EN LA OPINIÓN DE:
EL FUTURO VERDE DE QUINTANA ROO

El Minotauro
Por: Nicolás Durán de la Sierra
El país y el Estado viven una efervescencia política sin precedente cercano -mayor aún que la del 2003, la que definió la salida del PRI de la presidencia de México-, y este ambiente generará, sin duda, un voto histórico en 2024; a un año de distancia, no se duda del triunfo de Morena, sino que la fiebre de encuestas va por el rumbo de la elección del candidato presidencial. Inusitado.
En donde se dará una lucha electoral aún incierta es en la integración de las cámara de diputados y senadores, pues es improbable que Morena logre la mayoría simple, por lo que los partidos Verde y del Trabajo tendrán una mayor estatura que la que ahora tienen, con 60 curules en conjunto y 10 escaños senatoriales.
En el ámbito de los estados, la tendencia es parecida y en Quintana Roo se prevé que en el año por venir estos partidos cobren mayor estatura, sobre todo el Verde, el que ha tenido tal desarrollo que hasta pudiera superar en curules a Morena, pese a ser el partido en el poder estatal. El Partido del Trabajo, en renovación, pudiera ganar más de dos diputaciones y hasta alcaldías.
En el estadio nacional, el Partido Verde no alcanza el 25 por ciento de la alianza, mientras que en el Estado tiene casi el 50 por ciento, además de cargos relevantes en el poder ejecutivo. Este crecimiento local, que germina en alianza con el PRI y crece con Morena, habla de su alta capacidad de organización, muy por encima de un Morena confiado en el efecto López Obrador.
No obstante, tratándose como se trata de un gobierno que recién comienza, con una legislatura que le fue heredada, la integración de la próxima diputación habrá de llevar la huella de Mara Lezama, como la jefa política estatal que es, y ello podría hacerla un importante bastión del partido guinda, partido que por añadidura presenta ya el desgaste lógico del ejercicio del poder.
Mas esto no implica que el Partido Verde estatal no siga creciendo, pues desde un punto de vista electoral y ejecutivo, es mucho más eficiente que el Morena de hoy, que descuidó la formación de cuadros. El Partido del Trabajo, como se dijo, está en renovación y ello se verá en el proceso que viene. Los verdes crecieron en igual proporción que decrecieron casi todos sus pares.

EN LA OPINIÓN DE:
Cirugías estéticas: la piel de la salud mental

Someterse a una cirugía estética antes de los 21 puede poner en riesgo tu cuerpo, tu salud y tu futuro.
Conciencia Saludablemente
Por: Psicol. Alex Barrera**
Cancún, Q.Roo (24-sep).-En las últimas dos décadas, México y gran parte del mundo han visto crecer de manera notable la demanda de cirugías estéticas. La Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) reportó que en 2023 México se consolidó entre los cinco países con mayor número de procedimientos realizados. En 2024, México registró 1 millón 294 mil 946 cirugías estéticas realizadas. Liposucción, rinoplastia y aumento de busto encabezan la lista.
No sorprende: vivimos en una era donde la imagen personal se ha convertido en carta de presentación y, en muchas ocasiones, en sinónimo de éxito; además hoy en día no solo se compite con lo que es real, sino que la IA ha propuesto estándares de belleza totalmente disruptivos a la realidad.
Pero detrás de cada bisturí se ocultan preguntas que no son meramente físicas, sino profundamente psicológicas: ¿qué nos motiva a modificar el cuerpo? ¿qué rol juega la autoestima en esa decisión? Y, sobre todo, ¿qué riesgos existen cuando estas intervenciones se realizan a edades tempranas?
El espejo de la autoestima
La psicología explica que la autoimagen es un constructo que se forma desde la infancia, influido por la familia, los pares y, en tiempos recientes, las redes sociales. Las cirugías estéticas suelen presentarse como la solución rápida a inseguridades profundas: la nariz que no encaja con los cánones, el cuerpo que no se ajusta a los filtros digitales, la piel que no refleja la juventud eterna que nos venden los anuncios.
Para muchas personas, el cambio físico puede efectivamente mejorar la percepción de sí mismas y contribuir a una vida más plena. Sin embargo, cuando la motivación surge de la presión social o de la incapacidad de aceptar el propio cuerpo, el bisturí se convierte en un parche emocional que no resuelve la raíz del problema, y que además se convierte en una situación peligrosa, dado que sin importar los cambios la mente simplemente no encuentra la satisfacción que busca.
En este orden de ideas podemos encontrar en la literatura clínica que existen pacientes que, tras una cirugía, experimentan lo que se conoce como “síndrome de dismorfia corporal” —una insatisfacción persistente con la apariencia física, que los lleva a buscar una intervención tras otra sin que con ellas puedan sentirse conformes. Aquí la cirugía no funciona como un camino hacia la salud, sino como una espiral de dependencia emocional y económica, que en el peor de los casos puede tener consecuencias fatales.
Juventud, bisturí y decisiones apresuradas
Un tema particularmente sensible es el de las cirugías estéticas en personas menores de 21 años. Y es que a pesar de que los registros estadísticos en México no demuestran una cifra específica para operaciones en menores de edad, el diario el País, en una nota reciente menciona que en México se realizan más de 280 mil cirugías plásticas a menores cada año, cifra que no es pequeña y es que la recomendación de esperar hasta los 21 años de edad para efectuar alguna cirugía estética no es caprichosa: tiene fundamentos médicos y psicológicos.
En primer lugar, el cuerpo humano sigue en desarrollo hasta el inicio de la tercera década de vida. Someter a una persona de 16 o 18 años a una cirugía de aumento o reducción implica intervenir sobre un organismo aún cambiante. El resultado puede distorsionarse con el tiempo, con consecuencias físicas y emocionales.
En segundo lugar, el cerebro humano (especialmente la corteza prefrontal, que regula la toma de decisiones y la capacidad de anticipar consecuencias) alcanza su madurez plena alrededor de los 21 a 25 años. Esto significa que un adolescente o joven adulto puede tomar decisiones quirúrgicas impulsivas, motivadas más por la presión externa que por un análisis consciente y realista de los riesgos y beneficios. La psicología del desarrollo es clara: antes de esa edad la identidad personal todavía se está consolidando, y con ella, la relación con el propio cuerpo, que dicho sea de paso tampoco ha alcanzado su madurez.
No es casual que asociaciones médicas y colegios de cirugía plástica en el mundo subrayen la importancia de posponer intervenciones electivas hasta después de los 21 años. El bisturí, aplicado antes de tiempo, no sólo corta tejido: puede marcar de manera prematura la narrativa vital de una persona que todavía está aprendiendo a habitar su cuerpo.
Lo anterior es violento, porque impide al individuo relacionarse de forma natural con su cuerpo, e integrarlo de una manera óptima con el medio que le rodea, integrándose en la sociedad con sus propias virtudes y limitaciones.
La otra cirugía: la de la mente
Pensar en cirugía estética sin contemplar la salud mental es, en el mejor de los casos, una omisión peligrosa. La preparación psicológica debería ser tan indispensable como los análisis preoperatorios. Una evaluación adecuada permite detectar trastornos de la imagen corporal, episodios de depresión o ansiedad, y expectativas poco realistas. Si alguien cree que una cirugía cambiará radicalmente su vida, salvará su relación de pareja o resolverá todos sus problemas laborales, el bisturí no sólo no cumplirá su promesa: puede agravar la frustración.
La psicoterapia funciona como un “quirófano preventivo”: un espacio donde se diseccionan las motivaciones, se alinean expectativas y se fortalecen recursos internos. Muchas personas descubren que su deseo de operarse estaba más relacionado con el juicio externo que con un malestar propio. Otras, en cambio, confirman su decisión, pero lo hacen desde un lugar más sano, conscientes de los riesgos y limitaciones.
Por ello realizar una operación estética sin el debido acompañamiento psicológico resulta sin importar la edad una práctica irresponsable.
Una cultura que opera sobre nosotros
Más allá de lo individual, también es necesario hablar de lo cultural. Vivimos en sociedades que glorifican ciertos cuerpos y estigmatizan otros. En plena era digital donde las redes sociales amplifican estas narrativas con filtros, comparaciones y “antes y después” que rara vez cuentan toda la historia, la situación se magnifica descomunalmente en el imaginario de situaciones en los que el número de likes se correlaciona con la felicidad.
En ese ecosistema, la cirugía estética aparece como un boleto de entrada al reconocimiento y la aceptación; sin embargo, esa aceptación es frágil, porque depende de estándares cambiantes y, a menudo, inalcanzables que dan los medios digitales, que se distancian mucho de la realidad.
Entonces la salud mental se convierte en el antídoto: cultivar la resiliencia frente a la presión social, aprender a aceptar la propia corporalidad y diferenciar entre el deseo propio y la imposición externa. Solo desde esa fortaleza puede decidirse si una cirugía estética es un recurso válido o un espejismo.
Tristemente ni la industria ni la mayoría de la sociedad parecen querer advertir lo anterior, pues en los últimos años han sido documentadas varias muertes asociadas a cirugías estéticas en México, la mayoría vinculadas a clínicas clandestinas o procedimientos realizados sin supervisión adecuada.
Por ejemplo, en agosto de 2022 en Tijuana se reportaron al menos tres muertes en clínicas estéticas durante un corto periodo, lo que encendió alertas sobre el turismo médico mal regulado. Uno de los más sonados recientemente es el caso de Paloma Nicole, una adolescente de 14 años en Durango, quien falleció tras una operación estética (implantes y liposucción), generando indignación sobre intervenciones en menores.
Pero este no es el único caso que se ha hecho mediático, pues en 2021 corrió una liposucción letal en Monterrey, donde se identificaron irregularidades en el personal y el procedimiento, la paciente tenía 22 años; Para el siguiente año, en Tijuana, en tan solo un mes se reportaron 3 muertes.
Aunque no existe un registro nacional consolidado que permita afirmar cuántas muertes ocurren al año por estas intervenciones, los reportes locales y las denuncias en medios revelan un riesgo real y creciente ante la falta de certificación, acompañamiento psicológico y controles sanitarios eficientes.

Las cirugías estéticas no son, en sí mismas, enemigas de la salud. Pueden ser aliadas legítimas cuando responden a decisiones maduras, informadas y acompañadas por un buen cuidado psicológico. Pero la edad importa, y mucho: antes de los 21 años, tanto el cuerpo como la mente aún están en construcción, y apresurar bisturís en ese proceso puede traer más pérdidas que ganancias.
En un mundo que nos invita constantemente a cambiar la piel para encajar, la verdadera cirugía necesaria quizá no sea sobre el cuerpo, sino sobre nuestra manera de pensarnos y valorarnos. Porque ningún bisturí podrá suturar las heridas de la autoestima si no aprendemos primero a mirarnos con ojos propios, empezando por el interior.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
Si deseas contactar al especialista o necesitas ayuda terapéutica puedes comunicarte vía Whats App
EN LA OPINIÓN DE:
DOS ESCENAS DE AMOR INVOLUNTARIO

“El Minotauro”
Por Nicolás Durán de la Sierra
La política o, con más amplitud, el ejercicio del servicio público, es semillero del involuntario humor. Oír con atención sus peroratas -a más zafiedad, mayor énfasis- o ver sus desplantes basta para recuperar la sonrisa, y esta semana bien sirve para dar ejemplos de lo dicho. Se subraya que sus actores no van por la risa fácil ni son estrellas de moderno stand up. Conste.
Tenemos, por ejemplo, la campaña de Diego Castañón, alcalde de Tulum, por lograr que el acceso a las playas sea libre en todo el país. Loable sería el afán de no ser porque, por ley, la entrada a estas es libre desde 2020, tras de que el Senado lo instituyera en la Ley General de Bienes Nacionales y ese mismo año se publicara en el Diario Oficial de la Federación.
Que el edil haya ido con Ricardo Monreal, líder guinda en la cámara baja y este le haya dado cuerda, habla del fin publicitario de ambos, no de su tino legislativo. El dicho acceso es real sólo en el papel, y todo seguirá así hasta que se pueda sancionar a sus infractores, aunque sean los hoteleros que invadieron el derecho de vía… Un episodio más de los héroes del Facebook.
Entre paréntesis, el alcalde acaba de ser avalado por su cabildo para pedir crédito quirográfico por 76 millones para su gasto corriente. Este tipo de crédito es el más caro del mercado bancario. El asegura que “todo va a ser transparente, nada va a estar escondido” y que por favor que no se asuste la comunidad porque él sabe lo que hace. Bueno, esto último no lo dijo, pero se infiere.
Otro ejemplo es el sainete montado en Chetumal en las elecciones internas del Pan. Estuvo de ambiente, y hubo sangre y mentadas como en fiesta de pueblo; el arribo del nuevo líder azulino, el diputado Ángel Álvarez, fue precedido por una salva de golpes a la familia González, que por años gozara de la franquicia política y a la que tan no le gustó el trato recibido que acudió a la policía. Chava Flores se hubiera inspirado para una canción.
Hay quien se preguntará si la franquicia valía el pleito, dado que la asistencia pública no es grande, pero la subvención atractiva en verdad no es esa, sino la que aceitará el proceso electivo de 2027. Se dice que Reyna Tamayo, la líder estatal, podría dar cursos de mercadeo al recién llegado, pero es falso: la competencia no le es grata. ‘Lo cáido, cáido’, dicen que dice su lema, pero de seguro es otro chisme…
Se podrían dar otros ejemplos, claro, pero la ironía debe ser moderada. ‘Lo bueno, si breve, dos veces bueno’ dijo Baltazar Gracián hace algunos añitos (unos 500) Entre tanto, por colofón, imaginemos la rabieta de Alito Moreno luego de que ayer Layla Sansores, gobernadora de Campeche, le expropiara siete hectáreas en la zona residencial de la capital… Debe ser de órdago.
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