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Entre pleitos y polémica, este sábado Trump cumple un año al frente de EU

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CIUDAD DE MÉXICO, 19 DE ENERO.- Este sábado, 20 de enero, se cumple un año de gobierno de Donald Trump como mandatario de Estados Unidos.

La victoria del magnate republicano, que periodistas y especialistas políticos califican de colérico, egocéntrico, poco apto para gobernar y machista, no fue parte de un reality show.

Desde la Casa Blanca, o de alguna de sus propiedades, el mandatario ha atacado a la prensa, a su excontrincante electoral Hillary Clinton, a las políticas de su antecesor Barack Obama, a los migrantes, a los países africanos y latinoamericanos, hasta a Corea del Norte.

Trump ha gobernado a “golpe de tuits”, con insultos y sin diplomacia, conforme a varios analistas.

Por ello, les mostramos algunas de sus ofensas “preferidas” en Twitter.

Cabe señalar que el diario The New York Times lleva un registro de las personas, lugares, acciones o cosas a las que el republicano ha insultado en la red social.

Asimismo, las palabras de carácter negativo o despectivo que el magnate ha compartido desde que anunció formalmente su candidatura a la presidencia, en junio de 2015 hasta el 3 de enero de este año.

Los términos más usados son: crooked (indecente) contabilizado 255 veces y usado, en su mayoría, para referirse a Hillary Clinton.

Bad (malo) fue utilizado en 141 ocasiones para aludir al sistema, los juicios, las políticas y claro, a su exrival demócrata.

Dishonest (deshonesto) apareció 107 veces en sus tuits para mencionar situaciones con medios de comunicación, políticos, jueces y, obviamente, Clinton.

Failing (fallido) fue parte de sus comentarios en la red en 102 ocasiones para hablar de los demócratas, medios de comunicación o la política sanitaria de Obama.

Dumb (tonto) aparece 47 veces; corrupt (corrupto) 25; loser (perdedor) 21; goofy (bobo) 19 y fool (loco) 17.

Mientras que otros de sus vocablos predilectos son disaster (desastre) e ilegal (ilegal), las cuales tuiteó en 47 y 28 ocasiones, respectivamente.

Sus tres personas en la mira, a las cuales ha gustado insultar, mencionar, culpar o criticar son: Hillary Clinton, Barack Obama y el líder norcoreano, Kim Jong-un.

 

Aprobación por los suelos

Y gracias a lo anterior, podemos entender la razón por la cual Trump concluye su primer año presidencial con los índices de aprobación más bajos jamás registrados en los primeros 365 días en la Casa Blanca.

El presidente más impopular después del primer año, hasta ahora, había sido Bill Clinton, cuyo promedio fue diez puntos más alto, del 49 por ciento.

Así lo indicó la encuestadora Gallup, según la cual Trump registró una aprobación promedio del 39 por ciento, y 57 por ciento dice que desaprueba la gestión.

Recientes consultas indican que los estadunidenses lo consideran una figura que genera divisiones e incluso cuestionan sus aptitudes para gobernar.

La ciudadanía generalmente le da al nuevo presidente el beneficio de la duda, pero en el arranque de su mandato, los índices de aprobación no pasaron del 45 por ciento.

Lo anterior refleja que el magnate ha estado por debajo de los 40 puntos porcentuales más tiempo que ningún otro mandatario en su primer año.

Todavía hay esperanza, ya que la marca semanal más baja de Trump que registró Gallup fue del 35 por ciento.

Otros jefes de Estado tuvieron registros inferiores: Truman, Richard Nixon y Jimmy Carter alguna vez estuvieron por debajo del 30 por ciento.

Al respecto, una encuesta realizada por la Universidad Quinnipiac, publicada la semana pasada, revela que 63 por ciento de los encuestados cree que no es honesto; 59 por ciento que no tiene buenas habilidades de liderazgo y que no le importan los estadunidenses promedio.

Economía, uno de sus puntos fuertes

Ya si le buscamos puntos a favor, tiene uno.

De acuerdo con el Departamento de Trabajo de Estados Unidos la tasa de desempleo cerró diciembre de 2017 estable en un 4.1 por ciento, el nivel más bajo desde 2001.

La economía estadunidense está en su mes consecutivo número 87 de crecimiento constante, lo que marca un noveno año de recuperación, luego de la gran crisis económica que se desató en 2007-2008.

Incluso en la encuesta de Quinnipiac los participantes dijeron estar más proclives a señalar que Trump está ayudando a la economía: 37 por ciento opinó que lo hace, mientras que 29 dijo que no.

Pero, al margen de la economía, hay pocos temas en los que se resalte el trabajo del magnate.

El plan de salud ha sido un sector en el que se ha mantenido bajo continuamente.

La agencia Associated Press publicó que siete de 10 personas desaprobaron su manejo en esa área en una consulta realizada en diciembre junto a NORC.

Otra consulta de AP-NORC, llevada a cabo a fines del 2017, indicó que apenas 23 por ciento de la población considera que cumplió con las promesas que hizo en su campaña presidencial; 30 por ciento estima que intentó cumplirlas y no pudo y 45 por ciento que ni lo había intentado.

Más de la mitad opinaron que el país está actualmente peor que cuando Trump asumió.

 

¿Pacifista?

Y si pensamos en sus capacidades diplomáticas, las podemos resumir con este tuit:

Kim Jong-un dijo que el botón nuclear está en su escritorio todo el tiempo. ¿Podría alguien de su hambriento y mermado régimen decirle que yo también tengo un botón, pero que el mío es mucho más grande y más poderoso que el suyo, y que funciona?”.

En septiembre pasado, durante su estreno ante la Asamblea General de la ONU, Trump amenazó a Norcorea con la “destrucción total” si ponía en riesgo la seguridad estadunidense y remató llamando “hombre cohete” a Kim Jong-un, tras lo cual hubo respuestas y amenazas.

El cruce de insultos se repitió en noviembre, cuando en la recta final de su gira asiática, el magnate llamó “gordo y bajo” al Líder Supremo después de que los medios norcoreanos se expresaran del presidente norteamericano como un “viejo lunático”.

Desde entonces, como si fuera un pleito de estudiantes, o por lo menos a los ojos de los expertos, ambos chocan sin pensar que son los hombres que tienen en sus manos el mayor pulso nuclear del mundo.

Fuente Excélsior

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Internacional

Desmienten reunión de Elon Musk en el Pentágono para plantear estrategia contra china

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El Pentágono tenía previsto informar a Elon Musk el viernes sobre el plan del ejército estadounidense para cualquier guerra que pudiera iniciar con China, según dijeron el jueves dos funcionarios estadounidenses.

Otro funcionario había dicho que la reunión se centraría en China, sin dar más pormenores. Un cuarto funcionario confirmó que Musk estaría en el Pentágono el viernes, pero no dio detalles.

Horas después de que The New York Times publicara la noticia de la reunión prevista, funcionarios del Pentágono y el presidente Donald Trump negaron que la sesión tratara de planes militares que implicaran a China. “Ni siquiera se mencionará ni se hablará de China”, dijo Trump en una publicación en las redes sociales publicada por la noche.

Proporcionar a Musk acceso a algunos de los secretos militares más celosamente guardados de la nación supondría una ampliación dramática de su ya extenso papel como asesor de Trump y líder de su esfuerzo por recortar el gasto y purgar el gobierno de personas y políticas a las que se opone.

También resaltaría las preguntas sobre los conflictos de intereses de Musk, quien recorre la burocracia federal sin dejar de dirigir empresas que son contratistas importantes del gobierno. En este caso, Musk, el director ejecutivo multimillonario tanto de SpaceX como de Tesla, es uno de los principales proveedores del Pentágono y tiene enormes intereses financieros en China.

Los planes de guerra del Pentágono, conocidos en la jerga militar como planes O, o planes operativos, son unos de los secretos más celosamente guardados del ejército. Si un país extranjero se enterase de cómo Estados Unidos planea librar una guerra contra él, podría reforzar sus defensas y corregir sus puntos débiles, haciendo que los planes tuvieran muchas menos probabilidades de éxito.

El informe ultrasecreto que existe sobre el plan de guerra contra China tiene unas 20 o 30 diapositivas que exponen cómo combatiría Estados Unidos en un conflicto de este tipo. Se abarca desde los indicios y la advertencia de una amenaza por parte de China hasta diversas opciones sobre qué objetivos chinos atacar, durante qué periodo de tiempo, las cuales se presentarían a Trump para la toma de decisiones, según funcionarios con conocimiento del plan.

Un portavoz de la Casa Blanca no respondió a un correo electrónico en el que se pedían comentarios sobre el propósito de la visita, cómo surgió, si Trump estaba al corriente de ella y si la visita plantea cuestiones de conflictos de intereses. La Casa Blanca no ha dicho si Trump firmó una exención de conflictos de intereses para Musk.

El portavoz jefe del Pentágono, Sean Parnell, inicialmente no respondió a un correo electrónico similar en el que se le pedían comentarios sobre por qué Musk iba a recibir una sesión informativa sobre el plan de guerra contra China. Poco después de que el Times publicara este artículo el jueves por la noche, Parnell hizo una breve declaración: “El Departamento de Defensa está encantado de dar la bienvenida a Elon Musk al Pentágono el viernes. Fue invitado por el secretario Hegseth y solo está de visita”.

Aproximadamente una hora después, Parnell publicó un mensaje en su cuenta de X: “Esto es 100% una noticia falsa. Descarada y maliciosamente falsa. Elon Musk es un patriota. Estamos orgullosos de tenerlo en el Pentágono”.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, también escribó en X el jueves por la noche: “NO se trata de una reunión sobre ‘planes utrasecretos de guerra con China’. Es una reunión informal sobre innovación, eficiencia y producción más inteligente. Va a ser genial”.

Unos 30 minutos después de esa publicación en las redes sociales, The Wall Street Journal confirmó que Musk había sido convocado para recibir información sobre los planes de guerra contra China.

En su propia publicación en las redes sociales el viernes temprano, Musk dijo que esperaba “el proceso contra quienes, en el Pentágono, están filtrando información maliciosamente falsa al NYT”.

Sea cual sea el tema de la reunión, la planificación reflejaba el extraordinario doble papel desempeñado por Musk, quien es a la vez el hombre más rico del mundo y a quien Trump ha otorgado una autoridad amplia.

Musk tiene autorización de seguridad, y Hegseth puede determinar quién tiene necesidad de conocer el plan.

Hegseth, el almirante Christopher W. Grady, jefe en funciones del Estado Mayor Conjunto, y el almirante Samuel J. Paparo, jefe del Mando Indo-Pacífico del ejército, iban a presentar a Musk los detalles del plan estadounidense para contrarrestar a China en caso de conflicto militar entre ambos países, dijeron los funcionarios.

La reunión no iba a celebrarse en el despacho de Hegseth —donde más probable se llevaría a cabo un debate informal sobre innovación—, sino en el Tanque, una sala de conferencias segura del Pentágono, que suele utilizarse para reuniones de alto nivel de los miembros del Estado Mayor Conjunto, sus altos mandos y comandantes combatientes visitantes.

Los planes operativos para contingencias importantes, como una guerra con China, son extremadamente difíciles de entender para las personas sin mucha experiencia en planificación militar. Su naturaleza técnica es la razón por la que normalmente se presentan a los presidentes los contornos generales de un plan, en lugar de los detalles reales de los documentos. No está claro cuántos detalles quería o esperaba escuchar Musk.

Hegseth recibió parte de la información sobre el plan de guerra contra China la semana pasada y otra parte el miércoles, según funcionarios familiarizados con el plan.

No estaba claro cuál era el ímpetu para proporcionar a Musk una sesión informativa tan sensible. No pertenece a la cadena de mando militar ni es asesor oficial de Trump en asuntos militares relacionados con China.

Pero existe una posible razón por la que Musk podría haber necesitado conocer aspectos del plan de guerra. Si Musk y su equipo de recorte de costos del Departamento de Eficiencia Gubernamental, o DOGE, quieren recortar el presupuesto del Pentágono de forma responsable, es posible que necesiten saber qué sistemas de armamento tiene previsto utilizar el Pentágono en un enfrentamiento contra China.

Por ejemplo, los portaaviones. Recortar gastos en futuros portaaviones ahorraría miles de millones de dólares, dinero que podría gastarse en drones u otro armamento. Pero si la estrategia bélica estadounidense se basa en el uso de portaaviones de una forma innovadora que sorprenda a China, la paralización de los buques existentes o la interrupción de la producción de futuros buques podría paralizar ese plan.

La planificación de una guerra con China ha dominado en el Pentágono por décadas, mucho antes de que una posible confrontación con Pekín se convirtiera en creencia popular en el Capitolio. Estados Unidos ha construido sus Fuerzas Aéreas, su Armada y sus Fuerzas Espaciales —e incluso más recientemente sus fuerzas de Marines y del ejército— pensando en una posible confrontación bélica con China.

Los críticos han dicho que el ejército ha invertido demasiado en sistemas grandes y costosos, como aviones de combate o portaaviones, y muy poco en drones de alcance medio y defensas costeras. Pero para que Musk evalúe cómo reorientar el gasto del Pentágono, querría saber qué pretende utilizar el ejército y con qué fin.

Musk ya ha pedido que el Pentágono deje de comprar ciertos artículos de alto costo, como los aviones de combate F-35, fabricados por uno de sus competidores de lanzamiento espacial, Lockheed Martin, en un programa que cuesta al Pentágono más de 12.000 millones de dólares al año.

Sin embargo, los intereses empresariales de Musk convierten cualquier acceso a secretos estratégicos sobre China en un problema grave, en opinión de expertos en ética. Los funcionarios han dicho que las revisiones de los planes de guerra contra China se han centrado en mejorar los planes de defensa contra la guerra espacial. China ha desarrollado un conjunto de armas que pueden atacar satélites estadounidenses.

Las constelaciones de satélites Starlink de órbita terrestre baja de Musk, que proporcionan servicios de datos y comunicaciones desde el espacio, se consideran más resistentes que los satélites tradicionales. Pero podría tener interés en saber si Estados Unidos podría defender sus satélites en una guerra con China.

Participar en una sesión informativa clasificada sobre la amenaza china con algunos de los más altos funcionarios del Pentágono y del ejército estadounidense sería una oportunidad muy valiosa para cualquier contratista de defensa que pretenda vender servicios al ejército.

Musk podría obtener información sobre nuevas herramientas que el Pentágono podría necesitar y que SpaceX, del cual sigue siendo el director ejecutivo, podría vender.

Los contratistas que trabajan en proyectos relevantes del Pentágono suelen tener acceso a ciertos documentos limitados de planificación bélica, pero solo una vez que se aprueban los planes de guerra, dijo Todd Harrison, investigador principal del American Enterprise Institute, donde se centra en la estrategia de defensa. De manera muy inusual, si es que lo tienen, ejecutivos individuales obtienen acceso exclusivo a los altos funcionarios del Pentágono para una reunión informativa tan sensible, dijo Harrison.

“¿Musk en una reunión informativa sobre planes de guerra?”, dijo. “Conceder al director ejecutivo de una empresa de defensa un acceso exclusivo parece que podría ser motivo de una protesta contractual y es un verdadero conflicto de intereses”.

El Pentágono y las agencias federales de espionaje ya pagan a SpaceX, de Musk, miles de millones de dólares por ayudar a Estados Unidos a construir nuevas redes de satélites militares para intentar hacer frente a las crecientes amenazas militares de China. SpaceX lanza la mayoría de estos satélites militares para el Pentágono en sus cohetes Falcon 9, los cuales despegan de plataformas de lanzamiento que SpaceX ha instalado en bases militares en Florida y California.

La empresa ha recibido por separado cientos de millones de dólares del Pentágono, que ahora depende en gran medida de la red de comunicaciones por satélite Starlink de SpaceX para que el personal militar transmita datos a todo el mundo.

En 2024, SpaceX recibió unos 1600 millones de dólares en contratos de las Fuerza Aérea. Eso no incluye el gasto clasificado con SpaceX de la Oficina Nacional de Reconocimiento, que ha contratado a la empresa para que le construya una nueva constelación de satélites de órbita terrestre baja para espiar a China, Rusia y otras amenazas.

Trump ya ha propuesto que Estados Unidos construya un nuevo sistema que el ejército denomina Cúpula Dorada, un sistema de defensa antimisiles con base en el espacio que recuerda a lo que intentó el presidente Ronald Reagan. (El llamado sistema Star Wars que Reagan tenía en mente nunca llegó a desarrollarse del todo).

La percepción de amenazas de misiles por parte de China —ya sean armas nucleares, misiles hipersónicos o misiles de crucero— es un factor importante que recientemente ha llevado a Trump a firmar una orden ejecutiva en la que ordena al Pentágono que empiece a trabajar en la Cúpula Dorada.

Incluso empezar a planificar y construir los primeros componentes del sistema costará decenas de miles de millones de dólares, según funcionarios del Pentágono, y muy probablemente creará grandes oportunidades de negocio para SpaceX, que ya proporciona lanzamientos de cohetes, estructuras de satélites y sistemas de comunicación de datos con base en el espacio, todos los cuales serán necesarios para la Cúpula Dorada.

Por otra parte, Musk ha sido objeto de una investigación por parte del inspector general del Pentágono sobre cuestiones relativas al cumplimiento de su autorización de seguridad para asuntos ultrasecretos.

Las investigaciones se iniciaron el año pasado, después de que algunos empleados de SpaceX se quejaran a organismos gubernamentales de que Musk y otras personas de SpaceX no informaban debidamente de sus contactos o conversaciones con dirigentes extranjeros.

Funcionarios de la Fuerza Aérea iniciaron su propia revisión antes de que finalizara el gobierno de Biden, después de que los demócratas del Senado formularan preguntas sobre Musk y afirmaran que no cumplía los requisitos de autorización de seguridad.

La Fuerza Aérea, de hecho, había denegado una solicitud de Musk de una autorización de seguridad de nivel aún más alto, conocida como Programa de Acceso Especial, que se reserva para programas clasificados extremadamente delicados, citando posibles riesgos para la seguridad asociados al multimillonario.

De hecho, SpaceX se ha vuelto tan valiosa para el Pentágono que el gobierno chino ha dicho que considera a la empresa como una extensión del ejército estadounidense.

“La militarización de Starlink y su impacto en la estabilidad estratégica mundial” era el titular de una publicación difundida el año pasado por la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa de China, según una traducción del documento preparada por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales.

Musk y Tesla, la empresa de vehículos eléctricos que controla, dependen en gran medida de China, la cual alberga una de las fábricas insignia del fabricante de automóviles en Shanghái. Inauguradas en 2019, estas instalaciones de última generación se construyeron con un permiso especial del gobierno chino, y ahora representan más de la mitad de las entregas mundiales de Tesla. El año pasado, la empresa dijo en sus informes financieros que tenía un acuerdo de préstamo de 2800 millones de dólares con prestamistas de China para gastos de producción.

En público, Musk ha evitado criticar a Pekín y se ha mostrado dispuesto a trabajar con el Partido Comunista Chino. En 2022, escribió una columna para la revista de la Administración del Ciberespacio de China, la agencia de censura del país, en la que pregonaba sus empresas y su misión de mejorar la humanidad.

Ese mismo año, el multimillonario declaró al Financial Times que China debería tener cierto control sobre Taiwán y crear una “zona administrativa especial para Taiwán que sea razonablemente aceptable”, afirmación que enfureció a los políticos de la isla independiente. En esa misma entrevista, señaló también que Pekín le pidió garantías de que no vendería Starlink en China.

Al año siguiente, en una conferencia sobre tecnología, Musk calificó la isla democrática de “parte integral de China que arbitrariamente no forma parte de China”, y comparó la situación entre Taiwán y China con la de Hawái y Estados Unidos.

En X, la plataforma social de la que es propietario, Musk lleva mucho tiempo utilizando su cuenta para elogiar a China. Ha dicho que el país es “por mucho” el líder mundial en vehículos eléctricos y energía solar, y ha elogiado su programa espacial por ser “mucho más avanzado de lo que la gente cree”. Ha animado a más gente a visitar el país y ha postulado abiertamente sobre una “inevitable” alianza entre Rusia y China.

Fuente: The New York Times

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Internacional

No hay marcha atrás, aranceles entran en vigor el 2 de abril: Trump

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Washington. Los aranceles “recíprocos” del presidente estadunidense, Donald Trump, entrarán en vigor a partir del 2 de abril, confirmó este jueves la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.

“El presidente ha sido particularmente claro sobre sus intenciones para el 2 de abril, que será un gran día para nuestro país”, dijo Leavitt. “Entrarán en vigor aranceles importantes”, añadió.

Las tarifas aduaneras “recíprocas” consisten en gravar los productos de un país que entran en Estados Unidos al mismo nivel que el que ese Estado aplica a los bienes estadunidenses.

A principios de esta semana, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, dijo que Washington podría suspender los aranceles recíprocos si los países detienen las prácticas que considera injustas.

El gobierno “publicará la lista de aranceles aduaneros aplicados por otros países”, informó Bessent.

“Vamos a ir y decirles, miren, aquí es donde creemos que están los niveles de tarifas, las barreras no arancelarias, la manipulación de la moneda, la financiación injusta, la supresión laboral”, declaró.

Si renuncian a estas prácticas, añadió, “no levantaremos el muro arancelario”.

Las barreras no arancelarias pueden incluir regulaciones que cierran de hecho un mercado a los productos de otro país producidos con normas diferentes, así como otras prácticas como las subvenciones que reducen artificialmente el coste de producción.

Donald Trump las considera “injustas” y denuncia que esquilman la economía estadunidense por saltarse las normas del libre comercio.

Durante su campaña defendió el uso de aranceles como medio para financiar el presupuesto del gobierno federal, proteger algunas industrias y requilibrar la balanza comercial de Estados Unidos, que es ampliamente deficitaria.

Desde que regresó a la Casa Blanca el 20 de enero ha utilizado esta herramienta como medio de presión sobre países, en particular sobre Canadá y México, a los que ha acusado de no hacer lo suficiente para combatir el tráfico de fentanilo, un opioide sintético que ha causado una grave crisis sanitaria en Estados Unidos.

Impuso a sus vecinos aranceles de 25 por ciento, pero aplazó su aplicación a buena parte de los productos canadienses y mexicanos hasta el 2 de abril, fecha de entrada en vigor de las tarifas “recíprocas”.

Por las mismas razones aplicó 20 por ciento adicional de aranceles a los productos chinos. Estos gravámenes ya están vigentes.

Fuente: Milenio

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