Opinión
Catalina la grande
Opinión / Cicuta del Caribe
• Tramo 5 Sur: hallan nueva osamenta humana prehistórica *
• Infraestructura de 120 mdd en Bacalar para baby boomers
• Puerto Morelos albergará Secrets con edificios de barcos
• Cuatro problemas de Mara Lezama que inquietan
• México, 33 de 37 en la OCDE en brecha salarial de género
• El verano de 2022. el más caluroso desde el año de 1961
Por: Carlos Águila Arreola
De los 16 integrantes iniciales del gabinete legal de Carlos Manuel Joaquín González (ocho hombres e igual número de mujeres), solo cinco completaron estoicamente la travesía sexenal Catalina Saarvelia Portillo Navarro, en la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS); Alejandra Aguirre Crespo, en la de Salud (Sesa).
También Rosa Elena Lozano Vázquez, en Desarrollo Económico (Sede); Carlos Ríos Castellanos, Secretaría de Desarrollo Territorial Urbano Sustentable (Sedetus), y Rafael Antonio del Pozo Dergal, Secretaría de la Contraloría del Estado (Secoes). El sexenio joaquinista concluyó con 10 secretarios y seis secretarias.
Las llamadas coloquialmente “mujeres de Carlos Joaquín” fueron encabezadas por la experimentada abogada Porillo Navarro, quien lideró a las damas que por primera vez alcanzaron la paridad en el gabinete quintanarroense; incluso, el desempeño de la titular del ramo fue reconocido por la autoridad federal de su cartera,.
Durante los primeros días de noviembre del año pasado, Luisa María Alcalde Luján, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social de México, visitó el municipio de Benito Juárez para inaugurar el Centro de Conciliación Laboral del estado de Quintana Roo.
“Déjenme decirles que Catalina es una laboralistas más reconocidas y con la que me ha tocado compartir estos años de trabajo en conjunto, y que ha sido una pieza clave para que el estado de Quintana Roo pudiera sumarse a la segunda etapa de implementación de la reforma laboral.
“Catalina comentaba que el reto, lejos de ser un cambio normativo, un cortar listón (…) tiene que ver con un cambio de cultura respecto de cómo conocemos y llevamos a cabo las relaciones obrero-patronales porque rebasa por mucho el actual modelo de justicia”, dijo Alcalde Luján el viernes 5 de noviembre de 2021.
Con Portillo Navarro se dignificaron las áreas del Servicio Estatal del Empleo y Capacitación para el Trabajo (Seecat) de Chetumal, luego de que estuvieron en condiciones deplorables; se pusieron en marcha tres sedes de los centros de Conciliación Laboral en Benito Juárez, Solidaridad y Othón Pompeyo Blanco.
Después del turismo, principal actividad del estado de Quintana Roo, el papel de las autoridades laborales es el segundo en importancia, tazón por la que la cartera fue encargada a Catalina Saarvelia, quien de acuerdo a las cifras que aportó al sexto y último Informe de Gobierno de Carlos Joaquín, el mandatario no erró.
Superada la crisis sanitaria mundial por la covid-19 —durante la que se perdieron 97 mil 382 empleos—, Quintana Roo se posiciona en el primer lugar nacional en generación de empleo tras recuperar los 97 mil 382 que se habían perdido; al cierre de julio, la secretaria reportó la recuperación total de las plazas perdidas en 2020.
“En la Secretaría del Trabajo hemos dejado una huella social muy importante para las familias, y con base en las atribuciones que le confiere la ley, se realizaron las gestiones necesarias para contribuir con la economía de los hogares quintanarroenses”, aseguró Catalina Saarvelia en charla con Cicuta del Caribe.
También se propuso eliminar el pago, y quedó erradicado en la Ley de Hacienda del estado, el Derecho de la Constancia de Permiso para Trabajar a Menores de Edad, que tenía un costo de una Unidad de Medida y Actualización (UMA), equivalente a 96 pesos con 22 centavos durante 2022.
Para el trabajo infantil se creó una guía de acción única en su tipo para el estado de Quintana Roo, la primera del país para la protección de niños, niñas y adolescentes cuyos derechos hayan sido restringidos o vulnerados, y se contempla la prevención y en lo posible su erradicación.
El documento, de reciente creación, y que contiene acciones de profesionalización, prevención, denuncia, cuidado y restitución de derechos, fue publicado en el Periódico Oficial del Estado el 30 de mayo de 2022. Es una de las acciones más relevantes de la Comisión Interinstitucional del Estado de Quintana Roo.
En impartición de justicia laboral se considera que al término del sexenio hay un parteaguas al atender como nunca a los ciudadanos en las juntas Local, Especiales y en el Tribunal de Conciliación y Arbitraje. Se ratificaron 80 mil 606 convenios fuera de juicio, y se atendieron 24 mil 563 demandas laborales.
Además, se recuperaron a favor de los trabajadores dos mil 394 millones 074 mil pesos, tras la resolución de varios convenios extrajudiciales, el pago de laudos, ejecuciones y otros procedimiento que involucraron a 132 mil 221 trabajadores, recuperando 301 millones 175 mil pesos a su favor.
En total, se recuperaron cuatro mil 715 pesos a favor del trabajador: dos mil 347 en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCyA); dos mil 367 en la Dirección del Trabajo; 741 de los juicios apócrifos; 262 en la Procuraduría de la Defensa del Trabajo (PFT(, y 108 millones de pesos del Tribunal de Conciliación y Arbitraje (TCA)
Con Portillo Navarro al frente de la Secretaría del Trabajo se concluyeron tres mil 369 laudos; se realizaron 117 mil 148 audiencias; hubo 140 mil 347 notificaciones; se llegó a 151 mil 365 acuerdos; se registraron 14 mil 8B6 quejas conciliadas y se impartieron un total de tres mil 28B asesorías.
Tras seis años de gobierno, Quintana Roo es ejemplo de legalidad y seguridad jurídica laboral luego del seguimiento legal derivado de los derechos reclamados por los legítimos posesionarios y propietarios de bienes inmuebles que el ex mandatario Roberto Borge Angulo y su gavilla se apropiaron, que resultaron en la restitución de propiedades.
Se trata de los 24 juicios apócrifos que se aplicaron durante el sexenio anterior para despojar a empresarios con un complejo andamiaje de corrupción montado desde la Junta de Conciliación y Arbitraje para ejecutar despojos en diferentes municipios, principalmente en los turísticos: Benito Juárez, Solidaridad y Tulum.
Fueron restituidos condominios, cinco hoteles en el municipio de Tulum, dos casas-habitación en el de Benito Juárez y dinero en efectivo, acciones que en conjunto suman 741 millones de pesos; sin embargo, la realidad es que la cifra es mucho mayor, porque se tendrían que actualizar los avalúos.
Hubo 85 emplazamientos a huelga, pero tras la intervención de la autoridad laboral no estalló ningún conflicto; se certificaron 317 contratos colectivos de trabajo; 83 reglamentos y se otorgaron 100 registros. La Secretaría del Trabajo sentó las bases para la sana convivencia de los 483 sindicatos que hay en Quintana Roo.
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Menudencias
El Tramo 5 Sir del Tren Maya, de Playa del Carmen a Tulum, sigue sorprendiendo por su riqueza prehistórica, ecoarqueológica y de biodiversidad; ahora, el espeleobuzo Octavio del Río Lara, precursor del buceo en cenotes, reveló a Cicuta del Caribe el hallazgo, hecho el sábado pasado, del individuo número 11 en el área, una osamenta “que no pudo haber llegado al lugar antes de que la cueva estuviera inundada. Es incomprensible cómo puede importar más un tren que echar a perder la historia de la humanidad en este continente”.
Bacalar es la joya turística del sur de Quintana Roo y pretenden convertirlo en un exclusivo destino con una inversión de 120 millones de dólares en hoteles boutique y departamentos enfocados en el segmento de los baby boomers (la generación nacida entre 1946 y 1964,) dejará en marcha el gobernador Carlos Manuel Joaquín González co una inversión cercana a 120 millones de dólares., además de obras de modernización del bulevar costero
Puerto Morelos albergará un nuevo hotel de 407 habitaciones; será el Secrets Marina, que se empezará a construir durante el primer trimestre del próximo año, toda vez que ya tiene liberada la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), con lo que continuará con los trámites municipales. El diseño se prevé espectacular porque todo estará enfocado a temas marinos, por lo que los edificios serán barcos, evocando las marinas de Miami.
El gobernador Carlos Manuel Joaquín González dejó en claro que heredará a su sucesora María Elena Hermelinda Lezama Espinosa (a) Mara Lezama, un sector turístico —principal generador de economía en Quintana Roo— para generar competitividad a nivel mundial, y es que la administración entrante enfrentar problemas que inquietan, como la inversión en infraestructura en rutas y caminos, además de la inseguridad, el recale de sargazo y la vivienda
La brecha salarial por razón de género es un fenómeno en el mundo laboral en México, sin importar el giro o la ubicación de la empresa. En términos generales, es la diferencia entre la cantidad de dinero que percibe una mujer y un hombre por un mismo trabajo. El país ocupa el lugar 33 entre los 37 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con en ese rubro, pese a los constantes reclamos de organizaciones feministas..
La Agencia Europea de Meteorología (Aemet) acaba de hacer público que el pasado verano (junio, julio y agosto) ha resultado el más cálido de su serie, iniciada en 1961, con una anomalía media de +2.2 grados centígrados. Ese hecho supone haber superado en 0.4 grados al anterior verano más cálido, que era, hasta ahora, el de 2003. Además, el pasado agosto ha sido muy cálido: el segundo con mayores temperaturas desde que hay registros.
EN LA OPINIÓN DE:
La criatura que nos mira: identidad, mirada ajena y el espejo psicológico en Frankenstein de Guillermo del Toro
En un entorno donde tantas voces compiten por definirnos, el acto más radical es elegir seguir siendo más allá del juicio ajeno
Conciencia Saludablemente
Por: Psicol. Alex Barrera**
Como fiel seguidora del cine sobre todo como una gran admiradora de la visión fantástica del director Guillermo del Toro no podía perder la oportunidad de compartir con usted mi estimado lector un breve análisis sobre Frankenstein, la reciente entrega de uno de los directores más queridos de México.
Y es que, al revisar sus más emblemáticas películas, no podemos dejar de lado que además del gozo increíble que significa la obra visual de quien me permito llamar maestro, se encuentra una marcada tendencia del creador a resaltar siempre temas profundamente filosóficos en sus producciones.
En Frankenstein, una reinterpretación visualmente poderosa y emocionalmente compleja, la historia clásica de Mary Shelley recupera su esencia original: no es un relato de monstruos, sino una meditación profunda sobre lo que significa ser visto, nombrado y definido por otros. Del Toro coloca el foco en uno de los conflictos humanos más estudiados: la identidad que construimos, y en aquella que otros construyen de nosotros.
La criatura, construida a partir de fragmentos, ensamblada desde lo roto, encarna una verdad psicológica tan vigente hoy como en la época de Shelley: somos el resultado de muchas manos, voces y expectativas que moldean nuestra forma de vivirnos. El “monstruo” no nace monstruoso; se vuelve tal cuando descubre que el mundo lo mira sin posibilidad de redención, añadiendo además que el monstruo no eligió ser así, sino que es creado por una figura incapaz de mirar en él otra cosa que su propio abismo personal, el creador sufre de igual forma por el deseo de una confirmación externa que no llega. Ese choque entre la autoimagen y la mirada ajena es, quizá, uno de los dilemas más profundos de la psicología contemporánea.
La mirada del otro como espejo
En psicología, la identidad se construye de manera relacional. Desde Cooley y su concepto del self reflejado, hasta los aportes más recientes sobre autoimagen y validación social, como los de Zygmunt Bauman y Judith Butler; sabemos que los seres humanos aprendemos a ser en función de cómo creemos que los demás nos perciben. Esa dinámica se intensifica cuando la mirada ajena es hostil, reduccionista o violenta, y no deja paso a lo diferente.
Del Toro enfatiza este punto: la criatura experimenta el mundo con asombro y curiosidad, pero la sociedad le responde con miedo, miedo que se trasforma en violencia. Ante cada gesto de rechazo, él aprende una lección: “no soy quien creo, soy lo que ellos temen”. Y cuando esa enseñanza se repite, cuando la identidad se edifica con ladrillos de desprecio, el resultado es inevitable: una fractura psicológica profunda.
La psicología clínica lo observa en múltiples ámbitos: personas que crecen bajo etiquetas dañinas, niños a quienes se les llama “problemáticos”, adolescentes que reciben rechazos por su cuerpo, su voz, su forma de ser, hasta llegar a la forma más violenta, personas que son rechazadas por su mera existencia. Como en la película, no es la naturaleza sino la experiencia social la que siembra el conflicto. Y entonces la idea queda implícitamente expresada, quien entonces engendra al monstruo, no es sino otro monstruo.
Del Toro y la compasión como respuesta estética
Guillermo del Toro, fiel a su visión humanista y con una inefable belleza, no demoniza a la criatura, sino que la convierte en el concepto de la dualidad, un ser que a pesar de sus características grotescas, despierta en el espectador un sentimiento de ternura representado con maestría en la bondadosa Elizabeth quien no sólo encuentra la gracia en el monstruo sino que identifica la verdadera fealdad en su creador Frankenstein, y pone al descubierto el gran fallo estructural de la sociedad que rechaza todo aquello que es diferente; así del Toro denuncia la crueldad de una sociedad que no sabe mirar desde la comprensión sino que lo hace desde el prejuicio.
En su versión, la cámara se detiene en los ojos del monstruo, no para exhibirlo sino para invitarnos a reconocer su dolor. Es un recordatorio estético de una idea psicológica fundamental: la identidad se estabiliza solo cuando alguien nos mira con benevolencia.
En terapia, y en la vida real, esto se traduce en el poder transformador de una mirada que valida, que reconoce y que acompaña. La criatura de Del Toro sufre esa transformación de la mano de quien no le juzga desde la apariencia, y así tiene la oportunidad de experimentar una conexión auténtica, descubriendo la verdad absoluta que nos lleva a la verdad, el deseo más profundo, que probablemente se encuentra en todo ser humano, y es: ser visto con amor por otro que es como “yo”.
El rechazo como herida fundacional
La película subraya un patrón: cada rechazo alimenta la narrativa interna de no pertenencia. Esto resuena con estudios actuales sobre trauma relacional, los cuales muestran que la marginación, el abandono y la deshumanización tienen efectos comparables a heridas físicas. La criatura aprende que su valor depende del juicio externo; aprende a temerse a sí misma porque teme a los otros.
En términos psicológicos, esta es una condición ideal para la fragmentación de la identidad: cuando lo que somos y lo que se nos permite ser se contradicen, surge el conflicto interno. Del Toro lo muestra con una sensibilidad casi clínica: la criatura oscila entre la búsqueda de afecto y la ira desesperada de quien ha sido quebrado.
¿Y si fuéramos el doctor Frankenstein?
La película también sugiere que, como espectadores y como sociedad, ocupamos el lugar del creador. Somos quienes definimos qué merece ser aceptado y qué merece ser repudiado. Todos hemos sido, en algún momento, Frankenstein: creadores de expectativas imposibles, constructores de etiquetas, emisores de juicios que dejan cicatrices. Y en esa triada simbólica que Del Toro construye, el científico, la criatura y Elizabeth, aparece una metáfora poderosa sobre la identidad.
La criatura, hecha de fragmentos y marcada por el abandono, se convierte en un espejo incómodo: revela lo que otros proyectan sobre ella. Elizabeth, con su mirada compasiva, es la única capaz de ver belleza allí donde otros ven monstruosidad; para ella, aquello que la sociedad desecha adquiere dignidad, humanidad e incluso ternura.
En cambio, cuando mira al doctor Frankenstein, no encuentra brillantez ni nobleza, sino una forma más profunda de monstruo: el ser que, incapaz de empatía y preso de su propia ambición, destruye lo que crea y luego huye de las consecuencias. En esa inversión moral, la criatura como lo bello inesperado y su creador como lo verdaderamente oscuro, la película nos confronta con un dilema ineludible: ¿somos Elizabeth cuando miramos a los otros con apertura, o somos Frankenstein cuando solo vemos defectos, desviaciones y amenazas?
La pregunta que subyace a esta analogía es profundamente ética:
¿qué identidades estamos “creando” o deformando con nuestra forma de mirar?
En la era digital, todos somos criaturas bajo escrutinio
Si la criatura de Shelley sufría por la mirada directa, nuestra época añade un espejo más complejo: el digital. Redes sociales, filtros, opiniones al instante, la necesidad perpetua de ajustar quién somos para encajar con una audiencia invisible… La lógica es la misma: permitimos que la mirada del otro determine nuestro valor. Cambia el contexto; permanece la vulnerabilidad. Porque al final la autoimagen se deteriora, se fractura, se desestabiliza, cuando el de afuera devalúa a nuestro propio ser y pone en duda nuestras creencias sobre el “yo”
Del Toro no habla explícitamente de redes sociales, pero su versión de Frankenstein dialoga con nuestra era: identidades que se modifican para sobrevivir y subjetividades que se fragmentan bajo la presión del juicio público.
La psicología como espacio para reconstruirnos
En medio de esa tensión, entre lo que somos y lo que creemos que debemos ser, la psicología ofrece un camino. El trabajo terapéutico ayuda a desmontar identidades construidas desde el miedo, la culpa o la vergüenza. Permite resignificar la mirada ajena, construir una voz interna propia y comprender que nuestra identidad no depende únicamente de lo que los demás interpretan.
Porque, a diferencia de la criatura de Del Toro, nosotros podemos en conciencia, abrazar nuestras carencias, conocer y entender lo que nos hace diferentes y modificar aquello que nos causa malestar, en un espacio donde seamos vistos sin el peso del juicio: la consulta psicológica.
Al final el monstruo vive
La historia de Frankenstein sigue viva porque habla de nosotros: de las veces que hemos sido criaturas, rechazadas o incomprendidas; y de las veces que hemos sido Frankenstein, incapaces de mirar con compasión, dejando en otros un poco del monstruo que a veces somos. La versión de Guillermo del Toro nos recuerda que la identidad es un territorio construido entre muchas miradas, pero que merece ser reclamado.
“Mientras permanezcas vivo, ¿qué más puedes hacer sino vivir?”
Del Toro cierra con maestría con una frase que no sólo es conmovedora, sino que invita a la resiliencia y al perdón, no hacia el que nos hizo monstruos sino a nosotros mismos por convertirnos en aquello que no es genuino y que nos separa de la bondad. “Mientras permanezcas vivo, ¿qué más puedes hacer sino vivir?” Esa pregunta, sencilla y contundente, que termina de cerrar con la única orden verdadera que un padre puede ofrecerle a su hijo “VIVE”, ofreciendo un final, que nos recuerda que la existencia sigue siendo un gesto de apuesta, incluso cuando el mundo, o la mirada de los otros, parezca negarnos un lugar.
Vivir implica resistir las narrativas que nos reducen, cuestionar las identidades que nos impusieron y recuperar, con paciencia y valentía, la posibilidad de reescribirnos. En un entorno donde tantas voces compiten por definirnos, el acto más radical es elegir seguir siendo, seguir explorando quiénes somos más allá del juicio ajeno. Porque mientras hay vida, hay margen para la transformación; mientras respiras, existe la oportunidad de regresar a ti, de reconstruir tu historia y de reclamar una identidad que, aun frágil, sigue siendo tuya.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo, Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano, y especialización en neurobiología de los trastornos mentales, enfocada a la psicología.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque biopsicosocial.
Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje
EN LA OPINIÓN DE:
Belleza artificial, daño real: Estética digital, peligro creciendo en la pantalla
Entre la estética virtual y la salud mental: los riesgos psicológicos de vivir en un mundo donde lo “perfecto” se fabrica con un clic.
Conciencia Saludablemente
Por: Psicol. Alex Barrera
Vivimos en una era en la que la apariencia puede alterarse con un gesto: un filtro que afina el rostro, una aplicación que elimina una arruga, una inteligencia artificial que fabrica una imagen perfecta desde cero. Lo que comenzó como un juego estético se ha convertido en un factor de riesgo para la salud mental: la proliferación de filtros y de fotografías generadas por IA está alimentando formas de insatisfacción corporal que, en casos extremos, se traducen en trastornos como la disformia, o dicho de otra forma. la percepción distorsionada de la propia apariencia física, (body dysmorphic disorder, BDD).
No es una alarma infundada algunas investigaciones recientes y revisiones académicas como la publicada en la revista Springer Nature muestran que las plataformas centradas en la imagen (Instagram, Snapchat, TikTok) y las prácticas de edición cotidiana fomentan comparaciones constantes y expectativas irreales sobre el cuerpo y el rostro.
La evidencia indica que la exposición continuada a imágenes idealizadas y manipuladas, y el uso recurrente de filtros sobre el propio rostro, se asocian con mayor insatisfacción corporal, baja autoestima y conductas de verificación o evitación, síntomas que caracterizan la disformia, lo preocupante es que para muchos el espejo ya no es el referente inmediato: sino la pantalla.
Los filtros no son inocuos por dos razones clave. Primero, alteran el estándar de comparación: cuando la norma visible es una versión “mejorada” de la realidad, las personas tienden a medir su valor contra un ideal inalcanzable. Estudios sobre filtros de belleza y efectos cognitivos muestran que estas imágenes generan un “halo” de atributos positivos (mayor atractivo, confianza y hasta credibilidad) que amplifican la presión por parecerse a esas versiones digitales.
Segundo, la práctica de editar la propia imagen (self-filtering) puede resultar más dañina que observar filtrados ajenos: en primer lugar porque refuerza la idea de ser como “Se supone debo ser” en lugar de promover la “aceptación del como soy”. Manipular el propio rostro fomenta la atención excesiva hacia defectos percibidos y refuerza conductas compulsivas de comprobación.
La irrupción de la IA complica aún más el panorama. Las imágenes generadas por algoritmos son cada vez más verosímiles y muchas personas dejan de distinguir entre lo real y lo fabricado; esa dificultad para detectar “deepfakes” permite que modelos corporales imposibles circulen como aspiracionales, naturalizando una estética artificial que no se puede alcanzar haciendo que el daño psicológico se vuelva sistémico: no se trata solo de un individuo que sufre, sino de una cultura visual que normaliza la perfección editada y penaliza la diferencia, de forma inconsciente esto decanta en insatisfacción pues no puedo obtener por ningún medio la imagen que la sociedad acepta, lo que termina en trastornos psicológicos que pueden llegar a ser severos.
¿Cuáles son las consecuencias conductuales?
En el extremo, la disformia se manifiesta por presencia de pensamientos constantes sobre el tema, búsqueda repetida de seguridad (miradas al espejo, fotos infinitas), evitación social y, en algunos casos, búsquedas de procedimientos estéticos invasivos. En la práctica clínica se observa también un incremento de consultas relacionadas con la insatisfacción facial y el deseo de “corregir” rasgos que llevan a quienes lo padecen a una vida limitada por la preocupación estética, razón por la cual pueden presentarse ataques de ansiedad, evitar tener contacto social, incluso angustia y tristeza constante.
Ante esto, la terapia psicológica puede ser una buena opción, dado que actualmente los filtros y el uso de IA para mejorar la apariencia son parte del día a día la terapia para fortalecer las habilidades socioemocionales es recomendable, pues al desarrollar ciertas capacidades, el individuo comprende los limites sobre la realidad y lo que es inalcanzable, esto sobre todo en etapas de desarrollo como la adolescencia cuando las personas aún están formando una personalidad propia.
Los psicólogos aplican técnicas probadas, y actuan como agentes de prevención y educación: los psicólogos pueden desarrollar programas de alfabetización mediática que enseñen habilidades críticas para interpretar imágenes, reducir la comparación social y gestionar la autoimagen; pueden colaborar con escuelas y plataformas para mitigar contenidos nocivos; y pueden adaptar intervenciones digitales (terapia en línea, módulos guiados) para alcanzar a jóvenes expuestos a estos riesgos. Además, el trabajo interdisciplinario con dermatólogos, cirujanos plásticos y educadores es esencial para distinguir deseos estéticos razonables de síntomas clínicos que requieren tratamiento.
La responsabilidad, sin embargo, no es solo profesional: es colectiva. Empresas tecnológicas deben transparentar cuándo una imagen ha sido alterada o generada por IA; los medios deben abandonar la glorificación de cuerpos uniformes; las escuelas y las familias deben enseñar a las nuevas generaciones a cuestionar la verosimilitud de lo que consumen. Y quienes sienten que la preocupación por su aspecto se ha vuelto persistente, invasiva o limitante, deben saber que pedir ayuda es una decisión de cuidado, de igual manera las personas deben permanecer alerta y saber cuándo alguien a su alrededor está presentando conductas que pueden ponerle en riesgo.
La belleza filtrada puede dar placer momentáneo, pero la disformia —esa brecha entre imagen ideal y experiencia sufriente— deja cicatrices conductuales y emocionales al individuo, además de un severo daño en el tejido social.
Y la realidad dura que quizá se está dejando de lado es que la popularidad de los filtros y las imágenes creadas por IA revela una crisis silenciosa: la insatisfacción corporal y el malestar psicológico en la era digital, para contrarrestarla hacen falta políticas, educación y, sobre todo, la intervención de profesionales capacitados.
Los psicólogos están listos para intervenir: evaluar, acompañar y ofrecer herramientas que restauren una relación más realista y amable con el propio cuerpo. En un entorno donde lo artificial compite con lo auténtico, esa tarea puede ser la diferencia entre una vida dominada por la imagen y una vivida en plenitud.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo, Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano, y especialización en neurobiología de los trastornos mentales, enfocada a la psicología.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque biopsicosocial.
Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje




















