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Presentan el Plan Maestro de Turismo Sustentable 2030 para Quintana Roo
CANCÚN, 17 DE DICIEMBRE. – El Plan Maestro de Turismo Sustentable, es la definición del camino a seguir para un destino turístico. Después de que Cancún tuvo su Plan Maestro hace 50 años, ningún otro destino lo ha tenido, y mucho menos a largo plazo, por esta razón ahora Quintana Roo es el primer estado que cuenta con un Plan Maestro a futuro para el 2030, entre todos los sectores, público, privado, académico y social, nos ponemos de acuerdo sobre la visión que tenemos del Turismo y cómo vamos a cumplirla a partir de hoy de manera que podrá cambiar la administración, ya sea federal o estatal, y todos los quintanarroenses tendremos la certeza de saber hacía donde va el turismo. Quedará estipulado en un conjunto de pasos que determina como llegar al 2030, alineado 100% a los objetivos de Desarrollo Sostenible. Señaló la Secretaria de turismo, Marisol Vanegas Pérez.
En el 2015 la Organización de las Naciones Unidas dio a conocer la nueva agenda de desarrollo global, a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): 17 objetivos con 169 metas de carácter integrado e indivisible que abarcan las esferas económica, social y ambiental, que tienen un plazo de cumplimiento al año 2030.
Los objetivos son los siguientes: Fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminable, trabajo decente y crecimiento económico, industria, innovación e infraestructura, reducción de las desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables, acción por el clima, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres, paz, justicia e instituciones sólidas y por último alianzas para logras los objetivos.
El Plan Maestro de Turismo Sustentable de Quintana Roo 2030, es un propuesta para consolidar un futuro próspero y toma como base esta Agenda, se convierte en el primer instrumento de turismo en México que integra los ODS en su diagnóstico, planeación e implementación, asegurando no solo alinearse con los compromisos globales sino también generando un modelo con beneficios mejor distribuidos, más equitativos y accesibles, sostenibles y donde no se quede nadie atrás.
Quintana Roo es líder en turismo en México; solo en 2018 recibió 14.3 millones de turistas y 5.5 millones de cruceristas, posicionándose como el estado más turístico del país; pero es importante tomar en cuenta que al ser un destino tan visitado, también es un destino que presenta brechas de desigualdad y un impacto que ha ido en aumento, tanto en los ecosistemas como en el patrimonio cultural tangible e intangible, por esto se debe actuar lo más pronto posible, para cambiar a modelos de turismo que tengan mayores beneficios, logrando iniciativas transformadoras para la conservación y restauración de los ecosistemas, y crecimiento ordenado y diferenciado.
Para poder lograr un estado competitivo y sostenible, se debe evaluar y planear a futuro el turismo de Quintana Roo, generado un nuevo modelo de turismo competitivo y sostenible basado en seis ejes generales y uno transversal:
Asegurar que la institución rectora del turismo cuente con la capacidad de concurrencia, los instrumentos de política pública y los modelos de gobernanza para impulsar el turismo sostenible.
Asegurar un crecimiento sostenido del turismo, mejorar la infraestructura de apoyo y generar productos y servicios sostenibles.
Trabajar en la gestión del territorio, considerar el cambio climático en la toma de decisiones y coordinar esfuerzos para el ordenamiento y el fortalecimiento de Áreas Naturales Protegidas.
Equilibrar el peso de la inversión en turismo, en especial en la zona centro y sur de la entidad, reducir las externalidades de la inversión con criterios de sostenibilidad y asegurar una visión de ciudad.
Promover la innovación y sostenibilidad en el sector privado, generando información y apostando por la diversificación.
Asegurar el desarrollo social, mejorar las condiciones de empleo, hacer un turismo más accesible y promover el desarrollo comunitario.
Estos principios no serán posibles sin un proceso continuo de fortalecimiento de capacidades, a través de cursos, intercambio de experiencias, foros especializados, planeación conjunta y compromiso de los actores de buscar juntos un futuro próspero.
Se trabaja en una visión colectiva, ya que la construcción de futuro no es un proceso unilateral sino que requiere el esfuerzo y compromiso de todos.
EN LA OPINIÓN DE:
Cuando el estrés se vuelve hogar
En una mente estresada por años, el silencio se vuelve territorios peligrosos ocultando el verdadero mal
Conciencia Saludablemente
Por. Psicol. Alex Barrera
Hubo un tiempo en el que el estrés era una señal de alarma: algo no estaba bien y el cuerpo pedía pausa. Hoy, para muchas personas, el estrés dejó de ser un estado pasajero y se convirtió en una forma de vida. Muchas personas sin darse cuenta aprendieron a vivir aceleradas, hiperconectadas y con la sensación constante de que, si no estamos ocupados o tensos, estamos fallando en algo. El problema no es solo vivir con estrés, sino volverse incapaz de vivir sin él.
Durante años hemos aprendido a vivir con el estrés como si fuera una condición natural de la adultez. “Así es la vida”, decimos, mientras normalizamos el cansancio crónico, la ansiedad constante y la sensación de que, si no estamos ocupados, algo anda mal. Poco a poco, sin darnos cuenta, dejamos de preguntarnos si el estrés es inevitable y comenzamos a organizarnos alrededor de él. El problema no es sólo que vivamos estresados, sino que a de que sabemos que existe, no sabemos ni como reconocerlo, es decir, sabemos que existe el estrés, pero no sabemos cómo se siente el estrés, y mucho menos como detenerlo, aunque suene duro muchos hemos desarrollado una incapacidad real para vivir sin estrés.
Y es que cuando el estrés se normaliza, el silencio incomoda. Los espacios de calma generan culpa y la tranquilidad se interpreta como pérdida de tiempo incluso hay quien al intentar detenerlo se encuentra con la respuesta automática del cerebro una rotunda negativa, como si el propio cuerpo se negara a abandonar ese estado. Y lo grave es que aunque el cerebro lo haya normalizado, el generar estrés mantiene los mecanismos del naturales del cuerpo provocando daños clínicos en la salud de las personas.
No hablo del estrés como respuesta adaptativa —ese mecanismo biológico que nos permite reaccionar ante una amenaza real—, sino de un estado permanente de activación que se vuelve identidad. Hay personas que no saben qué hacer cuando no hay pendientes, conflictos o urgencias. El silencio les incomoda. El descanso les genera culpa. La calma se percibe como improductiva, sospechosa, incluso peligrosa. En ese punto, el estrés deja de ser una reacción y se convierte en una forma de vida.
Desde la psicología sabemos que el cuerpo no distingue entre una amenaza real y una simbólica. El sistema nervioso responde igual a un león que a un correo electrónico. Cuando vivimos en estado de alerta constante, el organismo se adapta a esa intensidad. El cortisol y la adrenalina se mantienen elevados y, con el tiempo, el cuerpo aprende a funcionar así. Entonces ocurre algo paradójico: la calma empieza a sentirse extraña, y el estrés se vuelve familiar. Incluso necesario.
Esto explica por qué algunas personas, al tener un fin de semana libre, se enferman, se angustian o buscan inconscientemente un conflicto. No es mala suerte: es un sistema nervioso que no sabe bajar la guardia. La mente, acostumbrada al ruido, interpreta la quietud como vacío. Y el vacío, para muchos, resulta insoportable.
La cultura contemporánea ha hecho del estrés una medalla de honor. Estar ocupados es sinónimo de éxito. Dormir poco es señal de compromiso. Decir “no tengo tiempo” nos valida socialmente. Hemos romantizado el agotamiento al punto de sospechar de quien vive con calma. ¿Qué estará haciendo mal? ¿Por qué no corre como los demás? Así, el estrés deja de ser un problema y se vuelve un valor cultural.
Pero el cuerpo no negocia con las narrativas sociales. El estrés sostenido tiene consecuencias claras: trastornos del sueño, problemas digestivos, enfermedades cardiovasculares, irritabilidad, dificultades de concentración, distanciamiento social, ansiedad y depresión. Lo más grave es que muchas de estas señales se ignoran porque se consideran “normales”. Vivir cansados se vuelve la norma. Sentirse mal, el precio a pagar.
Hay otro aspecto menos visible pero igual de dañino: el estrés constante empobrece la vida emocional. Cuando estamos siempre en modo supervivencia, no hay espacio para el placer, la creatividad ni la introspección. Todo se vuelve funcional. Incluso las relaciones. Escuchamos a medias, convivimos con prisa, respondemos desde la reactividad. Vivir así no sólo desgasta el cuerpo; también nos desconecta de nosotros mismos.
Con frecuencia escucho frases como: “Si me relajo, pierdo el control”, “Si descanso, me atraso”, “Si bajo el ritmo, todo se desmorona”” Hay que seguir” y la más atros “Puedo con eso y más”, todas ellas de personas que puedo ver están a punto de desmoronarse. Detrás de ellas hay una creencia profunda: la idea de que sólo somos valiosos cuando estamos produciendo o resolviendo problemas. El estrés, entonces, se convierte en una forma de sostener la autoestima. Mientras estoy ocupado, existo. Cuando paro, me enfrento al vacío de no saber quién soy sin la urgencia.
En ese sentido, la incapacidad de vivir sin estrés no es sólo fisiológica; es también psicológica. El estrés funciona como anestesia. Mantiene la mente ocupada y evita preguntas incómodas: ¿estoy donde quiero estar?, ¿esto me hace sentido?, ¿qué estoy evitando sentir? Cuando bajamos el ritmo, esas preguntas aparecen. Y no siempre estamos preparados para escucharlas.
La ironía es que muchas personas buscan “manejar mejor el estrés” sin cuestionar por qué viven en un estado que lo genera de manera permanente han olvidado siquiera como se sentían, y casi puedo asegurar que ya ni siquiera lo distinguen. Hacemos yoga, meditamos cinco minutos, tomamos suplementos… pero regresamos a la misma lógica de exigencia. No se trata de eliminar el estrés —eso sería imposible—, sino de dejar de necesitarlo para sentirnos vivos.
Incluso el cerebro puede interpretar como amenazantes los ejercicios orientados a la calma y la relajación cuando ha pasado demasiado tiempo funcionando en modo de alerta. Desde la neurociencia sabemos que el sistema nervioso se adapta a los estados que se repiten con mayor frecuencia; si una persona vive bajo estrés crónico, su cerebro aprende que la activación constante es sinónimo de seguridad.
En ese contexto, prácticas como la respiración profunda, la meditación o el silencio corporal pueden generar incomodidad, ansiedad o inquietud, porque implican “bajar la guardia”. Al disminuir la estimulación externa, emergen sensaciones internas, emociones reprimidas o pensamientos evitados, lo que el cerebro interpreta como pérdida de control.
La amígdala, encargada de detectar amenazas, puede activarse ante esta quietud desconocida, enviando señales de alarma que se manifiestan como nerviosismo, tensión muscular o necesidad urgente de interrumpir el ejercicio. No es que la calma sea peligrosa, sino que resulta extraña para un sistema acostumbrado a sobrevivir desde la urgencia. Por ello, aprender a relajarse no siempre es placentero al inicio; es un proceso de reaprendizaje en el que el cerebro necesita tiempo y acompañamiento para reconocer que el descanso también es un estado seguro.
Aprender a vivir sin estrés no significa abandonar responsabilidades ni aspiraciones. Significa recuperar la capacidad de alternar entre acción y reposo reconociendo conscientemente cual es cual. Dejar que el sistema nervioso recuerde que la calma también es segura. Que no todo es amenaza. Que no todo es urgente. Que el descanso no es un premio, sino una necesidad biológica y emocional y de usar herramientas que me permitan disminuir el estrés en momentos precisos de la vida.
Este reaprendizaje no es sencillo. Para alguien acostumbrado a la hiperactividad, el descanso puede generar ansiedad, irritabilidad o incluso tristeza. Es como quitarle una muleta al cuerpo: al principio duele. Por eso, muchas personas fracasan en sus intentos de bajar el ritmo y concluyen que “no pueden”. No es que no puedan; es que están deshabituándose de un estado que se volvió adictivo.
Aquí es donde la terapia psicológica cobra un papel fundamental. No sólo para enseñar técnicas de relajación, sino para explorar qué función cumple el estrés en la vida de la persona. ¿Qué evita? ¿Qué sostiene? ¿Qué identidad refuerza? Acompañar este proceso permite construir una relación más sana con el tiempo, el cuerpo y las emociones.
Vivir sin estrés constante no es una utopía, pero sí un acto contracultural. Implica cuestionar mandatos, tolerar la incomodidad del silencio y redefinir el valor personal más allá del rendimiento. Implica, en muchos casos, aceptar que hemos estado sobreviviendo cuando podríamos estar viviendo.
Tal vez la pregunta no sea cómo eliminar el estrés, sino algo más incómodo y honesto: ¿qué parte de mí no sabe existir sin él? Mientras no nos atrevamos a responderla, seguiremos corriendo, no porque sea necesario, sino porque detenernos nos confronta con una calma que aún no sabemos habitar.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial de manera privada.
Si le interesa el tema puede profundizar en los siguientes textos:
American Psychological Association. (2020). Stress effects on the body.
https://www.apa.org/topics/stress/body
Describe cómo el estrés crónico mantiene al sistema nervioso en estado de alerta y dificulta la activación de respuestas de relajación.
Porges, S. W. (2011). The polyvagal theory: Neurophysiological foundations of emotions, attachment, communication, and self-regulation. W. W. Norton & Company.
https://wwnorton.com/books/9780393707007
Explica cómo el sistema nervioso autónomo puede interpretar estados de calma como inseguros cuando el organismo está habituado a la hiperactivación.
Van der Kolk, B. (2014). The body keeps the score: Brain, mind, and body in the healing of trauma. Viking.
https://www.penguinrandomhouse.com/books/215391/the-body-keeps-the-score-by-bessel-van-der-kolk-md/
Aborda cómo personas con estrés prolongado o trauma pueden experimentar ansiedad al intentar relajarse o meditar.
Thayer, J. F., & Lane, R. D. (2000). A model of neurovisceral integration in emotion regulation and dysregulation. Journal of Affective Disorders, 61(3), 201–216.
https://doi.org/10.1016/S0165-0327(00)00338-4
Expone cómo la regulación emocional deficiente hace que el sistema nervioso perciba la calma como una pérdida de control.
Treleaven, D. A. (2018). Trauma-sensitive mindfulness: Practices for safe and transformative healing. W. W. Norton & Company.
https://wwnorton.com/books/9780393709780
Analiza por qué prácticas de mindfulness pueden activar ansiedad en personas con sistemas nerviosos hipervigilantes.
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Chetumal
QUINTANA ROO ENTRE NIEBLAS MATUTINAS Y CIELOS NUBLADOS: EL CLIMA HOY 17 DE DICIEMBRE DE 2025
Chetumal, Quintana Roo. Este miércoles 17 de diciembre, el estado de Quintana Roo amaneció bajo la influencia de humedad proveniente del mar Caribe, generando nieblas en zonas costeras y lluvias aisladas en distintos municipios. El ambiente se mantendrá templado por la mañana y cálido durante la tarde, con ráfagas de viento moderadas y una sensación térmica elevada que supera la temperatura real en varios puntos.
MUNICIPIOS Y CONDICIONES
- Cancún: Temperatura máxima 29°C, sensación térmica 31°C
- Playa del Carmen: Temperatura 28°C, sensación térmica 30°C
- Chetumal: Temperatura 27°C, sensación térmica 29°C
- Felipe Carrillo Puerto: Temperatura 26°C, sensación térmica 28°C
- Cozumel: Temperatura 27°C, sensación térmica 30°C
- Isla Mujeres: Temperatura 28°C, sensación térmica 30°C
- Tulum: Temperatura 29°C, sensación térmica 31°C
- José María Morelos: Temperatura 25°C, sensación térmica 27°C
- Bacalar: Temperatura 26°C, sensación térmica 28°C
- Mañana: Fresca, con bancos de niebla en Cancún y zonas rurales.
- Tarde: Cálida, con cielos parcialmente nublados y baja probabilidad de lluvias intensas.
- Noche: Descenso moderado de temperatura, humedad elevada y ambiente estable.
El estado de Quintana Roo vivirá una jornada sin riesgos meteorológicos mayores, marcada por alta humedad, sensación térmica superior y lluvias intermitentes. Un día ideal para actividades al aire libre con precauciones básicas: mantenerse hidratado, usar protector solar y estar atentos a posibles chubascos en la tarde.
Fuente: 5to Poder Agencia de Noticias
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