Conecta con nosotros

Opinión

“Con el paro del PJ, menos delincuentes sueltos”:AMLO

Publicado

el

“Visión Periférica”

Por Cliserio E. Cedillo Godínez*

Pensé que ya nada me sorprendería del presidente Andrés Manuel López Obrador, luego de reír o preocuparme con sus ocurrencias, declaraciones temerarias, proyectos hechos sobre las rodillas (medio corregidos en la práctica) y mucho más. Sin embargo, lo que rebasó mi asombro fue que dijera que “Con el paro del Poder Judicial habrá menos delincuentes en la calle”. Es una acusación sería y una broma de mal gusto, un dicho respaldado por un Congreso a su servicio que, “pase lo que pase y pésele a quien le pese”, aprobará las reformas al Poder Judicial, que es lo más seguro. Aunque también puede ser que esas desafortunadas declaraciones sean simplemente una muestra de agilidad mental para divertir al pueblo sabio y bueno.

La realidad, sin analizar el fondo de sus dichos, al calificar al Poder Judicial como un ente al servicio del crimen, viniendo de su boca, dirige a su innegable cauda de seguidores en contra de quienes participan en ese movimiento, lo que no es digno ni inteligente de un presidente de todos los mexicanos.

Con sus irreflexivas palabras da por hecho que todas las fuerzas de seguridad, que incluyen a policías municipales, estatales, ministeriales, investigadores, guardia nacional, miembros del Ejército Mexicano, Marina y otros sí hacen su trabajo: detienen a los delincuentes, los encierran y canalizan a los miembros del Poder Judicial, en cualquier nivel de sus especialidades en espera de que se aplique la Ley y los dejen encerrados por el tiempo que amerite el tipo de delito cometido, pero al tenerlos en sus manos “los dejan libres”, eso dice López Obrador.

No es posible que el presidente actúe con tal sarcasmo en algo que preocupa a los miembros del Poder Judicial, acostumbrados a ganarse sus puestos y ascensos con disciplina y estudio en toda una carrera judicial. No así entre los políticos y peor de Morena habituados a ganarse sus cargos y sueldos millonarios en una tómbola o un volado… y ¿el voto? Eso no es problema, se gana con largas campañas, un puñado de monedas o sofisticadas técnicas como los “QR’s” puestos en exitosa práctica en las pasadas elecciones.

Sin embargo, para el señor presidente, estando en “huelga” (paro) los miembros del Poder Judicial “no podrán juzgar a ningún delincuente para dejarlo en libertad, sin importar la gravedad de su delito”. Que pena, la realidad es que es un mal chiste o una daga ardiente para los afectados. Para nosotros es un asunto grave, porque ese paro de empleados, jueces y magistrados (que hoy se podrían sumar) implica a 53 mil trabajadores del Poder Judicial.  Hablamos de un complicado engranaje de expertos en cada una de sus áreas, todos con la posibilidad de ascender por méritos propios. Es decir, toman cursos, demuestran su eficiencia en la práctica y van subiendo en el escalafón.

Para los empleados del Poder Judicial no existe el dedazo, como se acostumbra en la política, donde muchas veces lo que menos importa es la preparación, para ello existen los manuales del puesto y los cursos exprés que de la noche a la mañana convierten a cualquier ciudadano(a) en reluciente funcionario(a) o avieso(a) diputado(a) o senador(a), pero sobre todo están ahí, como tablita de salvación, los empleados viejos que “se la saben de todas, todas” y por ello se convierten en maestros de sus suertudos jefes, aunque vivan con el Jesús en la boca, por miedo a ser desplazados en cualquier momento, como casi siempre sucede.

Sin embargo, no podemos negar que, en la administración pública, proveniente de la política, existen verdaderos genios con cargos menores al igual que sus sueldos, a diferencia de cientos, quizás miles de lambiscones en los mejores puestos. Al menos así funcionaba en los tiempos del PRI y del PAN, con sus honrosas excepciones, como puede ser también ahora, porque no es posible que las cosas que se arrastran por décadas cambien de un momento a otro con “un borrón y cuenta nueva” y mucho menos cuando son los mismos, solo que con más años encima. Es decir, priistas y panistas, aunque con diferente vestidura, como lo es el propio presidente López Obrador, que arrastra toda una cauda de priista que no puede ocultar, tanto que afirman sus allegados y sobre todos sus enemigos “fue el autor del Himno al PRI”, como existen algunos testimonios que pueden ser consultados en la Internet.

La verdad es que hay mucho que reconocerle al presidente López Obrador, como todo lo que ha hecho por los más vulnerables, aunque para ello primero haya desaparecido todos los programas asistenciales creados por sus antecesores… Por lo pronto “hay que aplaudir que con el paro del Poder Judicial que él causó, con la imposición de las reformas al Poder Judicial, hay menos delincuentes libres”, como dice el presidente, y eso “sin abrazos, ni balazos”.

De último momento, me dice mi amigo Restituto, con 99 años de edad, “veo muy complicada la elección de jueces y magistrados, pero tenemos un presidente muy hábil, tanto que ya tiene un as bajo la manga:

-“Serán los miembros del Congreso Federal, con apoyo en los estatales, los que voten para elegir a  los mil 600 jueces, magistrados y nueve ministros, de entre unos 20 mil candidatos en unas planillas para votar como cuadernillos,. -“Será una elección democrática, sin duda”, dice. -Pero, cómo don Restituto: -“Sí, claro: Los diputados y senadores son nuestros representantes, para eso les dimos el voto. Ellos pueden votar por nosotros. Ya saben cómo hacerlo rápido y bien, muchos de ellos así llegaron, para eso existen las tómbolas y los volados…

Bueno, no hay que descartar, en este gobierno, todo puede ser…

*Periodista con 48 años de experiencia en diarios nacionales y estatales, así como jefe de Información en estaciones y cadenas de radio, director general de 5to Poder Periodismo ConSentido.

** Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores son responsabilidad de quien las emite.

Compartir:
Click para comentar

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

EN LA OPINIÓN DE:

Entre flores y recuerdos: la psicología del Día de Muertos

Publicado

el

Colocar un altar nos lleva a encontrar un vinculo en el que se pude sanar la perdida

Conciencia Saludablemente

Por: Psicol. Alex Barrera

En México, la muerte no se esconde; se decora con flores de cempasúchil, se endulza con pan y se acompaña de risas y canciones. El Día de Muertos no es sólo una tradición; es una declaración cultural profundamente humana: la vida y la muerte no son opuestos, sino partes del mismo ciclo. Desde la psicología, esta visión ofrece una lección esencial sobre cómo enfrentamos la pérdida, el duelo y la memoria.

En muchas culturas occidentales, hablar de la muerte sigue siendo un tema prohibido. Se evita mencionar a los fallecidos, se apartan sus objetos, se oculta el dolor tras una aparente fortaleza. Sin embargo, la cultura mexicana, heredera de cosmovisiones indígenas y creencias sincréticas, ha desarrollado una relación distinta con la finitud. Aquí la muerte se sienta a la mesa. Se le invita, se le honra, se le ríe. En lugar de negar su existencia, se le integra como una compañera inevitable.

Esta actitud, lejos de ser una mera expresión folklórica, tiene profundas implicaciones psicológicas. Aceptar la muerte —propia y ajena— es aceptar la impermanencia de todo. Es reconocer que la pérdida forma parte de la vida, y que el dolor, cuando se vive con consciencia, puede transformarse en gratitud. Desde la psicología existencial, este reconocimiento no conduce a la desesperanza, sino a una mayor plenitud: saber que el tiempo es finito nos empuja a vivir con sentido, a cuidar los vínculos y a encontrar propósito en cada día.

Pero el Día de Muertos no solo nos enseña a pensar en la muerte; también nos enseña a recordar con amor. El altar, corazón simbólico de la celebración, se convierte en un espacio terapéutico. Al colocar una fotografía, una vela o el platillo favorito del ser querido, no solo evocamos su presencia: actualizamos el vínculo. Recordar no es aferrarse al pasado, sino mantener viva la conexión emocional que sigue existiendo más allá de la ausencia física.

En psicología del duelo, esto se conoce como el vínculo continuo. Lejos de promover el olvido, se alienta a las personas a encontrar formas sanas de mantener esa relación interior con quienes ya no están. El altar cumple exactamente esa función: da forma, color y orden al dolor. Permite hablar con los que se fueron, agradecerles, perdonarlos o simplemente compartir un instante simbólico de convivencia. Es, en términos terapéuticos, una representación externa del proceso interno de sanar.

Cada objeto en el altar cumple una función emocional: las flores representan el ciclo de la vida, la comida evoca el cuidado, las velas guían el camino y las fotografías preservan la memoria. A través de este acto ritual, la persona que recuerda también se reconstruye. Como en cualquier proceso terapéutico, el ritual ofrece estructura, contención y sentido: tres elementos fundamentales para elaborar el duelo.

La psicología contemporánea reconoce que los rituales —ya sean religiosos, culturales o personales— facilitan la transición emocional tras una pérdida. Funcionan como puentes entre el dolor y la aceptación, entre el caos y la calma. En ese sentido, el Día de Muertos puede entenderse como una forma colectiva de terapia: una jornada en la que la sociedad entera legitima el dolor, lo comparte y lo transforma en celebración.

Sin embargo, bajo el colorido de las ofrendas y la alegría de las calaveras, también laten silencios profundos. No todos los duelos son iguales ni todas las pérdidas se procesan del mismo modo. Hay quienes, tras la muerte de un ser querido, sienten que la vida pierde sentido, que el vacío es demasiado grande o que la tristeza se ha vuelto una compañera constante. En esos casos, el acompañamiento psicológico puede marcar una diferencia vital.

Hablar del duelo en terapia es un acto de valentía. Es reconocer que, aunque la cultura ofrezca rituales para honrar la muerte, a veces el dolor necesita otro espacio: un lugar donde ser escuchado, comprendido y trabajado con herramientas profesionales. La psicoterapia ayuda a darle forma a la ausencia, a integrar el recuerdo y a reconstruir la vida sin negarla, es iniciar el camino hacia una nueva forma de coexistir con el dolor y afrontarlo de manera que no se convierta en un trauma.

Así, el Día de Muertos no es sólo una tradición que mira hacia el pasado, sino una invitación a mirar hacia adentro. Nos recuerda que el amor y la pérdida son inseparables, y que recordar no duele: lo que duele es callar. Cada altar que encendemos es una forma de iluminar nuestra historia, de reconciliarnos con lo inevitable y de encontrar sentido en el recuerdo.

Quizás por eso, entre el aroma del copal y la luz de las velas, comprendemos que no se trata de vencer a la muerte, sino de aprender a convivir con ella, y entender que la vida es sólo el camino que nos lleva inevitablemente hacia el final. Y en ese aprendizaje, la psicología tiene mucho que aportar: ayudarnos a aceptar, a transformar y, sobre todo, a vivir con conciencia.

Porque así como los altares se llenan de flores cada noviembre, también nuestra mente y nuestro corazón pueden renovarse. A veces, solo hace falta dar el primer paso: hablar con alguien, pedir ayuda, acudir a terapia.
La vida como el altar, se enciende de nuevo cuando nos atrevemos a mirar la sombra y convertirla en luz en este ciclo cuya belleza se encuentra en tomar conciencia de que un día se va terminar.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje

Compartir:
Continuar leyendo

EN LA OPINIÓN DE:

Cuando el trabajo quema: el costo humano y empresarial del Burnout

Publicado

el

El burnout agota a las personas, y cuesta millones a las empresas

Conciencia Saludablemente

Por: Psicol. Alex Barrera**

En los últimos años, el burnout o síndrome de desgaste profesional ha dejado de ser una molestia temporal para convertirse en una amenaza silenciosa para la salud mental, física, y la productividad de empresas y empleados. Desafortunadamente la iniciativa privada ha decidido que las necesidades de productividad sean ponderadas sobre las necesidades de bienestar humano, afectando a la sociedad de una manera que aparentemente nadie quiere ver, pero todos resentimos.

En México, cifras recientes reflejan un panorama de urgencia: según el informe Burnout Laboral 2025 de la plataforma Buk (plataforma tecnológica líder en gestión de capital humano), 72 por ciento de los colaboradores ha experimentado burnout al menos alguna vez durante el último año; de estos, 16 por ciento lo vive ocasionalmente y un 12 por ciento lo padece de forma frecuente.

Por otro lado, la consultora Betterfly estima pérdidas por hasta 16 mil millones de pesos anuales para las empresas mexicanas derivadas del ausentismo, la baja productividad y otros efectos del agotamiento laboral, estos datos no son secreto, pues se pueden encontrar publicados en diferentes medios de comunicación, y ocupan espacio en medio de las miles y miles de noticias que, aunque están ahí a nadie parecen alertarle.

Sin embargo, estos números no son meras estadísticas; tienen rostro, cuerpo, mente. El burnout se manifiesta primero como un agobio emocional: ansiedad constante, irritabilidad, dificultad para desconectarse del trabajo. A nivel mental puede dar paso a trastornos más serios como depresión, alteraciones del sueño, falta de concentración, pérdida de sentido de logro y despersonalización (sentir que el trabajo es alienante, que uno se vuelve “un engranaje”).

Y con los trastornos mentales, vienen también los desórdenes biológicos, el cerebro no está bien, ¿cómo el cuerpo lo estaría? El desgaste crónico también pasa factura. El estrés laboral prolongado se asocia con aumento de cortisol, lo que puede desencadenar efectos como hipertensión arterial, problemas del ritmo cardíaco, insomnio, migrañas, disfunciones digestivas (gastritis, colon irritable), debilitamiento del sistema inmune, e incluso alteraciones hormonales. Estas manifestaciones físicas se vuelven una alarma temprana de que el cuerpo ya no tolera más la presión.

Y como en casi la mayoría de los casos, acudimos al médico, quien tiene la solución en la palma de la mano, sintetizada en 100 mgs de algo químicamente probado para solucionar de manera rápida los dolores de tu cuerpo de manera artificial, porque claro está que la vida no puede parar, engaña a tu cerebro, y sigue, sin importar los costos a largo plazo para tu cuerpo que en algunos casos aprende a resistir y en otros colapsa colosalmente, dejando en tu cabeza la pregunta, “¿Cuándo y por qué me pasa esto a mí?”. Por su puesto en la empresa ya tendrán un remplazo, por que como dicen por ahí, “El show debe continuar” o la muy celebre “Nadie es indispensable”. Y entonces nos convertimos en esas máquinas orgánicas cuya principal meta es “Aguantar, aguantas hasta el final”

El impacto económico: pérdidas palpables

Pero no, hay que molestarse en odiar a las empresas o a quienes las encabezan, pues de ese lado las cosas no son mejores; para las empresas, el burnout represente un problema económico de gran escala, pues impacta en la operatividad y producción algunos ejemplos son:

Rotación de personal: las pérdidas de empleados de manera frecuente significan costos de reclutamiento, capacitación e integración de nuevos recursos. En el caso de empresas grandes mexicanas, los reportes indican que la salida anual de decenas de empleados les puede costar hasta 2 millones de pesos por año, lo anterior publicado por Wellhub (plataforma de bienestar corporativo)

Baja productividad y presentismo: cuando un empleado está presente pero desgastado, realiza el mínimo esfuerzo, comete errores, baja la calidad del trabajo. Según un estudio citado por OCC a través de El Economista, el 38 por ciento de los trabajadores reconoce que su productividad baja debido al burnout; el 40 por ciento que la calidad de su trabajo disminuye; el 45 por ciento señala que su compromiso y motivación decaen; y entonces ¿Por qué sigue pasando?

Costo global: a nivel mundial la OMS estima que la depresión y la ansiedad (que con frecuencia conviven o se desencadenan con burnout) representan pérdidas en productividad por aproximadamente 1 billón de dólares al año, sin embargo, las empresas ignoran este tipo de alertas, porque claro, aparentemente es mejor la solución rápida, la sustitución del elemento dañado, como si la empresa fuera un reloj, y el talento humano los engranajes que fácilmente pueden ser sustituidos por piezas nuevas que ayuden a continuar con la operación, porque ¿cuántos millones de engranajes vivientes pululan en el mundo? Sin embargo, como pasa con los mecanismos de verdad las piezas de desecho también ocupan un lugar, peor aún los engranajes humanos se convierten en materiales con los que la sociedad tendrá que lidiar. Porque los seres humanos no somos piezas y la sociedad no es un basurero, donde se puede reciclar u olvidar desechos. Los humanos no se desechan las personas y sus problemas impactan en la sociedad y las patologías mentales tienen un alto costo social que en algunas ocasiones desconocemos y en otras ignoramos.

El futuro ideal, empresas responsables y consientes.

¿Qué pasaría si las empresas jugaran en favor de la humanidad y no la productividad? Los datos también muestran que hay retornos concretos cuando las organizaciones se hacen cargo del bienestar emocional de sus trabajadores.

Programas de salud mental bien diseñados pueden reducir el ausentismo hasta en un 30 por ciento, mejorar la productividad en aproximadamente un 10-12 por ciento según lo publicado por la Revista Zona Libre en donde se mencionan Estudios de la Asociación Americana de Psicología.

Otro beneficio está en la retención de talento: empleados que sienten que su empresa se preocupa por su salud mental tienen menos probabilidad de irse, menor rotación, mejor clima laboral. Esto implica menores costos de contratación, capacitación e indemnizaciones, así como mayor conocimiento institucional retenido en la organización.

Además, hay beneficios indirectos: mejora del ambiente laboral, menos conflictos internos, menores errores, menos accidentes laborales, mayor innovación si las personas están mentalmente sanas y creativas.

Lo que empresa considera un gasto debería ser considerado una inversión ya que, en comparación, lo que las empresas invierten en programas de atención psicológica (por ejemplo, asesoría, terapia breve, talleres, mindfulness, pausas activas, capacitación en manejo de estrés) suele ser mucho menor que lo que pierden por rotación, errores, bajas laborales y disminución de productividad. El retorno de inversión puede ser alto: hasta 4 dólares de retorno por cada dólar invertido en algunos estudios internacionales; lo anterior publicado en lhh.com

Somos humanos no engranes

Mientras la empresa ve pérdidas cuantificables, la persona afectada sufre consecuencias que van más allá del trabajo, muchas de las cuales no tienen una justificación biológica y por tanto no serán tomadas en cuenta como riesgo de trabajo por los seguros médicos, y mucho menos si estos últimos son del orden gubernamental, por ejemplo, IMSS o ISSSTE.

Mentales: ansiedad, depresión, trastornos del sueño (insomnio, dificultad para dormir), deterioro en la autoestima, sensación de inutilidad, distanciamiento emocional de familiares y amigos, dificultad para concentrarse o disfrutar de actividades que antes eran gratificantes.

Físicos: fatiga crónica, dolores de cabeza, migrañas, malestares gastrointestinales, problemas como gastritis, hipertensión, alteraciones inmunológicas, trastornos hormonales. A largo plazo, un burnout no tratado puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, e incluso daño cognitivo por el peso del estrés mantenido.

Las personas también pagan con calidad de vida: relaciones personales deterioradas, ocio reducido, insatisfacción general y, en casos extremos, riesgo de otros trastornos psiquiátricos o ideas suicidas; a fin de cuentas, todo se convierte en un círculo sin salida en el que individuo y por ende la sociedad porque el individuo con Burn Out no es un miembro funcional de la sociedad lo cual desencadena malestar en su círculo social, el estrés que no es bien manejado puede incluso provocar en las personas secuestros emocionales que a menudo terminan en escenas violentas, la depresión tiene fuerte impacto en la familia de quien la sufre y ya ni hablar de los efectos del suicidio a nivel comunidad.

Cuando la psicología encuentra su uso en medio de la vida

La psicología no solo diagnostica, también ofrece herramientas concretas para prevenir, identificar y tratar el burnout. Un buen psicólogo o una intervención psicológica empresarial ayuda en varios frentes:

En el tema de la psicología organizacional representa una de las herramientas más poderosas para fortalecer el bienestar y la productividad dentro de las empresas. Su enfoque permite comprender cómo piensan, sienten y actúan los colaboradores en el entorno laboral, ayudando a crear climas organizacionales saludables, mejorar la comunicación interna y prevenir conflictos. Además, mediante estrategias de selección, desarrollo y motivación, la psicología organizacional favorece la retención del talento y el compromiso, incrementando la eficiencia y reduciendo el ausentismo.

Por la parte clínica la psicología enseña habilidades de regulación emocional, manejo del estrés, estrategias de afrontamiento reales, trabajando la conciencia de los límites (saber cuándo decir no, priorizar y delegar).

Acompañamiento psicológico combinando en sus dos ramas, permite que la persona reconecte con sus motivaciones, valores, y recupere un sentido de propósito en su trabajo; ayuda a reconstruir autoestima dañada por la exigencia constante y el agotamiento.

En lo biológico, técnicas psicológicas como la terapia cognitivo-conductual, mindfulness, relajación y otras prácticas ayudan a reducir cortisol, mejorar patrones de sueño, disminuir la tensión física, disminución de síntomas psicosomáticos.

Para las empresas, ofrecer servicios psicológicos) no solo es un gesto humanitario sino una inversión estratégica. Al cuidar la mente de sus colaboradores, cuidan la productividad, reducen costos y construyen organizaciones más sostenibles.

En definitiva, si como sociedad aceptamos que trabajar hasta quemarse no es sinónimo de eficacia sino de desgaste, estamos reconociendo nuestro derecho a cuidarnos. El éxito no debe tener como costo la salud del individuo, la abundancia económica ni la efectividad productiva deberían ser indicadores de una vida valiosa, porque ningún KPI (Indicador de desempeño) vale más que la salud integral de quienes hacen posible la empresa: mente y cuerpo incluidos, no somos engranes en una máquina, somos seres humanos cuya finalidad en la vida no debería ser el éxito de la empresa a la que pertenecemos, sino el bienestar integral de la sociedad a la que pertenecemos, la cual tampoco debe depender de la industria sino de lograr una ecología social donde el humano pueda sentirse en equilibrio.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

Si deseas contactar al especialista o necesitas ayuda terapéutica puedes comunicarte vía Whats App

Compartir:
Continuar leyendo

LAS + DESTACADAS

CONTACTO: contacto.5topoder@gmail.com
Tu opinión nos interesa. Envíanos tus comentarios o sugerencias a: multimediaquintopoder@gmail.com
© 2020 Todos los registros reservados. 5to Poder Periodismo ConSentido Queda prohibida la publicación, retransmisión, edición y cualquier uso de los contenidos sin permiso previo.