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Diciembre, un periodo para reflexionar y renovar la esperanza de un mejor futuro

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Por Juan Manuel Herrera

En pleno Día Internacional de las Personas con Discapacidad, el martes tres de diciembre en que el gobernador Carlos Miguel Aysa González y su esposa Victoria Damas de Aysa inauguraban la Quinta Jornada Estatal 2019 “Campeche Inclusión en Movimiento”, el joven Alejandro Moreno Arceo lanzaba en el malecón capitalino una convocatoria de respaldo social al proyecto “Fragmentos de vida…Una vida que contar”, del artista Rodrigo Jiménez, “Roca”, con que busca sensibilizar a la sociedad campechana de la importancia de respetar a las personas con capacidades diferentes.

Sin duda el duodécimo y último mes del año en el calendario gregoriano se distingue precisamente por alentar la fraternidad, la concordia y el trabajo en equipo en aras del bien común, inspirándose entre otras cosas, en el nacimiento hace 2020 años de Jesucristo, piedra angular de la religión católica que se caracteriza por seguir una disciplina, un ritual y un canon tradicional que se desarrolló desde sus primeros años, y en que Jesús de Nazaret destacaba que la vocación del hombre no es de dominar, sino de servir.

Imbuido en esta época en que se exhorta a hacer actos de bondad a fin de que estos repliquen, el joven Moreno Arceo posteó un llamado a través de las redes sociales en que compartió un mensaje en que se dijo conmovido e inspirado cuando pasaba sobre la avenida Costera y vio a un artista sentado bajo el sol del medio día en un pleno domingo, pintando a una niña disfrazada de “Mujer Maravilla” junto a otras obras que conforman un gran mural.

Este se ubica en el Centro de Atención Múltiple (CAM) número dos “Dr. Pedro Berruecos Tellez”, y decidió estacionarse, bajar y hacérselo saber al artista, “y como siempre lo inesperado pasó, conocí a Rodrigo Jiménez, “Roca”, un artista con reconocimiento nacional e internacional, campechano, y sobre todo un ser humano extraordinario, y para mí un gran amigo”.

Le platicó por qué hacía este mural de más de 80 metros, y simplemente decidí ayudarlo: tiene la misión y la visión de sensibilizar a la sociedad para con los niños de habilidades diferentes por medio del arte, “y digo habilidades diferentes porque eso es lo que son, no son discapacitados. Estos niños pueden ver, sentir y experimentar la vida de una manera en la que nosotros nunca seremos capaces de hacerlo, y como verán, cambiando unas pequeñas palabras podemos cambiar la manera en la que tu vez a estos infantes”.

Hizo la invitación a cambiar, y más que unas pequeñas palabras, tomar acción; todos son bienvenidos. Desde el miércoles cuatro de diciembre hasta el jueves cinco de diciembre, de cinco de la mañana a cinco de la tarde, junto con el artista trabajó en el sitio, porque el viernes seis de diciembre es la exposición, y faltaba mucho por hacer.

Ello debido a que apenas hace tres semanas a “Roca” se le fue otorgado el permiso lo que debió acontecer tres meses antes, y con la misma fecha límite; y a pesar de ello el artista empezó a pintar, gestionar, tocar puertas, compartir su visión, poner de su dinero, “y como me expuso, a picar, lo cual es inspirador; es el claro ejemplo de que cuando uno cree en sí mismo, todo es posible”.

A la citación del joven Moreno se sumaron estudiantes y directivos del Instituto Estatal de la Juventud (Injucam), encabezados por su director, Eduardo Enrique Arévalo Muñoz, pero también amas de casa con sus infantes que trabajaban por las tardes a marcha forzada, porque como bien había expuesto en su llamado “no necesitas ser nada ni nadie para ayudar; con tú presencia y tiempo es más que suficiente”. La exposición se inauguraría el viernes seis de diciembre en un festival artístico que se tendría entre las nueve y 11 del día, y al que se pedía no dejar de acudir “a fin de dejar tus huellas en este mural, y en el corazón de estos niños”.

Saetillas…

El mejor ejemplo de que Campeche está siendo incluyente con las personas con capacidades diferentes lo ha dado el matrimonio Aysa Damas con la Quinta Jornada Estatal 2019 “Campeche Inclusión en Movimiento”, que por dos semanas llevará a cabo una serie de actividades académicas, culturales, artísticas y recreativas con la finalidad de difundir experiencias, y buenas prácticas a favor de la inclusión y el respeto de los derechos humanos de las personas con discapacidad…Una prueba de que se avanza en estos temas se dio en la exposición de arte y cultura “El autismo no se ve”, y de lo que dio testimonio el director de Relaciones Institucionales de la Fundación Hogar Santa Margarita de La Coruña, España, José Ramón Amor Pan…El pasado domingo primero de diciembre se ajustaron las primeras dos décadas de que la ciudad de San Francisco de Campeche obtuvo el nombramiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad que le otorgó la Unesco en diciembre de 1999. La capital campechana no mostró sus mejores galas para la ocasión, sin embargo el titular de la Seduopi, el experimentado constructor Edilberto Jesús Buenfil Montalvo se aplicó por lo menos buscando que no luciera tan descuidada y tétrica como la tuvo en su primer año de gobierno el alcalde panista Eliseo Fernández Montufar…Por cierto la conmemoración dio pie a que los hermanos José Antonio y Jorge Luis González Curi aparecieran en escena “recordando” a los campechanos que fueron ellos los artífices de “este logro” en el trienio de Víctor Manuel Méndez Lanz, aunque habría que precisarles que ello fue la culminación de un arduo trabajo de rescate y mantenimiento iniciados desde el sexenio de Eugenio Echeverría Castellot y acelerados durante la administración del ingeniero Jorge Salomón Azar García…Parece que nada le ha salido bien al edil capitalino empecinado en una precampaña adelantada a la gubernatura del estado, y que lo llevaron a desdeñar y ningunear al partido más fuerte de la alianza que lo llevó a la principal silla del palacio municipal, y que le devolvió esa afrenta ignorándolo en la reciente visita de su líder nacional, en que lucieron más el primer edil panista del Municipio de Campeche, Carlos Ernesto Rosado Ruelas, y el tres veces alcalde de Candelaria, el aldeano Salvador Farías González…El Congreso del Estado analiza las leyes de ingreso y egreso del Gobierno del Estado y de los Municipios para el ejercicio 2020, por lo que a la par de la comparecencia de la secretaria de Finanzas, Guadalupe Esther Cárdenas Guerrero ante los diputados de la 63 legislatura, hicieron lo propio en jornadas maratónicas desde el jueves, y durante el viernes seis de diciembre los 11 alcaldes de la entidad… Sin pena ni gloria se dio el registro y entrega de constancia de la fórmula que dirigirá al PRI de Campeche por los próximos cuatro años, en que pesó la ausencia de los liderazgos locales de la capital, y el excesivo protagonismo y violencia de los militantes carmelitas que con gritos y manotazos intentan exigir posiciones que desde 1997, simplemente no logran con contundencia obtener en las urnas…En Morena no han podido superar sus diferencias, y parece ser que como en el 2018, durante las elecciones intermedias de 2021 pesará más la figura de su candidato en Campeche que su estructura…Esto sigue manteniendo como su principal activo a la actual alcaldesa de la Álvaro Obregón, Layda Elena Sansores San Román, que sin estridencia y mayor presencia en el solar nativo, se encuentra como la figura más consolidada que podría concretar la alternancia tras casi un siglo de hegemonía priista en la única entidad del sur-sureste que no la ha tenido… Nos leemos a la próxima.

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UN DICIEMBRE DE BUENOS DESEOS

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“El Minotauro”
Por Nicolás Durán de la Sierra

A riesgo de caer en la demagogia filosófica, que es como la política, pero con palabras más lustrosas; dado que las fiestas decembrinas están próximas y su nimbo nos envuelve a todos, este comentario irá por el camino de la armonía y los plácemes, aunque se anota que renos y demás parafernalia sajona y teutona quedaran fuera ya que la glosa tiene aires marinos, de Creta en especial.

El Señor del Egeo, Asterión para sus cercanos, añora el cochinillo al horno con hierbas, el kourabiedes, dulce de almendras y el melomakaron, un bizcocho empapado en miel, pero sobre todo extraña el vino caliente especiado y más si es de Creta, cuna de los vinos… Mas dejemos a El Minotauro con sus griegas saudades, y vamos a los temas locales que nos competen.

Por ello van estos deseos, rayanos casi con la candidez, pero guiados por positivo afán. Bueno sería que cesara el centralismo estatal y se diera un respiro a las arcas de las alcaldías, pues de seguir la delgadez que implica tal concentración, todas las comunas, incluido Cancún, pronto quedarán como el de José María Morelos, que tiene que pedir prestado hasta para pagar su nómina.

Cuentan que desde la llegada de doña Mary Hernández al municipio Felipe Carrillo Puerto las arcas comunales se han enjutado, aunque por otras razones, pero tal no es un tema con espíritu decembrino por lo que quedará en pausa junto con el de José Alfredo Contreras, el edil de Bacalar, al que también señalan como autor de la delgadez presupuestal de ese municipio.

El respeto al federalismo, trazado en la constitución de 1824, parte esencial de nuestra república, es decir de lo que hoy es México y su pacto con estados y municipios, confiere a estas dos instancias soberanías y haciendas que les dan viabilidad económica, por lo que… así pues, la centralización estatal no es una buena idea, pero esto tampoco tiene aires navideños.

Como final de esta glosa, van un par de buenos deseos: que Ana Paty Peralta, la edil de Cancún, busque nueva parcela para el basurero de la ciudad, pues la “celda emergente” se está agotando, y que el congreso estatal, salvo excepciones, siga siendo un fértil sembradío de pifias, de joyas del humor involuntario para recreo de la comunidad en este inminente 2026.

Dicho esto, feliz navidad y próspero año nuevo a todos.

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Cuando el estrés se vuelve hogar

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En una mente estresada por años, el silencio se vuelve territorios peligrosos ocultando el verdadero mal

Conciencia Saludablemente

Por. Psicol. Alex Barrera

Hubo un tiempo en el que el estrés era una señal de alarma: algo no estaba bien y el cuerpo pedía pausa. Hoy, para muchas personas, el estrés dejó de ser un estado pasajero y se convirtió en una forma de vida. Muchas personas sin darse cuenta aprendieron a vivir aceleradas, hiperconectadas y con la sensación constante de que, si no estamos ocupados o tensos, estamos fallando en algo. El problema no es solo vivir con estrés, sino volverse incapaz de vivir sin él.

Durante años hemos aprendido a vivir con el estrés como si fuera una condición natural de la adultez. “Así es la vida”, decimos, mientras normalizamos el cansancio crónico, la ansiedad constante y la sensación de que, si no estamos ocupados, algo anda mal. Poco a poco, sin darnos cuenta, dejamos de preguntarnos si el estrés es inevitable y comenzamos a organizarnos alrededor de él. El problema no es sólo que vivamos estresados, sino que a de que sabemos que existe, no sabemos ni como reconocerlo, es decir, sabemos que existe el estrés, pero no sabemos cómo se siente el estrés, y mucho menos como detenerlo, aunque suene duro muchos hemos desarrollado una incapacidad real para vivir sin estrés.

Y es que cuando el estrés se normaliza, el silencio incomoda. Los espacios de calma generan culpa y la tranquilidad se interpreta como pérdida de tiempo incluso hay quien al intentar detenerlo se encuentra con la respuesta automática del cerebro una rotunda negativa, como si el propio cuerpo se negara a abandonar ese estado. Y lo grave es que aunque el cerebro lo haya normalizado, el generar estrés mantiene los mecanismos del naturales del cuerpo provocando daños clínicos en la salud de las personas.

No hablo del estrés como respuesta adaptativa —ese mecanismo biológico que nos permite reaccionar ante una amenaza real—, sino de un estado permanente de activación que se vuelve identidad. Hay personas que no saben qué hacer cuando no hay pendientes, conflictos o urgencias. El silencio les incomoda. El descanso les genera culpa. La calma se percibe como improductiva, sospechosa, incluso peligrosa. En ese punto, el estrés deja de ser una reacción y se convierte en una forma de vida.

Desde la psicología sabemos que el cuerpo no distingue entre una amenaza real y una simbólica. El sistema nervioso responde igual a un león que a un correo electrónico. Cuando vivimos en estado de alerta constante, el organismo se adapta a esa intensidad. El cortisol y la adrenalina se mantienen elevados y, con el tiempo, el cuerpo aprende a funcionar así. Entonces ocurre algo paradójico: la calma empieza a sentirse extraña, y el estrés se vuelve familiar. Incluso necesario.

Esto explica por qué algunas personas, al tener un fin de semana libre, se enferman, se angustian o buscan inconscientemente un conflicto. No es mala suerte: es un sistema nervioso que no sabe bajar la guardia. La mente, acostumbrada al ruido, interpreta la quietud como vacío. Y el vacío, para muchos, resulta insoportable.

La cultura contemporánea ha hecho del estrés una medalla de honor. Estar ocupados es sinónimo de éxito. Dormir poco es señal de compromiso. Decir “no tengo tiempo” nos valida socialmente. Hemos romantizado el agotamiento al punto de sospechar de quien vive con calma. ¿Qué estará haciendo mal? ¿Por qué no corre como los demás? Así, el estrés deja de ser un problema y se vuelve un valor cultural.

Pero el cuerpo no negocia con las narrativas sociales. El estrés sostenido tiene consecuencias claras: trastornos del sueño, problemas digestivos, enfermedades cardiovasculares, irritabilidad, dificultades de concentración, distanciamiento social, ansiedad y depresión. Lo más grave es que muchas de estas señales se ignoran porque se consideran “normales”. Vivir cansados se vuelve la norma. Sentirse mal, el precio a pagar.

Hay otro aspecto menos visible pero igual de dañino: el estrés constante empobrece la vida emocional. Cuando estamos siempre en modo supervivencia, no hay espacio para el placer, la creatividad ni la introspección. Todo se vuelve funcional. Incluso las relaciones. Escuchamos a medias, convivimos con prisa, respondemos desde la reactividad. Vivir así no sólo desgasta el cuerpo; también nos desconecta de nosotros mismos.

Con frecuencia escucho frases como: “Si me relajo, pierdo el control”, “Si descanso, me atraso”, “Si bajo el ritmo, todo se desmorona”” Hay que seguir” y la más atros “Puedo con eso y más”, todas ellas de personas que puedo ver están a punto de desmoronarse. Detrás de ellas hay una creencia profunda: la idea de que sólo somos valiosos cuando estamos produciendo o resolviendo problemas. El estrés, entonces, se convierte en una forma de sostener la autoestima. Mientras estoy ocupado, existo. Cuando paro, me enfrento al vacío de no saber quién soy sin la urgencia.

En ese sentido, la incapacidad de vivir sin estrés no es sólo fisiológica; es también psicológica. El estrés funciona como anestesia. Mantiene la mente ocupada y evita preguntas incómodas: ¿estoy donde quiero estar?, ¿esto me hace sentido?, ¿qué estoy evitando sentir? Cuando bajamos el ritmo, esas preguntas aparecen. Y no siempre estamos preparados para escucharlas.

La ironía es que muchas personas buscan “manejar mejor el estrés” sin cuestionar por qué viven en un estado que lo genera de manera permanente han olvidado siquiera como se sentían, y casi puedo asegurar que ya ni siquiera lo distinguen. Hacemos yoga, meditamos cinco minutos, tomamos suplementos… pero regresamos a la misma lógica de exigencia. No se trata de eliminar el estrés —eso sería imposible—, sino de dejar de necesitarlo para sentirnos vivos.

Incluso el cerebro puede interpretar como amenazantes los ejercicios orientados a la calma y la relajación cuando ha pasado demasiado tiempo funcionando en modo de alerta. Desde la neurociencia sabemos que el sistema nervioso se adapta a los estados que se repiten con mayor frecuencia; si una persona vive bajo estrés crónico, su cerebro aprende que la activación constante es sinónimo de seguridad.

En ese contexto, prácticas como la respiración profunda, la meditación o el silencio corporal pueden generar incomodidad, ansiedad o inquietud, porque implican “bajar la guardia”. Al disminuir la estimulación externa, emergen sensaciones internas, emociones reprimidas o pensamientos evitados, lo que el cerebro interpreta como pérdida de control.

La amígdala, encargada de detectar amenazas, puede activarse ante esta quietud desconocida, enviando señales de alarma que se manifiestan como nerviosismo, tensión muscular o necesidad urgente de interrumpir el ejercicio. No es que la calma sea peligrosa, sino que resulta extraña para un sistema acostumbrado a sobrevivir desde la urgencia. Por ello, aprender a relajarse no siempre es placentero al inicio; es un proceso de reaprendizaje en el que el cerebro necesita tiempo y acompañamiento para reconocer que el descanso también es un estado seguro.

Aprender a vivir sin estrés no significa abandonar responsabilidades ni aspiraciones. Significa recuperar la capacidad de alternar entre acción y reposo reconociendo conscientemente cual es cual. Dejar que el sistema nervioso recuerde que la calma también es segura. Que no todo es amenaza. Que no todo es urgente. Que el descanso no es un premio, sino una necesidad biológica y emocional y de usar herramientas que me permitan disminuir el estrés en momentos precisos de la vida.

Este reaprendizaje no es sencillo. Para alguien acostumbrado a la hiperactividad, el descanso puede generar ansiedad, irritabilidad o incluso tristeza. Es como quitarle una muleta al cuerpo: al principio duele. Por eso, muchas personas fracasan en sus intentos de bajar el ritmo y concluyen que “no pueden”. No es que no puedan; es que están deshabituándose de un estado que se volvió adictivo.

Aquí es donde la terapia psicológica cobra un papel fundamental. No sólo para enseñar técnicas de relajación, sino para explorar qué función cumple el estrés en la vida de la persona. ¿Qué evita? ¿Qué sostiene? ¿Qué identidad refuerza? Acompañar este proceso permite construir una relación más sana con el tiempo, el cuerpo y las emociones.

Vivir sin estrés constante no es una utopía, pero sí un acto contracultural. Implica cuestionar mandatos, tolerar la incomodidad del silencio y redefinir el valor personal más allá del rendimiento. Implica, en muchos casos, aceptar que hemos estado sobreviviendo cuando podríamos estar viviendo.

Tal vez la pregunta no sea cómo eliminar el estrés, sino algo más incómodo y honesto: ¿qué parte de mí no sabe existir sin él? Mientras no nos atrevamos a responderla, seguiremos corriendo, no porque sea necesario, sino porque detenernos nos confronta con una calma que aún no sabemos habitar.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial de manera privada.


Si le interesa el tema puede profundizar en los siguientes textos:
American Psychological Association. (2020). Stress effects on the body.
https://www.apa.org/topics/stress/body

Describe cómo el estrés crónico mantiene al sistema nervioso en estado de alerta y dificulta la activación de respuestas de relajación.

Porges, S. W. (2011). The polyvagal theory: Neurophysiological foundations of emotions, attachment, communication, and self-regulation. W. W. Norton & Company.
https://wwnorton.com/books/9780393707007

Explica cómo el sistema nervioso autónomo puede interpretar estados de calma como inseguros cuando el organismo está habituado a la hiperactivación.

Van der Kolk, B. (2014). The body keeps the score: Brain, mind, and body in the healing of trauma. Viking.
https://www.penguinrandomhouse.com/books/215391/the-body-keeps-the-score-by-bessel-van-der-kolk-md/

Aborda cómo personas con estrés prolongado o trauma pueden experimentar ansiedad al intentar relajarse o meditar.

Thayer, J. F., & Lane, R. D. (2000). A model of neurovisceral integration in emotion regulation and dysregulation. Journal of Affective Disorders, 61(3), 201–216.
https://doi.org/10.1016/S0165-0327(00)00338-4

Expone cómo la regulación emocional deficiente hace que el sistema nervioso perciba la calma como una pérdida de control.

Treleaven, D. A. (2018). Trauma-sensitive mindfulness: Practices for safe and transformative healing. W. W. Norton & Company.
https://wwnorton.com/books/9780393709780

Analiza por qué prácticas de mindfulness pueden activar ansiedad en personas con sistemas nerviosos hipervigilantes.

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