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Opinión / Cicuta del Caribe LXVIII

• A falta de 1.6 años, la administración federal ya sacó “el paraguas”
• Otorga la AFAC concesión a Aerus, una nueva aerolínea mexicana
• Pasajeros europeos pierden interés en viajar a destinos de México
• Exponen proyecciones turística en México para la siguiente década
• Pierde el gobierno 70 mil mdp en los estímulos fiscales a la gasolina
• Austeridad dañina; impediría recuperar categoría 1 en revisión de EU

Por: Carlos Águila Arreola

Hace casi un mes, en este mismo espacio, adelantamos que Andrés Manuel López Obrador iba a sacar el paraguas respecto de sus mega caprichos; me explico: siempre incendiario con un discurso de odio y divisionismo; de imponer antes que conciliar —para nada la recomendable para un jefe de Estado—, ya dijo que el Tren Maya se inaugura en diciembre 2023, esté como esté.

Y no solo eso, con su estilo desafiante y detractor, que lo único que logra es aumentar más el encono entre amplios sectores de la sociedad mexicana, culpó a la industria del turismo de financiar a “seudoambientalistas” opositores al Tren Maya, un día después que un juez otorgó una suspensión definitiva que frena por tiempo indefinido las obras del Tramo Cinco Sur.

El lunes 30 de mayo, el juez primero de distrito de Yucatán, Adrián Fernando Novelo Pérez, otorgó la primera de varias sentencias definitivas que se esperan durante los próximos días, tras resolver el amparo 884/2022 promovido por buzos expertos en espeleología de Playa del Carmen, de los primeros en recurrir a la protección de la justicia federal en defensa del medio ambiente.

El juzgador ha admitido al menos cinco amparos más a trámite, promovidos por ambientalistas que se oponen al recorrido por la selva. El gobierno federal podrá impugnar la suspensión definitiva ante un Tribunal Colegiado, lo que tomará meses resolver. La vía más corta para reanudar las obras es presentar al juez la MIA del proyecto, actualmente en consulta hasta el 17 de junio.

Novelo Pérez ya concedió cinco suspensiones provisionales, dos confirmadas por un tribunal colegiado precisamente por falta de MIA; solo es contra actos de Fonatur y de Fonatur Tren Maya. Las obras del Tramo Cinco Norte, de Cancún a Playa del Carmen, serán ejecutadas por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), pero hasta ahora se desconocen costo y fecha de arranque.

Hasta ahí se podría decir que todo “normal”, pero lo que terminó por provocar la ira del inquilino de Palacio Nacional —confiaron personas presentes en el episodio— fue enterarse que la decisión judicial era en favor de integrantes del movimiento “Sélvame del Tren” —¡ouch!, refieren los testigos que su “alteza pequeñísima” se transformó totalmente y lanzó varios improperios,

Exabrupto
La mañana del martes 31 de mayo, en su vaniloquio desde el salón Tesorería de Palacio Nacional, el señor López espetó que el gobierno federal acudiría a otra instancia porque “es un asunto politiquero”, para inmediatamente dejar —oootra vez— salir su encono contras los que llama seudoambientalistas al casi gritar que “no van a poder detenernos”.

E inmediatamente después otro de los exabruptos que tanto se le han criticado en poco más de tres años de gestión, pero los que, nuevamente lo deja claro, le valen, en su sexenio solo lo que él piensa es ley: aseguró que la obra considerada prioritaria (el Tren Maya) se terminará en diciembre del próximo año, “vamos a poder cumplir”, aunque esté incompleta como su aeropuerto.

El pasado miércoles 11 de mayo (Cicuta del Caribe LXI) dejamos testimonio: “Con lo sucedido el 23 de marzo en el aeropuerto (de López Obrador), a un año y seis meses de distancia para el 15 de diciembre de 2023”, fecha fijada por Tartufo, “estamos en posibilidades de afirmar que la obra insignia del presente sexenio será inaugurada en tiempo, aunque no esté terminada”.

Como siempre, el tiempo todo lo acomoda y pone a cada quien en su sitio; por eso, cierto estoy y ratifico mi previsión: en diciembre del próximo año, esté como esté, y falte lo que haga falta, la obra insignia del lopezobradorismo comenzará a rodar y, al mismo tiempo —ya con el señor López a punto de Las Golondrinas— empezará a salir todo el cochinero detrás del ferrocarril.

“Vamos a acudir a otra instancia o se van a presentar recursos para que no proceda el amparo porque no tiene fundamento —¿en serio?, dijeron algunos de los artífices de la suspensión definitiva contra las obras en el tramo que va de Playa del Carmen a Tulum—… este es un asunto politiquero de quienes no quieren que se lleve a cabo la obra.

“Son seudoambientalistas —como Lopitos llama a los defensores del medio ambiente— financiados por grandes empresas, sobre todo del turismo, y también por gobiernos extranjeros. Hay ambientalistas financiados por el gobierno de Estados Unidos; la inconformidad es porque en el tramo 5 se encuentran intereses económicos”, señaló desde el púlpito, fuera de sí.

Lamentable
“No van a poder detenernos, no van a imponerse los intereses particulares, no van a estar por encima del interés general del pueblo, del interés de la nación, antes hacían y deshacían. Estamos seguros de que la obra va a continuar, como no es mucho el tramo, aunque esté parada la obra ahora vamos a reiniciar y a recuperar tiempo”

Y oootra vez su discurso de odio y revanchismo al citar que “aunque se está realizando una catástrofe ecológica (por parte de) las empresas Xcaret y Vulcan —contra la que incluso se recurrirá a tribunales internacionales—, no hay oposición e incluso hay campañas en contra de su gobierno en la que recurren a actores, en referencia a “Sélvame del Tren”.

Lamentable la actuación del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), en el negocio inmobiliario del que ha sido cabeza durante el último medio siglo: la tramitología del faraónico capricho de Tartufo, estuvo mal planteada… para qué pagar sueldos millonarios a una horda de inútiles, que durante más de un año se llenaron los bolsillos; da la impresión de que ahí fueron puestos (“yo no quiero oro, a mí pónganme donde hay”, reza la conseja popular).

Primero debieron obtener la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), eso Fonatur lo sabe: tiene 52 años vendiendo propiedades, y aunque tenga condicionantes, la obra sale, pero no devastar brutalmente con permisos provisionales y el “decreto de obra prioritaria”, que “su alteza de Macuspana” se sacó de la manga en medio de una asquerosa opacidad.

Y luego, las declaraciones de odio de Andrés Manuel que hacen recordar sus épocas porriles en el entonces Distrito Federal (hoy Ciudad de México), calificar a quien lo critiquen y no piense como él de conservadores, seudoambientalistas, señoritingos, enemigos del desarrollo, etcétera. Un mal que hace meses ya se creía superado.

Menudencias
Aerus empezará operaciones en el primer trimestre de 2023; es la primera concesión de transporte aéreo de pasajeros, carga y correo que otorga la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC). La empresa Aerotransportes Rafilher, razón social de la aerolínea hará vuelos nacionales e internacionales. El nuevo operador es parte de Grupo Herrera, con base en San Luis Potosí y que desde 1990 ofrece servicio de taxi aéreo, ofreciendo vuelos chárter desde y hacia Estados Unidos, Centroamérica y el Caribe.

Entre abril y septiembre de 2022, las reservas aéreas hacia y desde Europa para México cayeron en comparación con 2021. En el cuarto mes hubo 30 por ciento menos, para mayo 56, y en septiembre se registran 62 por ciento menos, respecto a las de los mismos meses de 2021, quedó de manifiesto durante el webinar “Punto de inflexión: ¿ha vuelto la confianza en viajar?”, organizado por la consultora OAG (Official Aviation Guide o Guía Oficial de Aviación)

El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (World Travel & Tourism Council, el WTTC por sus siglas en inglés), organismo que representa al sector privado de la industria turística a nivel global, encabezado por Julia Simpson, presidenta y directora ejecutiva, abordará este 1 de junio los resultados del último Informe de Impacto Económico, así como de las proyecciones en la contribución del sector a la economía y al empleo de México, durante la siguiente década.

El martes muchos se sorprendieron —por decir lo menos— al cargar gasolina: tanto la Magna —la verde, la de mayor demanda— como la Premium tuvieron un aumento de casi ¡un peso! Se retiraron los estímulos fiscales al Impuesto Especial Sobre la Producción y Servicios (IEPS), y es que por cada día de abril la Secretaría de Hacienda dejó de captar 18 millones de pesos y la recaudación cayó en números rojos, lo que no sucedía hace 8.7 años. En los primeros cuatro meses del año, el boquete fiscal ascendió a 70 mil millones de pesos.

El gobierno tiene en cartera 31 proyectos de inversión en el sector aeronáutico que resolverían “cuellos de botella” y el desgaste de infraestructura, con lo que solo se recibirían dos mil 79 millones de pesos este año, un tercio de los seis mil 678 autorizados, problema que aleja la posibilidad de recuperar la categoría 1 en seguridad aérea en la próxima revisión de Estados Unidos. Hay temas en los que la austeridad no cabe, como en el de los controladores aéreos.

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“Vivir con miedo: la huella psicológica de la inseguridad en México”

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Los Mexicanos vivimos con miedo y eso es una realidad…

Conciencia Saludablemente
Psicol. Alex Barrera

¡Mexicanos al grito de guerra! Esta es una de las estrofas más fuertes de nuestro himno nacional, cualquier mexicano conoce esta frase, pero cuantos de los habitantes de este país repara en el significado de esta frase que pareciera ser una realidad en estos días, cuantos de verdad se dan cuenta que la violencia en México si indiscutiblemente se ha convertido en una guerra, una que enfrentamos día a día y que se ha enraizado en nuestra sociedad.

Peor aún, ¿cuántos mexicanos si quiera se dan cuenta lo que le hace a su salud mental? La percepción de inseguridad, más allá de cifras, opera como un reflejo trastornador en el bienestar psicológico de la ciudadanía. En México, cuando los titulares de prensa retumban con asesinatos públicos, atrocidades y organismos de seguridad incapaces de contener el escalamiento criminal, lo que se resquebraja no es únicamente la confianza en las instituciones: se fractura la sensación de habitar un entorno protector, lo que repercute directamente en el ánimo, la salud mental y la capacidad de resiliencia de las personas.

Mientras el gobierno actual culpa a los anteriores gobiernos de la herencia de violencia, poco se ocupa de comunicar sus propias estrategias para brindar la certeza que la gente necesita hoy, y es que, si vamos al pasado inmediato, tan sólo en octubre se registraron un par de episodios que ilustran a la vez la crudeza de la violencia y su potencia simbólica.

La violencia ya no solo es violencia, sino que está plagada de un claro mensaje “NO HAY TREGUA”, porque no es solo el hecho de que en el estado de Michoacán, se registrara el asesinato de siete presidentes municipales en menos de cuatro años, si no que el último de ellos haya sido el de Carlos Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, ejecutado el 1 de noviembre durante un evento público en pleno centro de la ciudad, y no cualquier evento, sino la celebración de Día de Muertos, uno de los eventos más significativos para los mexicanos. ¿Y entonces, no es este un atentado contra la misma sociedad, como podemos no entender esto como un mensaje, no para una persona, no para un estado, sino para un país entero? ¿Cómo puede no ser esto una agresión directa a la sociedad?

Este mismo mes en Culiacán, capital del estado de Sinaloa, se vivió una semana de “limpieza” entre cárteles cuyo resultado fueron 41 muertos en seis días, 12 solamente el 22 de octubre, estos eventos inundan las páginas de los medios de comunicación locales e internacionales, que detallan enfrentamientos sangrientos entre bandos criminales.

Cuando la violencia se vuelve espectáculo —y aún más cuando el blanco son eventos culturales o áreas urbanas frecuentadas—, la inquietud colectiva crece y se instala un estado de permanente alerta emocional. La población no sólo teme por su integridad física, sino por la certeza de que el espacio en el que habita ya no es predecible ni seguro. En este contexto, la evidencia señala que la percepción de inseguridad persiste pese a mejoras estadísticas en homicidios. Por ejemplo, en una nota de  El País publicada el pasado 23 de octubre se señala que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó que, en septiembre de 2025, el 34 % de los mexicanos consideraba que la inseguridad permanecería “igual de mal” en su ciudad los próximos doce meses, y el 23.9 % estimaba que “empeorará”.

Desde la psicología, esos datos no son únicamente indicadores sociales: son síntomas de un clima emocional colectivo afectado. La inseguridad percibida produce estrés crónico, desgaste emocional y una reducción progresiva de lo que se denomina “capital psicológico”. Las personas pueden volverse más reacias a participar, a salir o a confiar en su entorno; aparece la hipervigilancia, la ansiedad, la alteración del sueño, e incluso la evitación de actividades cotidianas. Cuando la amenaza parece constante (aunque en el sentido probabilístico no esté dirigida a cada persona en lo individual) el efecto se propaga y se torna comunitario.

Además, esta erosión de la confianza se reconoce también en la relación entre ciudadanía y Gobierno. Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum según publica en su sitio web PolíticoMX  mantiene una aprobación del 74 % al cierre de octubre de 2025, mientras que la desaprobación ronda el 25 %, eso no sostiene la percepción sobre la inseguridad que la ciudadanía no aprueba pues el mismo medio publica que otra encuesta hecha entre abril-mayo de 2025 que señala que solo 21.6 % de los mexicanos afirmaron sentirse seguros viviendo en el país, lo que significa que ~78.4 % se siente inseguro.

Los mexicanos esperan seguridad, efectividad institucional y protección, cuando eso falla, también se quiebra el sentido de que “las cosas están bajo control”. Ese quiebre tiene consecuencias psicológicas: ¡el orden que sostiene la rutina y la confianza se vuelve frágil!

La percepción de que “nadie está a salvo” o que “las autoridades no se dan abasto” abre una fisura emocional que afecta la vida social: las personas se retraen, desconfían, se inhiben. En la práctica clínica, se puede observar cómo en zonas de alta violencia o alta percepción de riesgo, los pacientes presentan mayor vulnerabilidad ante trastornos de ansiedad, alteraciones del sueño, síntomas de hipervigilancia y menos recursos para enfrentar los imprevistos. Cuando se vive con la sensación de que el entorno se volvió hostil, el bienestar se vuelve una meta difícil.

Es imprescindible comprender que, aunque los índices de homicidio puedan bajar en ciertos meses, la experiencia subjetiva de inseguridad no cae de inmediato. El retraso entre la mejora real y la percepción ciudadana deja un vacío de tiempo en que la salud emocional queda expuesta. Y mientras tanto, la violencia, al ser tan visible y tan simbólica, sigue reforzando la sensación de vulnerabilidad.

¿Qué hacer ante este escenario? En primer lugar, desde lo comunitario, es necesario promover espacios de diálogo, reforzar lazos de vecindad, crear plataformas de resiliencia colectiva: porque la inseguridad emocional se enfrenta también socialmente. Pero, en segundo lugar, y no menos importante, desde el ámbito individual, no se puede trivializar el impacto psicológico que tiene vivir bajo la sombra de la violencia. Acudir a servicios de salud mental, recibir contención, comprender que la reacción emocional es lógica, constituye un acto de cuidado.

No solo “sobrevivir” a la inseguridad física, sino preservar el bienestar psicológico, es una tarea urgente, porque la constante percepción de peligro provoca estrés constante, y esto a su vez genera, malestar físico, y más allá de ello fragmenta el bienestar social. Las autoridades tienen la obligación de garantizar la seguridad, pero las personas también tienen el derecho y la necesidad de salvaguardar su salud emocional cuando la protección estatal se ve comprometida.

En un país donde la violencia arremete en plazas públicas, atenta contra autoridades, se infiltra en la vida cotidiana y deja huella en la percepción de la gente, el bienestar psicológico no es un lujo: es una condición para el mínimo sustento de la dignidad humana.

Los mexicanos vivimos con miedo y eso es una realidad, aceptarlo, afrontarlo y en su caso buscar ayuda profesional, hablar con un terapeuta, explorar las formas en que la inseguridad impacta nuestra mente, es tan importante como procurar cerraduras y alarmas. Porque al final del día, tenemos que reconstruir no solo ciudades más seguras, sino experiencias interiores donde no nos sintamos indefensos.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje

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Entre flores y recuerdos: la psicología del Día de Muertos

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Colocar un altar nos lleva a encontrar un vinculo en el que se pude sanar la perdida

Conciencia Saludablemente

Por: Psicol. Alex Barrera

En México, la muerte no se esconde; se decora con flores de cempasúchil, se endulza con pan y se acompaña de risas y canciones. El Día de Muertos no es sólo una tradición; es una declaración cultural profundamente humana: la vida y la muerte no son opuestos, sino partes del mismo ciclo. Desde la psicología, esta visión ofrece una lección esencial sobre cómo enfrentamos la pérdida, el duelo y la memoria.

En muchas culturas occidentales, hablar de la muerte sigue siendo un tema prohibido. Se evita mencionar a los fallecidos, se apartan sus objetos, se oculta el dolor tras una aparente fortaleza. Sin embargo, la cultura mexicana, heredera de cosmovisiones indígenas y creencias sincréticas, ha desarrollado una relación distinta con la finitud. Aquí la muerte se sienta a la mesa. Se le invita, se le honra, se le ríe. En lugar de negar su existencia, se le integra como una compañera inevitable.

Esta actitud, lejos de ser una mera expresión folklórica, tiene profundas implicaciones psicológicas. Aceptar la muerte —propia y ajena— es aceptar la impermanencia de todo. Es reconocer que la pérdida forma parte de la vida, y que el dolor, cuando se vive con consciencia, puede transformarse en gratitud. Desde la psicología existencial, este reconocimiento no conduce a la desesperanza, sino a una mayor plenitud: saber que el tiempo es finito nos empuja a vivir con sentido, a cuidar los vínculos y a encontrar propósito en cada día.

Pero el Día de Muertos no solo nos enseña a pensar en la muerte; también nos enseña a recordar con amor. El altar, corazón simbólico de la celebración, se convierte en un espacio terapéutico. Al colocar una fotografía, una vela o el platillo favorito del ser querido, no solo evocamos su presencia: actualizamos el vínculo. Recordar no es aferrarse al pasado, sino mantener viva la conexión emocional que sigue existiendo más allá de la ausencia física.

En psicología del duelo, esto se conoce como el vínculo continuo. Lejos de promover el olvido, se alienta a las personas a encontrar formas sanas de mantener esa relación interior con quienes ya no están. El altar cumple exactamente esa función: da forma, color y orden al dolor. Permite hablar con los que se fueron, agradecerles, perdonarlos o simplemente compartir un instante simbólico de convivencia. Es, en términos terapéuticos, una representación externa del proceso interno de sanar.

Cada objeto en el altar cumple una función emocional: las flores representan el ciclo de la vida, la comida evoca el cuidado, las velas guían el camino y las fotografías preservan la memoria. A través de este acto ritual, la persona que recuerda también se reconstruye. Como en cualquier proceso terapéutico, el ritual ofrece estructura, contención y sentido: tres elementos fundamentales para elaborar el duelo.

La psicología contemporánea reconoce que los rituales —ya sean religiosos, culturales o personales— facilitan la transición emocional tras una pérdida. Funcionan como puentes entre el dolor y la aceptación, entre el caos y la calma. En ese sentido, el Día de Muertos puede entenderse como una forma colectiva de terapia: una jornada en la que la sociedad entera legitima el dolor, lo comparte y lo transforma en celebración.

Sin embargo, bajo el colorido de las ofrendas y la alegría de las calaveras, también laten silencios profundos. No todos los duelos son iguales ni todas las pérdidas se procesan del mismo modo. Hay quienes, tras la muerte de un ser querido, sienten que la vida pierde sentido, que el vacío es demasiado grande o que la tristeza se ha vuelto una compañera constante. En esos casos, el acompañamiento psicológico puede marcar una diferencia vital.

Hablar del duelo en terapia es un acto de valentía. Es reconocer que, aunque la cultura ofrezca rituales para honrar la muerte, a veces el dolor necesita otro espacio: un lugar donde ser escuchado, comprendido y trabajado con herramientas profesionales. La psicoterapia ayuda a darle forma a la ausencia, a integrar el recuerdo y a reconstruir la vida sin negarla, es iniciar el camino hacia una nueva forma de coexistir con el dolor y afrontarlo de manera que no se convierta en un trauma.

Así, el Día de Muertos no es sólo una tradición que mira hacia el pasado, sino una invitación a mirar hacia adentro. Nos recuerda que el amor y la pérdida son inseparables, y que recordar no duele: lo que duele es callar. Cada altar que encendemos es una forma de iluminar nuestra historia, de reconciliarnos con lo inevitable y de encontrar sentido en el recuerdo.

Quizás por eso, entre el aroma del copal y la luz de las velas, comprendemos que no se trata de vencer a la muerte, sino de aprender a convivir con ella, y entender que la vida es sólo el camino que nos lleva inevitablemente hacia el final. Y en ese aprendizaje, la psicología tiene mucho que aportar: ayudarnos a aceptar, a transformar y, sobre todo, a vivir con conciencia.

Porque así como los altares se llenan de flores cada noviembre, también nuestra mente y nuestro corazón pueden renovarse. A veces, solo hace falta dar el primer paso: hablar con alguien, pedir ayuda, acudir a terapia.
La vida como el altar, se enciende de nuevo cuando nos atrevemos a mirar la sombra y convertirla en luz en este ciclo cuya belleza se encuentra en tomar conciencia de que un día se va terminar.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

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