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EL PODER DEL PARTIDISMO

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“Caminos del Mayab”
Por Martín G. Iglesias

Aunque la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su Artículo 35, establece que los ciudadanos tienen libertad para votar y ser votados en elecciones populares, lamentablemente lo tiene que hacer por medio de un partido político, pues la figura independiente no prosperó.
Analicemos: El derecho a votar o sufragio activo implica que cada ciudadano(a) puede participar en elegir a sus representantes al emitir su voto. Este derecho va más allá de la elección de representantes y también se ejerce a través de otros mecanismos participativos de la democracia, tales como las consultas populares, los plebiscitos o referendos; que, dicho sea de paso, las consultas populares solo son utilizadas para justificar las decisiones unilaterales de un partido a través de su militante en el poder (aunque digan que gobiernan para todos).
El derecho a ser votado o sufragio pasivo es la posibilidad de ser elegible para algún cargo público. Esto significa poder postularse para un cargo de elección popular y recibir el voto de la ciudadanía y, de resultar el o la ganadora, ejercer el cargo. Pero el ciudadano no puede presentarse a elecciones si no lo postula un partido o coalición. Aunque está el mecanismo de la figura independiente, las condiciones no son parejas, no tiene las mismas garantías en cuanto a la equidad de los recursos, sean económicos, humanos o materiales; en otras palabras, para un independiente no hay imparcialidad y equidad en la contienda electoral.
Por eso, desde casi un siglo, el sistema partidista es muy poderosa en nuestro país, nuestro estado y en nuestros municipios. Adquieren más poder cuando hacen las llamadas alianzas o coaliciones, porque dejan en la imposibilidad a cualquier ciudadano a participar en la contienda electoral.
Los ejemplos están a la vista de todos. Desde los 30 del siglo pasado y hasta los 2000 de este siglo, fuimos gobernados bajo la ideología partidista del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que me recuerda cuando el emperador Constantino instituyó la religión cristiana en todo su Imperio; así el PRI después de la Revolución Mexicana. Luego, durante 12 años el país estuvo en una especie de alianza perversa entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el PRI, que se convirtió en el partido “bisagra”. En la época actual, fundadores del PRI y de otros partidos, decidieron crear el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que está en su segundo periodo de gobierno Federal, en su primer periodo en el Estado y en algunos municipios en su segundo periodo de gobierno.
Es así como los partidos políticos se convierten en un vínculo disociable con el poder, por eso es que podemos observar a funcionarios públicos de todos los niveles, a diputados locales y federales, a senadores, a integrantes del Poder Judicial, que portan con orgullo el color de su partido políticos, las iniciales del mismo; lo que pareciera ser “una contraseña” para decir: somos de la misma banda. Ahí se las dejo…
SASCAB
Por cierto, el Pleno de la Cámara de Diputados, presentó un proyecto de decreto por el que se declara el 22 de febrero de cada año como “Día Nacional de la y el Periodista Deportivo”.
En el documento se exponen que el periodismo deportivo es una disciplina especializada cuya principal función es informar sobre temas relacionados con el deporte, atletas y eventos de interés regional, nacional e internacional. Su evolución ha sido notable en las últimas décadas, en gran parte debido al acceso generalizado a internet y al crecimiento de las redes sociales.
Por ello, es necesario reconocer el trabajo que millares de especialistas han realizado por generaciones y la responsabilidad social que esto conlleva, motivo por el cual se considera procedente la iniciativa por la que se declara el 22 de febrero de cada año, como “Día Nacional de la y el Periodista Deportivo”, señala la Comisión dictaminadora. Al tiempo…

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CASTAÑÓN ENDEUDA A TULUM Y ROMPE LA POLÍTICA FINANCIERA DE QUINTANA ROO

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“La Última Palabra”
Por: Jorge A. Martínez Lugo.

• “No nos asustemos, hay que tener visión” justifica con cinismo el compadre del niño verde mayor Jorge Emilio.
• Por este tipo de conductas Morena viene cayendo en Quintana Roo: de 50% al 40% de mayo a septiembre.

Diego Castañón no se manda solo. Autonomía municipal no quiere decir que pueda romper una política fiscal que se ha venido cuidando en los demás municipios y por Sefiplan en los tres años de gobierno.

No se puede interpretar de otro modo, a menos que sea punta de lanza para medir el agua a los camotes para que Sefiplan haga lo mismo y también los demás municipios. ¿Alcaldes estarán preparando su salida endeudando a los municipios? ¿Será un año de Hidalgo de dos años?

El niño verde Castañón alega que el turismo ha caído y no sabe qué hacer. Su imaginación solo le alcanza para endeudar a Tulum.

Tulum es el municipio que más ingresos limpios tiene (quizá después de Playa del Carmen) y los maneja de manera opaca; las cuentas públicas tienen un “punto ciego” en cuanto a los ingresos propios que son manejados al arbitrio de los propios presidentes y presidentas municipales.

Castañón no informa sobre los ingresos propios, o informa de manera escueta. Pero eso sí, cuando baja ligeramente el turismo, enseguida necesita un crédito. El Cabildo 4T ya se lo autorizó, pero dice con cinismo: “no lo vamos a utilizar, sólo si se necesita realmente” mismo argumento ante los créditos que el
Congreso les autorizaba a Félix González y a Roberto Borge en sus tiempos de todo poderosos.

“No nos asustemos” se atreve a decir con mayor cinismo. Y la burla es mayor: “hay que tener visión”, se burla, el compadre del niño verde mayor Jorge Emilio González.

¿Para qué quiere los 76 millones de pesos?: “para tener liquidez”. Plop!

En Quintana Roo, el estado más 4T, pueden hacer lo que quieran, aún así ganarán las elecciones en 2027.

Pero por este tipo de comportamientos incongruentes de los gobernantes guindas, Morena viene en descenso. El estudio de Enkoll marca una caída de seis puntos para Morena entre mayo y septiembre: del 50% al 40%. Lo atribuye a escándalos de sus figuras, desde derroches en vacaciones hasta presuntos vínculos con el narco. Y ahora por endeudar a sus municipios.

No les importa derrochar de manera irresponsable el bono democrático lopezobradorista que los mantiene en el poder. Total, después de los niños verdes y su voracidad económica, no importa que venga el diluvio. Usted tiene la última palabra.
ooOoo

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Cirugías estéticas: la piel de la salud mental

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Someterse a una cirugía estética antes de los 21 puede poner en riesgo tu cuerpo, tu salud y tu futuro.

Conciencia Saludablemente

Por: Psicol. Alex Barrera**

Cancún, Q.Roo (24-sep).-En las últimas dos décadas, México y gran parte del mundo han visto crecer de manera notable la demanda de cirugías estéticas. La Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) reportó que en 2023 México se consolidó entre los cinco países con mayor número de procedimientos realizados. En 2024, México registró 1 millón 294 mil 946 cirugías estéticas realizadas. Liposucción, rinoplastia y aumento de busto encabezan la lista.

No sorprende: vivimos en una era donde la imagen personal se ha convertido en carta de presentación y, en muchas ocasiones, en sinónimo de éxito; además hoy en día no solo se compite con lo que es real, sino que la IA ha propuesto estándares de belleza totalmente disruptivos a la realidad.

Pero detrás de cada bisturí se ocultan preguntas que no son meramente físicas, sino profundamente psicológicas: ¿qué nos motiva a modificar el cuerpo? ¿qué rol juega la autoestima en esa decisión? Y, sobre todo, ¿qué riesgos existen cuando estas intervenciones se realizan a edades tempranas?

El espejo de la autoestima

La psicología explica que la autoimagen es un constructo que se forma desde la infancia, influido por la familia, los pares y, en tiempos recientes, las redes sociales. Las cirugías estéticas suelen presentarse como la solución rápida a inseguridades profundas: la nariz que no encaja con los cánones, el cuerpo que no se ajusta a los filtros digitales, la piel que no refleja la juventud eterna que nos venden los anuncios.

Para muchas personas, el cambio físico puede efectivamente mejorar la percepción de sí mismas y contribuir a una vida más plena. Sin embargo, cuando la motivación surge de la presión social o de la incapacidad de aceptar el propio cuerpo, el bisturí se convierte en un parche emocional que no resuelve la raíz del problema, y que además se convierte en una situación peligrosa, dado que sin importar los cambios la mente simplemente no encuentra la satisfacción que busca.

En este orden de ideas podemos encontrar en la literatura clínica que existen pacientes que, tras una cirugía, experimentan lo que se conoce como “síndrome de dismorfia corporal” —una insatisfacción persistente con la apariencia física, que los lleva a buscar una intervención tras otra sin que con ellas puedan sentirse conformes. Aquí la cirugía no funciona como un camino hacia la salud, sino como una espiral de dependencia emocional y económica, que en el peor de los casos puede tener consecuencias fatales.

Juventud, bisturí y decisiones apresuradas

Un tema particularmente sensible es el de las cirugías estéticas en personas menores de 21 años. Y es que a pesar de que los registros estadísticos en México no demuestran una cifra específica para operaciones en menores de edad, el diario el País, en una nota reciente menciona que en México se realizan más de 280 mil cirugías plásticas a menores cada año, cifra que no es pequeña y es que la recomendación de esperar hasta los 21 años de edad para efectuar alguna cirugía estética no es caprichosa: tiene fundamentos médicos y psicológicos.

En primer lugar, el cuerpo humano sigue en desarrollo hasta el inicio de la tercera década de vida. Someter a una persona de 16 o 18 años a una cirugía de aumento o reducción implica intervenir sobre un organismo aún cambiante. El resultado puede distorsionarse con el tiempo, con consecuencias físicas y emocionales.

En segundo lugar, el cerebro humano (especialmente la corteza prefrontal, que regula la toma de decisiones y la capacidad de anticipar consecuencias) alcanza su madurez plena alrededor de los 21 a 25 años. Esto significa que un adolescente o joven adulto puede tomar decisiones quirúrgicas impulsivas, motivadas más por la presión externa que por un análisis consciente y realista de los riesgos y beneficios. La psicología del desarrollo es clara: antes de esa edad la identidad personal todavía se está consolidando, y con ella, la relación con el propio cuerpo, que dicho sea de paso tampoco ha alcanzado su madurez.

No es casual que asociaciones médicas y colegios de cirugía plástica en el mundo subrayen la importancia de posponer intervenciones electivas hasta después de los 21 años. El bisturí, aplicado antes de tiempo, no sólo corta tejido: puede marcar de manera prematura la narrativa vital de una persona que todavía está aprendiendo a habitar su cuerpo.
Lo anterior es violento, porque impide al individuo relacionarse de forma natural con su cuerpo, e integrarlo de una manera óptima con el medio que le rodea, integrándose en la sociedad con sus propias virtudes y limitaciones.

La otra cirugía: la de la mente

Pensar en cirugía estética sin contemplar la salud mental es, en el mejor de los casos, una omisión peligrosa. La preparación psicológica debería ser tan indispensable como los análisis preoperatorios. Una evaluación adecuada permite detectar trastornos de la imagen corporal, episodios de depresión o ansiedad, y expectativas poco realistas. Si alguien cree que una cirugía cambiará radicalmente su vida, salvará su relación de pareja o resolverá todos sus problemas laborales, el bisturí no sólo no cumplirá su promesa: puede agravar la frustración.

La psicoterapia funciona como un “quirófano preventivo”: un espacio donde se diseccionan las motivaciones, se alinean expectativas y se fortalecen recursos internos. Muchas personas descubren que su deseo de operarse estaba más relacionado con el juicio externo que con un malestar propio. Otras, en cambio, confirman su decisión, pero lo hacen desde un lugar más sano, conscientes de los riesgos y limitaciones.
Por ello realizar una operación estética sin el debido acompañamiento psicológico resulta sin importar la edad una práctica irresponsable.

Una cultura que opera sobre nosotros

Más allá de lo individual, también es necesario hablar de lo cultural. Vivimos en sociedades que glorifican ciertos cuerpos y estigmatizan otros. En plena era digital donde las redes sociales amplifican estas narrativas con filtros, comparaciones y “antes y después” que rara vez cuentan toda la historia, la situación se magnifica descomunalmente en el imaginario de situaciones en los que el número de likes se correlaciona con la felicidad.

En ese ecosistema, la cirugía estética aparece como un boleto de entrada al reconocimiento y la aceptación; sin embargo, esa aceptación es frágil, porque depende de estándares cambiantes y, a menudo, inalcanzables que dan los medios digitales, que se distancian mucho de la realidad.

Entonces la salud mental se convierte en el antídoto: cultivar la resiliencia frente a la presión social, aprender a aceptar la propia corporalidad y diferenciar entre el deseo propio y la imposición externa. Solo desde esa fortaleza puede decidirse si una cirugía estética es un recurso válido o un espejismo.

Tristemente ni la industria ni la mayoría de la sociedad parecen querer advertir lo anterior, pues en los últimos años han sido documentadas varias muertes asociadas a cirugías estéticas en México, la mayoría vinculadas a clínicas clandestinas o procedimientos realizados sin supervisión adecuada.

Por ejemplo, en agosto de 2022 en Tijuana se reportaron al menos tres muertes en clínicas estéticas durante un corto periodo, lo que encendió alertas sobre el turismo médico mal regulado. Uno de los más sonados recientemente es el caso de Paloma Nicole, una adolescente de 14 años en Durango, quien falleció tras una operación estética (implantes y liposucción), generando indignación sobre intervenciones en menores.

Pero este no es el único caso que se ha hecho mediático, pues en 2021 corrió una liposucción letal en Monterrey, donde se identificaron irregularidades en el personal y el procedimiento, la paciente tenía 22 años; Para el siguiente año, en Tijuana, en tan solo un mes se reportaron 3 muertes.

Aunque no existe un registro nacional consolidado que permita afirmar cuántas muertes ocurren al año por estas intervenciones, los reportes locales y las denuncias en medios revelan un riesgo real y creciente ante la falta de certificación, acompañamiento psicológico y controles sanitarios eficientes.

Las cirugías estéticas no son, en sí mismas, enemigas de la salud. Pueden ser aliadas legítimas cuando responden a decisiones maduras, informadas y acompañadas por un buen cuidado psicológico. Pero la edad importa, y mucho: antes de los 21 años, tanto el cuerpo como la mente aún están en construcción, y apresurar bisturís en ese proceso puede traer más pérdidas que ganancias.

En un mundo que nos invita constantemente a cambiar la piel para encajar, la verdadera cirugía necesaria quizá no sea sobre el cuerpo, sino sobre nuestra manera de pensarnos y valorarnos. Porque ningún bisturí podrá suturar las heridas de la autoestima si no aprendemos primero a mirarnos con ojos propios, empezando por el interior.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

Si deseas contactar al especialista o necesitas ayuda terapéutica puedes comunicarte vía Whats App

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