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Este podría ser el impacto ecológico en la selva de Calakmul por el Tren Maya

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Ciudad de México.- Miguel Ángel Díaz avanza despacio, tratando de evitar que el crujido de sus pisadas sobre las hojas secas ahuyente lo que anda buscando. Se adentra en el tupido bosque de árboles de ramón y chicozapote hasta llegar a un pequeño pantano, donde un cartel advierte: “¡Cuidado con el cocodrilo!”. El guía pide que escuchemos el golpeteo incesante contra un tronco. “Es un pájaro carpintero”, susurra, apuntando con su láser la cresta roja del ave.

Miguel Ángel aprendió hace años a descifrar los sonidos de la selva de Calakmul, al sur de la península de Yucatán, y en pocos minutos reconoce el canto de un tucán, la cola azul de una chara yucateca y los relucientes ojos de un cocodrilo moreletii.

Aunque todavía es temporada alta, esta mañana le costó encontrar turistas a los que ofrecer sus servicios de guía para las ruinas mayas que se esconden en esta selva, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco. El año pasado apenas 50 mil personas la visitaron, pero Miguel Ángel sabe que pronto empezarán a venir muchas más.

A unos veinte kilómetros de allí, las máquinas retroexcavadoras se abren paso en la selva para construir las vías del Tren Maya, el proyecto de 20 mil millones de dólares impulsado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Los troncos de los árboles recién derribados para abrir la brecha de 40 metros de ancho se apilan a ambos lados de la estrecha carretera que lleva a las ruinas.

Ahora, los rugidos de los monos aulladores resuenan en lo alto de esas pirámides casi desiertas, desde las que sólo se ve un mar verde. El proyecto insignia del Gobierno de México busca llevar a este recóndito lugar hasta tres millones de turistas al año y espera que eso se traduzca en desarrollo económico para algunas de las zonas más empobrecidas del país.

“El tren va a traer más turistas, va a haber más empleo para nosotros los guías”, dice Miguel Ángel bajo la sombra de un árbol repleto de lianas. “Pero va a ser un fuerte golpe para la naturaleza”.

¿Por qué es importante la construcción del Tren Maya?
Fonatur, el ente público para el fomento del turismo encargado de la obra, asegura que el tren resolverá la falta de infraestructura de transporte en el sureste de México, que ha llevado “a que no todos los destinos turísticos de la zona se hayan desarrollado plenamente”. Además, el plan contempla construir complejos hoteleros y comercios alrededor de las 20 estaciones del tren, que también transportará mercancías, desde combustibles hasta productos de la creciente agroindustria de la región.

Pero los mil 500 kilómetros que recorrerá por la península de Yucatán pasarán por ecosistemas únicos, como los cenotes y ríos subterráneos de la Riviera Maya, lo que levantó el año pasado una oleada de críticas y demandas que incluso detuvo temporalmente las obras. Ahora el foco está puesto en el arranque de los trabajos en el tramo que cruza la reserva de Calakmul, que forma parte de la selva maya, la mayor extensión de bosque tropical de América después del Amazonas.

“No estoy en contra del tren, pero para un megaproyecto de este estilo normalmente pasan más de 10 años de planeación”, dice la primatóloga británica Kathy Slater, que lleva una década trabajando en la región con la organización Operación Wallacea. Esto, reprocha, es sin planificación, “es una locura, no están contemplando los impactos”.

El presidente ha reiterado que quiere ver el tren rodando a finales de este año, antes de que acabe su mandato, por lo que en 2021 decretó la obra como un asunto de “seguridad nacional” para acelerar los procesos de consulta y evaluación ambiental. La construcción de varios tramos pasó a manos del Ejército, como el que cruza Calakmul.

En Xpujil, la principal localidad de esa zona, los militares trabajan en las obras del tren a pesar de que un juez ordenó que se detuvieran. El magistrado aceptó en 2020 el amparo presentado por el Consejo Regional Indígena de Xpujil, que denunció que el proyecto no se consultó debidamente con la población.

“Solamente hablaron de los beneficios del megaproyecto, pero no de los impactos o de los perjuicios que va a tener”, dice Jesús León Zapata, uno de los demandantes. La oficina de derechos humanos de la ONU alertó en diciembre de que el decreto de “seguridad nacional” del proyecto estaba poniendo en peligro “los derechos de los pueblos originarios a la tierra y los recursos naturales”.

Pero el presidente ha argumentado en varias ocasiones que el decreto de “seguridad nacional” permite legalmente seguir adelante con las obras. Para Gustavo Alanís, director ejecutivo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental, el gobierno no está respetando el Estado de derecho. “No se han respetado las suspensiones del poder judicial. Es un tema grave”.

¿Cuáles son los beneficios a pequeña escala de la construcción del Tren Maya?
Mientras tanto, las obras han atravesado de punta a punta el terreno de Norma Rosado, en la comunidad de Nuevo Conhuas. Desde su casa de tablones de madera y techo de lámina dice que el tren les está beneficiando, porque además de pagarles 110 mil pesos (unos 5 mil 800 dólares), el gobierno les ha prometido mejorar los caminos y reparar un acueducto que viene desde Candelaria para llevar agua a sus casas. Eso es lo que más le importa: el agua. En el patio apila todo tipo de depósitos y cubetas, que llena a toda prisa con unas mangueras cuando llega el agua, una o dos veces a la semana, a veces solo por un par de horas.

“Nosotros hemos vivido marginados de parte del gobierno y ahí sentimos que es bastante lo que sea que nos apoyen”, dice Omar Hernández, el esposo de Norma. “Pero son beneficios en poca escala, porque nosotros somos campesinos y no tenemos los recursos para hacer hoteles. Esos los van a hacer los inversionistas”. Con suerte, piensa, le podrá vender a los turistas la miel orgánica que produce. El apiario en el que tenía sus abejas lo tuvo que mover a otro terreno por miedo a que la maquinaria las ahuyentara. Hernández, un hombre grande, se ve pequeño cuando camina por la brecha recién abierta en las tierras de su esposa.

Kathy Slater, la primatóloga de la Universidad de Liverpool, dice que organizaciones como la suya llevan años trabajando junto con las autoridades ambientales para que la gente local “deje de hacer ganadería y pase a la apicultura, que implica la preservación de la selva virgen”. Ahora teme que la llegada del megaproyecto a la selva socave esos esfuerzos.

Para el biólogo de la Universidad Autónoma de México Rodrigo Medellín, el ferrocarril simplemente no debe pasar por ahí. “Va a fragmentar a niveles irreversibles uno de los bastiones más importantes de biodiversidad a nivel nacional”, lamenta.

¿Cuál es la diversidad de la selva maya?
Con más de 350 especies de aves y cien de mamíferos, en la región de Calakmul se encuentra una de las poblaciones de jaguar más importantes de Mesoamérica, además de muchas otras especies en peligro de extinción, como el tapir, el puma o el pavo ocelado. “Yo he visto con mis ojos tropas de monos araña que vienen por el dosel de la selva y de repente llegan al tajo y no hay manera en que puedan cruzar”.

Fonatur, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo, ha propuesto construir 126 pasos de fauna a lo largo de este tramo, pero solamente seis de ellos son elevados, los únicos adecuados para mamíferos grandes como el jaguar, según Medellín.

La reserva de Balam-Kú, pegada a la de Calakmul, esconde además una joya poco conocida que toca particularmente de cerca al biólogo: no por nada le llaman el ‘batman’ mexicano. “Escucha el sonido de los miles de alas pasar a unos metros de ti. Es delicioso”, dice por mensaje después de coordinar la visita al Volcán de los Murciélagos.

La empinada caminata hasta la boca de la caverna no dura más de diez minutos y, a medida que se acerca, el olor a guano se hace más penetrante.

El zumbido primero es suave, como el de un avispero. De la apertura de la cueva, a cincuenta metros de profundidad, van saliendo miles de murciélagos formando un tornado que, al llegar a la superficie, cubre el cielo de un manto negro. Algunos pasan tan cerca que hay quien suelta un grito. A lo largo de las próximas dos horas, tres millones de murciélagos salen de su guarida en dirección a la selva en busca de alimento.

“Toda la agricultura de la parte sur de la península de Yucatán se ve beneficiada por estos murciélagos, porque destruyen 30 toneladas de insectos cada noche”, explica Medellín. Así, controlan las plagas de cultivos como el maíz, el chile o el frijol.

El trazo original del tren planteaba que las vías pasaran a 700 metros de la cueva de los murciélagos. Pero los planes han cambiado tantas veces que, a día de hoy, ni el biólogo ni el propio Arturo Balam Coyoc, el director de la reserva de Balam-Kú, tienen claro a qué distancia pasarán las vías.

“No tenemos ahorita un dato exacto de por dónde va a pasar. Sí está en proceso de construcción, pero esperemos que no afecte”, dice Balam Coyoc. Ante la solicitud de entrevista de The Associated Press, el responsable de comunicación de Fonatur, Fernando Vázquez, respondió que por ahora no está dando información sobre ese tramo. Y en las más de 2 mil100 páginas de la manifestación de impacto ambiental del tramo 7 del Tren Maya, esta cueva no se menciona ni una vez.

El estudio reconoce que la construcción del ferrocarril tendrá impactos “adversos severos” sobre especies protegidas y ocasionará “fragmentación del hábitat”, pero concluye que el proyecto es ambientalmente “viable” porque esos efectos podrán ser mitigados. Entre las medidas que propone está un programa de reforestación de 73 mil 8 hectáreas, un diez por ciento de las 730 mil 70 que tendrán que deforestar.

Parte de esas hectáreas de selva que se perderán están ubicadas en el ejido Valentín Gómez Farías. Allí, los habitantes crearon hace nueve años un proyecto ecoturístico a orillas de una laguna, en el que reciben a turistas en las tiendas de campaña que instalaron bajo unas amplias palapas. José Antonio Guzmán Hernández, el encargado del lugar, cuenta que el proyecto incluye paseos en kayak por la laguna, senderismo por las más de 900 hectáreas de conservación del ejido y un proyecto de monitoreo de fauna con cámaras trampa. Con la llegada del Tren Maya y los complejos hoteleros y turísticos que se esperan con él, José Antonio teme que Calakmul se convierta en algo más parecido a Cancún o Tulum.

“Siempre estuvimos cuidando para que eso no pasara”, dice. “Pero con todo eso ya sentimos que va a ser como una bomba, va a explotar”.

Fuente El Financiero

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Tabasco al Borde del Abismo: La Guerra Silenciosa entre el CJNG y La Barredora Siembra Terror y Desafía la Estabilidad Estatal

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La primera luz del alba apenas comenzaba a pintar el horizonte tabasqueño cuando el hallazgo macabro irrumpió en la relativa calma, tiñendo la jornada de un presagio sombrío y familiar. En la periferia polvorienta de Villahermosa, una ciudad que paradójicamente ostenta el deshonroso título de la más insegura del país según las recientes encuestas del INEGI, un cuerpo decapitado yacía como un despojo, abandonado a la vera del camino. Junto a él, un narcomensaje, un trozo de cartulina con letras amenazantes, helaba la sangre incluso antes de ser leído por los peritos de la fiscalía. Este no es un incidente aislado, sino un eslabón más en la cadena de terror que estrangula al estado, una consecuencia directa de la brutal guerra territorial entre el omnipresente Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y la organización local, La Barredora, cuya sed de sangre no es menor.

La noticia, cruda y escalofriante, se propagó rápidamente a través de los grupos de WhatsApp y las transmisiones de radio locales, sembrando una profunda sensación de vulnerabilidad entre los habitantes de Tabasco. La brutalidad del acto, la decapitación como una firma macabra que evoca los peores momentos de la lucha contra el narcotráfico en México, resonó con fuerza en una región históricamente marcada por la violencia. Aunque las autoridades han optado por un silencio cauteloso, la confirmación tácita a través de fuentes extraoficiales fue suficiente para que el miedo se arraigara nuevamente en los hogares tabasqueños, donde las puertas se cierran con doble llave al caer la noche.

El narcomensaje encontrado junto al cuerpo, cuyos detalles específicos se mantienen bajo reserva para no entorpecer las investigaciones en curso, se presume que contenía amenazas directas y advertencias explícitas dirigidas a La Barredora. Este tipo de comunicación, directa y sin adornos, es una táctica común en la guerra entre cárteles, utilizada para intimidar al rival, marcar territorio con sangre y enviar un mensaje escalofriante a la sociedad: el control se disputa a balazos y cuchilladas, y la vida de cualquiera puede ser moneda de cambio. La mera existencia del mensaje tensa aún más el ambiente, sugiriendo que la confrontación, lejos de amainar, se recrudece con cada amanecer.

La escalada de violencia en Tabasco no es un fenómeno reciente, sino la dolorosa culminación de una lenta pero constante descomposición del tejido social y de la evidente incapacidad del Estado para garantizar la seguridad de sus ciudadanos. En los últimos meses, el estado ha sido testigo de un aumento alarmante en los enfrentamientos armados, tanto en las colonias populares de las ciudades como en las comunidades rurales olvidadas. Secuestros exprés que dejan familias rotas, extorsiones que asfixian a los pequeños negocios, el robo descarado de hidrocarburos que alimenta las arcas del crimen y las ejecuciones sumarias que engrosan las estadísticas de muertes violentas se han convertido en una preocupante rutina, alterando la vida cotidiana y sembrando el terror en cada esquina. La presencia de hombres fuertemente armados, moviéndose en camionetas blindadas y portando un arsenal que a menudo supera al de las fuerzas del orden locales, es una imagen cada vez más común en las carreteras y los caminos vecinales de Tabasco.

La disputa entre el CJNG y La Barredora responde a una lógica territorial y económica despiadada. El control de las rutas de trasiego de drogas que atraviesan el estado, el lucrativo negocio del “huachicol” que sangra los ductos de Pemex, y la extorsión sistemática a comerciantes, empresarios e incluso pequeños vendedores ambulantes son los principales combustibles de esta sangrienta confrontación. El CJNG, con su vasta infraestructura y su poderío económico a nivel nacional, busca imponer su ley en Tabasco, un estado estratégico por su ubicación y sus conexiones logísticas. Por su parte, La Barredora, un grupo local con un conocimiento profundo del terreno y arraigo en algunas comunidades, se resiste a ceder su control, luchando con una ferocidad desesperada por mantener su cuota de poder e influencia.

La respuesta de las autoridades estatales y federales ante esta creciente ola de violencia ha sido recibida con escepticismo y frustración por gran parte de la población. Si bien se han implementado operativos conjuntos, con el despliegue de elementos de la Guardia Nacional, el Ejército y la policía estatal, la percepción generalizada es que las fuerzas de seguridad se ven superadas por la capacidad de fuego y la sofisticación de los grupos criminales. La falta de una estrategia integral y a largo plazo, así como las persistentes denuncias de corrupción en algunos niveles de gobierno, son señaladas como obstáculos que impiden una respuesta efectiva y contundente.

La situación de inseguridad tiene un impacto devastador en todos los aspectos de la vida en Tabasco. El sector empresarial local se ve paralizado por las extorsiones y la incertidumbre, lo que frena la inversión y la creación de empleos formales. La vida cotidiana de los ciudadanos se ve cada vez más restringida por el miedo a salir de casa, a transitar por ciertas zonas consideradas peligrosas o a realizar actividades que antes eran parte de la normalidad. La confianza en las instituciones se desmorona, y la sensación de indefensión se extiende como una sombra sobre la población. La reciente designación de Villahermosa como la ciudad más insegura del país no es una simple estadística; es el reflejo palpable del miedo y la angustia que viven sus habitantes día a día.

Ante la aparente ineficacia de las medidas gubernamentales, la sociedad civil organizada comienza a movilizarse con mayor determinación. Colectivos de víctimas que buscan justicia, organizaciones no gubernamentales que trabajan en la defensa de los derechos humanos y ciudadanos preocupados que exigen un cambio han convocado a marchas silenciosas, foros de discusión y campañas de concientización para visibilizar la magnitud del problema y presionar a las autoridades para que actúen con firmeza y transparencia. La demanda unánime es por un Tabasco donde la paz no sea una utopía y donde el Estado de Derecho deje de ser una promesa incumplida.

El gobierno estatal, liderado por el Gobernador Carlos Manuel Merino Campos, ha emitido comunicados oficiales condenando enérgicamente los actos de violencia y reiterando su compromiso de trabajar en coordinación con las fuerzas federales para restablecer el orden. Sin embargo, estas declaraciones contrastan con la cruda realidad que viven los tabasqueños, quienes exigen resultados tangibles y una estrategia clara para frenar la espiral de violencia. La magnitud del desafío requiere una acción que vaya más allá de los operativos reactivos y que aborde las causas profundas de la violencia, incluyendo la desigualdad social, la falta de oportunidades para los jóvenes y la impunidad que protege a los criminales.

La crisis de seguridad en Tabasco no es un problema aislado, sino un síntoma alarmante de la compleja y multifacética lucha contra el crimen organizado que enfrenta México en varias regiones del país. Sin embargo, la particular dinámica entre el CJNG y La Barredora, con sus propias reglas no escritas y códigos de confrontación, exige un análisis detallado y soluciones adaptadas a la realidad local. La inteligencia policial efectiva, la desarticulación de las redes financieras que sostienen a estos grupos, el fortalecimiento de las instituciones de justicia para romper el ciclo de impunidad y la implementación de programas de prevención del delito con un enfoque social son elementos cruciales para intentar revertir la tendencia actual.

Mientras la violencia continúa cobrando vidas y sembrando terror en cada rincón del estado, los habitantes de Tabasco viven en una angustiosa incertidumbre. El hallazgo del cuerpo decapitado en el amanecer y el ominoso narcomensaje son un sombrío recordatorio de la urgencia de una respuesta efectiva y coordinada por parte de las autoridades. La nación observa con creciente preocupación el desarrollo de los acontecimientos en Tabasco, esperando que se implementen medidas concretas que logren frenar esta escalada de violencia y devolver la esperanza a una sociedad que clama por paz y justicia. El futuro del estado pende de un hilo, y la capacidad del Estado mexicano para hacer frente a este desafío definirá no solo el destino de Tabasco, sino también la credibilidad de sus instituciones en la lucha contra la sombra ensangrentada del crimen organizado.

Fuente: medios locales Tabasco

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Doble Golpe a Tabasco: Fugas Gemelas en Ducto de Pemex Desatan Crisis Ambiental y Polémica en Torno a Dos Bocas

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Una densa capa de crudo ha transformado la paradisíaca costa de Tabasco en un escenario de desolación, luego de que Petróleos Mexicanos (Pemex) confirmara la pesadilla que los habitantes de la región temían: dos fugas simultáneas en un ducto vital, ubicado en las proximidades de la emblemática, y a menudo controversial, refinería de Dos Bocas. La magnitud del desastre se ha revelado con la admisión de que aproximadamente 300 barriles de hidrocarburo han sido vertidos al Golfo de México, extendiéndose a lo largo de varios kilómetros de litoral y sembrando la alarma entre comunidades pesqueras y ambientalistas.

Desde las primeras horas del día, reportes de pescadores y pobladores alertaban sobre manchas oscuras y un fuerte olor a petróleo que invadía el ambiente. Imágenes impactantes, difundidas a través de redes sociales, mostraban la cruda realidad: aves cubiertas de un espeso manto negro luchando por sobrevivir, tortugas marinas intentando desesperadamente escapar de la contaminación y la arena, antes un lienzo dorado, ahora impregnada de un pegajoso residuo oscuro. La biodiversidad local, rica y vulnerable, se enfrenta a una amenaza sin precedentes.

La confirmación oficial, aunque tardía para muchos, llegó de la mano de la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, quien aseguró que Pemex ya se encuentra desplegando esfuerzos para contener y remediar la situación. Sin embargo, esta declaración no ha logrado disipar la creciente indignación y la desconfianza que se han instalado en la región. La lentitud en la respuesta inicial, sumada a la opacidad en la información sobre las causas exactas de las fugas y la extensión real del daño, han exacerbado la sensación de abandono y la exigencia de rendición de cuentas.

“Es una catástrofe, una verdadera tragedia para nuestras familias”, lamentaba entre lágrimas Don Manuel, un pescador con más de 40 años faenando en las ahora contaminadas aguas. “Nuestras redes están llenas de petróleo, los peces están muriendo. ¿De qué vamos a vivir ahora?”. Su testimonio es solo uno de los muchos que reflejan la angustia de una comunidad cuya subsistencia depende directamente de la salud del ecosistema marino.

Las preguntas sobre las causas de estas fugas gemelas resuenan con fuerza a nivel nacional. ¿Se trató de un accidente fortuito, de un acto de sabotaje, de una negligencia en el mantenimiento de la infraestructura o, quizás, de un sombrío presagio de los desafíos operativos que podría enfrentar la tan publicitada refinería de Dos Bocas? La falta de respuestas claras por parte de Pemex alimenta la especulación y la exigencia de una investigación transparente y exhaustiva.

Mientras brigadas de trabajadores luchan contra el tiempo para contener la expansión de la “marea negra”, utilizando barreras de contención y equipos de limpieza, el daño ecológico ya es significativo. Expertos en medio ambiente advierten sobre las consecuencias a largo plazo para los manglares, los arrecifes de coral y las diversas especies marinas que habitan la zona. La recuperación del ecosistema podría llevar años, e incluso décadas, con un impacto económico devastador para las comunidades locales.

Organizaciones de la sociedad civil y grupos ambientalistas han alzado la voz, condenando enérgicamente la negligencia de Pemex y anunciando la presentación de acciones legales para exigir justicia y reparación del daño. Recuerdan los amargos precedentes de otros derrames en la región, donde la impunidad y la falta de remediación efectiva han dejado cicatrices imborrables en el medio ambiente y en la vida de las personas.

Este incidente se erige como un desafío temprano y de gran magnitud para el nuevo gobierno que se avecina. La gestión de esta crisis pondrá a prueba su compromiso con la protección ambiental, la transparencia en la información y la capacidad de hacer rendir cuentas a una empresa estatal históricamente marcada por incidentes de este tipo. La mirada de la nación y de la comunidad internacional se posa ahora sobre Tabasco, esperando no solo medidas paliativas, sino una estrategia integral y efectiva para prevenir futuros desastres y garantizar la justicia ambiental para las comunidades afectadas. La doble fuga en Dos Bocas ha desatado una crisis que va más allá de la contaminación, abriendo un debate crucial sobre el futuro de la industria petrolera en México y su relación con el medio ambiente y las comunidades locales.

Fuente: 5to Poder Agencia de Noticias

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