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Son ocho los periodistas asesinados I

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PRIMERA PARTE

El siguiente es el COMUNICADO CONJUNTO del gremio, titulado, OCHO PERIODISTAS ASESINADOS Y UNO DESAPARECIDO EN 2018, mismo reproducimos sintetizado en tres entregas:

Son ocho los periodistas asesinados en lo que va de 2018 y uno víctima de desaparición forzada, según el registro puntual y documentado del gremio periodístico organizado de México: Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX; Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP-MÉXICO; Club Primera Plana, y su brazo académico: Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, CONALIPE.

En el llamado Día de la Libertad de Expresión -7 de junio-, ajeno a los que ejercemos la noble y peligrosa profesión, puesto que fue impuesto por empresarios editoriales para halagar al Presidente de la República en turno; por ello declaramos como lo hemos venido diciendo desde que se constituyó la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos, FAPERMEX, y lo seguiremos repitiendo mientras no cambie la vergonzosa impunidad imperante: ’Nada tenemos que celebrar’.

Algunas organizaciones llevan a cabo ceremonias en este día, su decisión como siempre la respetamos, sin embargo los invitamos con el respeto debido, a que se unan y celebren o conmemoren el Día Internacional de la Libertad de Prensa el 3 de marzo de cada año, instituido por la Organización de Naciones Unidas, ONU.

Mismo día en que en forma especial recordamos a nuestras víctimas por las libertades de prensa y expresión, colegas asesinados o desaparecidos por los enemigos de esas libertades primarias.

En vista de investigaciones atoradas o falsas y a insistencia de algunos compañeros, nos vimos en la necesidad de analizar los asesinatos y las desapariciones de periodistas ocurridos en lo que va del actual año, mismos en que las autoridades sin mayores elementos, señalan móviles, inclusive diferentes a las actividades periodísticas; mientras no tengamos plena seguridad en las actuaciones de procuración de justicia, los colegas masacrados continuarán en nuestro registro puntual y documentado de periodistas asesinados y víctimas de desaparición forzada.

Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, cinco entidades concentran 60.3 por ciento de los casos de homicidios de periodistas perpetrados de 2000 a la fecha; no compartimos el número de víctimas mortales, puesto que fija 136 asesinatos de comunicadores y nuestra lista lúgubre concentra 195. Los porcentajes revelan la situación que se vive en los estados más peligrosos, de más a menos casos de homicidios de mensajeros: Veracruz, Tamaulipas, Oaxaca, Guerrero, y Chihuahua. CONTINUARÁ.

Lic. Teodoro Rentería Arróyave.

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GUERRA DE LAS FALACIAS…

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“Columna Invitada”
Por el Dip. y Lic.Hugo Alday Nieto

En una galaxia muy muy lejana, grupos antagónicos autodenominados como conservadores y liberales, buscaban controlar políticamente el universo y para ello, comenzaron a hacer uso de diversas estrategias argumentativas retomadas de las antiguas Grecia y Roma, a las que la doctrina definió como falacias. Éstas, en estricto sentido, son enunciados que pueden ser persuasivos para las mayorías, o para el auditorio al que se dirigen los que las sustentan, y son efectivas cuando tienen un impacto psicológico o sensible en los receptores. Pero una vez que estas falacias son analizadas a detalle, pueden revelar que se trata de argumentos incorrectos desde el punto de vista lógico.
Para Aristóteles, las falacias son argumentos que parecen buenos o correctos, sin que lo sean. La característica principal de un argumento falaz, consiste en tener la apariencia de ser correcto, provocando confusión o engaño.

A su vez, Manuel Atienza, señala que existen tres tipos de falacias, las formales, materiales y pragmáticas. La falacia formal requiere la elaboración de una inferencia inválida, como puede ser una generalización apresurada. Las falacias materiales utilizan razones que no son del tipo correcto, como expresiones antiguas, o alguna falsa analogía. Y las falacias pragmáticas pueden ser retóricas o dialécticas, con el uso abusivo de un argumento de autoridad, o infringiendo las reglas del debate.

Para Stephen Toulmin, las falacias se dividen en: falacias debidas a falta de razones; falacias de razones irrelevantes; falacias producidas por razones defectuosas; falacias, propiciadas por suposiciones, no garantizadas, y falacias, ambiguas.

John Stuart Mill, por su parte, nos dice que existen las falacias, a priori, las falacias de observación, las falacias de no observación, las falacias de generalización, de confusión y de raciocinio.

Así pues, el término falacia se utiliza de manera general para definir un argumento o un enunciado que es incorrecto, o que es falso en sus conclusiones. Dentro de los casos más comunes de estas falacias, se encuentran principalmente la de apelación a la ignorancia, denominada de acuerdo a su origen como argumentum ad ignorantiam y la apelación a la autoridad o argumentum ad verecundiam.
En este sentido, vamos a hacer un ejercicio práctico con dos ejemplos semejantes, pero que han sido tratados con diversos argumentos falaces tanto de un grupo político, como del contrario:
a) La afirmación de que el expresidente Felipe Calderón sabía que García Luna, tenia tratos con el narcotráfico por ser su secretario de seguridad.

b) La afirmación de que el expresidente Andrés Manuel López sabía que el grupo de Augusto López, tenia tratos con el huachicol por ser su secretario de gobernación.
Es así como, iniciando con la falacia de apelación a la ignorancia se puede afirmar como conclusión que los enunciados son verdaderos o falsos, apoyándose en una única premisa en la que sostiene que no se ha podido demostrar la falsedad o la verdad de esa afirmación o negación que se sostiene, y como no hay pruebas suficientes para sostener los argumentos planteados por uno u otro grupo señalados en los ejemplos, entonces lo que se dice es falso. O bien, como no hay pruebas suficientes que apoyen la falsedad de lo que señala el otro grupo, entonces lo que digo es verdadero.
En nuestros ejemplos, sería más o menos así:

  • No hay pruebas que acrediten que Felipe Calderón no sabía de las operaciones de García Luna.
  • Por lo tanto, es verdadero que Felipe Calderón tuvo conocimiento.

O bien,

  • No hay pruebas que permitan afirmar que López Obrado si tenía conocimiento de las actividades delictivas del grupo de Adán Augusto.
  • Por lo tanto, es falso que López Obrador haya tenido conocimiento.

De igual forma sucede con la falacia de apelación a la autoridad, cuándo mediante una única premisa se expresa la opinión de una supuesta autoridad determinada de materia, y, a partir de ella, se defiende como conclusión la verdad, de alguna opinión, y en este caso, la apelación a la autoridad es falaz cuando la persona cuya opinión se utiliza como única premisa no tiene las credenciales legítima autoridad sobre la materia que está argumentando.

Por lo que, en la guerra de las falacias, y tomando como autoridad a aquella que no tiene las facultades para determinar la culpabilidad o no de los expresidentes, el ejemplo sería como sigue:

  • Fernández Noroña como líder del Senado, ha declarado que, es mentira que Felipe Calderon no supiese de los movimientos de García Luna con el narcotráfico.
  • Por lo tanto, es falso que Felipe Calderón no supiera de los movimientos ilícitos de su secretario de seguridad.

O bien,

  • Santiago Creel ex líder del Congreso, ha declarado que es falso que López Obrador no supiera que el grupo de Adan Augusto cuando era secretario de gobernación, haya estado vinculado al huachicol.
  • Por lo tanto, es cierto que López Obrador supiera de la relación el grupo de su secretario de gobernación y el huachicol.

En este ejemplo, la falacia está comprobada desde el momento en que, Santiago Creel Miranda y Gerardo Fernandez Noroña como apelantes, no son autoridades competentes en la materia, al no ser parte de la fiscalía o del poder judicial federal, encabezando tales asuntos.

Estos temas toman un gran interés académico cuando la teoría emanada desde la Grecia antigua encaja de manera perfecta con los hechos de la actualidad; nos deja claro que la lógica, la retórica, y la argumentación jurídica siguen manteniéndose como materias fundamentales para el ejercicio del derecho y de la política, sobre todo para evitar caer en una estéril guerra de las falacias como la que estamos presenciando.

Dr. Hugo Alday Nieto.

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LA VIOLENCIA NUESTRA DE CADA DIA

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“El Minotauro”
Por Nicolás Durán de la Sierra

Este comentario con cierto aire filosófico disertará sobre la violencia. No de la que, cada vez más feroz, ronda por nuestras ciudades y a la que casi nos hemos habituado; nos salva el ‘casi’ que aun nos dice que no es normal su prevalencia. Se hablará de otra de sus formas, una poco evidente, pero igual de grave: la que se practica desde el poder público, la soterrada violencia del Estado.

Dos ejemplos dan la pauta. Hace unos días Ana Patricia Peralta, la edil de Cancún, dio los primeros pasos en su afán de vender espacios públicos de la ciudad, entre ellos los contiguos a la Playa Marlín, para disque hacer “obra pública”. El otro ejemplo es la inicua remoción de un monumento público de Chetumal para poner en su sitio una cafetería. El artífice fue el congreso local.

En ambos casos, el gobierno estatal hubo de impedir el abuso, pues era su propia imagen pública la que iba en juego. En Chetumal llegó tarde pues la efigie de Andrés Quintana Roo ya había sido quitada y hasta hoy su sitio sigue vacío. El amago de venta playero dice mucho de la codiciosa edil; el otro muestra la soberbia de modificar una ciudad por capricho, pues la tal cafetería era sólo eso, un mero capricho. El despotismo rampante.

La cada vez más frecuente resistencia ciudadana -la del caso del cuarto muelle de Cozumel y las marchas de las “madres buscadoras” son otros dos ejemplos-; esta resistencia civil la más de las veces refleja la violencia ejercida por el poder público por comisión y omisión. No es el despertar de una conciencia cívica adornada con doradas ramas de laurel, sino de una reacción ante este tipo de soterrada violencia.

El Estado no es el único donde se ejerce la violencia de este tipo; de hecho, aún no predomina, aunque no está lejos. El colofón lo da, en la capital del país, Alessandra Rojo, alcaldesa de Cuauhtémoc, quien por su ideología de derecha decidió muy ufana retirar las efigies del Che Guevara y Fidel Castro de un parque urbano. Siguen Las protestas públicas.

Una cree que sus ideas son las mejores en una alcaldía de casi un millón de habitantes; la otra supone que Cancún es suyo y puede sacar provecho de la ciudad; el otro, rustico él, va contra la riqueza histórica capitalina como si nada. El despotismo está detrás de gran parte de la violencia nuestra de cada día. Hay que atajarlo ya, pues está en crecimiento y amenaza a todos.

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