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La dupla de los técnicos al escenario internacional

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Por Hugo Alday Nieto

México ha sido señalado históricamente como un país que hace como que lucha en contra del comercio informal representado por dos esquemas delincuenciales como son la piratería y la falsificación. Incluso gran parte de los tratados internacionales comerciales que suscribe México en sus capítulos respectivos a la Propiedad Intelectual destacan el compromiso de las partes para combatir a la piratería y a la falsificación.

De conformidad con el documento denominado “LA PERSISTENCIA DE LA PIRATERÍA Y SUS CONSECUENCIAS PARA LA CREATIVIDAD, LA CULTURA Y EL DESARROLLO SOSTENIBLE” del Comité Intergubernamental de Derechos de Autor de la OCDE nos dice que la Organización Mundial de Aduanas, calcula que el 5% del comercio mundial tiene por objeto bienes pirateados. Por su parte, la Comisión Europea, recientemente calculó que entre un 5% y un 7% del comercio mundial depende de la piratería. De acuerdo con el documento, la piratería genera 300.000 millones de euros de pérdidas del comercio formal. La OCDE calcula más del 5% las pérdidas sufridas por el comercio mundial y pone el foco en otro indicador de la gravedad de la piratería y la falsificación, señalando el problema del aumento en los empleos perdidos, estimando que ascienden a 120.000 de empleos formales perdidos al año en los Estados Unidos de América y a más de 100.000 en la Unión Europea hasta antes del 2010. Aquí el porcentaje es mucho mayor.

En México, la piratería se ubica en el capítulo Vigésimo Sexto del Código Penal Federal denominado “DELITOS EN MATERIA DE DERECHOS DE AUTOR”, principalmente en tres artículos:

“Artículo 424.- Se impondrá prisión de seis meses a seis años y de trescientos a tres mil días multa: (…)

III.  A quien use en forma dolosa, con fin de lucro y sin la autorización correspondiente obras protegidas por la Ley Federal del Derecho de Autor…

Artículo 424 bis.- Se impondrá prisión de tres a diez años y de dos mil a veinte mil días multa:

I.  A quien produzca, reproduzca, introduzca al país, almacene, transporte, distribuya, venda o arriende copias de obras, fonogramas, videogramas o libros, protegidos por la Ley Federal del Derecho de Autor, en forma dolosa, con fin de especulación comercial y sin la autorización que en los términos de la citada Ley deba otorgar el titular de los derechos de autor o de los derechos conexos.

Igual pena se impondrá a quienes, a sabiendas, aporten o provean de cualquier forma, materias primas o insumos destinados a la producción o reproducción de obras, fonogramas, videogramas o libros a que se refiere el párrafo anterior…

Artículo 424 ter.- Se impondrá prisión de seis meses a seis años y de cinco mil a treinta mil días multa, a quien venda a cualquier consumidor final en vías o en lugares públicos, en forma dolosa, con fines de especulación comercial, copias de obras, fonogramas, videogramas o libros, a que se refiere la fracción I del artículo anterior.

Si la venta se realiza en establecimientos comerciales, o de manera organizada o permanente, se estará a lo dispuesto en el artículo 424 Bis de este Código.”

Asimismo, la falsificación es un delito que se encuentra ubicado en la Ley Federal para la Protección de la Propiedad Industrial, de la siguiente manera:

“Artículo 402.- Son delitos:

I.- Falsificar una marca con fines de especulación comercial.

Para efectos de esta Ley, se entenderá por falsificar, el usar una marca idéntica o de forma tal que no pueda distinguirse en sus aspectos esenciales a una previamente registrada o a una protegida por esta Ley, sin autorización de su legítimo titular o de su licenciatario, para representar falsamente a un producto o servicio como original o auténtico.

Para acreditar la falsificación bastará que la marca sea usada en forma idéntica o de forma tal que no pueda distinguirse en sus aspectos esenciales a como aparezca representada en el título de registro o, en su caso, en la resolución que estime o declare su notoriedad o fama;

II.- Producir, almacenar, transportar, introducir al país, distribuir o vender con fines de especulación comercial, objetos que ostenten falsificaciones de marcas, así como aportar o proveer de cualquier forma, a sabiendas, materias primas o insumos destinados a la producción de objetos que ostenten dichas falsificaciones;”

De acuerdo con la maestra en derecho Karen Lizbeth Ayala García en su obra “La piratería en México: problema social y económico” diversas estadísticas realizadas en México, arrojan datos de que el consumo excesivo de piratería y falsificaciones se realiza con la conciencia de que se trata de un delito y que se fomenta la corrupción.

El IMPI en su “Estudio de la precepción de la piratería en México 2024”, señala  que esta actividad ilegal se encuentra fuertemente arraigada en el consumidor promedio de México, a sabiendas que afecta al productor o autor, que genera pérdida de empleos, de que fomenta el crecimiento del crimen organizado a través de la producción o importación ilícita de piratería y falsificación, lo que crea una cadena delictiva que no solo daña a la economía, sino que sirve de generador de dinero en el mercado negro para ser invertido en otro tipo de delitos y generar violencias que llegan hasta la puerta de nuestras casas. Es decir, somos patrocinadores de nuestra propia violencia a través del consumo de piratería y falsificaciones.

Debido a ello, las acciones emprendidas por el IMPI hace unos días en el centro de la ciudad de México son una gran muestra de que por lo menos en el arranque, el segundo piso de la transformación busca combatir a la piratería y la falsificación de artículos protegidos por el derecho de autor y la propiedad industrial, dando una notable señal a los inversionistas extranjeros de que el combate a los delitos en la materia, y sus derivados de lavado de dinero y contrabando, van en serio bajo el mando de Marcelo Ebrard y Santiago Nieto.

Este tema sin duda deberá de explorarse a fondo para llegar investigar a las aduanas mexicanas, ya que, por lo pronto, las fuerzas armadas han resultado inútiles para detener el contrabando de productos apócrifos, falsificados o piratería, lo que nos abre la puerta a un esquema de corrupción en esas corporaciones, ya que, de otra forma, no existe posibilidad alguna de que el IMPI hubiese asegurado tres pisos de mercancía en la ciudad de México hace unos días.

Después de la desavenencia con nuestros socios comerciales, México da nuevamente señales de retomar el camino de la negociación y la legalidad, y qué mejor que de la dupla técnica Ebrard-Nieto, quienes nuevamente toman el control de la situación desde uno de los perfiles más delicados y sensibles de México, el comercio internacional y su fina linea divisoria con la delincuencia organizada.

Nota:Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores son responsabilidad de quienes las emiten.

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Memoria, emoción y verdad: las fiestas patrias en un país inseguro

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Más allá del grito una mirada psicológica de la celebración

Bitácora de la Rebelión
Por: Psic.Alex Barrera**

A pesar de todo y en cualquier circunstancia los mexicanos, nos distinguimos de otras naciones por nuestra alegría y por el impulso que demostramos en todo lo que hacemos, el gran fervor de los mexicanos por su nación aun en circunstancias tan adversas como las que vivimos en nuestra era es inamovible, porque no deja nunca el mexicano incluso cuando vive en el extranjero de sentir una gran conexión con su patria, haciendo que millones de extranjeros en el mundo no sólo admiren ese fervor sino que se sumen a ese increíble sentimiento que se da al conocer lo que una nación como México ofrece.

Las fiestas patrias funcionan como dispositivos de memoria colectiva: nos convocan a recordar una historia compartida, a cantar himnos, a envolvernos en colores y rituales que reconstruyen, por unas horas, una identidad colectiva. Esa emoción compartida que mezcla, orgullo, nostalgia y alegría; tiene un efecto psicológico real: crea cohesión, reduce la sensación de soledad y permite experimentar gratitud por pertenecer a algo mayor que nosotros mismos. Pero en México, donde la vida cotidiana se ve atravesada por la inseguridad y la violencia, esa celebración también exige honestidad sobre qué memorias elegimos exaltar y cuáles preferimos silenciar.

La memoria histórica cumple funciones terapéuticas: refrenda que no estamos solos, que nuestra historia tiene continuidad y sentido. En contextos de fragilidad social, los rituales nacionales pueden facilitar redes de apoyo y resiliencia comunitaria; compartir comida, música y calles en fiestas públicas reduce el aislamiento y genera capital social. No obstante, la imagen de una nación unida por la festividad puede convertirse en un barniz emocional si la realidad subyacente (delitos, miedo, victimización) queda fuera del relato.

Sin embargo, en 2025, las condiciones de un país secuestrado por el miedo y la violencia dejan muy lejana la posibilidad de poder abrazar el bienestar psicológico, por el contrario, nos pone en una total situación de fragilidad social, ante el miedo latente de una catástrofe que pone en peligro nuestro bienestar y que nos arrebata la alegría y el orgullo nacional.

Este año al menos 22 municipios de seis estados en México suspendieron parcial o totalmente los festejos patrios debido a la inseguridad y a amenazas del crimen organizado. Los casos se concentraron en Michoacán —con Uruapan, Peribán, Zinapécuaro y Tocumbo—, así como en Sinaloa, donde municipios como San Ignacio y Navolato cancelaron eventos masivos. En Veracruz, localidades como Coxquihui, Cerro Azul, Zozocolco de Hidalgo y Coahuitlán también se vieron obligadas a posponer actividades, mientras que en Oaxaca varios municipios —entre ellos La Reforma, San Juan Bautista Guelache y Magdalena Ocotlán— optaron por ceremonias mínimas. Incluso en zonas urbanas como Iztapalapa (Ciudad de México) y Xalatlaco (Estado de México) se cancelaron verbenas o desfiles.

Estas decisiones reflejan cómo la violencia impacta directamente en la vida comunitaria, alterando rituales colectivos que históricamente han servido para fortalecer la identidad y la memoria compartida, situación que impacta psicológicamente a los individuos que habitan en la comunidad, pues la falta de actividades comunales y la percepción de desconfianza hacia el colectivo social, crea a la larga la sensación de inseguridad que sin duda impacta en el individuo, haciéndole cada vez mucho más insensible al deseo de bienestar colectivo y por tanto incrementa los  niveles de cortisol y noradrenalina, sustancias que impactan directamente en la salud.

Duele entonces, porque el miedo se apodera del colectivo y golpea a la comunidad en el orgullo y ahí en el día que se logró la independencia, se encuentra la frustración de que quizá se ha perdido de nuevo y de la peor manera porque allá en la lejanía del tiempo pasado donde el rugir de las armas y los gritos de libertad recuperaron el orgullo mexicano en contra de un “extraño enemigo” hoy “quien profana tu suelo” no lleva arma, ni puede caminar, como entonces se combate a un enemigo sin forma física? ¿Cómo entonces se levantan los hijos de la patria contra la violencia?   

Esa realidad de miedo constante está documentada: en junio de 2025, según datos del INEGI, el 63.2% de la población adulta en las áreas urbanas manifestó que vivir en su ciudad es inseguro; las mujeres se sienten particularmente vulnerables (68.5% vs. 56.7% de los hombres). Estos porcentajes muestran que la percepción de inseguridad es amplia y persistente en la vida cotidiana de millones de mexicanos.

Además, la victimización no es un dato menor: según la ENVIPE 2024, en 2023 el 27.5% de los hogares en México registró al menos una integrante víctima de delito, un recordatorio de que la amenaza no es sólo percibida, sino vivida por muchas familias cuya vida, dicho sea de paso, no es la misma después de afrontar un crimen.

Frente a estos datos, las fiestas patrias tienen una doble lectura psicológica. Por un lado, ofrecen un espacio legítimo para la reparación simbólica: la celebración colectiva puede aliviar tensiones, ofrecer momentos de alegría compartida y reactivar vínculos comunitarios necesarios para la salud mental.

Por otro lado, cuando el relato nacional omite las heridas abiertas (personas desaparecidas, zonas de alto riesgo, desconfianza institucional) genera lo que la psicología social llama disonancia cognitiva colectiva: la tensión entre el orgullo proclamado y la experiencia real de inseguridad. Esa disonancia puede profundizar el sentimiento de traición o desamparo cuando el orgullo patriótico se percibe como una máscara que oculta fracasos estatales en seguridad y justicia.

El nacionalismo emocional tiene otra trampa: su capacidad para cohesionar puede acompañarse de exclusión. Una celebración que pone énfasis en símbolos y héroes puede silenciar memorias locales o críticas necesarias, y eso erosiona la confianza cívica. En contextos donde, por ejemplo, algunas ciudades aparecen entre las más violentas del mundo y las cifras de homicidios siguen siendo altas, la narrativa festiva sin autocrítica corre el riesgo de normalizar la violencia como un telón de fondo inevitable. Recientes reportes periodísticos como el realizado por el diario internacional “El País” y análisis sobre violencia urbana muestran que, pese a ligeras mejoras en algunos indicadores, siguen existiendo focos críticos que condicionan la vida cotidiana de amplios sectores.

¿Qué puede hacer la sociedad civil y el periodismo en este cruce entre memoria y violencia? Primero, reclamar una celebración que sea también espacio de memoria plural: plazas y actos donde, además de elogiarnos, se reconozca a las víctimas y se visibilicen las demandas de justicia. Segundo, promover rituales de civismo que incluyan reflexión: minutos de silencio, mesas comunitarias después del desfile, conciertos que donen recursos a programas de atención psicosocial. Tercero, aprovechar la energía colectiva para movilizar vínculos solidarios concretos —redes de apoyo vecinal, brigadas culturales en zonas afectadas, campañas de prevención— que traduzcan el orgullo en acción social.

En suma, las fiestas patrias pueden y deben ser fuente de gratitud y alegría compartida: son necesarias. Pero su poder simbólico será más sano y profundo si se acompaña de verdad histórica y responsabilidad colectiva. Celebrar sin mirar las heridas es perpetuar la ilusión; celebrar reconociéndolas es construir una nación que cuida a sus habitantes y que convierte la memoria en motor de cambio. Si la unión emocional que generan nuestros himnos y colores se traduce en diálogos reales sobre seguridad, justicia y apoyo comunitario, entonces la psicología de la celebración habrá cumplido su mejor propósito: no sólo hacernos sentir parte de algo, sino ayudarnos a proteger lo que celebramos, porque claro está: “Piensa patria querida que el cielo un soldado en cada hijo te dio”

** Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

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Opinión

HISTÓRICO GRITO DE INDEPENDENCIA: CLAUDIA SHEINBAUM SE CONVIERTE EN LA PRIMERA MUJER PRESIDENTA EN ENCABEZAR LA CEREMONIA EN PALACIO NACIONAL

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Ciudad de México, 15 de septiembre de 2025.— En una noche cargada de simbolismo y emoción, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó por primera vez el Grito de Independencia desde el balcón central de Palacio Nacional, marcando un hito en la historia política de México como la primera mujer en ocupar este cargo y liderar esta ceremonia emblemática.

A las 11:00 p.m., ante miles de personas reunidas en el Zócalo capitalino, Sheinbaum pronunció con firmeza los nombres de los héroes patrios y concluyó con un enérgico “¡Viva México!”, seguido por el repique de campanas y un espectáculo de fuegos artificiales que iluminó el cielo de la capital.

La ceremonia estuvo acompañada por un despliegue cultural que incluyó música tradicional, danzas regionales y una destacada presencia de mujeres en los actos protocolarios, reflejando el compromiso de la nueva administración con la inclusión y la equidad.

Este Grito no solo conmemora la lucha por la independencia, sino que también representa un avance significativo en la participación política de las mujeres en México. Diversos sectores sociales han celebrado el momento como un símbolo de transformación y esperanza para las futuras generaciones.

La presidenta Sheinbaum reafirmó su compromiso con la justicia social, la paz y el fortalecimiento de la democracia, en un mensaje que resonó más allá de las fronteras nacionales.

Fuente: 5to Poder Agencia de Noticias

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