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El sargazo en el Plan Estatal de Desarrollo 2023-2027

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Opinión / Wilberth Esquivel

Habrá recales masivos de sargazo éste año, el 2023 se espera tan devastador como aquel nefasto 2018, el peor año registrado desde que comenzó éste embate de la naturaleza sobre nuestras playas, producto de los cambios radicales en el Océano Atlántico y el Mar Caribe, por el calentamiento global, y que al fin comenzamos a reconocerlo como un desequilibrio ambiental irreversible.

Ya son 10 años de recales masivos, los dos gobiernos estatales anteriores han fracasado y resultaron incapaces de crear un protocolo serio de manejo integral para enfrentar el problema.

Millones de pesos se han desperdiciado en limpiezas ineficientes, en experimentos fallidos, en shows marinos y simulaciones, en notas periodísticas, foros sin profundidad, dimes, diretes, juntas estériles, comités interminables y una destrucción ecológica del sistema arrecifal y de nuestras playas, sin precedentes, que pagaremos caro y sobre la que se sustenta nuestra industria turística, por cierto.

Esa maldita selfie del turista con el fondo color mierda, contrastando con la belleza de nuestro mar turquesa, es en si misma indignante, debe golpear nuestro orgullo como políticos, funcionarios, empresarios, técnicos o científicos. ¿Cómo es posible que se lleven los visitantes, esa imagen de nuestra incapacidad de tenerles limpia la paya que vienen a visitar? Deberíamos morir de vergüenza ante el mundo que nos observa, al igual que pasa con los residuos sólidos. Vendemos sol y playa, pero nuestras playas ya no son blancas como en los folletos de las plataformas, son cafés como el excremento.

Es tan severo el problema y tan serio, que aparece por primera vez en el Plan Estatal de Desarrollo 2023-2027, el de la actual Gobernadora Mara Lezama, como un riesgo a nuestro desarrollo y de importancia relevante. Como prioritario de hecho, tanto como los residuos sólidos urbanos por repetir el ejemplo.

El primer acierto de la Gobernadora Mara Lezama, es que ya no se considera “probable” la llegada de sargazo, se acepta en forma contundente como “segura”, se considera recurrente, si bien se sabe que es estacional (primavera y verano), se rompe la mentira piadosa de la anterior administración: “que no es ni todos los días, ni en todas las playas” – díganselo así a los turistas para que no se asusten- decían.

Mara Lezama y su equipo ambiental fueron más allá, para dar paso a una aceptación del fenómeno, para poder enfrentarlo y mejorar su manejo integral, hay que hacerlo nuestro, como los huracanes, el arrecife, nuestro pasado maya o nuestro azul turquesa, somos tierra donde recala sargazo, lo sabemos y trabajaremos en mejorar su manejo integral, como debe ser, primero aceptaron que tenemos un problema.

La Gobernadora es clara y contundente en este sentido, y se refelejó en los Puntos siguientes del Plan Estatal de Desarrollo:

4.18.110. Fortalecer con los tres niveles de Gobierno le Gestión Integral de los Residuos.

4.18.112. Implementar estrategias para la regularización y capacitación de los sujetos obligados y gestores en el manejo de residuos de compi¡esencia estatal.

4.18.113. Impulsar normativas y permisos para la extracción y uso del sargazo, así como su monitoreo.

El Plan Estatal de Desarrollo se publicó en el Periódico Oficial del Estado de Quintana Roo el 23 de Enero del 2023. 

Ya no estamos en etapa de planeación, no es época del ¿qué haremos?, ya estamos en el “ver que se haga”. Ya esta así publicado, es un instrumento rector de las acciones a emprender.

Es momento de sumar esfuerzos, de innovar, de agregar lo aprendido, los errores reconocerlos y hacerlos a un lado, los aciertos reafirmarlos y mejorarlos, es momento de sumar para alcanzar estos tres objetivos, en éste caso enfocados al sargazo como un biorresiduo.

Veamos brevemente ésto, el sargazo es una alga pelágica que flota, nos llegan las especies natans y fluitans. Por la acidez del mar debida al calentamiento global sus poblaciones crecen y crecen, además las islas de sargazo son beneficiadas por eutrofización debida a la polución humana que se vierte al mar en todas las costas desde Africa, Brasil, Venezuela (los Ríos Amazonas y Orinoco), Panamá, Costa Rica, Honduras, Belice y nuestras mismas manchas urbanas del Caribe Mexicano. 

El sargazo flota en la corriente termohalina del Atlántico y ésta entra al Caribe, la corriente lleva el sargazo y fluye de sur a norte, debido a que nuestras costas están orientadas norte-sur, el sargazo corre paralelo a nuestras costas, pasa entre Cozumel y Playa, corre paralelo al Arrecife en Puerto Morelos, pasa por los lados de Isla Mujeres hasta que llega al Canal de Yucatán entre Isla Contoy y Cuba para hacer un remolino en el Golfo de México, alimentándose de los afluentes muy contaminados del Río Missisispi del Sur de Estados Unidos y luego cruzar el Canal de la Florida hasta el llamado “Mar de los Sargazos” frente a las Bahamas, luego se sube a la Gulf Stream y llega incluso hasta Inglaterra disparado, así fué descrito desde tiempos de Julio Verne, por el Capitán Nemo, en su libro: Veinte mil leguas de viaje submarino.

El sargazo no es nuevo, hay registros además del libro de Julio Verne de su existencia. Los que crecimos en la Península de Yucatán y conocimos el Caribe Mexicano en los 70s lo conocíamos, jugamos con el de niños. Pero la explosión brutal de las poblaciones de sargazo en toda la extensión planetaria del Océano Atlántico y la forma como golpea las playas desde las Antillas Menores, Centro América y el Caribe Mexicano son actuales, son una muestra de que el clima mundial ha cambiado y en éste caso en forma irreversible, son una muestra de que los últimos 10 años han sido distintos a los últimos 50 años.

Es momento de una política pública específica contra el sargazo. 

Así lo visualizó la Gobernadora, así se plasmó en las mesas del Eje Ambiental donde se juntaron académicos, científicos, técnicos, profesionistas, ciudadana y funcionarios. Esta vez además de las mesas típicas de Ordenamiento Urbano, de Residuos Sólidos, de Impacto Ambiental, de Areas Naturales Protegidas y las de siempre, hubo una nueva mesa: La mesa del sargazo.

En éste sentido la Gobernadora puso a la Ing. Huguette Hernández al mando de la Secretaría de Medio Ambiente, a elementos clave como el SubSecretario Oscar Rébora con experiencia Municipal y de espíritu ambientalista reconocido, rescataron a funcionarios y técnicos valiosos de administraciones pasadas como el Gabo Navarro y Jessica Nubia entre otros, se jalaron de Siresol a Gilberto Cañete conocedor de residuos ( no tanto como yo, pero bueno en su chamba jajajaja), sumaron a todas las voces técnicas en la materia, que no mencionaré por que corro el riesgo de omitir a alguna, estoy yo, por cierto ¡ jajajaja !.

Ya en serio.

La Secretaria asumió su papel, cosa que de inmediato encendió esperanza en los que hemos trabajado en los comités anteriores y me incluyo, llenos de positivismo nos sumamos a colaborar en el nuevo Gobierno, hay avances ya, principalmente por que no escuchamos la frase evasiva típica del anterior: No es del ámbito de mis competencias, por el contrario el Gobierno actual pretende precisamente lo contrario, asumir su responsabilidad constitucional en serio.

La secretaria siguiendo fielmente la intención de la Gobernadora – que dicen las malas lenguas que en lo privado es estricta y exigente con sus subalternos, como debe ser – reunió a todos los que habían participado en las mesas previas al PED y formó una Mesa de Trabajo del Sargazo, se han reunido comisiones, podemos decir que se continuaron los trabajos previos al PED avanzando a pasos agigantados en la materia, los esfuerzos están canalizándose bajo el coaching de la agencia alemana GIZ construyendo una estrategia, ya, rápido y bien.

¿Por que Sema? Por que el sargazo cuando flota es una especie viva, un ecosistema y le presta servicios ambientales a otras especies, es decir, en el mar es Federal. Pero cuando recala, muere, se descompone y hay que limpiarlo, acopiarlo, cargarlo, tratarlo, transportarlo, trasferirlo, podría aprovecharse, hay que depositarlo en un sitio de destino final y trabajarlo. Es decir, al ser limpiado, se convierte en un residuo biológico, o como define la Ley de Residuos del Estado de Quintana Roo, se vuelve un “biorresiduo” y es de competencia estatal.

Por eso, los siguientes lineamientos van juntos, los reitero:

4.18.110. Fortalecer con los tres niveles de Gobierno le Gestión Integral de los Residuos. el 4.18.112. Implementar estrategias para la regularización y capacitación de los sujetos obligados y gestores en el manejo de residuos de competencia estatal y el 4.18.113. Impulsar normativas y permisos para la extracción y uso del sargazo, asnillo como su monitoreo.

Por que al recalar y ser limpiado, es un biorresiduo.

No es un Residuo Sólido Urbano y tampoco es un Residuo Peligroso como los hospitalarios por ejemplo, eso es claro.

Por ende, corresponde al Estado, a través de Sema su regulación desde la limpieza hasta la disposición final, a los Ayuntamientos por convenio con la Zona Federal la limpieza de playas públicas, a los concesionarios privados la protección de sus frentes de playa y a la Semar, Conapesca, Semarnat o a quien designe el Presidente, corresponde el mar.

Solo dando a cada nivel de Gobierno y Privados, su responsabilidad y que cada quien asuma su ámbito de acción, tendremos protocolos y coordinación, así se logrará el punto 4.18.110. Solo logrando una estrategia de manejo integral, que va en camino con la Agencia Alemana GIZ, que incluya las etapas y la logística necesarias desde la contención en el mar,

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Entre flores y recuerdos: la psicología del Día de Muertos

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Colocar un altar nos lleva a encontrar un vinculo en el que se pude sanar la perdida

Conciencia Saludablemente

Por: Psicol. Alex Barrera

En México, la muerte no se esconde; se decora con flores de cempasúchil, se endulza con pan y se acompaña de risas y canciones. El Día de Muertos no es sólo una tradición; es una declaración cultural profundamente humana: la vida y la muerte no son opuestos, sino partes del mismo ciclo. Desde la psicología, esta visión ofrece una lección esencial sobre cómo enfrentamos la pérdida, el duelo y la memoria.

En muchas culturas occidentales, hablar de la muerte sigue siendo un tema prohibido. Se evita mencionar a los fallecidos, se apartan sus objetos, se oculta el dolor tras una aparente fortaleza. Sin embargo, la cultura mexicana, heredera de cosmovisiones indígenas y creencias sincréticas, ha desarrollado una relación distinta con la finitud. Aquí la muerte se sienta a la mesa. Se le invita, se le honra, se le ríe. En lugar de negar su existencia, se le integra como una compañera inevitable.

Esta actitud, lejos de ser una mera expresión folklórica, tiene profundas implicaciones psicológicas. Aceptar la muerte —propia y ajena— es aceptar la impermanencia de todo. Es reconocer que la pérdida forma parte de la vida, y que el dolor, cuando se vive con consciencia, puede transformarse en gratitud. Desde la psicología existencial, este reconocimiento no conduce a la desesperanza, sino a una mayor plenitud: saber que el tiempo es finito nos empuja a vivir con sentido, a cuidar los vínculos y a encontrar propósito en cada día.

Pero el Día de Muertos no solo nos enseña a pensar en la muerte; también nos enseña a recordar con amor. El altar, corazón simbólico de la celebración, se convierte en un espacio terapéutico. Al colocar una fotografía, una vela o el platillo favorito del ser querido, no solo evocamos su presencia: actualizamos el vínculo. Recordar no es aferrarse al pasado, sino mantener viva la conexión emocional que sigue existiendo más allá de la ausencia física.

En psicología del duelo, esto se conoce como el vínculo continuo. Lejos de promover el olvido, se alienta a las personas a encontrar formas sanas de mantener esa relación interior con quienes ya no están. El altar cumple exactamente esa función: da forma, color y orden al dolor. Permite hablar con los que se fueron, agradecerles, perdonarlos o simplemente compartir un instante simbólico de convivencia. Es, en términos terapéuticos, una representación externa del proceso interno de sanar.

Cada objeto en el altar cumple una función emocional: las flores representan el ciclo de la vida, la comida evoca el cuidado, las velas guían el camino y las fotografías preservan la memoria. A través de este acto ritual, la persona que recuerda también se reconstruye. Como en cualquier proceso terapéutico, el ritual ofrece estructura, contención y sentido: tres elementos fundamentales para elaborar el duelo.

La psicología contemporánea reconoce que los rituales —ya sean religiosos, culturales o personales— facilitan la transición emocional tras una pérdida. Funcionan como puentes entre el dolor y la aceptación, entre el caos y la calma. En ese sentido, el Día de Muertos puede entenderse como una forma colectiva de terapia: una jornada en la que la sociedad entera legitima el dolor, lo comparte y lo transforma en celebración.

Sin embargo, bajo el colorido de las ofrendas y la alegría de las calaveras, también laten silencios profundos. No todos los duelos son iguales ni todas las pérdidas se procesan del mismo modo. Hay quienes, tras la muerte de un ser querido, sienten que la vida pierde sentido, que el vacío es demasiado grande o que la tristeza se ha vuelto una compañera constante. En esos casos, el acompañamiento psicológico puede marcar una diferencia vital.

Hablar del duelo en terapia es un acto de valentía. Es reconocer que, aunque la cultura ofrezca rituales para honrar la muerte, a veces el dolor necesita otro espacio: un lugar donde ser escuchado, comprendido y trabajado con herramientas profesionales. La psicoterapia ayuda a darle forma a la ausencia, a integrar el recuerdo y a reconstruir la vida sin negarla, es iniciar el camino hacia una nueva forma de coexistir con el dolor y afrontarlo de manera que no se convierta en un trauma.

Así, el Día de Muertos no es sólo una tradición que mira hacia el pasado, sino una invitación a mirar hacia adentro. Nos recuerda que el amor y la pérdida son inseparables, y que recordar no duele: lo que duele es callar. Cada altar que encendemos es una forma de iluminar nuestra historia, de reconciliarnos con lo inevitable y de encontrar sentido en el recuerdo.

Quizás por eso, entre el aroma del copal y la luz de las velas, comprendemos que no se trata de vencer a la muerte, sino de aprender a convivir con ella, y entender que la vida es sólo el camino que nos lleva inevitablemente hacia el final. Y en ese aprendizaje, la psicología tiene mucho que aportar: ayudarnos a aceptar, a transformar y, sobre todo, a vivir con conciencia.

Porque así como los altares se llenan de flores cada noviembre, también nuestra mente y nuestro corazón pueden renovarse. A veces, solo hace falta dar el primer paso: hablar con alguien, pedir ayuda, acudir a terapia.
La vida como el altar, se enciende de nuevo cuando nos atrevemos a mirar la sombra y convertirla en luz en este ciclo cuya belleza se encuentra en tomar conciencia de que un día se va terminar.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje

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Cuando el trabajo quema: el costo humano y empresarial del Burnout

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El burnout agota a las personas, y cuesta millones a las empresas

Conciencia Saludablemente

Por: Psicol. Alex Barrera**

En los últimos años, el burnout o síndrome de desgaste profesional ha dejado de ser una molestia temporal para convertirse en una amenaza silenciosa para la salud mental, física, y la productividad de empresas y empleados. Desafortunadamente la iniciativa privada ha decidido que las necesidades de productividad sean ponderadas sobre las necesidades de bienestar humano, afectando a la sociedad de una manera que aparentemente nadie quiere ver, pero todos resentimos.

En México, cifras recientes reflejan un panorama de urgencia: según el informe Burnout Laboral 2025 de la plataforma Buk (plataforma tecnológica líder en gestión de capital humano), 72 por ciento de los colaboradores ha experimentado burnout al menos alguna vez durante el último año; de estos, 16 por ciento lo vive ocasionalmente y un 12 por ciento lo padece de forma frecuente.

Por otro lado, la consultora Betterfly estima pérdidas por hasta 16 mil millones de pesos anuales para las empresas mexicanas derivadas del ausentismo, la baja productividad y otros efectos del agotamiento laboral, estos datos no son secreto, pues se pueden encontrar publicados en diferentes medios de comunicación, y ocupan espacio en medio de las miles y miles de noticias que, aunque están ahí a nadie parecen alertarle.

Sin embargo, estos números no son meras estadísticas; tienen rostro, cuerpo, mente. El burnout se manifiesta primero como un agobio emocional: ansiedad constante, irritabilidad, dificultad para desconectarse del trabajo. A nivel mental puede dar paso a trastornos más serios como depresión, alteraciones del sueño, falta de concentración, pérdida de sentido de logro y despersonalización (sentir que el trabajo es alienante, que uno se vuelve “un engranaje”).

Y con los trastornos mentales, vienen también los desórdenes biológicos, el cerebro no está bien, ¿cómo el cuerpo lo estaría? El desgaste crónico también pasa factura. El estrés laboral prolongado se asocia con aumento de cortisol, lo que puede desencadenar efectos como hipertensión arterial, problemas del ritmo cardíaco, insomnio, migrañas, disfunciones digestivas (gastritis, colon irritable), debilitamiento del sistema inmune, e incluso alteraciones hormonales. Estas manifestaciones físicas se vuelven una alarma temprana de que el cuerpo ya no tolera más la presión.

Y como en casi la mayoría de los casos, acudimos al médico, quien tiene la solución en la palma de la mano, sintetizada en 100 mgs de algo químicamente probado para solucionar de manera rápida los dolores de tu cuerpo de manera artificial, porque claro está que la vida no puede parar, engaña a tu cerebro, y sigue, sin importar los costos a largo plazo para tu cuerpo que en algunos casos aprende a resistir y en otros colapsa colosalmente, dejando en tu cabeza la pregunta, “¿Cuándo y por qué me pasa esto a mí?”. Por su puesto en la empresa ya tendrán un remplazo, por que como dicen por ahí, “El show debe continuar” o la muy celebre “Nadie es indispensable”. Y entonces nos convertimos en esas máquinas orgánicas cuya principal meta es “Aguantar, aguantas hasta el final”

El impacto económico: pérdidas palpables

Pero no, hay que molestarse en odiar a las empresas o a quienes las encabezan, pues de ese lado las cosas no son mejores; para las empresas, el burnout represente un problema económico de gran escala, pues impacta en la operatividad y producción algunos ejemplos son:

Rotación de personal: las pérdidas de empleados de manera frecuente significan costos de reclutamiento, capacitación e integración de nuevos recursos. En el caso de empresas grandes mexicanas, los reportes indican que la salida anual de decenas de empleados les puede costar hasta 2 millones de pesos por año, lo anterior publicado por Wellhub (plataforma de bienestar corporativo)

Baja productividad y presentismo: cuando un empleado está presente pero desgastado, realiza el mínimo esfuerzo, comete errores, baja la calidad del trabajo. Según un estudio citado por OCC a través de El Economista, el 38 por ciento de los trabajadores reconoce que su productividad baja debido al burnout; el 40 por ciento que la calidad de su trabajo disminuye; el 45 por ciento señala que su compromiso y motivación decaen; y entonces ¿Por qué sigue pasando?

Costo global: a nivel mundial la OMS estima que la depresión y la ansiedad (que con frecuencia conviven o se desencadenan con burnout) representan pérdidas en productividad por aproximadamente 1 billón de dólares al año, sin embargo, las empresas ignoran este tipo de alertas, porque claro, aparentemente es mejor la solución rápida, la sustitución del elemento dañado, como si la empresa fuera un reloj, y el talento humano los engranajes que fácilmente pueden ser sustituidos por piezas nuevas que ayuden a continuar con la operación, porque ¿cuántos millones de engranajes vivientes pululan en el mundo? Sin embargo, como pasa con los mecanismos de verdad las piezas de desecho también ocupan un lugar, peor aún los engranajes humanos se convierten en materiales con los que la sociedad tendrá que lidiar. Porque los seres humanos no somos piezas y la sociedad no es un basurero, donde se puede reciclar u olvidar desechos. Los humanos no se desechan las personas y sus problemas impactan en la sociedad y las patologías mentales tienen un alto costo social que en algunas ocasiones desconocemos y en otras ignoramos.

El futuro ideal, empresas responsables y consientes.

¿Qué pasaría si las empresas jugaran en favor de la humanidad y no la productividad? Los datos también muestran que hay retornos concretos cuando las organizaciones se hacen cargo del bienestar emocional de sus trabajadores.

Programas de salud mental bien diseñados pueden reducir el ausentismo hasta en un 30 por ciento, mejorar la productividad en aproximadamente un 10-12 por ciento según lo publicado por la Revista Zona Libre en donde se mencionan Estudios de la Asociación Americana de Psicología.

Otro beneficio está en la retención de talento: empleados que sienten que su empresa se preocupa por su salud mental tienen menos probabilidad de irse, menor rotación, mejor clima laboral. Esto implica menores costos de contratación, capacitación e indemnizaciones, así como mayor conocimiento institucional retenido en la organización.

Además, hay beneficios indirectos: mejora del ambiente laboral, menos conflictos internos, menores errores, menos accidentes laborales, mayor innovación si las personas están mentalmente sanas y creativas.

Lo que empresa considera un gasto debería ser considerado una inversión ya que, en comparación, lo que las empresas invierten en programas de atención psicológica (por ejemplo, asesoría, terapia breve, talleres, mindfulness, pausas activas, capacitación en manejo de estrés) suele ser mucho menor que lo que pierden por rotación, errores, bajas laborales y disminución de productividad. El retorno de inversión puede ser alto: hasta 4 dólares de retorno por cada dólar invertido en algunos estudios internacionales; lo anterior publicado en lhh.com

Somos humanos no engranes

Mientras la empresa ve pérdidas cuantificables, la persona afectada sufre consecuencias que van más allá del trabajo, muchas de las cuales no tienen una justificación biológica y por tanto no serán tomadas en cuenta como riesgo de trabajo por los seguros médicos, y mucho menos si estos últimos son del orden gubernamental, por ejemplo, IMSS o ISSSTE.

Mentales: ansiedad, depresión, trastornos del sueño (insomnio, dificultad para dormir), deterioro en la autoestima, sensación de inutilidad, distanciamiento emocional de familiares y amigos, dificultad para concentrarse o disfrutar de actividades que antes eran gratificantes.

Físicos: fatiga crónica, dolores de cabeza, migrañas, malestares gastrointestinales, problemas como gastritis, hipertensión, alteraciones inmunológicas, trastornos hormonales. A largo plazo, un burnout no tratado puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, e incluso daño cognitivo por el peso del estrés mantenido.

Las personas también pagan con calidad de vida: relaciones personales deterioradas, ocio reducido, insatisfacción general y, en casos extremos, riesgo de otros trastornos psiquiátricos o ideas suicidas; a fin de cuentas, todo se convierte en un círculo sin salida en el que individuo y por ende la sociedad porque el individuo con Burn Out no es un miembro funcional de la sociedad lo cual desencadena malestar en su círculo social, el estrés que no es bien manejado puede incluso provocar en las personas secuestros emocionales que a menudo terminan en escenas violentas, la depresión tiene fuerte impacto en la familia de quien la sufre y ya ni hablar de los efectos del suicidio a nivel comunidad.

Cuando la psicología encuentra su uso en medio de la vida

La psicología no solo diagnostica, también ofrece herramientas concretas para prevenir, identificar y tratar el burnout. Un buen psicólogo o una intervención psicológica empresarial ayuda en varios frentes:

En el tema de la psicología organizacional representa una de las herramientas más poderosas para fortalecer el bienestar y la productividad dentro de las empresas. Su enfoque permite comprender cómo piensan, sienten y actúan los colaboradores en el entorno laboral, ayudando a crear climas organizacionales saludables, mejorar la comunicación interna y prevenir conflictos. Además, mediante estrategias de selección, desarrollo y motivación, la psicología organizacional favorece la retención del talento y el compromiso, incrementando la eficiencia y reduciendo el ausentismo.

Por la parte clínica la psicología enseña habilidades de regulación emocional, manejo del estrés, estrategias de afrontamiento reales, trabajando la conciencia de los límites (saber cuándo decir no, priorizar y delegar).

Acompañamiento psicológico combinando en sus dos ramas, permite que la persona reconecte con sus motivaciones, valores, y recupere un sentido de propósito en su trabajo; ayuda a reconstruir autoestima dañada por la exigencia constante y el agotamiento.

En lo biológico, técnicas psicológicas como la terapia cognitivo-conductual, mindfulness, relajación y otras prácticas ayudan a reducir cortisol, mejorar patrones de sueño, disminuir la tensión física, disminución de síntomas psicosomáticos.

Para las empresas, ofrecer servicios psicológicos) no solo es un gesto humanitario sino una inversión estratégica. Al cuidar la mente de sus colaboradores, cuidan la productividad, reducen costos y construyen organizaciones más sostenibles.

En definitiva, si como sociedad aceptamos que trabajar hasta quemarse no es sinónimo de eficacia sino de desgaste, estamos reconociendo nuestro derecho a cuidarnos. El éxito no debe tener como costo la salud del individuo, la abundancia económica ni la efectividad productiva deberían ser indicadores de una vida valiosa, porque ningún KPI (Indicador de desempeño) vale más que la salud integral de quienes hacen posible la empresa: mente y cuerpo incluidos, no somos engranes en una máquina, somos seres humanos cuya finalidad en la vida no debería ser el éxito de la empresa a la que pertenecemos, sino el bienestar integral de la sociedad a la que pertenecemos, la cual tampoco debe depender de la industria sino de lograr una ecología social donde el humano pueda sentirse en equilibrio.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

Si deseas contactar al especialista o necesitas ayuda terapéutica puedes comunicarte vía Whats App

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