frase que deja ver la incapacidad de un gobierno cuyo presidente, como candidato, se dedicó 16 años a criticar todo, contrario a como lo aprecia ahora, “tan complicado” que prefiere desviar la atención mientras implementa medidas incompresibles.
Como muestra un botón: En México se encuentran las cinco ciudades más violentas del mundo, Tijuana, Baja California; Juárez, Chihuahua; Uruapan, Michoacán; Irapuato, Guanajuato y Obregón, Sonora, lo mismo que otras ciudades más con menor impacto, incluso turísticas con graves perjuicios para toda la nación por ser una de las fuentes de ingresos de divisas más importantes del país. No obstante, el gobierno Federal (López Obrador) decidió bajar 31 por ciento la inversión pública al Sistema de Seguridad y tres por ciento al de Justicia, según el Instituto para la Economía y la Paz.
Señala el organismo que entre 2015 y 2020 la Paz en México cayó 18 por ciento; los homicidios se incrementaron 84 por ciento; se duplicaron los delitos con armas de fuego; la delincuencia organizada creció 40 por ciento y el narcomenudeo creció 125 por ciento; en tanto, la Violencia familiar se elevó 64 por ciento y la sexual 60 por ciento.
Según esos números se ve el fracaso del sistema de seguridad pública en todos los niveles, pero el presidente López Obrador prefiere aumentar el presupuesto al Ejército Mexicano y lejos de fortalecer a la Guardia Nacional o en su caso involucrar más al Ejército y la Armada en la lucha contra el crimen pone a nuestros soldados a construir un aeropuerto, el Tren Maya y hasta carreteras. Y es que, a falta de información oficial, no queda más que volver a la realidad, aunque los noticiarios de radio y televisión y, claro, las redes, escurran sangre.