SEÚL, 10 DE FEBRERO.- El líder norcoreano, Kim Jong Un, invitó hoy al presidente surcoreano, Moon Jae-in, a celebrar en Pyongyang“lo más pronto posible” la que podría ser la tercera cumbre intercoreana de la historia y la primera en más de 10 años.
Hasta la fecha solo se han producido dos cumbres de jefes de Estado de las dos Coreas; ambas en Pyongyang en los años 2000 y 2007 durante el decenio de la llamada era de ‘la política del sol’, que marcó la fase de mayor acercamiento hasta la fecha entre los dos países.
Fue Kim Yo Jong, hermana del propio líder, la que le transmitió el mensaje a Moon durante el encuentro que este mantuvo hoy en Seúl con la delegación del régimen norcoreano que ha realizado un histórico viaje al Surcoincidiendo con el arranque de los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran en territorio surcoreano.
En una reunión que la oficina presidencial de Corea del Sur calificó de “muy cordial”, Moon mostró a Kim Yo Jong su deseo de hacer realidad la cumbre propuesta e instó a que los dos países, que técnicamente aún siguen en guerra, generen antes “las condiciones necesarias” para posibilitar su viaje a Pyongyang.
Aunque hasta ahora se ha dicho que Yo Jong estaba incluida en la delegación norcoreana que permanecerá hasta mañana en el Sur, el portavoz presidencial surcoreano señaló hoy que ha venido en calidad de “enviada especial” del líder.
Kim, que es directora de propaganda y agitación, además de miembro del politburó del partido único norcoreano, entregó a Moon una carta manuscrita de su hermano en la que le expresa su “deseo de mejorar las relaciones” entre los dos países.
Las dos cumbres previas involucraron al fallecido líder y padre de Kim Jong Un, Kim Jong Il, y a los también desaparecidos expresidentes del Sur -ambos liberales, como Moon- Kim Dae-jung y Roh Tae-woo, respectivamente.
ABOGAN POR ACERCAMIENTO CON EU
Durante el encuentro de hoy en Seúl, en el que también participó el presidente honorífico norcoreano, Kim Yong Nam, Moon urgió a su vez a Pyongyang a tratar de retomar el diálogo con Estados Unidos para desactivar las tensiones marcadas por las continuas pruebas de armas del régimen y sus cruces de amenazas con el presidente Donald Trump.
Un pronto reinicio del diálogo entre Estados Unidos y el Norte es también algo necesario para un mayor desarrollo de las relaciones entre Corea del Sur y Corea del Norte”, puntualizó Moon, según explicó a los medios uno de sus portavoces.
La histórica presencia de la delegación y de Kim Yo Jong -que ha sido el primer miembro de la dinastía Kim en viajar al Sur- en el país vecino responde a los acuerdos alcanzados en enero entre las dos Coreas para que el Norte participara en los Juegos Olímpicos de PyeongChang 2018.
El Gobierno de Moon Jae-in está convencido de que este nuevo acercamiento intercoreano en el marco de los Juegos Olímpicos puede ayudar a mejorar el panorama regional y a que Pyongyang y Washington se sienten a hablar.
La amplia cobertura que los medios estatales norcoreanos dieron hoy sobre la inauguración de los Juegos Olímpicos -en los que las dos Coreas marcharon juntas por primera vez en más de una década- apunta a que el régimen al menos está tratando de transmitir cierto entusiasmo a su ciudadanía con motivo de este “deshielo olímpico”.
Washington parece sin embargo seguir mostrando escepticismo al respecto, tal y como escenificó en la víspera el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, que no saludó a la delegación norcoreanana ni en el palco de autoridades durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos ni en la cena de mandatarios previa.
Los portavoces de Pence argumentaron hoy en su defensa que tampoco la hermana de Kim Jong Un o el presidente honorífico norcoreano hicieron ademán alguno de saludar o mantener contacto con el vicepresidente estadounidense.
Lo cierto es que Pence además no estuvo presente cuando Moon y el presidente del COI, Thomas Bach, accedieron al palco del estadio olímpico para saludar a la pareja norcoreana y al resto de autoridades invitadas y apareció solo brevemente en el banquete previo.
El vicepresidente de Estados Unidos ha insistido durante su viaje a Corea del Sur en la línea dura para con Pyongyang, a quien Washington insta a dar pasos hacia la desnuclearización antes de retomar el diálogo, y además ha anunciado más severas sanciones contra el régimen como castigo por sus programas de armas.