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Opinión

Héctor Cobá, el periodista del Torvo Morral

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“La Última Palabra”

Por: Jorge A. Martínez Lugo

  • • Premio México de Periodismo “Ricardo Flores Magón” 2024.

Héctor Emilio Cobá Romero es un periodista de tiempo completo, verdaderamente independiente, desapegado por completo de lo material; idealista hasta cierto punto, pero con los pies en la tierra en cuanto a lo que es o debe ser el periodismo de a pie.

Es también un irreverente con los protocolos institucionales, crítico ácido de la mala política –que es prácticamente toda— y hasta inconforme del mismo periodismo que se practica en su gran mayoría, superficial y sin compromiso, tal como ilustró recientemente en una frase: “En este siglo XXI cualquier pendejo se llama periodista, sin haber hecho, al menos, labores de reportero”.

Nació en Campeche, de donde vienen sus genes periodísticos, vivió en Tabasco muchos años, pero es un ciudadano del sureste; lo mismo vive en Campeche, Villahermosa, Cancún, igual en Yucatán, donde mantiene comunidad periodística y lo sienten uno de los suyos.

El periodismo cultural es su fuerte, el periodismo político su pasión; finalmente periodista todo terreno; siempre socarrón y sarcástico; amante de las causas perdidas; antropólogo de los cafés, cronista de las cantinas de antes, de las que ya casi no existen; sociólogo de las caravanas culturales, de los mercados y tianguis de Cancún, de la Ciudad de México y donde se los encuentre. Su próximo libro está a punto de ver la luz pública.

Lo conozco desde que tenía su exuberante cabellera mulish; mucho antes de su “torvo” morral y prematura canosa barba, que le da un aire de patriarca y santón del periodismo, en todo caso bien ganado; desde antes que ingresara a la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Campeche, carrera que estudió, aunque ya sabía que se iba a dedicar al periodismo porque bullían en su cabeza los genes heredados de su abuelo campechano periodista.

Desde entonces, su pasión ha sido la lectura todoterreno, siempre ha llevado papel impreso bajo el brazo y lo sigue haciendo hasta la fecha en plena era digital. ¿Acaso se puede ser periodista sin el ejercicio-gusto de la lectura?

Del “torvo” morral, rara vez salen notas periodísticas, aunque en las redacciones las trabaja con intensidad porque de algo hay que vivir. Es de los pocos periodistas que desarrollan los otros géneros: la crónica sobre todo; entrevistas de fondo, de semblanza; el reportaje igual se le da bien. Su formación de politólogo, le permite ofrecer asesoría política y mediática a organizaciones y personajes de la vida pública y social, para completar los ingresos, lo cual forma parte de sus secretos para mantener la sana distancia de la independencia periodística. De que se puede ejercer periodismo sin ser “cínicos”, como dice Kapuscinski, se puede.

También se puede seguir hablando del personaje Héctor Cobá, pero ahora el motivo es que recibió en la Ciudad capital del país, el Premio México de Periodismo “Ricardo Flores Magón” 2024, que otorgan diversas organizaciones, como la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos (Fapermex) y el Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo (Conalipe), realizaron esta entrega del XX Premio México de Periodismo “Ricardo Flores Magón” 2024, en el Aula Magna “Gral. Juan Manuel Torrea” de la Academia Nacional de Historia y Geografía, que pertenece a la UNAM.

Aunque él mismo es crítico a los premios de este tipo, lo recibió en reconocimiento merecido a su trayectoria y compromiso con su oficio y profesión, aunque se le haya complicado hacerse el nudo de la corbata. Enhorabuena Héctor! Usted tiene la última palabra.

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Opinión

Se disipa la tormenta…

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Por: Hugo Alday Nieto

Finalmente, dentro del arranque de los festejos navideños inundados de amor y paz que reúnen a las personas en lo público y en lo privado en estos tiempos decembrinos, el gobierno de México abandonó la confrontación con sus socios comerciales y en el marco de un evento público, la presidenta de México expresamente manifestó que: “Con respeto a nuestras soberanías, la relación comercial es única y ambos debemos protegerla. Es más, entre los tres países debemos proteger esa relación. La cooperación siempre será la mejor salida”, mensaje claro, sencillo y contundente de la primera mandataria en la que disipa todas las tormentas que ya comenzaban a formar aquellos menos aventajados que se quedaron en la teoría del gobierno socialista de los 70.

Hoy nuestro país comenzó el 2024 en el lugar 12 de las economías el mundo, solamente debajo de Brasil en el mercado latinoamericano, pero superando a España y a Corea del Sur, por lo que, arriesgar esa posición en el ranking económico internacional con enfrentamientos innecesarios como la disculpa pública de España que pone en jaque el turismo de Quintana Roo, o de una reforma judicial que dejó a diversos despachos internacionales de inversión extranjera en espera de la intervención de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, simplemente no era una opción atractiva para todos los mexicanos.

De la misma forma, arriesgar nuestras relaciones con Estados Unidos y con Canadá en un Tratado que recoge cerca del 90% de las exportaciones de los productores e industriales mexicanos, era sin duda la apuesta más arriesgada y catastrófica de la historia reciente de México.

Todavía algunas voces de ultratumba y de socialistas rezagados que no logran entender el estado de bienestar desarrollado por países de Europa del norte, que tomaron como base el capitalismo de estado definido así por Lenin, según Slavoj Zizek, insistieron en romper relaciones con nuestros vecinos del norte para empezar una relación formal con Rusia o China, sin entender que las naranjas y los mangos no llegan comibles en barco a esos países, o que el costo de la exportación sería impagable para los mexicanos suponiendo que en realidad existiera la posibilidad de encontrar mercado a productos nacionales como el tequila, actualizando esa máxima de “no entienden que no entienden”.

Y como colofón de su mensaje, la presidenta de México manifestó que: “la integración económica de todo el continente americano para convertirnos todavía más en la región más vigorosa de todo el planeta”, lo que nos deja muy claro que la propuesta de México encaminada en el comercio internacional sigue en pie, y tiene en la mira también en el crecimiento de relaciones comerciales de tratados firmados como Mercosur, Arco Pacífico latinoamericano, Alianza del Pacífico, además de los acuerdos comerciales bilaterales con una gran cantidad de países de nuestro continente.

Estas declaraciones que celebramos como un compromiso de estabilidad económica para 2025 tendrán acciones legislativas que deberán acompañarlas. En particular reforzando el combate a la piratería y a la falsificación de productos que ingresan a nuestras fronteras de forma alarmante, para darle certeza a los consumidores de todos nuestros socios comerciales de que, por vez primera en la historia de México, este compromiso económico va en serio, porque solo así, disipando las tormentas encarnadas en odios del pasado es como México edificará ese segundo piso que todos queremos.

Nota:Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores son responsabilidad de quienes las emiten.

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Quién tiene que disculparse

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“Estrictamente Personal”

Por: Raymundo Riva Palacio

En el encontronazo más memorable en la radio que recuerde, el miércoles estalló lo que venía incubándose: la indignación de Ciro Gómez Leyva, el conductor del noticiero de radio con el mayor rating, con el videógrafo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, Epigmenio Ibarra, a quien le reclamó airadamente de agredirlo, agredir a sus colaboradores y al propietario de Radio Fórmula en su columna en Milenio. En más de 35 años de conocerlo (a Ibarra lo conocí unos siete años antes), jamás había visto a Gómez Leyva tan molesto con nadie, como con el protagonista más conspicuo del régimen.

Gómez Leyva lo increpó por su columna de ese día donde, escondido en un alegato falso sobre lo que consideró ausencia de autocrítica porque fracasó la candidatura presidencial de Xóchitl Gálvez, a quien dijo la apoyaron todos los periodistas que han sido críticos a López Obrador, lo espetó por “rehusarse a aceptar” que el expresidente ha cumplido con la palabra empeñada al retirarse por completo, “en un gesto democrático que lo honra”.

Las afirmaciones del periodista de que fue atacado fueron rechazadas por Ibarra, al que le preguntó “con quién se tenía que disculpar”, porque su trabajo era con los ciudadanos y su gran audiencia lo respaldaba. El videógrafo no respondió. La pelea radial, de hecho, no tuvo una conclusión, pero la pregunta es válida. Sobre todo, porque en la transparencia de la confrontación que vivieron hay una parte que es opaca, la de Ibarra, que en sus primeros años de vida profesional se ganó la vida captando con su cámara al hombro la guerra en El Salvador, vendiendo sus imágenes a diferentes televisoras, y enviando despachos noticiosos a Excélsior y Notimex. Poco después comenzó una etapa de su vida por la cual tendría que disculparse con López Obrador y con tantos a quienes ha timado con su falsa congruencia y consistencia.

Como botones de muestra:

-En los 80 trabajó en la oficina de Comunicación Social de la Presidencia, durante el gobierno de Carlos Salinas, en el área de televisión y propaganda. Con su experiencia con la cámara, fue contratado para que registrara las actividades del presidente y realizara los envíos a las televisoras hispanas en Estados Unidos, que agradecieron a los operadores de Salinas el trabajo y esmero con el que Ibarra había colaborado con ellos.

-Renunció a la Presidencia y fundó en 1992 la productora Argos, junto con Carlos Payán, fundador y director de La Jornada, y Herán Vera, un venezolano que montó Radio Venceremos, del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. En 1994, comenzó a grabar las acciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y 40 días después del alzamiento fue detenido por el Ejército en un retén en Gabino Vázquez, en la selva Lacandona, junto con Javier Elorriaga, miembro del EZLN y que usaba como cobertura trabajar de sonidista. Elorriaga terminó en la cárcel, acusado de rebelión y terrorismo, donde estuvo 16 meses.

Ibarra nunca la pisó porque Payán acudió en su rescate y habló con el presidente Ernesto Zedillo para pedirle que lo liberara. Zedillo accedió, ordenando al Ejército que lo soltara, con la única condición de que quería verlo. Días después Ibarra fue a Los Pinos, donde habló a solas con él. Colaboradores de Zedillo dijeron en su momento que el expresidente le dijo que no lo meterían a la cárcel únicamente como un gesto a Payán. Ibarra negaba estar vinculado con el EZLN y Zedillo le mostró la documentación en la que se iba a sustentar la acusación. De acuerdo con sus colaboradores, Zedillo le dijo que no podría volver a tocar temas de política durante su sexenio porque lo encarcelarían. Cómo se lo planteó, no se sabe, pero los colaboradores del expresidente dijeron que Ibarra salió del despacho temblando, literalmente.

-Ibarra obedeció la exigencia de Zedillo y, con el dinero del empresario Carlos Slim, relanzó con Payán y Vera la productora Argos. Con esa inyección de recursos produjeron varias de las telenovelas más exitosas de la televisión mexicana, introduciendo en 1996 a los hogares mexicanos e hispanos en Estados Unidos la temática de la narcopolítica. Desde entonces, y hasta ahora, su principal línea creativa ha sido la vinculación de los políticos con el crimen organizado, y la apología del narcotráfico.

-Terminado el sexenio de Zedillo, Payán lo ayudó a comenzar a escribir en Milenio semanalmente, mientras seguían las producciones de Argos. Con esa cachucha visitó en 2005 al entonces director de la Agencia Federal de Investigación, Genaro García Luna, para proponerle una serie de televisión que promoviera a la dependencia. Lo que ofreció no era una telenovela, sino un proyecto de propaganda como durante años se hizo en Estados Unidos con el FBI y otras agencias policiales para ensalzar su imagen. Nunca se concretó la serie por los altos costos que propuso Ibarra.

Payán lo llevó con López Obrador, donde comenzó a fabricar la otra historia de su vida. En una entrevista en 2018 con la periodista de Infobae, Mariana Dahbar, a la pregunta de si manejaría la comunicación del presidente entrante, respondió: “No. Si yo he sido un opositor toda mi vida, estaría muy mal que ahora decidiera vivir del Estado. Podría trabajar en lo que pueda personalmente para apoyar al nuevo presidente, pero no vamos a cobrar ni un centavo ni a asumir ninguna posición dentro del gobierno de López Obrador”.

Ibarra fue un opositor químicamente puro, se puede decir, durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto; porque fue parte del equipo de propaganda de Salinas, ni siquiera pudo intentar ser crítico durante el de Zedillo, y quiso ser también propagandista de García Luna. De todos ellos ha hablado mal, por lo que lo que ha hecho con Gómez Leyva no es algo nuevo. Su memoria es corta. En el gobierno de López Obrador no cobró en la Presidencia, pero le otorgó un crédito de 150 millones de pesos en 2020 que fue extendido y, que se sepa, no se pagó este año como estaba programado.

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