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Los desechables

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Opinión / Cicuta del Caribe

Niñas, niños y adolescentes, a merced del crimen organizado

·        Hace 15 años, en Cancún no se hablaba de casas de seguridad

·        El país está atascado de menores entrenándose con armas

Por: Carlos Águila Arreola

Vivo un déjà vu o paramnesia, acaso fue una premonición, quizá son ambas cosas: hace tres lustros, cuando recién llegué a Cancún, Hernán Cordero Galindo, entonces presidente en Cancún de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y de siempre activista por medio ambiente, se convirtió en mi “fuente” de cabecera porque siempre “daba nota”.

Por las mismas fechas, viendo el tipo de gente que empezaba a llegar a éste, otrora paraíso, decía a mis primeros compañeros de futuras coberturas periodísticas que el escenario me recordaba a Tijuana, de donde venía huyendo; hoy me doy cuenta que por desgracia no me equivoqué y esta noble ciudad es presa del narcotráfico.

A 15 años de distancia, más que nunca vienen a colación sus señalamientos: “La delincuencia está creciendo en forma alarmante en las regiones, y esos chicos de hoy son el caldo de cultivo, la carne de cañón para la delincuencia organizada”, se trata de los actuales adolescentes de Cancún, Playa del Carmen y Tulum, y es que son inimputables por ser menores de edad.

También desde esas fechas, primero el ´sicólogo Soilo Salazar García, y de unos años a la fecha Lilliam Negrete Estrella, ambos presidentes del Centro de Integración Juvenil (CIJ) en Cancún, advertían sobre el consumo temprano de mariguana entre los adolescentes, e incluso niños, y su incursión con las llamadas drogas “duras”, como la cocaína y su derivado la piedra o crack.

Hace tres lustros difícilmente se hablaba de casas de seguridad y cárteles, y no es que no los hubiera, sino que eran, si se me permite el término, más discretos… actualmente el escenario es brutal; los ajusticiamientos rayan en lo demente: decapitaciones, descuartizados, testículos en la boca (adulterio con la mujer de un mafioso), sin faltar el ejecutado nuestro de cada día.

Sin cifras
La asociación civil Reinserta alertó hace días del reclutamiento de más de 30 mil niños mexicanos por parte del crimen organizado —460 mil hasta 2019, según la oenegé Centro Estratégico en Justicia y Derecho para las Américas (Cenejyd)—, que reciben un pago de hasta 35 mil pesos mensuales, de acuerdo con el estudio Reclutamiento y utilización de niñas, niños y adolescentes por la delincuencia organizada, presentado por la cofundadora de la oenegé, Saskia Niño de Rivera Cover.

La sicóloga y activista mexicana, una de las 100 mujeres más poderosas del país, de acuerdo con Forbes México, refirió que hasta el primer trimestre del año hay más de 20 mil casos de homicidio doloso y siete mil desapariciones de menores en los últimos 20 años, según una estimación hecha por la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).

La activista advirtió de la falta de cifras oficiales porque no hay registros en las cárceles mexicanas de menores detenidos por delincuencia organizada; están presos de forma oficial por delitos contra la salud, y cuando preguntamos “¿cuántos niños tienen (detenidos) por crimen organizado? Todos los estados contestaron cero. Eso fue una sorpresa”.

En la exposición de los resultados del estudio de Reinserta, que trabaja por la reinserción social de reclusos, entrevistó a 89 jóvenes presos, de los que 67 se asumían como miembros del crimen organizado, de siete estados: Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas (zona norte); Estado de México y Guerrero (zona centro), y Oaxaca y Quintana Roo (zona sur).

La investigación detectó que “el país está atascado de niños y niñas que están entrenándose con armas, que son la presa perfecta para la delincuencia organizada, nada más que no los hemos logrado ver todavía”, y se detectó mayor precariedad en el centro y sur, mientras que en el norte los cárteles pagan los sueldos más altos: van de los 25 mil a los 35 mil pesos al mes.

Marina Flores Camargo, líder del estudio y directora de Monitoreo y Evaluación de Reinserta, indicó que la forma más común de reclutamiento es por medio de conocidos, como amigos y familiares, y que hay lazos afectivos muy fuertes con las figuras de autoridad de la delincuencia organizada, y niños y niñas fungen como reclutadores de otros menores y adolescentes, sostuvo.

Mercedes Castañeda Gómez-Mont, también cofundadora de Reinserta, dijo que el consumo de drogas, el entorno de violencia y la llamada “narcocultura” son factores: “¿Las series y películas de narcos guapísimos y llenos de mujeres tienen un efecto en nuestros niños y niñas? La respuesta es sí, la apología que se hace de la cultura de los narcos tiene efectos en la ideología”.

Asentamientos
La problemática se exacerbó con la pandemia por la deserción escolar de cinco millones de menores y el hecho de que 90 por ciento de crímenes contra niños ocurren en internet, comentó por su parte la senadora Josefina Vázquez Mota, presidenta de la Comisión de Derechos de la Niñez y la Adolescencia, quienes son, “lo digo con terror y dolor, los desechables del crimen organizado”.

Y es que espanta la exposición a las dimensiones de violencia que viven los menores y adolescentes en las ciudades: mortalidad violenta; percepción y experiencias con la violencia; mala concepción de la ley y la justicia, y la relación con la policía, factores que han llegado a ser determinantes en materia de violencia juvenil, sobre todo en las grandes urbes.

El Observatorio Nacional Ciudadano asegura que, en el país, hay tres millones 977 mil niñas, niños y adolescentes vulnerables de ser sumados a las filas de la delincuencia organizada; de estos, dos millones 444 mil 859 no asisten a la escuela; 794 mil 018 no estudian y, además, trabajan; 69 mil 744 no toman clases, trabajan y tienen pareja, y 211 mil 326 no asisten a la escuela y su estado civil es distinto a la soltería.

Actualmente, alrededor de uno de cada cinco está en situación de amenaza en 2020, y a partir de los cálculos sobresale que siete entidades concentran alrededor de 55 por ciento de la población en riesgo: Estado de México (9.7 por ciento), Jalisco (8.6), Chiapas (8.1), Puebla (7.8), Guanajuato (7.3), Veracruz de Ignacio de la Llave (7.2) y Michoacán de Ocampo (6.5%).

En San Luis Potosí, las niñas, niños y adolescentes en riesgo ascienden a 87 mil 820; en Sinaloa hay 76 mil 880; se estima que en Querétaro hay 71 mil 463: en Durango habría 59 mil 628, y en Aguascalientes 44 mil 293: en Quintana Roo habría ocho mil 167¸ apenas 2.6 por ciento de lo que se calcula que hay a nivel nacional; es decir, aún no se encienden las alarmas.

Los asentamientos precarios (regiones de la periferia, zonas irregulares y de invasión) son muestra de concentración de conductas violentas, y del proceso de segregación y altas tasas de desempleo, bajos ingresos, inseguridad, falta de servicios básicos, alta incidencia de pobreza y escasas oportunidades de participación o ser escuchados equitativamente por las autoridades.

En esas zonas el crimen organizado reúne a jóvenes en con educación de mala calidad y pocos estímulos para mantenerse en la escuela, y propicia numerosas formas de asociación violenta: bandas, pandillas, circulación de mercancías ilegales, drogas y armas, trabajo en actividades criminales, socialización contradictoria a las costumbres de esos asentamientos.

“Hoy les pregunta uno a los niños, oye ¿qué quieres ser de grande? «Yo quiero ser narco», dicen despatarrados cuando expresan ese tipo de cosas, sin mayor escrúpulo. «¡Yo quiero ser narco, traer mi camionetón!, y a mi mamá comprarle una buena casa, darle su dinerito». ¿Y qué tal si te matan? «Si me matan, ojalá no antes de que yo le dé todo eso que mi mamá necesita»”, señala el estudio.

El involucramiento de niñas, niños y adolescentes es una “excelente inversión” para los grupos delictivos: la constante necesidad de pertenecer a un grupo que les brinde protección, el sustituto o equivalente a una familia, la disposición al peligro al sentir la adrenalina y el poder, las drogas, armas, autos y otros lujos hacen que quieran permanecer en esos grupos delincuenciales.

Además, el Sistema de Justicia Penal para Adolescentes tiene ciertas ventajas explotadas por los grupos delictivos: la utilización y reclutamiento de menores resulta particularmente benéfico y redituable debido a que, en caso de ser detenidos se les dota de asesoría jurídica gratuita especializada, los delitos prescriben pronto, las sentencias tienen una duración máxima de cinco años.

Y, como beneficio derivado no hay vinculación entre el Sistema de Justicia para Adolescentes y el de adultos, por lo que quienes entre los 12 y 18 años cometen un ilícito son sentenciados por un mínimo de tiempo, y durante los últimos años se ha observado una persistencia de esa práctica por parte de los grupos delictivos.

La estimación presentada en este capítulo debe alertar que en México existe un gran número de niñas, niños y adolescentes cuyas realidades les impiden ejercer sus derechos y desarrollarse de manera adecuada. Los indicadores de vulnerabilidad, amenaza y riesgo muestran que un número importante de este grupo etario puede ver incrementada la probabilidad de ser reclutados o utilizados por grupos delictivos.

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Cuando el trabajo quema: el costo humano y empresarial del Burnout

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El burnout agota a las personas, y cuesta millones a las empresas

Conciencia Saludablemente

Por: Psicol. Alex Barrera**

En los últimos años, el burnout o síndrome de desgaste profesional ha dejado de ser una molestia temporal para convertirse en una amenaza silenciosa para la salud mental, física, y la productividad de empresas y empleados. Desafortunadamente la iniciativa privada ha decidido que las necesidades de productividad sean ponderadas sobre las necesidades de bienestar humano, afectando a la sociedad de una manera que aparentemente nadie quiere ver, pero todos resentimos.

En México, cifras recientes reflejan un panorama de urgencia: según el informe Burnout Laboral 2025 de la plataforma Buk (plataforma tecnológica líder en gestión de capital humano), 72 por ciento de los colaboradores ha experimentado burnout al menos alguna vez durante el último año; de estos, 16 por ciento lo vive ocasionalmente y un 12 por ciento lo padece de forma frecuente.

Por otro lado, la consultora Betterfly estima pérdidas por hasta 16 mil millones de pesos anuales para las empresas mexicanas derivadas del ausentismo, la baja productividad y otros efectos del agotamiento laboral, estos datos no son secreto, pues se pueden encontrar publicados en diferentes medios de comunicación, y ocupan espacio en medio de las miles y miles de noticias que, aunque están ahí a nadie parecen alertarle.

Sin embargo, estos números no son meras estadísticas; tienen rostro, cuerpo, mente. El burnout se manifiesta primero como un agobio emocional: ansiedad constante, irritabilidad, dificultad para desconectarse del trabajo. A nivel mental puede dar paso a trastornos más serios como depresión, alteraciones del sueño, falta de concentración, pérdida de sentido de logro y despersonalización (sentir que el trabajo es alienante, que uno se vuelve “un engranaje”).

Y con los trastornos mentales, vienen también los desórdenes biológicos, el cerebro no está bien, ¿cómo el cuerpo lo estaría? El desgaste crónico también pasa factura. El estrés laboral prolongado se asocia con aumento de cortisol, lo que puede desencadenar efectos como hipertensión arterial, problemas del ritmo cardíaco, insomnio, migrañas, disfunciones digestivas (gastritis, colon irritable), debilitamiento del sistema inmune, e incluso alteraciones hormonales. Estas manifestaciones físicas se vuelven una alarma temprana de que el cuerpo ya no tolera más la presión.

Y como en casi la mayoría de los casos, acudimos al médico, quien tiene la solución en la palma de la mano, sintetizada en 100 mgs de algo químicamente probado para solucionar de manera rápida los dolores de tu cuerpo de manera artificial, porque claro está que la vida no puede parar, engaña a tu cerebro, y sigue, sin importar los costos a largo plazo para tu cuerpo que en algunos casos aprende a resistir y en otros colapsa colosalmente, dejando en tu cabeza la pregunta, “¿Cuándo y por qué me pasa esto a mí?”. Por su puesto en la empresa ya tendrán un remplazo, por que como dicen por ahí, “El show debe continuar” o la muy celebre “Nadie es indispensable”. Y entonces nos convertimos en esas máquinas orgánicas cuya principal meta es “Aguantar, aguantas hasta el final”

El impacto económico: pérdidas palpables

Pero no, hay que molestarse en odiar a las empresas o a quienes las encabezan, pues de ese lado las cosas no son mejores; para las empresas, el burnout represente un problema económico de gran escala, pues impacta en la operatividad y producción algunos ejemplos son:

Rotación de personal: las pérdidas de empleados de manera frecuente significan costos de reclutamiento, capacitación e integración de nuevos recursos. En el caso de empresas grandes mexicanas, los reportes indican que la salida anual de decenas de empleados les puede costar hasta 2 millones de pesos por año, lo anterior publicado por Wellhub (plataforma de bienestar corporativo)

Baja productividad y presentismo: cuando un empleado está presente pero desgastado, realiza el mínimo esfuerzo, comete errores, baja la calidad del trabajo. Según un estudio citado por OCC a través de El Economista, el 38 por ciento de los trabajadores reconoce que su productividad baja debido al burnout; el 40 por ciento que la calidad de su trabajo disminuye; el 45 por ciento señala que su compromiso y motivación decaen; y entonces ¿Por qué sigue pasando?

Costo global: a nivel mundial la OMS estima que la depresión y la ansiedad (que con frecuencia conviven o se desencadenan con burnout) representan pérdidas en productividad por aproximadamente 1 billón de dólares al año, sin embargo, las empresas ignoran este tipo de alertas, porque claro, aparentemente es mejor la solución rápida, la sustitución del elemento dañado, como si la empresa fuera un reloj, y el talento humano los engranajes que fácilmente pueden ser sustituidos por piezas nuevas que ayuden a continuar con la operación, porque ¿cuántos millones de engranajes vivientes pululan en el mundo? Sin embargo, como pasa con los mecanismos de verdad las piezas de desecho también ocupan un lugar, peor aún los engranajes humanos se convierten en materiales con los que la sociedad tendrá que lidiar. Porque los seres humanos no somos piezas y la sociedad no es un basurero, donde se puede reciclar u olvidar desechos. Los humanos no se desechan las personas y sus problemas impactan en la sociedad y las patologías mentales tienen un alto costo social que en algunas ocasiones desconocemos y en otras ignoramos.

El futuro ideal, empresas responsables y consientes.

¿Qué pasaría si las empresas jugaran en favor de la humanidad y no la productividad? Los datos también muestran que hay retornos concretos cuando las organizaciones se hacen cargo del bienestar emocional de sus trabajadores.

Programas de salud mental bien diseñados pueden reducir el ausentismo hasta en un 30 por ciento, mejorar la productividad en aproximadamente un 10-12 por ciento según lo publicado por la Revista Zona Libre en donde se mencionan Estudios de la Asociación Americana de Psicología.

Otro beneficio está en la retención de talento: empleados que sienten que su empresa se preocupa por su salud mental tienen menos probabilidad de irse, menor rotación, mejor clima laboral. Esto implica menores costos de contratación, capacitación e indemnizaciones, así como mayor conocimiento institucional retenido en la organización.

Además, hay beneficios indirectos: mejora del ambiente laboral, menos conflictos internos, menores errores, menos accidentes laborales, mayor innovación si las personas están mentalmente sanas y creativas.

Lo que empresa considera un gasto debería ser considerado una inversión ya que, en comparación, lo que las empresas invierten en programas de atención psicológica (por ejemplo, asesoría, terapia breve, talleres, mindfulness, pausas activas, capacitación en manejo de estrés) suele ser mucho menor que lo que pierden por rotación, errores, bajas laborales y disminución de productividad. El retorno de inversión puede ser alto: hasta 4 dólares de retorno por cada dólar invertido en algunos estudios internacionales; lo anterior publicado en lhh.com

Somos humanos no engranes

Mientras la empresa ve pérdidas cuantificables, la persona afectada sufre consecuencias que van más allá del trabajo, muchas de las cuales no tienen una justificación biológica y por tanto no serán tomadas en cuenta como riesgo de trabajo por los seguros médicos, y mucho menos si estos últimos son del orden gubernamental, por ejemplo, IMSS o ISSSTE.

Mentales: ansiedad, depresión, trastornos del sueño (insomnio, dificultad para dormir), deterioro en la autoestima, sensación de inutilidad, distanciamiento emocional de familiares y amigos, dificultad para concentrarse o disfrutar de actividades que antes eran gratificantes.

Físicos: fatiga crónica, dolores de cabeza, migrañas, malestares gastrointestinales, problemas como gastritis, hipertensión, alteraciones inmunológicas, trastornos hormonales. A largo plazo, un burnout no tratado puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, e incluso daño cognitivo por el peso del estrés mantenido.

Las personas también pagan con calidad de vida: relaciones personales deterioradas, ocio reducido, insatisfacción general y, en casos extremos, riesgo de otros trastornos psiquiátricos o ideas suicidas; a fin de cuentas, todo se convierte en un círculo sin salida en el que individuo y por ende la sociedad porque el individuo con Burn Out no es un miembro funcional de la sociedad lo cual desencadena malestar en su círculo social, el estrés que no es bien manejado puede incluso provocar en las personas secuestros emocionales que a menudo terminan en escenas violentas, la depresión tiene fuerte impacto en la familia de quien la sufre y ya ni hablar de los efectos del suicidio a nivel comunidad.

Cuando la psicología encuentra su uso en medio de la vida

La psicología no solo diagnostica, también ofrece herramientas concretas para prevenir, identificar y tratar el burnout. Un buen psicólogo o una intervención psicológica empresarial ayuda en varios frentes:

En el tema de la psicología organizacional representa una de las herramientas más poderosas para fortalecer el bienestar y la productividad dentro de las empresas. Su enfoque permite comprender cómo piensan, sienten y actúan los colaboradores en el entorno laboral, ayudando a crear climas organizacionales saludables, mejorar la comunicación interna y prevenir conflictos. Además, mediante estrategias de selección, desarrollo y motivación, la psicología organizacional favorece la retención del talento y el compromiso, incrementando la eficiencia y reduciendo el ausentismo.

Por la parte clínica la psicología enseña habilidades de regulación emocional, manejo del estrés, estrategias de afrontamiento reales, trabajando la conciencia de los límites (saber cuándo decir no, priorizar y delegar).

Acompañamiento psicológico combinando en sus dos ramas, permite que la persona reconecte con sus motivaciones, valores, y recupere un sentido de propósito en su trabajo; ayuda a reconstruir autoestima dañada por la exigencia constante y el agotamiento.

En lo biológico, técnicas psicológicas como la terapia cognitivo-conductual, mindfulness, relajación y otras prácticas ayudan a reducir cortisol, mejorar patrones de sueño, disminuir la tensión física, disminución de síntomas psicosomáticos.

Para las empresas, ofrecer servicios psicológicos) no solo es un gesto humanitario sino una inversión estratégica. Al cuidar la mente de sus colaboradores, cuidan la productividad, reducen costos y construyen organizaciones más sostenibles.

En definitiva, si como sociedad aceptamos que trabajar hasta quemarse no es sinónimo de eficacia sino de desgaste, estamos reconociendo nuestro derecho a cuidarnos. El éxito no debe tener como costo la salud del individuo, la abundancia económica ni la efectividad productiva deberían ser indicadores de una vida valiosa, porque ningún KPI (Indicador de desempeño) vale más que la salud integral de quienes hacen posible la empresa: mente y cuerpo incluidos, no somos engranes en una máquina, somos seres humanos cuya finalidad en la vida no debería ser el éxito de la empresa a la que pertenecemos, sino el bienestar integral de la sociedad a la que pertenecemos, la cual tampoco debe depender de la industria sino de lograr una ecología social donde el humano pueda sentirse en equilibrio.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

Si deseas contactar al especialista o necesitas ayuda terapéutica puedes comunicarte vía Whats App

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El 10 de octubre: un llamado urgente en favor de la salud 

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Salud Mental el talón de Aquiles de la sociedad

Conciencia Saludablemente

Por:Psicol.Alex Barrera**

La salud mental se ha convertido en nuestros días en uno de los temas que poco a poco toma la relevancia que se merece, y si sin miedo a ser señalada de exagerada, y es que para quien esto escribe, el cuidado de la salud mental es sin lugar a duda la llave que reduciría en un alto porcentaje los dos grandes problemas de la época, las enfermedades cronicodegenerativas y la violencia. 

Así pues, aprovecho el espacio para recordar que cada 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha instituida en 1992 por la Federación Mundial de Salud Mental (World Federation for Mental Health) para sensibilizar sobre las enfermedades mentales, reducir el estigma y promover el acceso a servicios de atención psicológica y psiquiátrica. Esta jornada no es una simple efeméride: es un recordatorio de que la salud mental —tan crucial como la salud física— exige atención colectiva y políticas concretas. 

En 2025, la temática propuesta para el Día Mundial de la Salud Mental enfatiza “Acceso a servicios: salud mental en catástrofes y emergencias”. Con ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sus organismos aliados pretenden poner foco en la resiliencia colectiva, especialmente en contextos de crisis —pandemias, desastres naturales, desplazamientos y guerras—, donde el bienestar psicológico se vuelve aún más frágil como lo aclara el ya mencionado organismo mundial.  

Pero ¿por qué hacer tanto énfasis en esta fecha? Porque no es marketing, ni un invento, mucho menos es una moda. Los números nos dicen que el riesgo está aquí, ahora, y para muchos expertos se encuentra en incremento. 

El pulso inquietante de las estadísticas 

En México, los datos más recientes desnudan una emergencia silenciosa. En 2022 se registraron 8 mil 123 suicidios, frente a los 6 mil 494 de 2017 —una tasa que pasó de 5.3 a 6.3 muertes por cada 100 mil habitantes en ese lapso según datos proporcionados por el Inegi  

Para 2023, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) apuntó que se registraron 8 mil 837 suicidios, lo que representa el 1.1 % del total de muertes del año.  En 2024, la cifra alcanzó los 8 mil 856 suicidios, manteniendo una tasa nacional de 6.8 por 100 mil habitantes. 

La brecha de género también es alarmante: para 2023, el 81.1 % de las muertes por suicidio correspondió a hombres y solo 18.9 % a mujeres. En este sentido, los hombres se enfrentan a presiones culturales que muchas veces inhiben su acceso al apoyo emocional. 

Para los jóvenes no es diferente: en México, el porcentaje de adolescentes entre 10 y 19 años que alguna vez pensaron en suicidarse pasó de 5.1 % en 2020 a 7.6 % en 2022, según datos publicados por el propio gobierno de México. Las niñas adolescentes destacan por su vulnerabilidad, con tasas casi dobles frente a los varones del mismo rango.  

Asimismo, en México se estima que 3.6 millones de personas adultas padecen depresión, con al menos 1 % de los casos considerados severos según los servicios de atención psiquiátrica del gobierno. Esto significa que la depresión no es una excepción: es un rostro cotidiano que muchos viven sin ser vistos. 

Terrible es poner en la mesa el tema sobre los propios especialistas de la salud quienes también enfrentan niveles elevados de desgaste, angustia y suicidio en comparación con la población general y entonces: ¿Quién podrá salvarnos? 

Estas cifras no deben leerse como estadísticas frías: son vidas que gritan por ayuda, comunidades donde el silencio se convierte en prisión. 

¿Qué busca visibilizar el 10 de octubre? 
  • La urgencia del problema: romper el tabú de la salud mental y reconocer que muchos sufren en soledad. 
  • Promover acciones concretas: no basta con discursos; hace falta inversión en atención psicológica accesible, capacitación de personal de salud y protocolos de emergencia. 
  • Generar solidaridad comunitaria: apoyar a quienes viven dificultades, enseñar herramientas preventivas y fomentar redes de escucha. 
  • Presionar políticas públicas: que el derecho a la salud mental quede inscrito en políticas estatales, municipales y nacionales con presupuestos adecuados, y que se exija por medio de la legislación a la iniciativa privada establecer protocolos para cuidar la salud mental de sus colaboradores. 

En regiones afectadas por desastres climáticos, conflictos sociales o migraciones forzadas, el Día Mundial se convierte en una herramienta crucial para atender no solo el trauma físico, sino el impacto psicológico prolongado. 

La urgencia de cuidarse más 

Cuando hablamos de salud mental, la prevención no es un cliché: es esencial. No es suficiente saber que es urgente atenderla, es necesario pasar del pensamiento colectivo a la acción individual, en el que exista una narrativa en la que se deje de lado el sólo pensar para poner en práctica, y lo que es mucho más importante abandonar la doble moral en la que aceptamos que la salud mental es importante, pero evitamos el existir socialmente como “anormales” por acudir a los servicios de psicología o psiquiatría.  

En ese orden de ideas una buena salud mental no necesariamente habla de una enfermedad grave que debe ser atendida, por el contrario, habla de la responsabilidad de mantenernos adecuadamente para evitar un problema de índole mayor como el burn out, la depresión o algún tipo de neurosis. Así pues para cuidar la salud mental se pueden abordar tres áreas fundamentales: 

  1. Autocuidado diario: hábitos de sueño, ejercicio, alimentación equilibrada, desconexión digital, momentos de ocio y contacto con personas queridas. 
  1. Atención temprana: detectar signos tempranos como el desinterés persistente, alteraciones de sueño, irritabilidad, aislamiento o pensamientos negativos constantes. Pedir ayuda o acompañamiento cuando estos síntomas duren semanas. 
  1. Apoyo profesional: psicoterapia, atención psiquiátrica o terapia de apoyo pueden marcar la diferencia entre una crisis temporal y una enfermedad crónica. 

En un contexto donde los suicidios aumentan, los síntomas depresivos y la ansiedad se hacen cotidianos en jóvenes, y muchas zonas no cuentan con profesionales suficientes, el mensaje del Día Mundial de la Salud Mental retumba con urgencia: no se vale descuidarse

Un llamado colectivo 

El 10 de octubre no conmemoremos ignorando la herida, sino iluminándola. Que no sea solamente un cartel con “Salud mental importa”, sino un punto de partida para una transformación real: que escuelas integren educación emocional, que empresas cuiden el bienestar psicológico de sus trabajadores, que gobiernos destinen recursos para la red de apoyo psicológico comunitaria. 

Cada vez que alguien decide no hablar, no buscar ayuda o callar su dolor, construimos una cultura silente que mata. Pero cada vez que rompemos el tabú, abrazamos al otro, ofrecemos un espacio seguro, abrimos la puerta a un camino de sanación. 

El 10 de octubre es más que una fecha: es una invitación a vernos, escucharnos y cuidarnos con la urgencia que nos reclama la estadística, la experiencia y la dignidad humana. Porque la mente no puede seguir siendo el terreno sin defensa de la salud pública y mucho menos ignorada por la sociedad.  

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

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