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Opinión

En política, el que se enoja pierde

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“La Última Palabra”


Por: Jorge A. Martínez Lugo

  • • ¿Cuánto pesó la sombra de su hijo y la guerra política?

El que se enoja pierde, reza el dicho popular de la política mexicana. Algo pasó con el diputado José Luis Pech Várguez, porque estaba muy emocionado; tan enojado, que llegó a la descompostura en algunos momentos de su intervención desde la tribuna parlamentaria.

Razón no le falta en los temas planteados; ha sido la única voz crítica y de alto talante por su larga experiencia política; dos veces candidato a la gubernatura, senador de la república, dos veces diputado y todos los cargos en la administración pública; lo único que le falta es ser gobernador.

La presión bajo la que está sometido en estos tiempos el también dirigente estatal de Movimiento Ciudadano, tampoco es menor y no tiene una sola causa. La principal de ellas: su hijo del mismo nombre, José Luis Pech Galera, esta semana se declaró culpable de corrupción con el erario público y “le salió barato”, para usar la misma expresión de su padre en la tribuna este 28 de enero: una estafa de 20 millones de pesos a cambio de ocho meses de prisión y trabajos de “servicio social a la comunidad”. Si te robas un pavo, te refunden en la cárcel, dice vox populi.

No es fácil deslindarse públicamente de la corrupción del vástago, aunque sea una declaración política; son familia y es un trance difícil.

Sobre todo si José Luis Pech Jr. no solo firmó las actas de corrupción –“estaba políticamente obligado” o renunciar a la Rectoría universitaria, que es un buen hueso–, sino porque además, conformaba, era socio, apoderado legal, de una de las ocho empresas a las que le repartió contratos para estudios sobre potencial productivo del estado; estudios que nunca se hicieron, pero era la forma en que el “sistema” los hacía cómplices en una de las tramas de descomposición más escandalosas de la orgía de corrupción de Enrique Peña Nieto y Roberto Borge Angulo.

“NO TE PREOCUPES ROSARIO”
Recordemos el “no te preocupes Rosario” que le dijo públicamente Enrique Peña Nieto a Rosario Robles, titular de Sedesol y Sedatu, cuando se dio cuenta lo lejos que habían llegado con el tremendo amaño de la “Estafa Maestra”, cuyo monto reconocible fue superior a los cinco mil millones de pesos y que involucró a casi 30 universidades del país y otros organismos públicos.

En el multimillonario desvío de recursos, apenas 20 millones correspondieron a la Universidad Politécnica de Quintana Roo (Upqroo), repartidos en ocho empresas fantasma, una de ellas vinculada al entonces rector, quien fungía como apoderado legal de dicha empresa a la que se adjudicaron contratos para realizar estudios que nunca se hicieron. Esto fue en 2015, en el apogeo de la corrupción peñista a nivel nacional y del presidiario Roberto Borge, a nivel estatal. Al SQCS también le tocó una tajada, pero políticamente no es de interés, por ahora, remover esas mieses.

La estafa fue real; la participación de José Luis Pech Jr. en la corrupción organizada desde lo institucional fue real; el reconocimiento de la culpa por él mismo fue real; lo cual es sin duda, una presión tremenda con la que llegó el padre a la tribuna, hoy diputado naranja, pero no es la única presión.

Está la imputación al partido Movimiento Ciudadano de “meter las manos” en el proceso de sucesión del Colegio de Estudiantes de la Universidad de Quintana Roo (Uqroo), a través del ex candidato a diputado local, Mario Redondo, ex presidente del Colest y del propio diputado Pech, exrector de la Uqroo. Cuánto es cierto y cuánto es verdad, da igual.

También está la correlación de fuerzas al interior de MC, a nivel nacional y local, con el relevo de Dante Delgado, con quien el Dr. Pech tiene la relación desde su ingreso a las filas naranjas, pero ahora es diferente con Jorge Álvarez Máynez como dirigente, quien al parecer, tiene más inclinación con Lidia Rojas, incluso, hasta por el tema generacional.

Es la guerra; los golpes internos y externos son reales; el efecto político también es de verdad. Los golpes vienen de fuera y de los propios “amigos” pero si le dan una ayudadita por parte de quienes se pueden beneficiar de una debacle de MC, ¡mejor!

Es una lástima, porque José Luis Pech Várguez, es la única voz crítica en la aplanadora verde-guinda de la XVIII Legislatura. El diputado Pech no pudo más y -como el pobre beso preso- ¡se escapó! La emoción no es buena consejera, pero en política, las emociones no son baratas; se pagan muy caras.

Por eso el diputado Jorge Sanén pudo decir: para tener la lengua larga, hay que tener la cola corta. Pero hay que agregar: quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Como diría un político del viejo régimen priista: la política es así.

A ver qué va a pasar con el diputado Pech, con el partido Movimiento Ciudadano y con ahora sí, la solitaria super mayoría de la XVIII Legislatura, que deberá estar saboreando este resbalón de la única voz parlamentaria que les quedaba, porque el par que representa al PAN, está más verde que azul. Usted tiene la última palabra.

Nota:Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores son responsabilidad de quienes las emiten.

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El lado oscuro de la navidad: una mirada psicológica a la depresión invernal

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Conciencia Saludablemente

Por Psicol. Alex Barrera

Cada año, cuando el invierno comienza a instalarse y los días se acortan, noto un cambio sutil pero profundo en muchas de las personas, lo cual inevitablemente a mi parecer crea una bruma en todo el ambiente, y es que mientras la gran maquinaria de la mercadotecnia nos vende un espacio de amor, familia y entornos diseñados a modo para fomentar el espíritu de dar y recibir, la realidad es que muchas veces esto es la máscara que oculta, lo que no queremos saber, pero que nuestro cerebro ya sabe. Y no es otra cosa sino la reacción biológica natural que nos alinea con la naturaleza, invierno significa el final.

Y no, no es fatalismo, es la naturaleza terminando un ciclo, es por eso que durante el invierno muchos animales se retiran a descansar, los arboles desojados esperan pacientes para poder reverdecer, la luz del día es menos, y por supuesto los seres humanos experimentamos cambios que desafortunadamente intentamos ignorar debido a que cada día nos alejamos más y más de lo natural, pensando con la soberbia que solo el razonamiento nos puede dar, que si la luz del sol se va, nosotros podemos llenarla con pequeñas luces artificiales, que se venden en aquellos puestos que ocupan miles de esquinas en el país.

Pero dejemos el romanticismo y la filosofía de lado y para no abrumarle entremos de lleno a lo que quiero en este espacio, comentarle a usted, que se toma el tiempo de leer estas líneas y es que, si hablamos de los síntomas del invierno, incluso yo, como especialista en salud mental debo confesar que experimento cierta variación en mi nivel de energía y claridad emocional.

Así pues, le hablaré de las cosas por su nombre, lo que muchas personas experimentamos no se trata simplemente de “mal humor por el frío”, sino de un fenómeno ampliamente documentado: la depresión invernal, también conocida como Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Aunque a veces se percibe como una exageración o un invento moderno, la ciencia ha demostrado que es una condición real y prevalente, estrechamente vinculada a los ciclos de luz y a la respuesta biológica de nuestro organismo.

La American Psychological Association (APA) explica que el TAE aparece cuando la disminución de luz solar altera nuestros ritmos circadianos, los cuales funcionan como un reloj interno que regula funciones tan esenciales como el sueño, el apetito, la energía y el estado de ánimo. Cuando ese reloj se desajusta, aumentan la melatonina —la hormona del sueño— y disminuyen los niveles de serotonina, vinculada al bienestar. El resultado es una combinación de fatiga, desmotivación, tristeza persistente, irritabilidad, dificultades de concentración y, en algunos casos, un fuerte deseo de aislamiento social.

Observando desde un ángulo clínico, lo más complejo de la depresión invernal no es sólo la sintomatología, sino la forma en que suele ser minimizada. Muchas personas que pasan por este tipo de situaciones se expresan diciendo: “Debe ser flojera”, “Solo necesito echarle ganas”, “Es normal, a todos nos cae pesado el invierno”. Y aunque es cierto que los cambios estacionales influyen en nuestro ánimo, no debemos normalizar un malestar que interfiere en la vida cotidiana. Reconocer que algo no está bien permite atenderlo y evitar que el evento evolucione hacia formas más severas por ejemplo caer en depresión.

Es importante señalar que algunas personas tienen mayor vulnerabilidad biológica a este trastorno. Investigaciones del National Institute of Mental Health (NIMH) indican que quienes viven lejos del ecuador, en regiones donde el invierno tiene menor exposición solar, presentan tasas más altas de TAE. Además, quienes tienen antecedentes de depresión mayor suelen ser más sensibles a las variaciones de luz. Esto no significa que sea inevitable, sino que debemos prestar especial atención a los primeros síntomas.

En terapia, he observado que uno de los desafíos más grandes es el impacto en la percepción personal: quienes viven depresión invernal suelen sentirse “culpables” de no rendir igual, de no tener la misma energía o motivación que en otras épocas. Explicarles el componente biológico, ese juego de hormonas, luz y ritmos internos, les ayuda a comprender que no se trata de una falla personal, sino de un proceso fisiológico que puede regularse con estrategias adecuadas. Probablemente es por ello que muchas personas no son capaces de aceptar que están pasando por un mal momento, incluso ni siquiera lo reconocer, y tapan este tipo de sentimientos con conductas dañinas que curiosamente son fomentadas con el falso espíritu de la navidad, por ejemplo las compras excesivas, o el descontrol en los hábitos alimenticios.

Aun cuando se supone que la temporada enaltece virtudes como la paz, el amor, y la fraternidad, resulta preocupante observar que la disminución de luz natural y la carga emocional invernal coinciden con un aumento sostenido de suicidios en México, en donde para 2023 se registraron 8 mil 837 suicidios, lo que representa una tasa de 6.8 por cada 100 mil habitantes, una cifra más alta que la de años previos, según el INEGI. Estos datos sugieren que la temporada de oscuridad, soledad o desánimo puede agravar la vulnerabilidad psicológica (especialmente en personas predispuestas) y transformar la tristeza estacional en crisis profundas.

Sobre esto existen métodos que pueden ayudar a reducir el riesgo de padecer TAE, ninguno de ellos tan efectivo como la atención psicológica profesional. Un especialista de la salud puede evaluar el nivel del problema además el acompañamiento terapéutico brinda herramientas para detectar pensamientos suicidas, regular el estado de ánimo y reconstruir el bienestar emocional en los meses más oscuros del año.

Algunas acciones cotidianas contribuyen significativamente a reducir el impacto del TAE. Por ello, aquí te comparto tres recomendaciones basadas en evidencia para prevenir o disminuir la depresión invernal:

1) Exponte diariamente a la luz solar entre 5 y 10 minutos, siempre con la protección adecuada.
Salir por la mañana, abrir cortinas, caminar un poco o simplemente recibir la luz directa del gran astro ayuda a regular la serotonina y el reloj biológico. Puede parecer un gesto mínimo, pero su impacto es notable cuando se vuelve parte de la rutina, eso sí, no olvides el bloqueador solar y los lentes con filtro UV.

2) Mantén horarios regulares de sueño y actividad física.
Tu cuerpo necesita estabilidad cuando la luz es escasa. Dormir a horas similares y realizar ejercicio —aunque sea ligero— mejora la energía, la regulación emocional y el descanso nocturno. Aun si la noche dura más tiempo que el día es importante mantener la rutina.

3) Cultiva espacios de conexión social, incluso si la apatía te invita al aislamiento.
El invierno tiende a encerrarnos, pero el contacto humano funciona como un amortiguador emocional. Conversar con alguien, compartir actividades o participar en grupos de apoyo contribuye a mejorar el estado de ánimo.

Y, sobre todo, recuerda que la terapia psicológica es un acompañamiento fundamental durante esta temporada. No solo ofrece un espacio seguro para explorar lo que sientes, sino que te brinda herramientas para comprender tus ciclos internos, reorganizar rutinas, manejar pensamientos negativos y fortalecer tu resiliencia. En los meses más fríos del año, cuando el mundo parece apagarse un poco, la terapia se convierte en un punto de luz que ayuda a atravesar el invierno con mayor claridad y bienestar. Y no olvides que el invierno es el final que marca el inicio de algo nuevo, la navidad no sólo es época de dar y recibir, sino que también amerita un tiempo de introspección para disminuir el ritmo y reflexionar sobre lo que finalizamos y como queremos comenzar el nuevo ciclo.

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Extorsión: violencia económica que se vuelve trauma emocional 

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Aunque es un delito del que mucho se habla, pocos toman en cuenta la factura a la salud mental que significa no resolverlo.


Conciencia Saludablemente

Por: Psicol. Alex Barrera

La reciente aprobación en el Congreso de la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar los Delitos en materia de Extorsión marca un antes y un después jurídico en México: la reforma aspira a homogeneizar criterios, perseguir el delito de oficio y endurecer sanciones frente a una práctica que se ha disparado en los últimos años. La votación responde a una urgencia tangible: la extorsión ya no es un daño sólo económico, es una máquina de erosionar vidas. 

Los números lo confirman y, a la vez, ocultan realidades. Según la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas (ENVE) del INEGI, en 2023 se cometieron 747 mil delitos de extorsión contra unidades económicas, cifra que ilustra la magnitud del fenómeno entre negocios formales.  Cabe señalar que las estadísticas oficiales de carpetas de investigación son mucho menores por no decir engañosas, precisamente es por la altísima “cifra negra” (cantidad de delitos que no se registran en las estadísticas oficiales) que la mayoría de las víctimas no denuncia, es decir las víctimas tienen miedo o desconfianza institucional.  

El impacto económico también aparece con cifras contundentes. Coparmex y diversas estimaciones señalan pérdidas multimillonarias: sólo en 2025, hasta septiembre, las extorsiones han significado una erogación que supera los 21 mil millones de pesos para empresarios, además de multiplicar costos en seguridad privada y obstaculizar la inversión. 

El daño no se limita a lo material. La extorsión induce estrés crónico, ansiedad, insomnio y sensación de indefensión tanto en propietarios como en trabajadores. Pequeños comerciantes describen la extorsión como un “perdón a cambio de sobrevivir”: pagar para continuar operando. Esa lógica genera culpabilidad, vergüenza y un desgaste emocional que se transmite al núcleo familiar y comunitario. Estudios sobre victimización muestran que la repetición del ataque y la impunidad fomentan trastornos de estrés postraumático, depresión y paranoia colectiva, los cuales han sido publicados por ENVE/INEGI y reportes de victimización.  

Las consecuencias secundarias son palpables: zonas enteras ven cerrar negocios ante la imposibilidad de sostener pagos extorsivos o por la pérdida de clientes ante la percepción de riesgo. En Sinaloa, por ejemplo, Coparmex reportó el cierre de alrededor de 2 mil empresas en el primer semestre de 2025 atribuible al clima de inseguridad local; sin embargo, no existe aún una cifra nacional homologada sobre cierres empresariales exclusivamente por extorsión.  

Ese silencio la llamada la cifra negra agrava el golpe psicológico. No denunciar porque temes represalias o porque “las autoridades no harán suficiente” es una doble privación: económica y emocional. La persona queda aislada, sin redes de apoyo formales, normalizando el temor y enquistando el daño. A nivel comunitario, esa normalización mina la confianza social y la capacidad de resiliencia colectiva, además activa un mecanismo de defensa en el cerebro sobre todo porque como miembro de una comunidad el miedo se agrava pues ya no tienes libertad de acudir a lugares recreativos, esto se convierte en una viciosa cadena, que impacta también la economía, pues la extorción desmotiva la inversión, reduce fuentes de ingreso y atemoriza a la comunidad, es decir que el daño es sistémico. 

Frente a este panorama, la ley y las acciones policiales son necesarias pero insuficientes por sí solas. Es imprescindible integrar respuestas que atiendan la salud mental de las víctimas: protocolos de contención, orientación jurídica y fundamentalmente atención psicológica especializada.  

La terapia ayuda a procesar el trauma, recuperar la calma y volver a sentir que se tiene control sobre la propia vida. También permite desarrollar estrategias para manejar el miedo y evitar que este se vuelva permanente. Intervenciones breves, apoyo psicoeducativo y programas comunitarios de resiliencia pueden reducir la ansiedad, mejorar el sueño y favorecer decisiones más seguras, ya sea sobre denunciar o reestructurar la actividad económica. 

La extorsión ataca hogares y tejido económico, pero también hiere la confianza que sostiene la vida cotidiana. Por eso la política pública debe ir más allá de la cárcel para extorsionadores: debe contemplar la reparación integral del individuo y la comunidad, incluida la salud mental para que las personas y comunidades recuperen no sólo su patrimonio, sino su confianza. Si la ley ayer fortaleció la respuesta penal, hoy la prioridad es que la respuesta humana, psicológica y social. llegue al mismo ritmo. Buscar ayuda profesional no es solamente una medida individual: es un acto de reconstrucción colectiva. 

Te interesan los temas de desarrollo humano y bienestar intégrate a https://bit.ly/Kumaneko-SaludyBienestar es Gratis.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

Si deseas contactar al especialista o necesitas ayuda terapéutica puedes comunicarte vía Whats App.


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