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MÉXICO SURREALISTA RUMBO A 2021

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Por Juan Manuel Herrera

 

“No intentes entender a México desde la razón, tendrás más suerte desde lo absurdo, México es el país más surrealista del mundo”, resumía tras visitarlo en 1938 el padre del surrealismo André Bretón, nacido en Normandía, pero considerado un ciudadano del mundo, y cuya visión sería respaldada más tarde por el pintor español Salvador Dalí quien clamó: “no soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”.

 

Ateniéndonos a la definición de surrealismo, concepto que proviene del francés surréalisme, se trata de un movimiento literario y artístico que busca trascender del impulso psíquico de lo imaginario y lo irracional, que tiende a representar los deseos del subconsciente, la labor del instinto fuera de los límites de la razón.

 

Por algo el calificativo del francés Breton al país del México surrealista persiste en la actualidad, y rumbo al 2021 toma mayor consistencia, pues el surrealismo cree en la existencia de otra realidad, consta de plantear un mundo absurdo e ilógico. Y ese es el tenor con que actúa nuestra clase política, lo que le hace asegurar con vehemencia que en México no hay crisis financiera, cuando la realidad en la actual pandemia por el Covid-19 y el impacto económico mundial paralelo, arroja la perdida de menos 18.5 por ciento del Producto Interno Bruto al primer semestre de 2020, y aumento en la carestía.

 

Así, lo que en otras regiones del mundo obligaría a sus gobiernos aplicar la ley y el orden contra ilícitos, más en procesos electorales al canalizarse cuantiosos recursos de dudosa procedencia en las altas esferas gubernamentales, aquí sirven de aliento a la picaresca mexicana de quien hace más “chanchullos” buscando ganar “aiga sido como aiga sido”. 

 

En la semana se tuvieron videoescándalos similares a los de 2004, como si se tratase de una segunda temporada, donde exhiben a operadores políticos involucrados directamente en actos de inmoralidad, como aconteció hace 16 años cuando se documentó a gente cercana al hoy presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, recibiendo sobornos y gastándose fortunas en juegos de azar. Circulan ahora dos materiales en los que diferentes operadores políticos del PAN y Morena se ven involucrados directamente en corruptelas.

 

El pasado 16 de agosto en la plataforma You Tube, se mostró a Rafael Caraveo Opengo y Guillermo Gutérrez Badillo recibir pacas de billetes en el Senado, cuando se desempeñaban y eran cercanos a los entonces senadores del PAN Francisco Domínguez Servién y Jorge Luis Lavalle Maury, y con que se afianzó el respaldo a las reformas estructurales del priista Enrique Peña Nieto. Se viralizó tras exhibirse en las mañaneras.

 

La respuesta no tardó, y el jueves medios afines al antiguo régimen presentaron un video de Pío López Obrador, hermano del presidente, recibiendo dinero de David León Romero –la propuesta presidencial a la empresa del Estado que coordinará la entrega de medicamentos al Sector Salud–, y que pagaron concentraciones del entonces candidato morenista. Ese camino de escándalos parece marcará el rumbo electoral de 2021, en que otra vez la guerra sucia se está imponiendo a las propuestas. ¡México surrealista!

Saetillas…

 

En el prólogo del libro “Camisas Azules manos negras. El saqueo de Pemex desde Los Pinos”, el reconocido periodista Miguel Ángel Granado Chapa, elogiaba la diligente, valerosa y precisa investigación periodística realizada por Ana Lilia Pérez, que se dio a conocer en las páginas de la revista Contralínea dirigida por Miguel Badillo. “Aquí se documentan con rigor innumerables casos de corrupción cometidos en Pemex por funcionarios panistas, es decir, miembros del Partido Acción Nacional que contaba entre sus activos la prédica sostenida contra la deshonestidad que atribuyó a los gobiernos del PRI”, resaltaba… La publicación de este texto puntualizaba el extinto periodista hidalguense, fortalecerá el propósito de sus trabajos, que es contribuir al imperio de la ética en la función pública, de la que depende de muchas maneras el desarrollo armonioso de la sociedad. La alternancia panista abrió la expectativa de un gobierno mejor, mas eficiente por fundarse en la honradez. Los mexicanos hemos visto con desencanto que no ha ocurrido así y que con los miembros de Acción Nacional en altos cargos de la administración se ha hecho posible una terrible combinación cromática, que le dio el título a un libro: Camisas azules, manos negras. Señalaba pues que el PRIAN incurrían en corrupción desde la misma esfera gubernamental, y que nada parecía haber cambiado…Esa es la prédica de los opositores a la 4T que insisten en recordar el pasado tricolor de muchos de sus conspicuos personajes, y con ellos sus soterradas mañas. Sin embargo, el presidente López Obrador atajó de golpe la crítica contra su hermano, y con ello de su partido, Morena, al precisar que el caso de su consanguíneo con David León Romero, fueron aportaciones para fortalecer el movimiento en momentos en que la gente era la que apoyaba básicamente. Este caso no es corrupción, como el caso Lozoya. Así que no se debe confundir corrupción con aportación social…Semana redonda mantuvo el gobernador Carlos Miguel Aysa González, quien por cierto este viernes 21 de agosto ajusta siete décadas de vida. El oriundo de Palizada a diferencia de su homólogo de Querétaro, Francisco Domínguez Servién, envuelto en polémicas de soborno a su paso por el Senado y confrontado con la 4T, recibió el respaldo del gobierno obradorista, que se tradujo en un efusivo saludo al estilo de la nueva normalidad con la titular de la Segob…En San Luis Potosí, en el marco de la sesión plenaria de la LIX Reunión Ordinaria de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), el presidente López Obrador le reafirmó su compromiso total de seguir respaldando a Campeche… Al término del encuentro privado, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, informó en conferencia que el titular del Ejecutivo federal se comprometió con los mandatarios a entregar a las entidades sus participaciones federales de forma puntual y completa, reforzar el sistema de salud, impulsar el desarrollo de obras de infraestructura, continuar apoyando a las familias a través de los programas de bienestar, fortalecer la coordinación en el tema de seguridad y analizar la Ley de Coordinación Fiscal, con objetividad, transparencia y diálogo…Se destaca en el encuentro entre el organismo de gobernadores con la secretaria de Gobernación e integrantes del gabinete federal,  la continuidad al análisis de las medidas adoptadas ante la emergencia sanitaria por Covid-19, y el acuerdo a seguir privilegiando el consenso y el trabajo coordinado, así como reforzar las acciones en materia de salud, educación, economía y combate a la corrupción…En dinámica semana el mandatario campechano reconoció la labor de los brigadistas del Operativo Covid-19 Esperanza, que es un programa referente a nivel nacional como una de las estrategias más eficaces que Campeche ha implementado para disminuir  la potencial propagación del virus y avanzar en su combate…En la víspera de su cumpleaños el titular del Ejecutivo entregó en el municipio de Escárcega financiamiento del programa Crédito Contingente Covid-19 de Bancampeche por un monto de 215 mil pesos, y supervisó los avances del Programa de Incremento a la Productividad del Hato Bovino que a nivel estatal invierte alrededor de dos millones de pesos a fin de beneficiar este año a más de 400 productores pecuarios… El miércoles 19 de agosto la exregidora y exagente municipal de Imí, Mariela Conic Cu rindió protesta como la nueva presidenta de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del Estado de Campeche filial en la entidad de la Confederación Nacional Campesina, cuyo dirigente Ismael Hernández Deras presidió el acto en el auditorio del CDE tricolor, y en que ofreció su respaldo a la labor de la nueva dirigencia, y fustigó a la 4T, cuya administración se quejó mantiene en el peor abandono al campo como no acontecía en las últimas tres décadas…En el inicio de semana el exsenador y exdirigente estatal del PRI, Raúl Aarón Pozos Lanz, dijo adiós a sus más de 38 años de militancia, y lamentó que el priismo que lo había llevado a ser fiel militante “ya no estaba más”,  por el contrario se alejó de las bases y mantiene un actitud de manejo patrimonialista y familiar…Aunque el oriundo de la CDMX, avecindado en Champotón y emparentado en Campeche no ha dicho hacia donde dirigirá sus aspiraciones, su actuar y la de sus seguidores –que por ciento empezaron a renunciar a su militancia—los lleva a coquetear con las siglas de Morena, en que dirigentes no lo ven como candidato a la gubernatura, pero si como un posible puntal que puede afianzarles un holgado triunfo en las elecciones gubernamentales del próximo verano…Los relevos en los sectores del PRI continuarán en los siguientes días, y ya les tocan las golondrinas a la diputada de las tres vírgenes y al síndico seybano Limber Ramón Bencomo Pérez, del que se ha sabido más de sus excesos con el Dios Baco que de una labor efectiva en favor de los jóvenes campechanos, pues en pleno mes de la juventud, simplemente continúa desaparecido…Nos leemos a la próxima.

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Cuando el estrés se vuelve hogar

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En una mente estresada por años, el silencio se vuelve territorios peligrosos ocultando el verdadero mal

Conciencia Saludablemente

Por. Psicol. Alex Barrera

Hubo un tiempo en el que el estrés era una señal de alarma: algo no estaba bien y el cuerpo pedía pausa. Hoy, para muchas personas, el estrés dejó de ser un estado pasajero y se convirtió en una forma de vida. Muchas personas sin darse cuenta aprendieron a vivir aceleradas, hiperconectadas y con la sensación constante de que, si no estamos ocupados o tensos, estamos fallando en algo. El problema no es solo vivir con estrés, sino volverse incapaz de vivir sin él.

Durante años hemos aprendido a vivir con el estrés como si fuera una condición natural de la adultez. “Así es la vida”, decimos, mientras normalizamos el cansancio crónico, la ansiedad constante y la sensación de que, si no estamos ocupados, algo anda mal. Poco a poco, sin darnos cuenta, dejamos de preguntarnos si el estrés es inevitable y comenzamos a organizarnos alrededor de él. El problema no es sólo que vivamos estresados, sino que a de que sabemos que existe, no sabemos ni como reconocerlo, es decir, sabemos que existe el estrés, pero no sabemos cómo se siente el estrés, y mucho menos como detenerlo, aunque suene duro muchos hemos desarrollado una incapacidad real para vivir sin estrés.

Y es que cuando el estrés se normaliza, el silencio incomoda. Los espacios de calma generan culpa y la tranquilidad se interpreta como pérdida de tiempo incluso hay quien al intentar detenerlo se encuentra con la respuesta automática del cerebro una rotunda negativa, como si el propio cuerpo se negara a abandonar ese estado. Y lo grave es que aunque el cerebro lo haya normalizado, el generar estrés mantiene los mecanismos del naturales del cuerpo provocando daños clínicos en la salud de las personas.

No hablo del estrés como respuesta adaptativa —ese mecanismo biológico que nos permite reaccionar ante una amenaza real—, sino de un estado permanente de activación que se vuelve identidad. Hay personas que no saben qué hacer cuando no hay pendientes, conflictos o urgencias. El silencio les incomoda. El descanso les genera culpa. La calma se percibe como improductiva, sospechosa, incluso peligrosa. En ese punto, el estrés deja de ser una reacción y se convierte en una forma de vida.

Desde la psicología sabemos que el cuerpo no distingue entre una amenaza real y una simbólica. El sistema nervioso responde igual a un león que a un correo electrónico. Cuando vivimos en estado de alerta constante, el organismo se adapta a esa intensidad. El cortisol y la adrenalina se mantienen elevados y, con el tiempo, el cuerpo aprende a funcionar así. Entonces ocurre algo paradójico: la calma empieza a sentirse extraña, y el estrés se vuelve familiar. Incluso necesario.

Esto explica por qué algunas personas, al tener un fin de semana libre, se enferman, se angustian o buscan inconscientemente un conflicto. No es mala suerte: es un sistema nervioso que no sabe bajar la guardia. La mente, acostumbrada al ruido, interpreta la quietud como vacío. Y el vacío, para muchos, resulta insoportable.

La cultura contemporánea ha hecho del estrés una medalla de honor. Estar ocupados es sinónimo de éxito. Dormir poco es señal de compromiso. Decir “no tengo tiempo” nos valida socialmente. Hemos romantizado el agotamiento al punto de sospechar de quien vive con calma. ¿Qué estará haciendo mal? ¿Por qué no corre como los demás? Así, el estrés deja de ser un problema y se vuelve un valor cultural.

Pero el cuerpo no negocia con las narrativas sociales. El estrés sostenido tiene consecuencias claras: trastornos del sueño, problemas digestivos, enfermedades cardiovasculares, irritabilidad, dificultades de concentración, distanciamiento social, ansiedad y depresión. Lo más grave es que muchas de estas señales se ignoran porque se consideran “normales”. Vivir cansados se vuelve la norma. Sentirse mal, el precio a pagar.

Hay otro aspecto menos visible pero igual de dañino: el estrés constante empobrece la vida emocional. Cuando estamos siempre en modo supervivencia, no hay espacio para el placer, la creatividad ni la introspección. Todo se vuelve funcional. Incluso las relaciones. Escuchamos a medias, convivimos con prisa, respondemos desde la reactividad. Vivir así no sólo desgasta el cuerpo; también nos desconecta de nosotros mismos.

Con frecuencia escucho frases como: “Si me relajo, pierdo el control”, “Si descanso, me atraso”, “Si bajo el ritmo, todo se desmorona”” Hay que seguir” y la más atros “Puedo con eso y más”, todas ellas de personas que puedo ver están a punto de desmoronarse. Detrás de ellas hay una creencia profunda: la idea de que sólo somos valiosos cuando estamos produciendo o resolviendo problemas. El estrés, entonces, se convierte en una forma de sostener la autoestima. Mientras estoy ocupado, existo. Cuando paro, me enfrento al vacío de no saber quién soy sin la urgencia.

En ese sentido, la incapacidad de vivir sin estrés no es sólo fisiológica; es también psicológica. El estrés funciona como anestesia. Mantiene la mente ocupada y evita preguntas incómodas: ¿estoy donde quiero estar?, ¿esto me hace sentido?, ¿qué estoy evitando sentir? Cuando bajamos el ritmo, esas preguntas aparecen. Y no siempre estamos preparados para escucharlas.

La ironía es que muchas personas buscan “manejar mejor el estrés” sin cuestionar por qué viven en un estado que lo genera de manera permanente han olvidado siquiera como se sentían, y casi puedo asegurar que ya ni siquiera lo distinguen. Hacemos yoga, meditamos cinco minutos, tomamos suplementos… pero regresamos a la misma lógica de exigencia. No se trata de eliminar el estrés —eso sería imposible—, sino de dejar de necesitarlo para sentirnos vivos.

Incluso el cerebro puede interpretar como amenazantes los ejercicios orientados a la calma y la relajación cuando ha pasado demasiado tiempo funcionando en modo de alerta. Desde la neurociencia sabemos que el sistema nervioso se adapta a los estados que se repiten con mayor frecuencia; si una persona vive bajo estrés crónico, su cerebro aprende que la activación constante es sinónimo de seguridad.

En ese contexto, prácticas como la respiración profunda, la meditación o el silencio corporal pueden generar incomodidad, ansiedad o inquietud, porque implican “bajar la guardia”. Al disminuir la estimulación externa, emergen sensaciones internas, emociones reprimidas o pensamientos evitados, lo que el cerebro interpreta como pérdida de control.

La amígdala, encargada de detectar amenazas, puede activarse ante esta quietud desconocida, enviando señales de alarma que se manifiestan como nerviosismo, tensión muscular o necesidad urgente de interrumpir el ejercicio. No es que la calma sea peligrosa, sino que resulta extraña para un sistema acostumbrado a sobrevivir desde la urgencia. Por ello, aprender a relajarse no siempre es placentero al inicio; es un proceso de reaprendizaje en el que el cerebro necesita tiempo y acompañamiento para reconocer que el descanso también es un estado seguro.

Aprender a vivir sin estrés no significa abandonar responsabilidades ni aspiraciones. Significa recuperar la capacidad de alternar entre acción y reposo reconociendo conscientemente cual es cual. Dejar que el sistema nervioso recuerde que la calma también es segura. Que no todo es amenaza. Que no todo es urgente. Que el descanso no es un premio, sino una necesidad biológica y emocional y de usar herramientas que me permitan disminuir el estrés en momentos precisos de la vida.

Este reaprendizaje no es sencillo. Para alguien acostumbrado a la hiperactividad, el descanso puede generar ansiedad, irritabilidad o incluso tristeza. Es como quitarle una muleta al cuerpo: al principio duele. Por eso, muchas personas fracasan en sus intentos de bajar el ritmo y concluyen que “no pueden”. No es que no puedan; es que están deshabituándose de un estado que se volvió adictivo.

Aquí es donde la terapia psicológica cobra un papel fundamental. No sólo para enseñar técnicas de relajación, sino para explorar qué función cumple el estrés en la vida de la persona. ¿Qué evita? ¿Qué sostiene? ¿Qué identidad refuerza? Acompañar este proceso permite construir una relación más sana con el tiempo, el cuerpo y las emociones.

Vivir sin estrés constante no es una utopía, pero sí un acto contracultural. Implica cuestionar mandatos, tolerar la incomodidad del silencio y redefinir el valor personal más allá del rendimiento. Implica, en muchos casos, aceptar que hemos estado sobreviviendo cuando podríamos estar viviendo.

Tal vez la pregunta no sea cómo eliminar el estrés, sino algo más incómodo y honesto: ¿qué parte de mí no sabe existir sin él? Mientras no nos atrevamos a responderla, seguiremos corriendo, no porque sea necesario, sino porque detenernos nos confronta con una calma que aún no sabemos habitar.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial de manera privada.


Si le interesa el tema puede profundizar en los siguientes textos:
American Psychological Association. (2020). Stress effects on the body.
https://www.apa.org/topics/stress/body

Describe cómo el estrés crónico mantiene al sistema nervioso en estado de alerta y dificulta la activación de respuestas de relajación.

Porges, S. W. (2011). The polyvagal theory: Neurophysiological foundations of emotions, attachment, communication, and self-regulation. W. W. Norton & Company.
https://wwnorton.com/books/9780393707007

Explica cómo el sistema nervioso autónomo puede interpretar estados de calma como inseguros cuando el organismo está habituado a la hiperactivación.

Van der Kolk, B. (2014). The body keeps the score: Brain, mind, and body in the healing of trauma. Viking.
https://www.penguinrandomhouse.com/books/215391/the-body-keeps-the-score-by-bessel-van-der-kolk-md/

Aborda cómo personas con estrés prolongado o trauma pueden experimentar ansiedad al intentar relajarse o meditar.

Thayer, J. F., & Lane, R. D. (2000). A model of neurovisceral integration in emotion regulation and dysregulation. Journal of Affective Disorders, 61(3), 201–216.
https://doi.org/10.1016/S0165-0327(00)00338-4

Expone cómo la regulación emocional deficiente hace que el sistema nervioso perciba la calma como una pérdida de control.

Treleaven, D. A. (2018). Trauma-sensitive mindfulness: Practices for safe and transformative healing. W. W. Norton & Company.
https://wwnorton.com/books/9780393709780

Analiza por qué prácticas de mindfulness pueden activar ansiedad en personas con sistemas nerviosos hipervigilantes.

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El lado oscuro de la navidad: una mirada psicológica a la depresión invernal

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Detrás de la mercadotecnia de la época de paz en el mundo, la cifra de suicidios se eleva

Conciencia Saludablemente

Por Psicol. Alex Barrera**

Cada año, cuando el invierno comienza a instalarse y los días se acortan, noto un cambio sutil pero profundo en muchas de las personas, lo cual inevitablemente a mi parecer crea una bruma en todo el ambiente, y es que mientras la gran maquinaria de la mercadotecnia nos vende un espacio de amor, familia y entornos diseñados a modo para fomentar el espíritu de dar y recibir, la realidad es que muchas veces esto es la máscara que oculta, lo que no queremos saber, pero que nuestro cerebro ya sabe. Y no es otra cosa sino la reacción biológica natural que nos alinea con la naturaleza, invierno significa el final.

Y no, no es fatalismo, es la naturaleza terminando un ciclo, es por eso que durante el invierno muchos animales se retiran a descansar, los arboles desojados esperan pacientes para poder reverdecer, la luz del día es menos, y por supuesto los seres humanos experimentamos cambios que desafortunadamente intentamos ignorar debido a que cada día nos alejamos más y más de lo natural, pensando con la soberbia que solo el razonamiento nos puede dar, que si la luz del sol se va, nosotros podemos llenarla con pequeñas luces artificiales, que se venden en aquellos puestos que ocupan miles de esquinas en el país.

Pero dejemos el romanticismo y la filosofía de lado y para no abrumarle entremos de lleno a lo que quiero en este espacio, comentarle a usted, que se toma el tiempo de leer estas líneas y es que, si hablamos de los síntomas del invierno, incluso yo, como especialista en salud mental debo confesar que experimento cierta variación en mi nivel de energía y claridad emocional.

Así pues, le hablaré de las cosas por su nombre, lo que muchas personas experimentamos no se trata simplemente de “mal humor por el frío”, sino de un fenómeno ampliamente documentado: la depresión invernal, también conocida como Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Aunque a veces se percibe como una exageración o un invento moderno, la ciencia ha demostrado que es una condición real y prevalente, estrechamente vinculada a los ciclos de luz y a la respuesta biológica de nuestro organismo.

La American Psychological Association (APA) explica que el TAE aparece cuando la disminución de luz solar altera nuestros ritmos circadianos, los cuales funcionan como un reloj interno que regula funciones tan esenciales como el sueño, el apetito, la energía y el estado de ánimo. Cuando ese reloj se desajusta, aumentan la melatonina —la hormona del sueño— y disminuyen los niveles de serotonina, vinculada al bienestar. El resultado es una combinación de fatiga, desmotivación, tristeza persistente, irritabilidad, dificultades de concentración y, en algunos casos, un fuerte deseo de aislamiento social.

Observando desde un ángulo clínico, lo más complejo de la depresión invernal no es sólo la sintomatología, sino la forma en que suele ser minimizada. Muchas personas que pasan por este tipo de situaciones se expresan diciendo: “Debe ser flojera”, “Solo necesito echarle ganas”, “Es normal, a todos nos cae pesado el invierno”. Y aunque es cierto que los cambios estacionales influyen en nuestro ánimo, no debemos normalizar un malestar que interfiere en la vida cotidiana. Reconocer que algo no está bien permite atenderlo y evitar que el evento evolucione hacia formas más severas por ejemplo caer en depresión.

Es importante señalar que algunas personas tienen mayor vulnerabilidad biológica a este trastorno. Investigaciones del National Institute of Mental Health (NIMH) indican que quienes viven lejos del ecuador, en regiones donde el invierno tiene menor exposición solar, presentan tasas más altas de TAE. Además, quienes tienen antecedentes de depresión mayor suelen ser más sensibles a las variaciones de luz. Esto no significa que sea inevitable, sino que debemos prestar especial atención a los primeros síntomas.

En terapia, he observado que uno de los desafíos más grandes es el impacto en la percepción personal: quienes viven depresión invernal suelen sentirse “culpables” de no rendir igual, de no tener la misma energía o motivación que en otras épocas. Explicarles el componente biológico, ese juego de hormonas, luz y ritmos internos, les ayuda a comprender que no se trata de una falla personal, sino de un proceso fisiológico que puede regularse con estrategias adecuadas. Probablemente es por ello que muchas personas no son capaces de aceptar que están pasando por un mal momento, incluso ni siquiera lo reconocer, y tapan este tipo de sentimientos con conductas dañinas que curiosamente son fomentadas con el falso espíritu de la navidad, por ejemplo las compras excesivas, o el descontrol en los hábitos alimenticios.

Aun cuando se supone que la temporada enaltece virtudes como la paz, el amor, y la fraternidad, resulta preocupante observar que la disminución de luz natural y la carga emocional invernal coinciden con un aumento sostenido de suicidios en México, en donde para 2023 se registraron 8 mil 837 suicidios, lo que representa una tasa de 6.8 por cada 100 mil habitantes, una cifra más alta que la de años previos, según el INEGI. Estos datos sugieren que la temporada de oscuridad, soledad o desánimo puede agravar la vulnerabilidad psicológica (especialmente en personas predispuestas) y transformar la tristeza estacional en crisis profundas.

Sobre esto existen métodos que pueden ayudar a reducir el riesgo de padecer TAE, ninguno de ellos tan efectivo como la atención psicológica profesional. Un especialista de la salud puede evaluar el nivel del problema además el acompañamiento terapéutico brinda herramientas para detectar pensamientos suicidas, regular el estado de ánimo y reconstruir el bienestar emocional en los meses más oscuros del año.

Algunas acciones cotidianas contribuyen significativamente a reducir el impacto del TAE. Por ello, aquí te comparto tres recomendaciones basadas en evidencia para prevenir o disminuir la depresión invernal:

1) Exponte diariamente a la luz solar entre 5 y 10 minutos, siempre con la protección adecuada.
Salir por la mañana, abrir cortinas, caminar un poco o simplemente recibir la luz directa del gran astro ayuda a regular la serotonina y el reloj biológico. Puede parecer un gesto mínimo, pero su impacto es notable cuando se vuelve parte de la rutina, eso sí, no olvides el bloqueador solar y los lentes con filtro UV.

2) Mantén horarios regulares de sueño y actividad física.
Tu cuerpo necesita estabilidad cuando la luz es escasa. Dormir a horas similares y realizar ejercicio —aunque sea ligero— mejora la energía, la regulación emocional y el descanso nocturno. Aun si la noche dura más tiempo que el día es importante mantener la rutina.

3) Cultiva espacios de conexión social, incluso si la apatía te invita al aislamiento.
El invierno tiende a encerrarnos, pero el contacto humano funciona como un amortiguador emocional. Conversar con alguien, compartir actividades o participar en grupos de apoyo contribuye a mejorar el estado de ánimo.

Y, sobre todo, recuerda que la terapia psicológica es un acompañamiento fundamental durante esta temporada. No solo ofrece un espacio seguro para explorar lo que sientes, sino que te brinda herramientas para comprender tus ciclos internos, reorganizar rutinas, manejar pensamientos negativos y fortalecer tu resiliencia. En los meses más fríos del año, cuando el mundo parece apagarse un poco, la terapia se convierte en un punto de luz que ayuda a atravesar el invierno con mayor claridad y bienestar. Y no olvides que el invierno es el final que marca el inicio de algo nuevo, la navidad no sólo es época de dar y recibir, sino que también amerita un tiempo de introspección para disminuir el ritmo y reflexionar sobre lo que finalizamos y como queremos comenzar el nuevo ciclo.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo Humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

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Para más información del tema puede consultar:

Textos de Interes

American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5.ª ed.). Washington, D.C.: Author.
(Para la definición clínica del Trastorno Afectivo Estacional como especificador del trastorno depresivo mayor.)

Rosenthal, N. E., Sack, D. A., Gillin, J. C., Lewy, A. J., Goodwin, F. K., Davenport, Y., … & Wehr, T. A. (1984). Seasonal Affective Disorder: A description of the syndrome and preliminary findings with light therapy. Archives of General Psychiatry, 41(1), 72–80.
(Estudio pionero que define la depresión invernal y su relación con la luz.)

Melrose, S. (2015). Seasonal Affective Disorder: An Overview of Assessment and Treatment Approaches. Depression Research and Treatment, 2015, 1–6.
(Revisión general sobre causas, síntomas y tratamiento del TAE.)

Partonen, T., & Lönnqvist, J. (1998). Bright light improves vitality and alleviates distress in healthy people. Journal of Affective Disorders, 46(1), 175–181.
(Evidencia científica del impacto de la luz en el estado de ánimo.)

Rohan, K. J., Roecklein, K. A., & Haaga, D. A. F. (2009). Cognitive-behavioral therapy for seasonal affective disorder: A randomized controlled trial. American Journal of Psychiatry, 166(5), 503–510.
(Estudio que valida la efectividad de la terapia psicológica para el TAE.)

Lewy, A. J. (2007). Circadian misalignment in mood disturbances. Current Psychiatry Reports, 9(6), 517–522.
(Base científica sobre ritmos circadianos y trastornos del estado de ánimo.)

Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2023). Estadísticas a propósito del día mundial para la prevención del suicidio.
(Fuente de la cifra: 8,837 suicidios y tasa de 6.8 por cada 100 mil habitantes en México.)

Lam, R. W., & Levitt, A. J. (1999). Canadian Consensus Guidelines for the Treatment of Seasonal Affective Disorder. Clinical & Academic Publishing.
(Guía clínica que respalda intervenciones terapéuticas para depresión invernal.)

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