La procesión partió del Museo Tamayo y terminó en el de Antropología, donde se instaló un memorial en honor a esta especie endémica de México y en riesgo de desaparecer

Cientos de personas marchan en silencio en honor a la vaquita marina | La Crónica de Hoy

Una réplica de la cabeza de la vaquita marina y que forma parte de la escultura que se instaló en el Museo nacional de Antropología.

La procesión en honor de la vaquita marina, iniciativa de carácter nacional para honrar al único cetáceo endémico de México, que está en un serio peligro se realizó ayer con diversas actividades artísticas y culturales, entre las que destaca una marcha silenciosa que va del Museo Tamayo al Museo Nacional de Antropología.

Numerosas organizaciones civiles, nacionales y extranjeras, académicos, intelectuales, y artistas convocaron a este ritual colectivo en honor de esa especie marina. Al punto de las 10:00 horas en la explanada del Museo Tamayo en el Bosque de Chapultepec, cientos de personas se apostaron para salir caminando de ahí al recinto cultural donde se colocaría un memorial.

Así, los cientos de personas marcharon ayer en silencio, mientras una marcha fúnebre ejecutada por el grupo de percusiones Tambuco y sonidos de campanas, las acompañaban.  Ese  grupo, que en la vanguardia iba la pieza, llamada Memorial Marsopa Vaquita, creada por  Patricio Robles Giil, se dirigía al Museo de Antropología para colocar esta escultura que asemeja el cráneo de la vaquita marina.

Al final de la procesión, la escultura que mide casi dos metros de altura y fue realizada en 2014, permanecerá expuesta en la Media Luna del Vestíbulo del Museo Nacional de Antropología hasta marzo próximo. El recorrido estuvo acompañado musicalmente por el ensamble de percusiones Tambuco. Al final se ejecutó la pieza Responsorio in memoriam Rodolfo Halffter, del compositor Mario Lavista, interpretada por este grupo mexicano, y dirigido por Ricardo Gallardo y la fagotista Wendy Holdaway.

En la marcha, Patricio Roble Gil dijo que la ignorancia, indiferencia y falta de respeto de la humanidad por los océanos tiene como resultado la posible extinción de esta especie endémica de México. “Habernos reunido aquí envía un fuerte mensaje al mundo del compromiso que tenemos los mexicanos con la extraordinaria biodiversidad de sus mares y territorios”, afirmó.

Robles Gil dijo que los espacios naturales dan “paz infinita” al mundo. En el evento también participaron 300 niños nombrados embajadores del mundo natural.

Por su parte, Lorenzo Rojas señaló que la pesca ilegal de esta especie es una de las principales afectaciones para la especie debido a que ésta queda atrapada en redes de enmalle.

Rojas, quien es biólogo marino, ha trabajado en la recuperación de la vaquita marina desde hace ya más de 25 años. “Cuando empezamos a trabajar con la vaquita, se nos decía que no existía, que era una especie que habíamos inventado para cerrar la pesca”.

“Luego de hacer expediciones para documentarla y sacar fotos, dijeron que no se moría por la pesca sino por otras razones”, indicó.

Por propuesta de Rojas y expertos en el tema, el Gobierno federal cerrará un área protegida de 745 kilómetros cuadrados ubicada cerca del municipio de San Felipe, Baja California, en el Alto Golfo.

“No se podrá entrar con redes de pesca ni navegar, porque ahí tenemos una importante área de vaquitas y es donde hemos encontrado el mayor número de redes ilegales”, dijo.

De acuerdo con los organizadores, hay además una galería de altares alrededor del mundo y exposiciones en más museos, galerías y otros recintos. La trascendencia de esta enorme iniciativa depende de la cantidad de gente que participe. Por eso se lanzó la invitación, a través de un manifiesto para que el mayor número de personas se uniera y lograr que este llamado de conciencia sea fuerte.

El Manifiesto explica que el mundo está a punto de sufrir una tragedia irreversible, la extinción de la vaquita marina. Habla de la desaparición definitiva en todo el planeta de una especie animal exclusivamente mexicana, es decir, “una forma única de vida que lleva millones de años en el mar del Alto Golfo de California, en México, desaparecerá para siempre”.