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Asesores de Trump lo ven “como un niño” y le llaman “idiota”: Michael Wolff, autor de “Fuego y furia”

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WASHINGTON, 5 DE ENERO DE 2018.- Fuego y furia: Dentro de la Casa Blanca de Trump, es el título del nuevo libro que salió a la venta adelantada este viernes, de la autoría del periodista Michael Wolff, quien retrata al presidente estadunidense como un tonto e incapacitado intelectualmente para dirigir a su nación.

El libro, que ya se convirtió en un best seller, es un polvorín de escándalos porque, por ejemplo, en voz del exprincipal asesor de estrategias políticas de la Casa Blanca, Steve Bannon, deja entrever que la campaña presidencial de Trump pudo haber cometido traición a Estados Unidos cuando integrantes de ésta se reunieron con emisarios rusos, quienes buscaban socavar las elecciones presidenciales de noviembre de 2016 en contra de la entonces candidata del Partido Demócrata, Hillary Clinton.

Desde sus primeras páginas, el libro es de llamar la atención, ya que Wolff sostiene que Trump y su círculo más cercano de asesores y familiares, como su hija Ivanka, su hijo, Donald Trump Jr., y su yerno Jared Kushner, nunca pensaron que tendría oportunidad de ganar la presidencia de Estados Unidos.

“Conforme la campaña llegaba a su fin, Trump se volvía más sanguinario, su último objetivo después de todo no era ganar sino ser el hombre más famoso del mundo, como le confesó a su asistente personal Sam Nunberg”, escribe Wolff.

El autor anota que ya con la derrota en mente, antes de los comicios, Trump tenía pensado convertirse en una estrella de televisión de mayor alcance, o incluso crear su propia cadena de televisión.

“La mayoría de los candidatos presidenciales dedican toda su carrera, sus vidas, desde la adolescencia, a prepararse para el papel de primer mandatario. Subir en la escalera de funcionarios electos, perfeccionarse como representantes populares y prepararse para gobernar, es el objetivo de todos los que aspiran a ser presidente. Los cálculos de Trump, conscientemente fueron diferentes. El candidato y sus principales asistentes creían que podían obtener todos los beneficios de la presidencia sin tener que prepararse para ello, sin cambiar su comportamiento ni su punto de vista sobre la política internacional”, sostiene Wolff.

Con más de 200 entrevistas a funcionarios de la Casa Blanca y luego de haber pasado más de un año visitando frecuentemente la mansión presidencial desde que Trump ganó la presidencia, como lo sostiene el periodista y autor del controvertido libro, la descripción del nuevo presidente de Estados Unidos es casi ridícula.

“Las decisiones que tomó Trump y sus principales asesores durante los primeros meses sentaron las bases para el caos y el mal funcionamiento que ha persistido a lo largo de su primer año en la presidencia”, afirma el autor.

La obra del periodista, a quien la Casa Blanca describió como un autor sin importancia que escribió un libro de “absoluta ficción”, establece que entre los amigos multimillonarios de Trump el comentario común es que el nuevo presidente “es un ignorante”, “un imbécil” y que “está incapacitado intelectualmente” para dirigir el destino político y económico de su país.

Las luchas de poder en la Casa Blanca durante los primeros meses de la presidencia de Trump fueron una constante, por la falta de experiencia y por la ignorancia del titular del Poder Ejecutivo en esos menesteres.

Unas de las primeras pugnas entre Trump y sus asesores fue su insistencia en alistar a su hija Ivanka y a su yerno entre el equipo de asesores de mayor rango para temas de política nacional y exterior.

“Aparentemente nadie se lo está diciendo, pero no puede, simplemente no puede reclutar a sus hijos como funcionarios”, cita Wolff a Ann Coulter, una de las consejeras más allegadas al mandatario.

Rupert Murdoch, un multimillonario empresario y amigo por muchos años de Trump, fue uno de los principales asesores externos con quien el nuevo presidente hablaba por teléfono de manera frecuente.

En una de esas conversaciones telefónicas con Trump, los dos hablaron del tema de la emisión de visas a extranjeros profesionales para ejercer empleos específicos en compañías altamente calificadas.

Trump presuntamente le comentó a su amigo su intención de reducir o anular este tipo de visados, a lo que el multimillonario empresario se opuso y le expuso sus razones por las cuales lo hacía.

“¡Qué puto idiota!”, fue el comentario que hizo Murdoch al concluir la plática telefónica con el presidente, de acuerdo con lo que cita Wolff en su libro, cuya venta estaba originalmente calendarizada para el próximo martes 9.

El miércoles pasado cuando comenzaron a salir los primeros extractos del libro con declaraciones de Bannon, el mandatario estadunidense estalló en furia y por medio de un comunicado de prensa buscó desmentir a quien fuera su principal asesor de política y jefe de su campaña presidencial, al asegurar que ni hablaba con él y que además de haber perdido la razón, aparte de que nunca tuvo influencia en la Casa Blanca.

El jueves pasado los abogados del presidente enviaron una carta a la casa editorial que publicó el libro, Holt, Henry & Company Inc., en la que amenazaban con interponer una demanda a menos de que detuvieran la venta de la obra.

La editorial hizo caso omiso de la amenaza presidencial y en respuesta adelantó parcialmente la venta del libro de Wolff, que comenzó a venderse a partir de este viernes 5 en todo Estados Unidos.

En las librerías, por lo menos las de la capital estadunidense, el libro de Wolff se agotó de inmediato. Los libreros sólo vendieron ejemplares que habían sido reservados previamente.

Bannon, de acuerdo con las citas que de él recoge Wolff en su libro, tras ser despedido por Trump, en agosto del año pasado, ahora pone en tela de juicio la legalidad de las reuniones que sostuvieron asesores de la campaña de Trump con emisarios rusos.

A uno de aquéllos, Donald Trump Jr., en el libro Bannon lo colocó como un funcionario que, al reunirse con los rusos para obtener información negativa y perjudicial de Clinton, pudo haber cometido “traición” a Estados Unidos o cometer un acto “antipatriótico”.

El libro de Wolff, de acuerdo con algunos expertos y abogados constitucionalistas, podría servir como pista para profundizar la investigación que lleva a cabo el fiscal independiente del Departamento de Justicia, Robert Mueller, para determinar si la campaña de Trump se coludió con los rusos para manipular el resultado de las elecciones presidenciales del 8 de noviembre de 2016.

“Trump no tiene la capacidad intelectual”, “actúa como un niño”, “se la pasa con videojuegos”, “no lee”, son sólo algunas de las citas que Wolf retoma de varios funcionarios de la Casa Blanca para pintar de carne y hueso en su libro al actual presidente de Estados Unidos.

Este viernes 5, en entrevista con la cadena de televisión NBC, desde Nueva York, Wolff aseguró que durante los meses que pasó entrando y saliendo de la Casa Blanca para recoger información y hacer entrevistas para su libro, sí se entrevistó con el presidente.

El mandatario estadunidense y la Casa Blanca aseguran que Wolff nunca se vio con el presidente ni con funcionarios presidenciales.

“Absolutamente, hablé con el presidente. No sé si él a la plática la catalogó como una entrevista o no, pero ciertamente hable con él y no fue off the record”, afirmó Wolff a NBC.

A la cadena de televisión el autor de Fuego y furia: Dentro de la Casa Blanca de Trump, le machacó que sus conversaciones con el presidente “algunas ocasiones fueron minuto a minuto”.

Cuestionado sobre sus aseveraciones de que funcionarios y asesores de la Casa Blanca consideran que el actual presidente está incapacitado intelectualmente para ejercer el Poder Ejecutivo, Wolff respondió:

“Déjenme subrayar con un marcador sobre la arena, 100% de la gente que lo rodea dice que es como un niño, y qué significa cuando dicen eso: que requiere de gratificaciones inmediatas, que todo debe ser en torno a él (y no a los intereses del país)”.

Y remató: “Dicen (los asesores) que es un imbécil, un idiota. Hay una competición para llegar al fondo de quién es este hombre. Este hombre no lee, no escucha. Es como un ‘pinball’, virando a todas partes”.

El jueves por la noche, Trump en su cuenta personal de la plataforma de Twitter escribió: “Autoricé cero acceso a la Casa Blanca (es más, lo rechacé varias ocasiones) al autor de un libro fraudulento. Nunca hable con él para que me citara en el libro. Está lleno de mentiras, interpretaciones falsas y cita fuentes inexistentes”.

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Cubanos piden ayuda alimentaria a la ONU, economía se hunde

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Agenda: En un acontecimiento que pasó casi desapercibido en medio de los dramas y las crisis que golpean a América Latina cada semana, los últimos días de febrero el Gobierno cubano pidió ayuda a las Naciones Unidas para abordar una creciente escasez de alimentos.

Esta petición de ayuda nunca antes realizada por un régimen comunista siempre orgulloso de su modelo de bienestar social muestra la grave situación a la que se enfrenta la economía cubana.

Golpeada por el recrudecimiento de las restricciones impuestas por Estados Unidos, la decadente producción doméstica, una debilitada actividad turística tras el fin de la era soviética y la indiferencia de sus aliados, esta isla atraviesa por sus peores momentos en materia económica desde el colapso de la Unión Soviética hace más de treinta año

Una cadena de apagones provocó que la gente saliera a las calles este pasado fin de semana, exigiendo a gritos “comida y electricidad”, lo que constituye una rara demostración de agitación social desde los desórdenes que convulsionaron al país en el mes de julio del año 2021, y que el régimen controló con una fuerza demoledora.

Actualmente, su situación económica constituye un inmenso reto para el Partido Comunista de Cuba, institución que controla la vida nacional desde el triunfo de la revolución de Fidel Castro de 1959.

Testigo de esto ha sido la incesante búsqueda de chivos expiatorios y de distracción a nivel interno: el presidente Miguel Díaz-Canel anunció una extraña investigación en contra de un viejo aliado y amigo, Alejandro Gil Fernández, debido a supuesta corrupción, luego de despedirle del cargo de ministro de Economía.

Naturalmente, para distraer la atención, siempre existe el embargo de Estados Unidos, el pretexto al que siempre ha recurrido Cuba cuando atraviesa dificultades económicas.

Es cierto que el embargo es un antiguo modelo de la Guerra Fría que tendría que haberse retirado hace ya mucho tiempo, sin embargo, no es el culpable de la escasez de comida en Cuba: desde 2001, la isla puede importar alimentos y otros productos agrícolas de EE.UU. por un importe de más de US$7.000 millones.

El embargo que pesa sobre Cuba desde hace 62 años no puede explicar que el país perdió al menos 500.000 ciudadanos, lo que representa alrededor del 5% del total de la población cubana, entre los años 2021 y 2023. Estos son cubanos jóvenes y educados que huyen del hambre, la mala administración de la economía y la represión política.

Más allá de las acusaciones, lo que estamos presenciando es el colapso del régimen socialista cubano. Esta transición podría llevar décadas. O podría suceder de manera muy parecida a como el gran aficionado a Cuba, Ernest Hemingway, escribió una vez sobre las quiebras: “primero de forma gradual… y luego, de forma repentina”.

Una cosa está clara: la crisis no se puede solucionar sin cambiar principalmente el modelo de país centralizado y controlado por el Estado, donde los burócratas gobiernan todos los aspectos de la vida pública.

Ese cambio político, que debe surgir desde dentro de la sociedad cubana, amenaza la supervivencia del régimen y el futuro de la revolución, un riesgo inaceptable para la vieja guardia bien alimentada que aún dirige el país. Esa es la esencia del conflicto en este momento.

Esta situación representa una prueba importante para la región, pero también una oportunidad.

Por ingenuo que parezca, imaginamos una Cuba funcional y más libre, en la que sus profesionales y su fuerza laboral altamente calificada son capaces de aprovechar el potencial del país, desde el turismo hasta la agricultura, la cultura, o incluso el petróleo.

Sin embargo, el escenario más previsible ahora es uno de incertidumbre y caos. Algunos legisladores estadounidenses podrían celebrar un colapso arrepentido del régimen cubano como un éxito político. Pero en el enorme caso hipotético que eso sucediera, no hay una oposición organizada esperando para tomar el control y corregir el rumbo del barco.

Tampoco sabemos cuál sería la reacción de los militares cubanos. Como me dijo William LeoGrande, observador de Cuba desde hace mucho tiempo y profesor de gobierno en la Escuela de Asuntos Públicos de la American University en Washington, DC, “el resultado podría ser un Estado fallido con la migración masiva y el establecimiento de organizaciones criminales transnacionales. Eso sería un problema mucho mayor para EE.UU., un desastre potencial”.

Por ahora, el Gobierno de Cuba está tratando de solucionar sus problemas económicos implementando un programa de austeridad profundamente impopular que incluye quintuplicar los precios de la gasolina, el diésel y la gasolina pasaron de 25 pesos cubanos (US$1,02) a 132 pesos cubanos (US$5,50), o un alza del 428 %, en un intento por cerrar un enorme agujero presupuestario —que se estima que alcanza el 18,5% del PIB— y por contener la inflación galopante.

Están buscando nueva ayuda externa, como la solicitud de alimentos a la ONU, y trabajando para lograr la recuperación total de su importante industria turística. Existe la posibilidad de que un aumento de la producción local que permita mayores exportaciones, una recuperación de las remesas y una serie de otros factores logren reactivar la economía y permitan que el Gobierno sobreviva a los efectos inmediatos de la crisis, según LeoGrande.

Pero ese sería el mejor de los escenarios para un sistema que ya pasó su fecha de caducidad.

Es posible que los izquierdistas latinoamericanos de la vieja escuela, como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el colombiano Gustavo Petro y, por supuesto, el venezolano Nicolás Maduro, todavía recurran a Cuba en busca de inspiración ideológica.

Pero como han señalado otros comentaristas, los latinoamericanos más jóvenes son, en el mejor de los casos, indiferentes. Además, a pesar de todas las especulaciones sobre las relaciones estratégicas de Cuba con Rusia y China (Díaz-Canel visitó ambas naciones en 2022), la realidad es que, más allá de su alineación geopolítica y rivalidad contra EE.UU., estas naciones se muestran reacias a financiar un gobierno con un historial sistémico de incumplimiento de su deuda.

Mientras EE.UU. se prepara para elegir un presidente en noviembre, Cuba también parece enterrada al final de las prioridades estratégicas del Tío Sam (aparte de lidiar con la influencia de cubanos en la frontera suroeste). Dada la cantidad de otros asuntos geopolíticos en ebullición y la mala política de establecer relaciones con el régimen cubano después de su brutal represión de 2021, la reticencia de la Administración Biden es comprensible.

Sin embargo, EE.UU., al igual que América Latina y el resto del mundo, tiene poderosas razones para no renunciar a imaginar una Cuba moderna y prepararse para una transición, ya sea difícil o suave.

Se deben realizar más esfuerzos para promover vínculos con el incipiente sector privado de Cuba, que surgió tras la legalización de empresas más pequeñas en 2021 y que, según algunos cálculos, ya emplea a alrededor del 35% de la fuerza laboral de la isla. Eso aumentaría la actividad comercial y fortalecería la interdependencia económica del país.

Pero, como me dijo John Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial de EE.UU.-Cuba, esa estrategia involucra riesgos para el régimen: “cuando se permite que los empresarios ganen dinero, se comienza a hacer muy visible que hay gente rica en Cuba y gente que no lo es. ¿Cuán exitoso puede ser alguien antes de que el Gobierno decida quitarle todo?”

Aun así, Kavulich está presionando para que la embajada de Estados Unidos. apruebe una lista de pequeñas empresas cubanas con las que los estadounidenses podrían hacer negocios, fomentando relaciones comerciales dentro de las regulaciones y prohibiciones existentes, incluso mientras continúa el actual congelamiento político estadounidense.

Pareciera que fue hace un siglo que el presidente Barack Obama visitó la isla, el primer presidente estadounidense en hacerlo en 88 años, y que los Rolling Stones tocaron para medio millón de cubanos en la Ciudad Deportiva de La Habana. Sin embargo, eso fue apenas en 2016, lo que demuestra que las cosas pueden cambiar rápidamente a ambos lados del estrecho de Florida.

Como dijo recientemente el gran escritor cubano Leonardo Padura a un medio brasileño: “Creo que lo que más falta hoy no es la comida, el combustible, la electricidad o el café, lo que más falta es la esperanza”. Y eso puede seguir siendo escaso bajo el gobierno actual. Pero por el bien del pueblo de Cuba, sus vecinos deberían ayudar a mantener viva la esperanza.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.

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Haití declara estado de emergencia y toque de queda tras la fuga masiva de presos

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Caracas.- El Gobierno de Haití declaró este 3 de marzo el estado de emergencia y un toque de queda nocturno después de que al menos una docena de personas muriera tras el ataque de una banda criminal a la prisión más grande de Puerto Príncipe, propiciando la fuga de miles de reclusos.

El toque de queda comenzará a las 18:00 horas y terminará a las 05:00 horas y estará vigente hasta el 6 de marzo, de acuerdo con las autoridades haitianas.

Horas antes, hombres armados atacaron la prisión nacional de la capital, Puerto Príncipe, y liberando a una gran cantidad de prisioneros, cuyo número exacto aún se desconoce.

Haití vive una crisis sociopolítica desde hace décadas, la cual se agravó a partir del asesinato del presidente Jovenel Moise en julio de 2021.

Desde entonces, la inacción de las autoridades provocó un aumento sin precedentes de la influencia de los grupos mafiosos que se dedican a la extorsión, al secuestro, para pedir rescates y que controlan zonas enteras del país, incluidas las terminales de combustible.

Fuente: EL Universal de Perú

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