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La hora nacional, el programa más antiguo de la radio VI

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SEXTA Y ÚLTIMA PARTE

Así terminamos la entrevista que con motivo de LXXXI aniversario de ’La Hora Nacional’, tuve el honor que me hiciera el Instituto Mexicano de la Radio, IMER, con sus jóvenes e inteligentes conductores, Paty Velasco y Pepe Campa. Éste es colofón para la prensa escrita.

Conductores.- Teodoro, y ahora que está cumpliendo 82 años la Hora Nacional, ¿cuál dirías tu que es la importancia de la ’La Hora Nacional’?
Teodoro.- La importancia de ’La Hora Nacional’ es por sí misma, es un prestigio autentico, primero ya les dije a ustedes, es el programa más antiguo de la radio en el mundo, ese prestigio no se consigue fácilmente. Bueno simplemente hay que adecuarla a los tiempos, no podemos pensar en la Hora Nacional que se hacía en 1937, hay que pensar en forma moderna, sobre todo hay que ganar al auditorio joven sin desperdiciar al auditorio adulto, eso es muy importante; yo creo que esa es la directriz ’La Hora Nacional’ por si misma vive, lo que hay que hacer es buena producción, si nosotros hacemos buena producción ’La Hora Nacional’ va a subsistir otros 82 años y más.

¿No sé si sepan ustedes, que sobre todo en el campo siguen oyendo ’La hora nacional’. 
Conductores.- Claro!, muchísima gente, lo vemos a través de la retroalimentación telefónica y en redes sociales con muchísima gente y bueno pues si en muchísimos lugares en el campo, en las ciudades, nos escuchan prácticamente en cualquiera ámbito del territorio nacional.
T.- Es una costumbre oírla, les agrada a las personas. 
C.- Se ha hecho una costumbre.
T.- Nosotros después de que iniciamos toda esta nueva producción, teníamos que medir el auditorio, ¿cómo lo medimos? Bueno, se nos ocurrió instalar a los investigadores a la entrada de las casetas de peaje de las autopistas que llegan a la ciudad de México, rápidamente para no interrumpir el tráfico se presentaban los encuestadores: ¿Por favor dígame está usted escuchando? Los más contestaron ’La Hora Nacional’, otros yo traigo mi casete -no se acostumbraba, como ahora lo que hay bluetooth y todas estas modernidades, pero si traían prendido su radio venían oyendo ’La hora nacional’.
C.- O sea, radio encendida: ’La Hora Nacional’, esa es la que cuenta.
T.- El resultado, nos encontramos con que el 64 por ciento de los automovilistas estaban escuchando ’La hora nacional’.
C-L.- Y sigue- yo creo que sigue y sigue y ¡seguirá!

T.- Eso es muy importante
C.- Algún libro, donde pueda uno acudir para saber sobre más sobre la hora nacional?
T.- El problema es que está agotado, se llama ’Mi vida son mis amigos, una historia de los noticiarios en Méxi’. el autor soy yo, el libro está agotado, pero vamos a tratar de hacer una nueva edición, Ahí está historia de ’La Hora Nacional’, con estos pequeños trozos de cómo se constituyó. Hay algo muy importante ya había nacido el ministerio de propaganda nazi que fue en 1933. Ya se pueden ustedes imaginar, que se dijo que era una copia de la propaganda Nazi, totalmente fuera de la realidad, el programa del presidente Lázaro Cárdenas fue un programa ágil, cordial , amable de mensaje al pueblo, cultural artístico, muy amplio en todos los sentidos. Bueno había veces que metían hasta recetas de cocina y cosas de ese tipo. 

C.- Bueno la radio debe ser amena, informativa, cumplir con su papel pero no ser aburrida, finalmente es lo que siempre buscamos aquí, no es así Paty?
C.- Esa es nuestra misión sin duda alguna. 
L.- Puedes repetir el nombre del libro y ahí nos avisa cuando ya está la edición. 
T.- Claro, se llama ’Mi vida son mis amigos, una historia de los noticiarios en México’ no le pusimos la historia porque cada uno tiene su historia, pero este es la historia; déjenme decirles que como reportero me inicie en la primera redacción radiofónica que hubo en México que fue en la XEDF 970 del dial, en aquel tiempo, ¿de quú estamos hablando? Estamos hablando de que anteriormente a ese año de 1956 los noticiarios se hacían en las redacciones de los periódicos y los locutores eran simples lectores de noticias, entonces la primera redacción se crea mayo de 1956.
L.- Es interesante leer ese libro. Muchísimas gracias por estar con nosotros.

T.- Encantado de la Vida! Y que sea todo un éxito, y que siga adelante ’La Hora Nacional y desde luego el Instituto Mexicano de la Radio, IMER, ahí hice 2 o 3 artículos para defender el problema, hay que defenderlo es el único que queda de los 3, con toda su magnitud.
L2.- Licenciado Teodoro Rentería Arroyave, él fue el primer director de Instituto Mexicano de la Radio, IMER y el responsable directo en su momento de ’La Hora Nacional’, muchísimas gracias!

C.- ¡Muchísimas gracias por esta conversación acerca de nuestro programa, tu programa! Tú tuviste ahí toda la mano y toda la gente que no podemos mencionar por el tiempo pero que ha pasado a lo largo de estos 82 años por estos micrófonos y detrás de los micrófonos.
.
Teodoro.- ¡Muchas Gracias! Los felicito, saludo a la audiencia, que de verdad me merece todo el respeto, del Instituto Mexicano de la Radio y de toda la República Mexicana y los lectores que siguen estas entregas. Muchas gracias por su amabilidad, siempre estaré a sus órdenes, que la pasen muy bien!

*Periodista y escritor; Presidente del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE; Secretario de Desarrollo Social de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP; Presidente fundador y vitalicio honorario de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, miembro del Consejo Consultivo permanente del Club Primera Plana, Doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional y Académico de Número de la Academia Nacional de Historia y Geografía, ANHG. 

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Entre flores y recuerdos: la psicología del Día de Muertos

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Colocar un altar nos lleva a encontrar un vinculo en el que se pude sanar la perdida

Conciencia Saludablemente

Por: Psicol. Alex Barrera

En México, la muerte no se esconde; se decora con flores de cempasúchil, se endulza con pan y se acompaña de risas y canciones. El Día de Muertos no es sólo una tradición; es una declaración cultural profundamente humana: la vida y la muerte no son opuestos, sino partes del mismo ciclo. Desde la psicología, esta visión ofrece una lección esencial sobre cómo enfrentamos la pérdida, el duelo y la memoria.

En muchas culturas occidentales, hablar de la muerte sigue siendo un tema prohibido. Se evita mencionar a los fallecidos, se apartan sus objetos, se oculta el dolor tras una aparente fortaleza. Sin embargo, la cultura mexicana, heredera de cosmovisiones indígenas y creencias sincréticas, ha desarrollado una relación distinta con la finitud. Aquí la muerte se sienta a la mesa. Se le invita, se le honra, se le ríe. En lugar de negar su existencia, se le integra como una compañera inevitable.

Esta actitud, lejos de ser una mera expresión folklórica, tiene profundas implicaciones psicológicas. Aceptar la muerte —propia y ajena— es aceptar la impermanencia de todo. Es reconocer que la pérdida forma parte de la vida, y que el dolor, cuando se vive con consciencia, puede transformarse en gratitud. Desde la psicología existencial, este reconocimiento no conduce a la desesperanza, sino a una mayor plenitud: saber que el tiempo es finito nos empuja a vivir con sentido, a cuidar los vínculos y a encontrar propósito en cada día.

Pero el Día de Muertos no solo nos enseña a pensar en la muerte; también nos enseña a recordar con amor. El altar, corazón simbólico de la celebración, se convierte en un espacio terapéutico. Al colocar una fotografía, una vela o el platillo favorito del ser querido, no solo evocamos su presencia: actualizamos el vínculo. Recordar no es aferrarse al pasado, sino mantener viva la conexión emocional que sigue existiendo más allá de la ausencia física.

En psicología del duelo, esto se conoce como el vínculo continuo. Lejos de promover el olvido, se alienta a las personas a encontrar formas sanas de mantener esa relación interior con quienes ya no están. El altar cumple exactamente esa función: da forma, color y orden al dolor. Permite hablar con los que se fueron, agradecerles, perdonarlos o simplemente compartir un instante simbólico de convivencia. Es, en términos terapéuticos, una representación externa del proceso interno de sanar.

Cada objeto en el altar cumple una función emocional: las flores representan el ciclo de la vida, la comida evoca el cuidado, las velas guían el camino y las fotografías preservan la memoria. A través de este acto ritual, la persona que recuerda también se reconstruye. Como en cualquier proceso terapéutico, el ritual ofrece estructura, contención y sentido: tres elementos fundamentales para elaborar el duelo.

La psicología contemporánea reconoce que los rituales —ya sean religiosos, culturales o personales— facilitan la transición emocional tras una pérdida. Funcionan como puentes entre el dolor y la aceptación, entre el caos y la calma. En ese sentido, el Día de Muertos puede entenderse como una forma colectiva de terapia: una jornada en la que la sociedad entera legitima el dolor, lo comparte y lo transforma en celebración.

Sin embargo, bajo el colorido de las ofrendas y la alegría de las calaveras, también laten silencios profundos. No todos los duelos son iguales ni todas las pérdidas se procesan del mismo modo. Hay quienes, tras la muerte de un ser querido, sienten que la vida pierde sentido, que el vacío es demasiado grande o que la tristeza se ha vuelto una compañera constante. En esos casos, el acompañamiento psicológico puede marcar una diferencia vital.

Hablar del duelo en terapia es un acto de valentía. Es reconocer que, aunque la cultura ofrezca rituales para honrar la muerte, a veces el dolor necesita otro espacio: un lugar donde ser escuchado, comprendido y trabajado con herramientas profesionales. La psicoterapia ayuda a darle forma a la ausencia, a integrar el recuerdo y a reconstruir la vida sin negarla, es iniciar el camino hacia una nueva forma de coexistir con el dolor y afrontarlo de manera que no se convierta en un trauma.

Así, el Día de Muertos no es sólo una tradición que mira hacia el pasado, sino una invitación a mirar hacia adentro. Nos recuerda que el amor y la pérdida son inseparables, y que recordar no duele: lo que duele es callar. Cada altar que encendemos es una forma de iluminar nuestra historia, de reconciliarnos con lo inevitable y de encontrar sentido en el recuerdo.

Quizás por eso, entre el aroma del copal y la luz de las velas, comprendemos que no se trata de vencer a la muerte, sino de aprender a convivir con ella, y entender que la vida es sólo el camino que nos lleva inevitablemente hacia el final. Y en ese aprendizaje, la psicología tiene mucho que aportar: ayudarnos a aceptar, a transformar y, sobre todo, a vivir con conciencia.

Porque así como los altares se llenan de flores cada noviembre, también nuestra mente y nuestro corazón pueden renovarse. A veces, solo hace falta dar el primer paso: hablar con alguien, pedir ayuda, acudir a terapia.
La vida como el altar, se enciende de nuevo cuando nos atrevemos a mirar la sombra y convertirla en luz en este ciclo cuya belleza se encuentra en tomar conciencia de que un día se va terminar.

**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.

Si desea contactar con los especialistas en terapia y salud puede hacerlo enviando un mensaje

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EL JUEZ LEGISLADOR

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“Columna Invitada”
Por el Dip. y Lic.Hugo Alday Nieto

Durante las últimas cuatro semanas al menos, hemos tenido la oportunidad de escuchar debates y diálogos principalmente ausentes de elocuencia en los que algunos legisladores federales y hasta locales, han hecho eco de su escaso conocimiento del derecho, del proceso constitucional y por supuesto, del contenido de la Ley de Amparo que ha quedado disminuido prácticamente a un juicio sin pan ni sal, razón fundamental por la que, en lo personal, yo no opino de física cuántica.
Pero si nos vamos a los orígenes, es importante establecer en primera instancia, que el juicio de amparo nació en el S. XIX con el yucateco Manuel Crescencio García Rejón y Alcalá, y adicionado por intervención del tapatío Mariano Otero, para crear un juicio especial de protección en su momento de las garantías individuales que recogía la Carta Magna, al que no podemos considerar en absoluto medio de defensa, pero que en estricto sentido servía para que los ciudadanos pudiésemos defendernos de los abusos del poder.
Y así venía funcionando con una etapa procesal en la que el Juez de Distrito, en caso del amparo indirecto o biinstancial, o el Tribunal Colegiado de Circuito en tratándose de amparo directo o uniinstancial, tomaba la determinación de conceder la suspensión del acto reclamado, esto es, de determinar si aquello que se reclamaba por la persona que pudiera ser desde una clausura, una resolución administrativa o la aplicación de una ley específica que le ocasiona una violación a sus derechos, quedaba en suspenso hasta que se resolviera el fondo del asunto para evitar que el daño ocasionado por ese acto de autoridad fuera de imposible reparación para el ciudadano.
Con ello, se evitaba que el ciudadano o su negocio quebraran, o que despidiera trabajadores o dejase pagar la renta de su local, en caso de que el acto de molestia fuera el de clausura con fines de extorsión por parte de autoridades como fiscalización o protección civil, por poner un ejemplo. O bien, que el desarrollador no perdiera su crédito no se metiera en problemas con el IMSS y sus empleados en caso de un acto de clausura por parte de la secretaría de obras públicas producto de un acto indebido para obtener un provecho totalmente ilegal, como ha ocurrido en múltiples ocasiones. Podríamos redactar miles de páginas de ejemplos en los que la corrupción ha sido el detonador de las suspensiones emitidas por los jueces y magistrados en favor de los ciudadanos.
Otra figura que se obtuvo con los años, fue la de los efectos “erga omnes” en las sentencias de amparo y que, servían para que aquellas sentencias que invalidasen leyes declaradas inconstitucionales, por ejemplo, causaran esos efectos para toda la población sin necesidad de que todos y cada uno de los ciudadanos afectados por esa ley específica tuvieran que buscar un abogado y promover un juicio de amparo personal. Pues bien, ese beneficio que permitía el acceso a todas y todos a la justicia de la unión, hoy nuevamente desaparece de la Ley, y se va a obligar a que los ciudadanos tengan que acudir a amparo pagando lo que les cueste para poder tener una sentencia particular, lo que afecta principalmente a los que menos posibilidades tienen, lo que es incongruente con el utilitarismo filosófico del bienestar.
Más adelante, se logró crear la figura del amparo adhesivo y del amparo colectivo, con las que diversos grupos sin tantas posibilidades de acceso a la justicia, lograron grandes cambios, como lo sucedido con el rescate del agua de los Yaquis, o los amparos obtenidos por los niños de Cancún que reclamaron su derecho a un medio ambiente sano y recuperaron para todas y todos nosotros el espacio de Tajamar. Pues bien, en la reforma actual desaparece esta posibilidad y al igual que con el efecto “egra omnes” se obliga a todos en lo particular, acudir a juicio, nuevamente afectando a los más necesitados.
Sin duda, lo más catastrófico se da con la redacción del transitorio de la retroactividad que nos actualiza un diálogo de filosofía del derecho entre Hart y Dworkin que exponen supuestos de la figura del Juez Hécules y el Juez Herbert, que más o menos se plasma se la siguiente forma: el modelo del juez Herbert, asume la intermediación como una forma de discreción fuerte o inventiva, la cual implica que los jueces en algunos casos acaban o tiene que acabar por inventar el derecho, ya sea al crear o legislar un nuevo derecho. Con lo cual el juzgador invade la competencia del legislador y usurpa una función que no le corresponde. En cambio, el modelo del Juez Hércules, al asumir la tesis de la determinación moderada y la tesis de la única respuesta correcta, presupone que los jueces siempre acaban o tienen que acabar por interpretar el derecho preexistente y no inventar el derecho nuevo. Con lo cual el juzgador no invade la competencia del legislador ni usurpa una función que no le corresponde.
Con la redacción del transitorio, el legislador federal abre la puerta para que el juzgador federal asuma papel del legislador en su propio detrimento y minimizando su propia función. Es decir, el legislador crea un legislador más fuerte desde el poder judicial. Por eso, volviendo al primer párrafo de este artículo, cuando se habla de física cuántica, yo no opino ni legislo, escucho.
HAN

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