Nacional
PRI extiende su deuda; vuelve a hipotecar edificio y endeudamiento asciende a 347 mdp

Ciudad de México.- Con la autorización de la adquisición de un crédito por 140 millones de pesos, este fin de semana, el PRI acumula una deuda total de 347 millones 448 mil pesos, la cual tiene como garantía el edificio que durante décadas albergó a la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP).
El inmueble, ubicado en la esquina de la calle Lafragua y Plaza de la República, en la colonia Tabacalera, Ciudad de México, fue adquirido en 1988 y lleva ocho años desocupado.
El pasado sábado, el Consejo Político Nacional priista aprobó un acuerdo para solicitar dos nuevos endeudamientos, por 100 millones de pesos y 40 millones, autorizados por la Comisión de Financiamiento en mayo y octubre pasados, respectivamente.
Dicha línea de crédito se suma a la solicitada en marzo de 2021, por 207 millones 448 mil pesos, que en su gran mayoría fue empleada para reestructurar un endeudamiento previo (168 millones 589 mil 324 pesos) que el partido adquirió entre julio de 2019 y febrero
de 2021.
El resto, 178 millones 858 mil 676 pesos, está sujeto al criterio de uso del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), que encabeza Alejandro Moreno Cárdenas.
Con esta deuda total, el Revolucionario Institucional supera los 300 millones que, en enero de 2019, el propio Consejo Político Nacional avaló.
PRI HIPOTECA BIENES; DEBE $347 MILLONES
El Consejo Político Nacional del PRI autorizó este fin de semana la adquisición de una deuda por 140 millones de pesos, con lo cual el priismo nacional acumula deudas por 347 millones 448 mil pesos, que tienen como garantía el edificio de Lafragua, donde se ubicó durante décadas la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP).
El acuerdo del PRI, aprobado el sábado pasado, da cuenta de la historia de líneas de crédito que ha solicitado desde julio del 2019 y que tuvieron como origen un acuerdo del Consejo para que el partido se pudiera endeudar hasta por 250 millones de pesos con la garantía del edificio de Lagragua, que compró en 1988 y que desde hace 8 años está desocupado.
De acuerdo con el documento, 168 millones 589 mil 324 pesos están destinados al pago de una deuda adquirida en febrero del 2021 y reestructurada en marzo del 2021, mientras que 178 millones 858 mil 676 pesos están sujetos al criterio de uso del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que encabeza Alejandro Moreno Cárdenas.
El documento priista relata que el 21 de enero del 2019, el Consejo Político Nacional autorizó solicitar una línea de crédito hasta por 250 millones de pesos, con el edificio ubicado en Lafragua y Plaza de la República, alcaldía Cuauhtémoc, pero después se autorizaron 50 millones más, para que el total de endeudamiento, por el edificio, fuera de 300 millones de pesos, a pagar en un plazo de 30 meses; es decir, en agosto del próximo año.
El 19 de julio del 2019 se obtuvo el primer crédito, con Banco Azteca, por 100 millones de pesos y para el 19 de febrero del 2021 el PRI ya tenía una deuda de 133 millones 589 mil 324 pesos con Banco Azteca y Banca Afirme, así como otra línea de crédito por 35 millones de pesos, para hacer un total de 168 millones 589 mil 324 pesos.
El 8 de marzo del 2021, siempre de acuerdo con el documento aprobado el sábado por el Consejo Nacional, el PRI decidió solicitar una línea de crédito por 207 millones 448 mil pesos, para la reestructura de los 168 millones 589 mil 324 pesos y los 38 millones 858 mil 676 pesos que restaron fueron “saldo disponible para ser utilizado, en su oportunidad, por el Comité Ejecutivo Nacional, previa aprobación de la Comisión de Financiamiento.
Añade que el 24 de mayo del 2022 la Comisión de Financiamiento autorizó un endeudamiento por 100 millones de pesos y el 3 de octubre un endeudamiento por 40 millones de pesos.
Este sábado 19 de noviembre ambos endeudamientos fueron autorizados, por unanimidad, por el Consejo Político Nacional del PRI, con lo cual el endeudamiento es por 140 millones de pesos.
De esta forma, a los 207 millones 448 mil pesos que se solicitaron el 8 de marzo del 2021 se suman estos 140 millones de pesos, para hacer un total de 347 millones 448 mil pesos, es decir, ya superó los 300 millones de endeudamiento que autorizó el propio Consejo en enero del 2019, como se observa en el documento público.
Se da vista con los acuerdos relativos a la aprobación del crédito bancario por hasta 100 millones de pesos con una tasa de interés de TIIE +3.98 a un plazo no mayor de 24 meses, a partir de la firma del contrato, de conformidad con lo aprobado por la Comisión de Financiamiento del Consejo Político Nacional en la sesión ordinaria del 21 de mayo del 2022”, dice el acuerdo.
Se da vista con los acuerdos relativos a la aprobación del crédito bancario por hasta 40 millones de pesos con una casa de interés máxima de TIEE +3.98 a un plazo no mayor de 12 meses a partir de la firma del contrato, de conformidad con lo aprobado por la Comisión de Financiamiento en su sesión ordinaria del 3 de octubre del 2022”, añade.
Y precisa que “se ratifican los acuerdos aprobados en las sesiones ordinarias del 24 de mayo y 3 de octubre del 2022, relativos a la ampliación de un crédito bancario con garantía hipotecaria respecto del bien inmueble marcado por los números tres y 16 de las calles Lafragua y Plaza de la República.”
Fuente Excelsior

Nacional
Tabasco al Borde del Abismo: La Guerra Silenciosa entre el CJNG y La Barredora Siembra Terror y Desafía la Estabilidad Estatal

La primera luz del alba apenas comenzaba a pintar el horizonte tabasqueño cuando el hallazgo macabro irrumpió en la relativa calma, tiñendo la jornada de un presagio sombrío y familiar. En la periferia polvorienta de Villahermosa, una ciudad que paradójicamente ostenta el deshonroso título de la más insegura del país según las recientes encuestas del INEGI, un cuerpo decapitado yacía como un despojo, abandonado a la vera del camino. Junto a él, un narcomensaje, un trozo de cartulina con letras amenazantes, helaba la sangre incluso antes de ser leído por los peritos de la fiscalía. Este no es un incidente aislado, sino un eslabón más en la cadena de terror que estrangula al estado, una consecuencia directa de la brutal guerra territorial entre el omnipresente Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y la organización local, La Barredora, cuya sed de sangre no es menor.

La noticia, cruda y escalofriante, se propagó rápidamente a través de los grupos de WhatsApp y las transmisiones de radio locales, sembrando una profunda sensación de vulnerabilidad entre los habitantes de Tabasco. La brutalidad del acto, la decapitación como una firma macabra que evoca los peores momentos de la lucha contra el narcotráfico en México, resonó con fuerza en una región históricamente marcada por la violencia. Aunque las autoridades han optado por un silencio cauteloso, la confirmación tácita a través de fuentes extraoficiales fue suficiente para que el miedo se arraigara nuevamente en los hogares tabasqueños, donde las puertas se cierran con doble llave al caer la noche.
El narcomensaje encontrado junto al cuerpo, cuyos detalles específicos se mantienen bajo reserva para no entorpecer las investigaciones en curso, se presume que contenía amenazas directas y advertencias explícitas dirigidas a La Barredora. Este tipo de comunicación, directa y sin adornos, es una táctica común en la guerra entre cárteles, utilizada para intimidar al rival, marcar territorio con sangre y enviar un mensaje escalofriante a la sociedad: el control se disputa a balazos y cuchilladas, y la vida de cualquiera puede ser moneda de cambio. La mera existencia del mensaje tensa aún más el ambiente, sugiriendo que la confrontación, lejos de amainar, se recrudece con cada amanecer.

La escalada de violencia en Tabasco no es un fenómeno reciente, sino la dolorosa culminación de una lenta pero constante descomposición del tejido social y de la evidente incapacidad del Estado para garantizar la seguridad de sus ciudadanos. En los últimos meses, el estado ha sido testigo de un aumento alarmante en los enfrentamientos armados, tanto en las colonias populares de las ciudades como en las comunidades rurales olvidadas. Secuestros exprés que dejan familias rotas, extorsiones que asfixian a los pequeños negocios, el robo descarado de hidrocarburos que alimenta las arcas del crimen y las ejecuciones sumarias que engrosan las estadísticas de muertes violentas se han convertido en una preocupante rutina, alterando la vida cotidiana y sembrando el terror en cada esquina. La presencia de hombres fuertemente armados, moviéndose en camionetas blindadas y portando un arsenal que a menudo supera al de las fuerzas del orden locales, es una imagen cada vez más común en las carreteras y los caminos vecinales de Tabasco.
La disputa entre el CJNG y La Barredora responde a una lógica territorial y económica despiadada. El control de las rutas de trasiego de drogas que atraviesan el estado, el lucrativo negocio del “huachicol” que sangra los ductos de Pemex, y la extorsión sistemática a comerciantes, empresarios e incluso pequeños vendedores ambulantes son los principales combustibles de esta sangrienta confrontación. El CJNG, con su vasta infraestructura y su poderío económico a nivel nacional, busca imponer su ley en Tabasco, un estado estratégico por su ubicación y sus conexiones logísticas. Por su parte, La Barredora, un grupo local con un conocimiento profundo del terreno y arraigo en algunas comunidades, se resiste a ceder su control, luchando con una ferocidad desesperada por mantener su cuota de poder e influencia.

La respuesta de las autoridades estatales y federales ante esta creciente ola de violencia ha sido recibida con escepticismo y frustración por gran parte de la población. Si bien se han implementado operativos conjuntos, con el despliegue de elementos de la Guardia Nacional, el Ejército y la policía estatal, la percepción generalizada es que las fuerzas de seguridad se ven superadas por la capacidad de fuego y la sofisticación de los grupos criminales. La falta de una estrategia integral y a largo plazo, así como las persistentes denuncias de corrupción en algunos niveles de gobierno, son señaladas como obstáculos que impiden una respuesta efectiva y contundente.
La situación de inseguridad tiene un impacto devastador en todos los aspectos de la vida en Tabasco. El sector empresarial local se ve paralizado por las extorsiones y la incertidumbre, lo que frena la inversión y la creación de empleos formales. La vida cotidiana de los ciudadanos se ve cada vez más restringida por el miedo a salir de casa, a transitar por ciertas zonas consideradas peligrosas o a realizar actividades que antes eran parte de la normalidad. La confianza en las instituciones se desmorona, y la sensación de indefensión se extiende como una sombra sobre la población. La reciente designación de Villahermosa como la ciudad más insegura del país no es una simple estadística; es el reflejo palpable del miedo y la angustia que viven sus habitantes día a día.
Ante la aparente ineficacia de las medidas gubernamentales, la sociedad civil organizada comienza a movilizarse con mayor determinación. Colectivos de víctimas que buscan justicia, organizaciones no gubernamentales que trabajan en la defensa de los derechos humanos y ciudadanos preocupados que exigen un cambio han convocado a marchas silenciosas, foros de discusión y campañas de concientización para visibilizar la magnitud del problema y presionar a las autoridades para que actúen con firmeza y transparencia. La demanda unánime es por un Tabasco donde la paz no sea una utopía y donde el Estado de Derecho deje de ser una promesa incumplida.

El gobierno estatal, liderado por el Gobernador Carlos Manuel Merino Campos, ha emitido comunicados oficiales condenando enérgicamente los actos de violencia y reiterando su compromiso de trabajar en coordinación con las fuerzas federales para restablecer el orden. Sin embargo, estas declaraciones contrastan con la cruda realidad que viven los tabasqueños, quienes exigen resultados tangibles y una estrategia clara para frenar la espiral de violencia. La magnitud del desafío requiere una acción que vaya más allá de los operativos reactivos y que aborde las causas profundas de la violencia, incluyendo la desigualdad social, la falta de oportunidades para los jóvenes y la impunidad que protege a los criminales.
La crisis de seguridad en Tabasco no es un problema aislado, sino un síntoma alarmante de la compleja y multifacética lucha contra el crimen organizado que enfrenta México en varias regiones del país. Sin embargo, la particular dinámica entre el CJNG y La Barredora, con sus propias reglas no escritas y códigos de confrontación, exige un análisis detallado y soluciones adaptadas a la realidad local. La inteligencia policial efectiva, la desarticulación de las redes financieras que sostienen a estos grupos, el fortalecimiento de las instituciones de justicia para romper el ciclo de impunidad y la implementación de programas de prevención del delito con un enfoque social son elementos cruciales para intentar revertir la tendencia actual.
Mientras la violencia continúa cobrando vidas y sembrando terror en cada rincón del estado, los habitantes de Tabasco viven en una angustiosa incertidumbre. El hallazgo del cuerpo decapitado en el amanecer y el ominoso narcomensaje son un sombrío recordatorio de la urgencia de una respuesta efectiva y coordinada por parte de las autoridades. La nación observa con creciente preocupación el desarrollo de los acontecimientos en Tabasco, esperando que se implementen medidas concretas que logren frenar esta escalada de violencia y devolver la esperanza a una sociedad que clama por paz y justicia. El futuro del estado pende de un hilo, y la capacidad del Estado mexicano para hacer frente a este desafío definirá no solo el destino de Tabasco, sino también la credibilidad de sus instituciones en la lucha contra la sombra ensangrentada del crimen organizado.
Fuente: medios locales Tabasco

Nacional
Doble Golpe a Tabasco: Fugas Gemelas en Ducto de Pemex Desatan Crisis Ambiental y Polémica en Torno a Dos Bocas

Una densa capa de crudo ha transformado la paradisíaca costa de Tabasco en un escenario de desolación, luego de que Petróleos Mexicanos (Pemex) confirmara la pesadilla que los habitantes de la región temían: dos fugas simultáneas en un ducto vital, ubicado en las proximidades de la emblemática, y a menudo controversial, refinería de Dos Bocas. La magnitud del desastre se ha revelado con la admisión de que aproximadamente 300 barriles de hidrocarburo han sido vertidos al Golfo de México, extendiéndose a lo largo de varios kilómetros de litoral y sembrando la alarma entre comunidades pesqueras y ambientalistas.
Desde las primeras horas del día, reportes de pescadores y pobladores alertaban sobre manchas oscuras y un fuerte olor a petróleo que invadía el ambiente. Imágenes impactantes, difundidas a través de redes sociales, mostraban la cruda realidad: aves cubiertas de un espeso manto negro luchando por sobrevivir, tortugas marinas intentando desesperadamente escapar de la contaminación y la arena, antes un lienzo dorado, ahora impregnada de un pegajoso residuo oscuro. La biodiversidad local, rica y vulnerable, se enfrenta a una amenaza sin precedentes.
La confirmación oficial, aunque tardía para muchos, llegó de la mano de la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, quien aseguró que Pemex ya se encuentra desplegando esfuerzos para contener y remediar la situación. Sin embargo, esta declaración no ha logrado disipar la creciente indignación y la desconfianza que se han instalado en la región. La lentitud en la respuesta inicial, sumada a la opacidad en la información sobre las causas exactas de las fugas y la extensión real del daño, han exacerbado la sensación de abandono y la exigencia de rendición de cuentas.
“Es una catástrofe, una verdadera tragedia para nuestras familias”, lamentaba entre lágrimas Don Manuel, un pescador con más de 40 años faenando en las ahora contaminadas aguas. “Nuestras redes están llenas de petróleo, los peces están muriendo. ¿De qué vamos a vivir ahora?”. Su testimonio es solo uno de los muchos que reflejan la angustia de una comunidad cuya subsistencia depende directamente de la salud del ecosistema marino.
Las preguntas sobre las causas de estas fugas gemelas resuenan con fuerza a nivel nacional. ¿Se trató de un accidente fortuito, de un acto de sabotaje, de una negligencia en el mantenimiento de la infraestructura o, quizás, de un sombrío presagio de los desafíos operativos que podría enfrentar la tan publicitada refinería de Dos Bocas? La falta de respuestas claras por parte de Pemex alimenta la especulación y la exigencia de una investigación transparente y exhaustiva.
Mientras brigadas de trabajadores luchan contra el tiempo para contener la expansión de la “marea negra”, utilizando barreras de contención y equipos de limpieza, el daño ecológico ya es significativo. Expertos en medio ambiente advierten sobre las consecuencias a largo plazo para los manglares, los arrecifes de coral y las diversas especies marinas que habitan la zona. La recuperación del ecosistema podría llevar años, e incluso décadas, con un impacto económico devastador para las comunidades locales.
Organizaciones de la sociedad civil y grupos ambientalistas han alzado la voz, condenando enérgicamente la negligencia de Pemex y anunciando la presentación de acciones legales para exigir justicia y reparación del daño. Recuerdan los amargos precedentes de otros derrames en la región, donde la impunidad y la falta de remediación efectiva han dejado cicatrices imborrables en el medio ambiente y en la vida de las personas.
Este incidente se erige como un desafío temprano y de gran magnitud para el nuevo gobierno que se avecina. La gestión de esta crisis pondrá a prueba su compromiso con la protección ambiental, la transparencia en la información y la capacidad de hacer rendir cuentas a una empresa estatal históricamente marcada por incidentes de este tipo. La mirada de la nación y de la comunidad internacional se posa ahora sobre Tabasco, esperando no solo medidas paliativas, sino una estrategia integral y efectiva para prevenir futuros desastres y garantizar la justicia ambiental para las comunidades afectadas. La doble fuga en Dos Bocas ha desatado una crisis que va más allá de la contaminación, abriendo un debate crucial sobre el futuro de la industria petrolera en México y su relación con el medio ambiente y las comunidades locales.
Fuente: 5to Poder Agencia de Noticias

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