Opinión
Premio mundial al “Hoyo Negro”, por buenas prácticas
Por: Wilberth Esquivel
Bajar buceando dentro de un cenote en la zona de Dos Ojos o del conocido como sistema Sac Aktún, al norte de Tulum, es una experiencia inolvidable.
A profundidades de 30 m, que es el límite convencional de buceo, es posible ver estalactitas, estalagmitas sumergidas y estratos en las paredes de las cavernas que muestran los niveles del agua de otros tiempos.
La pregunta es ¿Por qué?¿Acaso se inundaron?¿En otra época estaba secas las cavernas?
Y la respuesta es si, hace 40,000 años el planeta se congeló mayormente, el nivel del mar disminuyó incluso más de 120 metros de donde hoy está. el nivel del mar es casi el mismo que el nivel del agua que vemos en los cenotes o de nuestros ríos subterráneos. La diferencia es de centímetros.
Entonces, la costa no estaba donde hoy está la playa, en muchos sitios de nuestro litoral estaba mucho más lejos que el horizonte que vemos. Por ejemplo para Cancún la costa estaba detrás de Isla Mujeres a 21 millas. Pero otros lugares como Punta Venado o como Akumal tenían la costa a pocos kilómetros de la actual, dos o tres kilómetros. En Majahual estaba enfrente casi donde hoy está.
La gran plataforma kárstica de la Península de Yucatán se formó hace 2 millones de años, y se ha inundado o emergido varias veces. Hace 40,000 años se secó por ultima vez. Gran parte del agua del planeta se congeló en los polos.
Al bajar el nivel del acuífero, evidentemente los cenotes, ríos subterráneos y cavernas que hoy conocemos y buceamos, quedaron secos. Era un mundo muy diferente al actual.
La era del hielo duró más de 30,000 años según los registros geológicos que lo demuestran científicamente. Terminó hace 12,000 años. Y el agua regreso a inundar todo. Desde hace 12,000 años hemos vivido una inundación paulatina y lenta.
Bueno, en la zona de Sac Aktún y Dos Ojos, cercana a Xelhá, los espeleobuzos han bajado miles de veces a explorar cavernas.
En mayo del 2007, Alejandro Alvarez, Beto Nava y Franco Atollini encontraron los restos de un esqueleto humano en el sitio arqueológico “Hoyo Negro”, junto al esqueleto encontraron restos de 26 mamíferos de 11 especies del pleistoceno tardío, un cráneo de tigre dientes de sable, un perezoso de Shasta, un tapir gigantesco, cerdos de monte, un oso, un puma, un lince, un coyote, un coatí y un murciélago frutero.
Alex Álvarez narra como sigue:
... “recuerdo que iniciamos la exploración en el Cenote la Virgen y seguimos por un túnel lleno de agua, después de mas de un kilómetro buceando entramos al Hoyo Negro, fué increíble, todo era oscuro, sólo agua y oscuridad, llevábamos unos aparatos con luces muy potentes y aun así la luz no llegaba muy lejos, así que lo llamamos Hoyo Negro”…”pasamos dos meses para poder entrar más profundo, y una vez que lo hicimos pasaron varios minutos antes de acostumbrarnos a la oscuridad, el primer hueso que vimos fué un fémur de un metro de longitud, y de repente todos empezamos a señalar con las lámparas en todas direcciones, vimos los restos de un puma, del tigre dientes de sable, un perezoso gigante, pensamos que ya eso era el descubrimiento del siglo”…
He leído éste relato de Alex y lo he entrevistado por sus historias de ese momento, me ha inspirado cien veces, ese instante del explorador que me hace pensar en la mirada atónita de quien piensa en ese momento: “Ya está, valió la pena, he vivido todo”.
Ese momento del cazador de tesoros cuando encuentra el cofre.
Bueno, seguidamente Alex puso su luz en un cráneo humano, …“estaba invertido, era Naia”…, cuenta el espeleólogo.
Naia es un nombre griego de las ninfas del agua, significa: la que fluye como el agua.

Es uno de los descubrimientos mas importantes del siglo, es el esqueleto más completo y más antiguo encontrado en el Continente Americano. Implica presencia humana desde hace 13,000 años o más. Resuelve una vieja polémica de la ciencia paleontológica por que se buscaba un eslabón entre los primeros nómadas que cruzaron el Estrecho de Beering y poblaron Canadá y Estados Unidos durante la glaciación y los más antiguos nativos americanos encontrados.
Por muchos años se pensó que los peloamericanos, es decir, los antiguos mayas, incas, aztecas, olmecas y en general indígenas americanos tenían otro origen no asiático.
Así que Naia es un eslabón perdido que confirma que hubo nómadas de origen “Asiático Siberiano” que llegaron hasta la Península de Yucatán hace más de 13,000 años. Incluso se pensó muchos años que no hubo americanos hasta hace 8,000 años. Algunos paleontólogos incluso afirmaron muchos años que pudo haber una migración marítima que dió origen a los paleomaericanos.
El ADN de Naia resuelve estos enigmas, y muestra que hubo una sola migración asiática y por ende, que todos los amerindios provienen de una sola rama humana Asiático Siberiana.
El descubrimiento de Naia es un parteaguas científico.
El análisis de ADN mostró que era mujer, que tenia entre 15-17 años de edad, que ya había sido madre, que tenía déficit de proteína en su alimentación, uno de sus antebrazos habría sido fracturado en espiral, quizá al caer al hoyo negro “que estaba seco”, o bien por que había sufrido violencia familiar, algunos han dicho esto. Pudo resultar del ataque de un cocodrilo o por muchas causas. Se sabe que era de facciones asiáticas, que era delgada y fuerte, de piernas largas y brazos musculosos, de 1.60 m de altura.

Los buzos cuidaron el descubrimiento varios años hasta que el INAH se hizo cargo y se dió a la luz, luego vinieron otros buzos e hicieron programas documentales tratando de adjudicarse el descubrimiento de Alex, Beto y Antollini, como suele suceder y hasta en Netflix se subió el documental “el primer rostro de América”, el caso es que se ha cuidado y protegido la zona hasta nuestros días.
Bueno, en días pasados, la UNESCO (ONU), premió por “Mejores Prácticas” al Proyecto llamado “Hoyo Negro” que inició ese histórico día de mayo del 2007.
En París Francia, en la 9a reunión de los 190 países miembros de la “Conferencia de las Partes”, y es un merecido reconocimiento por la lucha por proteger y preservar el patrimonio subacuático del Caribe Mexicano.
El premio fue recibido por la Subdireccion de Arqueología Subacuática del INAH.
El Hoyo Negro tiene 55 metros de profundidad, hace 13,000/12,000 años estaba seco, el agua estaba más de 70/80 metros debajo del nivel actual, tiene más de 60 metros de diámetro.
Merece un especial reconocimiento la arqueóloga mexicana del INAH, Pilar Luna Erreguerena que tomó el proyecto con recelo y responsabilidad directamente de los descubridores, en 2019 le pasó la estafeta a Barba Meinecke que siguió sus pasos.

Naia, es un descubrimiento fantástico, no solo nos abre los ojos sobre nuestra comprensión del pasado, también nos lleva a reflexionar sobre el futuro.
Sobre nuestro ecosistema kárstico, que es un enorme queso gruyere saturado de cavidades, cuevas y venas dentro de las enormes losas de piedra caliza. Estaba seco en los tiempos de Naia, hoy inundado conforme el planeta se fué calentando desde hace 12,000 años. El agua ha subido más y más, y seguirá subiendo por el calentamiento global. Debe hacernos reflexionar sobre un mundo donde había perezosos gigantes que deambulaban por la Riviera Maya, o tigres dientes de sable. O simplemente, nos invita a pensar que no siempre el caribe Mexicano ha sido como lo conocemos.
Como dijo la gobernadora Mara Lezama en un discurso hace unos meses cuando inauguramos con ella una planta de tratamiento de agua residuales de Cancún: “Preguntémonos: ¿qué hemos hecho para cuidar nuestro acuífero?”.
Esto y mucho más es Naia …
Si quiere saber más sobre el temqa visite https://www.humanosfera.blog
EN LA OPINIÓN DE:
El lado oscuro de la navidad: una mirada psicológica a la depresión invernal
Detrás de la mercadotecnia de la época de paz en el mundo, la cifra de suicidios se eleva
Conciencia Saludablemente
Por Psicol. Alex Barrera**
Cada año, cuando el invierno comienza a instalarse y los días se acortan, noto un cambio sutil pero profundo en muchas de las personas, lo cual inevitablemente a mi parecer crea una bruma en todo el ambiente, y es que mientras la gran maquinaria de la mercadotecnia nos vende un espacio de amor, familia y entornos diseñados a modo para fomentar el espíritu de dar y recibir, la realidad es que muchas veces esto es la máscara que oculta, lo que no queremos saber, pero que nuestro cerebro ya sabe. Y no es otra cosa sino la reacción biológica natural que nos alinea con la naturaleza, invierno significa el final.
Y no, no es fatalismo, es la naturaleza terminando un ciclo, es por eso que durante el invierno muchos animales se retiran a descansar, los arboles desojados esperan pacientes para poder reverdecer, la luz del día es menos, y por supuesto los seres humanos experimentamos cambios que desafortunadamente intentamos ignorar debido a que cada día nos alejamos más y más de lo natural, pensando con la soberbia que solo el razonamiento nos puede dar, que si la luz del sol se va, nosotros podemos llenarla con pequeñas luces artificiales, que se venden en aquellos puestos que ocupan miles de esquinas en el país.
Pero dejemos el romanticismo y la filosofía de lado y para no abrumarle entremos de lleno a lo que quiero en este espacio, comentarle a usted, que se toma el tiempo de leer estas líneas y es que, si hablamos de los síntomas del invierno, incluso yo, como especialista en salud mental debo confesar que experimento cierta variación en mi nivel de energía y claridad emocional.
Así pues, le hablaré de las cosas por su nombre, lo que muchas personas experimentamos no se trata simplemente de “mal humor por el frío”, sino de un fenómeno ampliamente documentado: la depresión invernal, también conocida como Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Aunque a veces se percibe como una exageración o un invento moderno, la ciencia ha demostrado que es una condición real y prevalente, estrechamente vinculada a los ciclos de luz y a la respuesta biológica de nuestro organismo.
La American Psychological Association (APA) explica que el TAE aparece cuando la disminución de luz solar altera nuestros ritmos circadianos, los cuales funcionan como un reloj interno que regula funciones tan esenciales como el sueño, el apetito, la energía y el estado de ánimo. Cuando ese reloj se desajusta, aumentan la melatonina —la hormona del sueño— y disminuyen los niveles de serotonina, vinculada al bienestar. El resultado es una combinación de fatiga, desmotivación, tristeza persistente, irritabilidad, dificultades de concentración y, en algunos casos, un fuerte deseo de aislamiento social.
Observando desde un ángulo clínico, lo más complejo de la depresión invernal no es sólo la sintomatología, sino la forma en que suele ser minimizada. Muchas personas que pasan por este tipo de situaciones se expresan diciendo: “Debe ser flojera”, “Solo necesito echarle ganas”, “Es normal, a todos nos cae pesado el invierno”. Y aunque es cierto que los cambios estacionales influyen en nuestro ánimo, no debemos normalizar un malestar que interfiere en la vida cotidiana. Reconocer que algo no está bien permite atenderlo y evitar que el evento evolucione hacia formas más severas por ejemplo caer en depresión.
Es importante señalar que algunas personas tienen mayor vulnerabilidad biológica a este trastorno. Investigaciones del National Institute of Mental Health (NIMH) indican que quienes viven lejos del ecuador, en regiones donde el invierno tiene menor exposición solar, presentan tasas más altas de TAE. Además, quienes tienen antecedentes de depresión mayor suelen ser más sensibles a las variaciones de luz. Esto no significa que sea inevitable, sino que debemos prestar especial atención a los primeros síntomas.
En terapia, he observado que uno de los desafíos más grandes es el impacto en la percepción personal: quienes viven depresión invernal suelen sentirse “culpables” de no rendir igual, de no tener la misma energía o motivación que en otras épocas. Explicarles el componente biológico, ese juego de hormonas, luz y ritmos internos, les ayuda a comprender que no se trata de una falla personal, sino de un proceso fisiológico que puede regularse con estrategias adecuadas. Probablemente es por ello que muchas personas no son capaces de aceptar que están pasando por un mal momento, incluso ni siquiera lo reconocer, y tapan este tipo de sentimientos con conductas dañinas que curiosamente son fomentadas con el falso espíritu de la navidad, por ejemplo las compras excesivas, o el descontrol en los hábitos alimenticios.
Aun cuando se supone que la temporada enaltece virtudes como la paz, el amor, y la fraternidad, resulta preocupante observar que la disminución de luz natural y la carga emocional invernal coinciden con un aumento sostenido de suicidios en México, en donde para 2023 se registraron 8 mil 837 suicidios, lo que representa una tasa de 6.8 por cada 100 mil habitantes, una cifra más alta que la de años previos, según el INEGI. Estos datos sugieren que la temporada de oscuridad, soledad o desánimo puede agravar la vulnerabilidad psicológica (especialmente en personas predispuestas) y transformar la tristeza estacional en crisis profundas.
Sobre esto existen métodos que pueden ayudar a reducir el riesgo de padecer TAE, ninguno de ellos tan efectivo como la atención psicológica profesional. Un especialista de la salud puede evaluar el nivel del problema además el acompañamiento terapéutico brinda herramientas para detectar pensamientos suicidas, regular el estado de ánimo y reconstruir el bienestar emocional en los meses más oscuros del año.
Algunas acciones cotidianas contribuyen significativamente a reducir el impacto del TAE. Por ello, aquí te comparto tres recomendaciones basadas en evidencia para prevenir o disminuir la depresión invernal:
1) Exponte diariamente a la luz solar entre 5 y 10 minutos, siempre con la protección adecuada.
Salir por la mañana, abrir cortinas, caminar un poco o simplemente recibir la luz directa del gran astro ayuda a regular la serotonina y el reloj biológico. Puede parecer un gesto mínimo, pero su impacto es notable cuando se vuelve parte de la rutina, eso sí, no olvides el bloqueador solar y los lentes con filtro UV.
2) Mantén horarios regulares de sueño y actividad física.
Tu cuerpo necesita estabilidad cuando la luz es escasa. Dormir a horas similares y realizar ejercicio —aunque sea ligero— mejora la energía, la regulación emocional y el descanso nocturno. Aun si la noche dura más tiempo que el día es importante mantener la rutina.
3) Cultiva espacios de conexión social, incluso si la apatía te invita al aislamiento.
El invierno tiende a encerrarnos, pero el contacto humano funciona como un amortiguador emocional. Conversar con alguien, compartir actividades o participar en grupos de apoyo contribuye a mejorar el estado de ánimo.
Y, sobre todo, recuerda que la terapia psicológica es un acompañamiento fundamental durante esta temporada. No solo ofrece un espacio seguro para explorar lo que sientes, sino que te brinda herramientas para comprender tus ciclos internos, reorganizar rutinas, manejar pensamientos negativos y fortalecer tu resiliencia. En los meses más fríos del año, cuando el mundo parece apagarse un poco, la terapia se convierte en un punto de luz que ayuda a atravesar el invierno con mayor claridad y bienestar. Y no olvides que el invierno es el final que marca el inicio de algo nuevo, la navidad no sólo es época de dar y recibir, sino que también amerita un tiempo de introspección para disminuir el ritmo y reflexionar sobre lo que finalizamos y como queremos comenzar el nuevo ciclo.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo Humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
Si deseas contactar al especialista o necesitas ayuda terapéutica puedes comunicarte vía Whats App
Para más información del tema puede consultar:
Textos de Interes
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5.ª ed.). Washington, D.C.: Author.
(Para la definición clínica del Trastorno Afectivo Estacional como especificador del trastorno depresivo mayor.)
Rosenthal, N. E., Sack, D. A., Gillin, J. C., Lewy, A. J., Goodwin, F. K., Davenport, Y., … & Wehr, T. A. (1984). Seasonal Affective Disorder: A description of the syndrome and preliminary findings with light therapy. Archives of General Psychiatry, 41(1), 72–80.
(Estudio pionero que define la depresión invernal y su relación con la luz.)
Melrose, S. (2015). Seasonal Affective Disorder: An Overview of Assessment and Treatment Approaches. Depression Research and Treatment, 2015, 1–6.
(Revisión general sobre causas, síntomas y tratamiento del TAE.)
Partonen, T., & Lönnqvist, J. (1998). Bright light improves vitality and alleviates distress in healthy people. Journal of Affective Disorders, 46(1), 175–181.
(Evidencia científica del impacto de la luz en el estado de ánimo.)
Rohan, K. J., Roecklein, K. A., & Haaga, D. A. F. (2009). Cognitive-behavioral therapy for seasonal affective disorder: A randomized controlled trial. American Journal of Psychiatry, 166(5), 503–510.
(Estudio que valida la efectividad de la terapia psicológica para el TAE.)
Lewy, A. J. (2007). Circadian misalignment in mood disturbances. Current Psychiatry Reports, 9(6), 517–522.
(Base científica sobre ritmos circadianos y trastornos del estado de ánimo.)
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2023). Estadísticas a propósito del día mundial para la prevención del suicidio.
(Fuente de la cifra: 8,837 suicidios y tasa de 6.8 por cada 100 mil habitantes en México.)
Lam, R. W., & Levitt, A. J. (1999). Canadian Consensus Guidelines for the Treatment of Seasonal Affective Disorder. Clinical & Academic Publishing.
(Guía clínica que respalda intervenciones terapéuticas para depresión invernal.)
EN LA OPINIÓN DE:
Extorsión: violencia económica que se vuelve trauma emocional
Aunque es un delito del que mucho se habla, pocos toman en cuenta la factura a la salud mental que significa no resolverlo.
Conciencia Saludablemente
Por: Psicol. Alex Barrera
La reciente aprobación en el Congreso de la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar los Delitos en materia de Extorsión marca un antes y un después jurídico en México: la reforma aspira a homogeneizar criterios, perseguir el delito de oficio y endurecer sanciones frente a una práctica que se ha disparado en los últimos años. La votación responde a una urgencia tangible: la extorsión ya no es un daño sólo económico, es una máquina de erosionar vidas.
Los números lo confirman y, a la vez, ocultan realidades. Según la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas (ENVE) del INEGI, en 2023 se cometieron 747 mil delitos de extorsión contra unidades económicas, cifra que ilustra la magnitud del fenómeno entre negocios formales. Cabe señalar que las estadísticas oficiales de carpetas de investigación son mucho menores por no decir engañosas, precisamente es por la altísima “cifra negra” (cantidad de delitos que no se registran en las estadísticas oficiales) que la mayoría de las víctimas no denuncia, es decir las víctimas tienen miedo o desconfianza institucional.
El impacto económico también aparece con cifras contundentes. Coparmex y diversas estimaciones señalan pérdidas multimillonarias: sólo en 2025, hasta septiembre, las extorsiones han significado una erogación que supera los 21 mil millones de pesos para empresarios, además de multiplicar costos en seguridad privada y obstaculizar la inversión.
El daño no se limita a lo material. La extorsión induce estrés crónico, ansiedad, insomnio y sensación de indefensión tanto en propietarios como en trabajadores. Pequeños comerciantes describen la extorsión como un “perdón a cambio de sobrevivir”: pagar para continuar operando. Esa lógica genera culpabilidad, vergüenza y un desgaste emocional que se transmite al núcleo familiar y comunitario. Estudios sobre victimización muestran que la repetición del ataque y la impunidad fomentan trastornos de estrés postraumático, depresión y paranoia colectiva, los cuales han sido publicados por ENVE/INEGI y reportes de victimización.
Las consecuencias secundarias son palpables: zonas enteras ven cerrar negocios ante la imposibilidad de sostener pagos extorsivos o por la pérdida de clientes ante la percepción de riesgo. En Sinaloa, por ejemplo, Coparmex reportó el cierre de alrededor de 2 mil empresas en el primer semestre de 2025 atribuible al clima de inseguridad local; sin embargo, no existe aún una cifra nacional homologada sobre cierres empresariales exclusivamente por extorsión.
Ese silencio la llamada la cifra negra agrava el golpe psicológico. No denunciar porque temes represalias o porque “las autoridades no harán suficiente” es una doble privación: económica y emocional. La persona queda aislada, sin redes de apoyo formales, normalizando el temor y enquistando el daño. A nivel comunitario, esa normalización mina la confianza social y la capacidad de resiliencia colectiva, además activa un mecanismo de defensa en el cerebro sobre todo porque como miembro de una comunidad el miedo se agrava pues ya no tienes libertad de acudir a lugares recreativos, esto se convierte en una viciosa cadena, que impacta también la economía, pues la extorción desmotiva la inversión, reduce fuentes de ingreso y atemoriza a la comunidad, es decir que el daño es sistémico.
Frente a este panorama, la ley y las acciones policiales son necesarias pero insuficientes por sí solas. Es imprescindible integrar respuestas que atiendan la salud mental de las víctimas: protocolos de contención, orientación jurídica y fundamentalmente atención psicológica especializada.
La terapia ayuda a procesar el trauma, recuperar la calma y volver a sentir que se tiene control sobre la propia vida. También permite desarrollar estrategias para manejar el miedo y evitar que este se vuelva permanente. Intervenciones breves, apoyo psicoeducativo y programas comunitarios de resiliencia pueden reducir la ansiedad, mejorar el sueño y favorecer decisiones más seguras, ya sea sobre denunciar o reestructurar la actividad económica.
La extorsión ataca hogares y tejido económico, pero también hiere la confianza que sostiene la vida cotidiana. Por eso la política pública debe ir más allá de la cárcel para extorsionadores: debe contemplar la reparación integral del individuo y la comunidad, incluida la salud mental para que las personas y comunidades recuperen no sólo su patrimonio, sino su confianza. Si la ley ayer fortaleció la respuesta penal, hoy la prioridad es que la respuesta humana, psicológica y social. llegue al mismo ritmo. Buscar ayuda profesional no es solamente una medida individual: es un acto de reconstrucción colectiva.
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**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
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