Opinión
Comparecencia de elogios mutuos
“La Última Palabra”
Por: Jorge A. Martínez Lugo
- • Con una oposición invisible, el estado mayor legislativo arropó al fiscal Raciel López Salazar y hablaron de otro Quintana Roo que la gente no percibe.
La comparecencia del fiscal general ante la Comisión de Justicia de la XVIII Legislatura, en el marco del segundo informe de gobierno, fue algo más grato que un paseo por la alameda.
Con una oposición invisible, sin ninguna participación, los representantes de la “supremacía legislativa” tuvieron cancha para hacer preguntas a modo y así el fiscal ofreció respuestas predecibles, leyendo párrafos de su informe en la mayoría de las respuestas.
Eso sí, dejó claro que para empezar a dar resultados necesita casi el doble de presupuesto 2025.
MINIMIZARON VIOLENCIA Y REFORMA JUDICIAL
Mientras el estado atraviesa por un pico de violencia y crímenes, mientras Benito Juárez está en el top5 de las ciudades más violentas del violento país, Raciel López, las legisladoras y legisladores no se refirieron al tema y hablaron de un Quintana Roo muy diferente al que percibe el pueblo, como lo señalan diversas evaluaciones y encuestas.
Tampoco hablaron del impacto que viene en el sistema de procuración de justicia en general, ante la aplicación inminente de la reforma al Poder Judicial de la federación; es decir, qué va a pasar con la PGJE y cómo están preparándose para afrontar dicha transición constitucional.
RACIEL, UN ANTES Y UN DESPUÉS
Dentro del paseo legislativo que tuvo el fiscal Raciel este miércoles 30 de octubre, presentó un video en donde la gobernadora del Estado pronuncia un discurso donde dice: “Con Raciel hay un antes y un después en la procuración de justicia en Quintana Roo”.
Ante este escenario que ni Obama tiene, Raciel soltó la frase: “ningún grupo delincuencial será más fuerte que el Estado” a lo que más de una y un diputado asintieron con la cabeza.
El fiscal resaltó la contención y debilitamiento de grupo criminales, con la detención de mil 839 delincuentes por delitos de alto impacto
Avanzamos con mayor convicción y pasos firmes, para seguir construyendo la fortaleza que nos permita hacer de Quintana Roo, un Estado a la vanguardia, que proyecte con toda su fuerza la nueva estrategia de Procuración de Justicia, dijo.
CENTROS DE JUSTICIA PARA MUJERES
El abogado del estado dio a conocer la construcción del cuarto Centro de Justicia Para Mujeres, el cual estará en Tulum, además de uno más en Cancún, los que se sumarían a los tres que funcionan actualmente
Por otro lado afirmó: “Ningún grupo delincuencial nos robará nuestro objetivo por hacer de Quintana Roo, un Estado grande, seguro y justo, como lo merecen los quintanarroenses”.
DIAGNÓSTICO
En lo que respecta al diagnóstico, Raciel López destacó que durante el último año ha trabajado para cumplir con la encomienda de la gobernadora Mara Lezama, de acercar la Fiscalía a todos los sectores de la población, con el fin de atender de manera eficaz sus demandas de seguridad y justicia.
“Nuestro objetivo inmediato se enfocó en tres componentes: La contención y detención de integrantes de las organizaciones criminales, sin distinciones; el fortalecimiento, depuración y reconstrucción de la Fiscalía y la recuperación de la confianza ciudadana”, enfatizó.
Agregó que para ello fue necesario el saneamiento de la Fiscalía, por lo que dieron de baja a 293 servidores públicos que se apartaron de la transformación que está viviendo la institución, y cambiaron de adscripción a 785 personas. Además de esto, llevó a cabo una restructuración, al crear tres Fiscalías de Distrito y 20 Fiscalías Especializadas, desapareciendo las Fiscalías Regionales y Vicefiscalías, que eran un coto de poder.
En este punto destacó la realización, en Cancún, de la Primera Sesión Ordinaria 2024, Zona Sureste, de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia, lo que fortalece el proceso de transformación y desarrollo de esta Fiscalía y la posiciona en el ámbito nacional.
“Avanzamos con mayor convicción y pasos firmes, para seguir construyendo la fortaleza que nos permita hacer de Quintana Roo un Estado a la vanguardia, que proyecte con toda su fuerza la nueva estrategia de Procuración de Justicia”, expresó.
AVANCES Y RESULTADOS
En este concepto, Raciel López resaltó la implementación, a partir del 17 de julio de 2023, de la Estrategia de Contención Inmediata de la Delincuencia, con la cual se avanzó significativamente en el impacto y debilitamiento de las organizaciones criminales. Como resultado de esta Estrategia, Quintana Roo cuenta hoy con los cimientos institucionales, para consolidar una seguridad con justicia, auténtica y duradera.
“Nos coordinamos las instituciones de Seguridad Pública y Procuración de Justicia, de los tres ámbitos de gobierno, para integrar un Atlas Delictivo con más de 100 objetivos prioritarios generadores de violencia, contribuyendo así a fortalecer el esquema de colaboración e intercambio de información de inteligencia”, puntualizó el Fiscal General.
Por otra parte, explicó que en la Fiscalía General del Estado se hace frente a la delincuencia común y organizada, sin concesiones y sin titubeos. Destacando la detención de 51 objetivos prioritarios de los 100 que integraban el Atlas Delictivo, dedicados a la extorsión, narcomenudeo y homicidios, así como la detención de mil 839 personas por delitos de alto impacto, como homicidio, feminicidio, secuestro, violación, trata de personas y extorsión, entre otros. Con estas acciones desarticularon a 25 grupos delictivos generadores de violencia, al detener a más de 930 de sus integrantes.
Cabe señalar que, del total de las detenciones, 88 por ciento fueron vinculados a proceso; en tanto que cumplimentaron 374 cateos, con un promedio de 25 mandamientos judiciales por mes. También lograron 594 sentencias por diversos delitos, obteniendo condenas ejemplares de 50 y hasta 200 años de prisión acumulativas.
En cuanto a ilícitos relacionados con la trata de personas, informó que iniciaron 158 carpetas de investigación, además de lograr el rescate de 385 víctimas de explotación laboral y sexual; así como la detención de 52 personas relacionadas con estos delitos. A través de acciones de inteligencia se consiguió la liberación de 28 víctimas de privación ilegal de la libertad y la captura de 61 presuntos secuestradores, de los que 98 por ciento fueron vinculados a proceso y han detenido a 101 extorsionadores, 89 de estos siguen su proceso en prisión.
“Hoy refrendo mi responsabilidad constitucional y ética, para combatir con firmeza a la delincuencia organizada transnacional y consolidar una seguridad auténtica y duradera, por lo que no bajaremos la guardia y mantendremos la persecución de los transgresores de la ley para frenar la violencia en todo Quintana Roo”, puntualizó Raciel López.
En materia de Justicia Alternativa, se logró la reparación del daño con una cifra histórica de más de 10 mil 182 millones de pesos, que beneficiaron directamente a más de 7 mil 500 víctimas del delito. “Buscamos que la Fiscalía sea una institución que dé confianza y certeza, en forma transparente y con rendición de cuentas”, agregó.
De igual forma, en el rubro de Transparencia, esta Representación Social recibió 694 solicitudes de acceso a la información, todas atendidas en tiempo y forma por la Unidad de Transparencia de la institución, que significan una disminución de 20 por ciento, en relación al año pasado.
Por otra parte, destacó las grandes obras del Estado, como son los Centros de Justicia Mujeres, los cuales benefician principalmente a niñas, niños, adolescentes y mujeres víctimas de violencia familiar. Actualmente la Fiscalía cuenta con tres de estos centros en Cancún, Playa del Carmen y el recién inaugurado en Chetumal.
“Quiero destacar que, desde el 19 de marzo del presente año, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia (CONAVIM) notificó a la Fiscalía del Estado, que fue aprobada la instalación de otro complejo en Tulum; así también planeamos la construcción de un nuevo Centro de Justicia en Cancún, en un terreno donado por el Gobierno del Estado”, dio a conocer el Fiscal General.
LA VISIÓN
En este rubro, y tras reconocer a la Gobernadora Mara Lezama por su confianza en la Fiscalía, el Abogado del Estado señaló que, con la Reforma Constitucional en materia de procuración de justicia, que extiende el periodo a 12 años del Fiscal General, se garantiza el fortalecimiento de un verdadero Estado de Derecho.
También agradeció a las legisladoras por brindar una respuesta con certeza a las expectativas sociales, de orden con paz y tranquilidad. “Estoy convencido que, con esta reforma legal, continuaremos desalentando a los grupos criminales y mejoraremos la eficacia de los medios de persecución”.
Añadió que uno de sus objetivos es unificar criterios, para el diseño de nuevas estrategias entre las distintas corporaciones policiales de las tres instancias de Gobierno y las Fuerzas Armadas, para lo cual ha instruido a todas y todos los servidores de la Fiscalía del Estado, a coadyuvar en esta lucha para combatir la corrupción a fondo.
“Convocamos a todas y a todos a conformar una gran alianza, para transitar de la inseguridad a un Estado Seguro; con el propósito de transformar la desconfianza en esperanza; que fomente la unidad y la concordia entre las y los quintanarroenses”, enfatizó.
En el Informe, estuvieron presente la diputada secretaria de la Comisión de Justicia de la XVIII Legislatura, Luz Gabriela Mora Castillo, y las vocales Andrea del Rosario González Loría, Silvia Dzul Sánchez y Lilia Inés Mis Martínez. Usted tiene la última palabra.

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EN LA OPINIÓN DE:
La criatura que nos mira: identidad, mirada ajena y el espejo psicológico en Frankenstein de Guillermo del Toro
En un entorno donde tantas voces compiten por definirnos, el acto más radical es elegir seguir siendo más allá del juicio ajeno
Conciencia Saludablemente
Por: Psicol. Alex Barrera**
Como fiel seguidora del cine sobre todo como una gran admiradora de la visión fantástica del director Guillermo del Toro no podía perder la oportunidad de compartir con usted mi estimado lector un breve análisis sobre Frankenstein, la reciente entrega de uno de los directores más queridos de México.
Y es que, al revisar sus más emblemáticas películas, no podemos dejar de lado que además del gozo increíble que significa la obra visual de quien me permito llamar maestro, se encuentra una marcada tendencia del creador a resaltar siempre temas profundamente filosóficos en sus producciones.
En Frankenstein, una reinterpretación visualmente poderosa y emocionalmente compleja, la historia clásica de Mary Shelley recupera su esencia original: no es un relato de monstruos, sino una meditación profunda sobre lo que significa ser visto, nombrado y definido por otros. Del Toro coloca el foco en uno de los conflictos humanos más estudiados: la identidad que construimos, y en aquella que otros construyen de nosotros.
La criatura, construida a partir de fragmentos, ensamblada desde lo roto, encarna una verdad psicológica tan vigente hoy como en la época de Shelley: somos el resultado de muchas manos, voces y expectativas que moldean nuestra forma de vivirnos. El “monstruo” no nace monstruoso; se vuelve tal cuando descubre que el mundo lo mira sin posibilidad de redención, añadiendo además que el monstruo no eligió ser así, sino que es creado por una figura incapaz de mirar en él otra cosa que su propio abismo personal, el creador sufre de igual forma por el deseo de una confirmación externa que no llega. Ese choque entre la autoimagen y la mirada ajena es, quizá, uno de los dilemas más profundos de la psicología contemporánea.
La mirada del otro como espejo
En psicología, la identidad se construye de manera relacional. Desde Cooley y su concepto del self reflejado, hasta los aportes más recientes sobre autoimagen y validación social, como los de Zygmunt Bauman y Judith Butler; sabemos que los seres humanos aprendemos a ser en función de cómo creemos que los demás nos perciben. Esa dinámica se intensifica cuando la mirada ajena es hostil, reduccionista o violenta, y no deja paso a lo diferente.
Del Toro enfatiza este punto: la criatura experimenta el mundo con asombro y curiosidad, pero la sociedad le responde con miedo, miedo que se trasforma en violencia. Ante cada gesto de rechazo, él aprende una lección: “no soy quien creo, soy lo que ellos temen”. Y cuando esa enseñanza se repite, cuando la identidad se edifica con ladrillos de desprecio, el resultado es inevitable: una fractura psicológica profunda.
La psicología clínica lo observa en múltiples ámbitos: personas que crecen bajo etiquetas dañinas, niños a quienes se les llama “problemáticos”, adolescentes que reciben rechazos por su cuerpo, su voz, su forma de ser, hasta llegar a la forma más violenta, personas que son rechazadas por su mera existencia. Como en la película, no es la naturaleza sino la experiencia social la que siembra el conflicto. Y entonces la idea queda implícitamente expresada, quien entonces engendra al monstruo, no es sino otro monstruo.
Del Toro y la compasión como respuesta estética
Guillermo del Toro, fiel a su visión humanista y con una inefable belleza, no demoniza a la criatura, sino que la convierte en el concepto de la dualidad, un ser que a pesar de sus características grotescas, despierta en el espectador un sentimiento de ternura representado con maestría en la bondadosa Elizabeth quien no sólo encuentra la gracia en el monstruo sino que identifica la verdadera fealdad en su creador Frankenstein, y pone al descubierto el gran fallo estructural de la sociedad que rechaza todo aquello que es diferente; así del Toro denuncia la crueldad de una sociedad que no sabe mirar desde la comprensión sino que lo hace desde el prejuicio.
En su versión, la cámara se detiene en los ojos del monstruo, no para exhibirlo sino para invitarnos a reconocer su dolor. Es un recordatorio estético de una idea psicológica fundamental: la identidad se estabiliza solo cuando alguien nos mira con benevolencia.
En terapia, y en la vida real, esto se traduce en el poder transformador de una mirada que valida, que reconoce y que acompaña. La criatura de Del Toro sufre esa transformación de la mano de quien no le juzga desde la apariencia, y así tiene la oportunidad de experimentar una conexión auténtica, descubriendo la verdad absoluta que nos lleva a la verdad, el deseo más profundo, que probablemente se encuentra en todo ser humano, y es: ser visto con amor por otro que es como “yo”.
El rechazo como herida fundacional
La película subraya un patrón: cada rechazo alimenta la narrativa interna de no pertenencia. Esto resuena con estudios actuales sobre trauma relacional, los cuales muestran que la marginación, el abandono y la deshumanización tienen efectos comparables a heridas físicas. La criatura aprende que su valor depende del juicio externo; aprende a temerse a sí misma porque teme a los otros.
En términos psicológicos, esta es una condición ideal para la fragmentación de la identidad: cuando lo que somos y lo que se nos permite ser se contradicen, surge el conflicto interno. Del Toro lo muestra con una sensibilidad casi clínica: la criatura oscila entre la búsqueda de afecto y la ira desesperada de quien ha sido quebrado.
¿Y si fuéramos el doctor Frankenstein?
La película también sugiere que, como espectadores y como sociedad, ocupamos el lugar del creador. Somos quienes definimos qué merece ser aceptado y qué merece ser repudiado. Todos hemos sido, en algún momento, Frankenstein: creadores de expectativas imposibles, constructores de etiquetas, emisores de juicios que dejan cicatrices. Y en esa triada simbólica que Del Toro construye, el científico, la criatura y Elizabeth, aparece una metáfora poderosa sobre la identidad.
La criatura, hecha de fragmentos y marcada por el abandono, se convierte en un espejo incómodo: revela lo que otros proyectan sobre ella. Elizabeth, con su mirada compasiva, es la única capaz de ver belleza allí donde otros ven monstruosidad; para ella, aquello que la sociedad desecha adquiere dignidad, humanidad e incluso ternura.
En cambio, cuando mira al doctor Frankenstein, no encuentra brillantez ni nobleza, sino una forma más profunda de monstruo: el ser que, incapaz de empatía y preso de su propia ambición, destruye lo que crea y luego huye de las consecuencias. En esa inversión moral, la criatura como lo bello inesperado y su creador como lo verdaderamente oscuro, la película nos confronta con un dilema ineludible: ¿somos Elizabeth cuando miramos a los otros con apertura, o somos Frankenstein cuando solo vemos defectos, desviaciones y amenazas?
La pregunta que subyace a esta analogía es profundamente ética:
¿qué identidades estamos “creando” o deformando con nuestra forma de mirar?
En la era digital, todos somos criaturas bajo escrutinio
Si la criatura de Shelley sufría por la mirada directa, nuestra época añade un espejo más complejo: el digital. Redes sociales, filtros, opiniones al instante, la necesidad perpetua de ajustar quién somos para encajar con una audiencia invisible… La lógica es la misma: permitimos que la mirada del otro determine nuestro valor. Cambia el contexto; permanece la vulnerabilidad. Porque al final la autoimagen se deteriora, se fractura, se desestabiliza, cuando el de afuera devalúa a nuestro propio ser y pone en duda nuestras creencias sobre el “yo”
Del Toro no habla explícitamente de redes sociales, pero su versión de Frankenstein dialoga con nuestra era: identidades que se modifican para sobrevivir y subjetividades que se fragmentan bajo la presión del juicio público.
La psicología como espacio para reconstruirnos
En medio de esa tensión, entre lo que somos y lo que creemos que debemos ser, la psicología ofrece un camino. El trabajo terapéutico ayuda a desmontar identidades construidas desde el miedo, la culpa o la vergüenza. Permite resignificar la mirada ajena, construir una voz interna propia y comprender que nuestra identidad no depende únicamente de lo que los demás interpretan.
Porque, a diferencia de la criatura de Del Toro, nosotros podemos en conciencia, abrazar nuestras carencias, conocer y entender lo que nos hace diferentes y modificar aquello que nos causa malestar, en un espacio donde seamos vistos sin el peso del juicio: la consulta psicológica.
Al final el monstruo vive
La historia de Frankenstein sigue viva porque habla de nosotros: de las veces que hemos sido criaturas, rechazadas o incomprendidas; y de las veces que hemos sido Frankenstein, incapaces de mirar con compasión, dejando en otros un poco del monstruo que a veces somos. La versión de Guillermo del Toro nos recuerda que la identidad es un territorio construido entre muchas miradas, pero que merece ser reclamado.
“Mientras permanezcas vivo, ¿qué más puedes hacer sino vivir?”
Del Toro cierra con maestría con una frase que no sólo es conmovedora, sino que invita a la resiliencia y al perdón, no hacia el que nos hizo monstruos sino a nosotros mismos por convertirnos en aquello que no es genuino y que nos separa de la bondad. “Mientras permanezcas vivo, ¿qué más puedes hacer sino vivir?” Esa pregunta, sencilla y contundente, que termina de cerrar con la única orden verdadera que un padre puede ofrecerle a su hijo “VIVE”, ofreciendo un final, que nos recuerda que la existencia sigue siendo un gesto de apuesta, incluso cuando el mundo, o la mirada de los otros, parezca negarnos un lugar.
Vivir implica resistir las narrativas que nos reducen, cuestionar las identidades que nos impusieron y recuperar, con paciencia y valentía, la posibilidad de reescribirnos. En un entorno donde tantas voces compiten por definirnos, el acto más radical es elegir seguir siendo, seguir explorando quiénes somos más allá del juicio ajeno. Porque mientras hay vida, hay margen para la transformación; mientras respiras, existe la oportunidad de regresar a ti, de reconstruir tu historia y de reclamar una identidad que, aun frágil, sigue siendo tuya.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo, Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano, y especialización en neurobiología de los trastornos mentales, enfocada a la psicología.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque biopsicosocial.
Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje
EN LA OPINIÓN DE:
Belleza artificial, daño real: Estética digital, peligro creciendo en la pantalla
Entre la estética virtual y la salud mental: los riesgos psicológicos de vivir en un mundo donde lo “perfecto” se fabrica con un clic.
Conciencia Saludablemente
Por: Psicol. Alex Barrera
Vivimos en una era en la que la apariencia puede alterarse con un gesto: un filtro que afina el rostro, una aplicación que elimina una arruga, una inteligencia artificial que fabrica una imagen perfecta desde cero. Lo que comenzó como un juego estético se ha convertido en un factor de riesgo para la salud mental: la proliferación de filtros y de fotografías generadas por IA está alimentando formas de insatisfacción corporal que, en casos extremos, se traducen en trastornos como la disformia, o dicho de otra forma. la percepción distorsionada de la propia apariencia física, (body dysmorphic disorder, BDD).
No es una alarma infundada algunas investigaciones recientes y revisiones académicas como la publicada en la revista Springer Nature muestran que las plataformas centradas en la imagen (Instagram, Snapchat, TikTok) y las prácticas de edición cotidiana fomentan comparaciones constantes y expectativas irreales sobre el cuerpo y el rostro.
La evidencia indica que la exposición continuada a imágenes idealizadas y manipuladas, y el uso recurrente de filtros sobre el propio rostro, se asocian con mayor insatisfacción corporal, baja autoestima y conductas de verificación o evitación, síntomas que caracterizan la disformia, lo preocupante es que para muchos el espejo ya no es el referente inmediato: sino la pantalla.
Los filtros no son inocuos por dos razones clave. Primero, alteran el estándar de comparación: cuando la norma visible es una versión “mejorada” de la realidad, las personas tienden a medir su valor contra un ideal inalcanzable. Estudios sobre filtros de belleza y efectos cognitivos muestran que estas imágenes generan un “halo” de atributos positivos (mayor atractivo, confianza y hasta credibilidad) que amplifican la presión por parecerse a esas versiones digitales.
Segundo, la práctica de editar la propia imagen (self-filtering) puede resultar más dañina que observar filtrados ajenos: en primer lugar porque refuerza la idea de ser como “Se supone debo ser” en lugar de promover la “aceptación del como soy”. Manipular el propio rostro fomenta la atención excesiva hacia defectos percibidos y refuerza conductas compulsivas de comprobación.
La irrupción de la IA complica aún más el panorama. Las imágenes generadas por algoritmos son cada vez más verosímiles y muchas personas dejan de distinguir entre lo real y lo fabricado; esa dificultad para detectar “deepfakes” permite que modelos corporales imposibles circulen como aspiracionales, naturalizando una estética artificial que no se puede alcanzar haciendo que el daño psicológico se vuelva sistémico: no se trata solo de un individuo que sufre, sino de una cultura visual que normaliza la perfección editada y penaliza la diferencia, de forma inconsciente esto decanta en insatisfacción pues no puedo obtener por ningún medio la imagen que la sociedad acepta, lo que termina en trastornos psicológicos que pueden llegar a ser severos.
¿Cuáles son las consecuencias conductuales?
En el extremo, la disformia se manifiesta por presencia de pensamientos constantes sobre el tema, búsqueda repetida de seguridad (miradas al espejo, fotos infinitas), evitación social y, en algunos casos, búsquedas de procedimientos estéticos invasivos. En la práctica clínica se observa también un incremento de consultas relacionadas con la insatisfacción facial y el deseo de “corregir” rasgos que llevan a quienes lo padecen a una vida limitada por la preocupación estética, razón por la cual pueden presentarse ataques de ansiedad, evitar tener contacto social, incluso angustia y tristeza constante.
Ante esto, la terapia psicológica puede ser una buena opción, dado que actualmente los filtros y el uso de IA para mejorar la apariencia son parte del día a día la terapia para fortalecer las habilidades socioemocionales es recomendable, pues al desarrollar ciertas capacidades, el individuo comprende los limites sobre la realidad y lo que es inalcanzable, esto sobre todo en etapas de desarrollo como la adolescencia cuando las personas aún están formando una personalidad propia.
Los psicólogos aplican técnicas probadas, y actuan como agentes de prevención y educación: los psicólogos pueden desarrollar programas de alfabetización mediática que enseñen habilidades críticas para interpretar imágenes, reducir la comparación social y gestionar la autoimagen; pueden colaborar con escuelas y plataformas para mitigar contenidos nocivos; y pueden adaptar intervenciones digitales (terapia en línea, módulos guiados) para alcanzar a jóvenes expuestos a estos riesgos. Además, el trabajo interdisciplinario con dermatólogos, cirujanos plásticos y educadores es esencial para distinguir deseos estéticos razonables de síntomas clínicos que requieren tratamiento.
La responsabilidad, sin embargo, no es solo profesional: es colectiva. Empresas tecnológicas deben transparentar cuándo una imagen ha sido alterada o generada por IA; los medios deben abandonar la glorificación de cuerpos uniformes; las escuelas y las familias deben enseñar a las nuevas generaciones a cuestionar la verosimilitud de lo que consumen. Y quienes sienten que la preocupación por su aspecto se ha vuelto persistente, invasiva o limitante, deben saber que pedir ayuda es una decisión de cuidado, de igual manera las personas deben permanecer alerta y saber cuándo alguien a su alrededor está presentando conductas que pueden ponerle en riesgo.
La belleza filtrada puede dar placer momentáneo, pero la disformia —esa brecha entre imagen ideal y experiencia sufriente— deja cicatrices conductuales y emocionales al individuo, además de un severo daño en el tejido social.
Y la realidad dura que quizá se está dejando de lado es que la popularidad de los filtros y las imágenes creadas por IA revela una crisis silenciosa: la insatisfacción corporal y el malestar psicológico en la era digital, para contrarrestarla hacen falta políticas, educación y, sobre todo, la intervención de profesionales capacitados.
Los psicólogos están listos para intervenir: evaluar, acompañar y ofrecer herramientas que restauren una relación más realista y amable con el propio cuerpo. En un entorno donde lo artificial compite con lo auténtico, esa tarea puede ser la diferencia entre una vida dominada por la imagen y una vivida en plenitud.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo, Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano, y especialización en neurobiología de los trastornos mentales, enfocada a la psicología.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque biopsicosocial.
Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje




















