Opinión
Secretos del pasto marino, Briggita VanTussenbroek
Humanosfera
Por. Wilberth Esquivel
Entre la duna costera y el arrecife hay un mundo aparte, relacionado con ambos ecosistemas pero independiente por si mismo, que nos proporciona servicios ambientales importantes y que está en riesgo.
La pradera submarina, el pastizal marino o el pasto, como queramos llamarle, que damos por un hecho que ahí está, pero que muchas veces por nuestra actividad turística en realidad, ya no está.
Para comprender más, sobre ¿qué son los pastos marinos?, ¿cuál es su importancia en el ecosistema? y ¿cómo nuestro turismo puede afectar la laguna arrecifal? fuí al planetario Ka’yok’ a la conferencia de la Dra. Briggita Van Tussenbroek con motivo del Aniversario 27 del Parque Nacional Costa Occidental de Isla Mujeres, Punta Cancún y Punta Nizuc.

La interpretaré bajo mi responsabilidad, que siendo una científica reconocida internacionalmente, aclaro por que si pregunto y tengo dudas, es por que saber quiero.
Nadie conoce más éste ecosistema y sus especies, como la Dra. Vantus (así le decimos de cariño por que su apellido Holandés no es tan fácil), mejor conocida como Briggita, bueno.
Ella ha estudiado los pastos marinos por décadas en la unidad de investigación del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, en Puerto Morelos donde tiene sus laboratorios.
Se le llama laguna Arrecifal a ese espacio entre el arrecife y la playa, los pastos marinos están en el fondo marino de esa zona, pero también los encontramos en las lagunas costeras.

Los pastos marinos son plantas, con flores y frutos como las de tierra firme, se agrupan en forma de praderas sumergidas, pero lo hacen a baja profundidad, ya que como plantas que son hacen procesos fotosintéticos con la energía del sol. Son ese tapete que encontramos a pocos metros de la playa, cuando nos metemos al mar a remojarnos.
Tienen raíces especiales para poder permanecer adheridos al fondo marino en un ambiente dinámico, de oleaje, de variaciones de mareas, nada estático. Se reproducen por clonación, su capacidad de acaparar espacios es tema de estudio.
En ésta plática fascinante la Dra. Briggita explicó que los pastos marinos proveen a los humanos múltiples servicios ambientales, son hábitat de especies importantes para la sostenibilidad del arrecife y de las pesquerías, forman una barrera de contención de sedimentos, aguas de mala calidad urbana, polución y materia orgánica que en vez de llegar al arrecife se atora en la pradera submarina.
Eso es bueno para el arrecife, los pastos marinos filtran y reducen el impacto humano sobre el coral por que reducen los nutrientes del agua residual pero muy malo para el ecosistema en si, para la pradera que se llena de sedimentos y lodos viéndose afectados sus procesos.
Son especies resilientes, muy resistentes al impacto ambiental, pero colapsan sus territorios también.
Ya le estoy metiendo mis palabras y lo que fui entendiendo de la conferencia de la Dra. jajaja, espero que me observe si exageré o me desvié.
Podemos decir que los pastos marinos mejoran la calidad del agua, funcionan como un filtro purificador o cuando menos reductos de la polución de nuestras aguas residuales que salen de tierra firme con destino al arrecife.
Otro servicio ambiental que prestan los pastos marinos a la humanidad es el de funcionar como un sumidero de carbono, como plantas que son al realizar fotosíntesis generan oxigeno y consumen dióxido de carbono que por cierto cada día es más abundante en nuestras atmósfera.
He participado con la Doctora y con otros 60 técnicos, científicos y funcionarios en la llamada: “Estrategia del Sargazo de Quintana Roo”. Somos un grupo multidisciplinario que ha logrado grandes avances de integración de todo lo que hemos encontrado los últimos 10 años en la lucha contra los recales masivos de ésta alga pelágica. Bajo la batuta de la Secretaría de Medio Ambiente Estatal y los lineamientos del Plan Estatal de Desarrollo del actual Gobierno de Quintana Roo.
Y ayer quedé sorprendido, cuando la Dra. hablo de la afectación de los recales de sargazo sobre los pastos marinos. Por muchas razones. Primero por que existe la idea simplista de muchos de pensar que si la naturaleza lo hace es por que es sabia. Y no es así. Segundo por que es un dato más de la importancia y urgencia por atender el manejo integral del sargazo.
Es básico, si el sargazo afecta las poblaciones de pasto marino y éste ecosistema limpia el agua residual que le mandamos al arrecife, por consecuencia habrá más daño al arrecife.
La Dra. dejó claro que han estudiado desde el 2011 a la fecha el impacto natural que el sargazo imprime sobre el pastizal marino en la zona de Puerto Morelos y entre sus conclusiones está la siguiente: El sargazo genera lixiviados, es decir, líquidos producto de su podredumbre, líquidos tóxicos de agua podrida, eso lo genera al recalar en la playa, esos líquidos lixiviados regresan al mar con la resaca de las olas, se forma una marea marrón en los primeros metros de la orilla, esa marea marrón está sobre los pastos marinos.
Esa marea marrón de sargazo, consume oxigeno del agua, bloquea la luz solar, tiene hasta 30 veces más nutrientes que el agua que sale de un ojo de agua que viene del manglar.
Es necesario aclarar que cuando decimos nutrientes no hablamos de chocomilk o de vitaminas, no, hablamos de exceso de materia orgánica, todo exceso es malo, y los nutrientes pueden ser malos o buenos, a ver mi querido lector, nútrase con 4 tortas diarias de cochinita a ver si su ecosistema aguanta. Lo que uno hace para explicar.
Bueno, lo que dejó muy claro Briggita es que el problema del sargazo en lo ambiental, es su impacto natural directo sobre el pasto marino, es quizá su peor amenaza después de nuestras aguas residuales humanas.
¿Hemos perdido praderas costeras?
Si, grandes extensiones se estañan perdiendo, además el pasto marino funciona como un fijador de arena de reposición para evitar la erosión de playas.
Voy por partes como dijo Jack.
La Dra. explicó que la ola coloca y compacta arena en la playa cuando rompe, pero la ola regresa al agua arrastrando arena suelta, ésta arena regresa varios metros dentro del agua, es gracias al pasto marino que se queda ahí esperando la siguiente ola, cuando no hay pasto marino se va más lejos de la orilla y se forman socavones en los primeros metros dentro del agua, entonces, se pierde la reconstrucción natural de la playa y se amplia la erosión.
Se ve que esta enamorada de su trabajo y del ecosistema que estudia, luego hablo de la resiliencia de los pastos marinos explicándonos que son un sistema Bi-Estable es decir, facilitan su propia existencia. Por que generan dos escenarios posibles como ecosistema:
Si hay pradera submarina habrá agua transparente, si no hay pasto marino el agua estará turbia.
Y aquí pregunto: ¿Queremos agua cristalina para nuestros turistas o turbia?
Le prometí que me sumaria a su equipo de estudiantes y a su lucha, que haríamos un reportaje en video, pero primero tenia que documentarme y entender un poco más de éste fascinante ecosistema.
Por cierto, es un espacio para el snorkel muy interesante, en los ojos de agua de Puerto Morelos por ejemplo es posible ver la salida de aguas subterráneas que vienen del interior en ríos subterráneas que libraron la duna costera, ese escenario fantástico sucede en medio de la pradera de pastos marinos, en la laguna arrecifal.
Como siempre, la Dra. Briggita VanTussenbroek poniendo el nombre de la ciencia Quintanaroense en el mejor nivel.
EN LA OPINIÓN DE:
El lado oscuro de la navidad: una mirada psicológica a la depresión invernal
Detrás de la mercadotecnia de la época de paz en el mundo, la cifra de suicidios se eleva
Conciencia Saludablemente
Por Psicol. Alex Barrera**
Cada año, cuando el invierno comienza a instalarse y los días se acortan, noto un cambio sutil pero profundo en muchas de las personas, lo cual inevitablemente a mi parecer crea una bruma en todo el ambiente, y es que mientras la gran maquinaria de la mercadotecnia nos vende un espacio de amor, familia y entornos diseñados a modo para fomentar el espíritu de dar y recibir, la realidad es que muchas veces esto es la máscara que oculta, lo que no queremos saber, pero que nuestro cerebro ya sabe. Y no es otra cosa sino la reacción biológica natural que nos alinea con la naturaleza, invierno significa el final.
Y no, no es fatalismo, es la naturaleza terminando un ciclo, es por eso que durante el invierno muchos animales se retiran a descansar, los arboles desojados esperan pacientes para poder reverdecer, la luz del día es menos, y por supuesto los seres humanos experimentamos cambios que desafortunadamente intentamos ignorar debido a que cada día nos alejamos más y más de lo natural, pensando con la soberbia que solo el razonamiento nos puede dar, que si la luz del sol se va, nosotros podemos llenarla con pequeñas luces artificiales, que se venden en aquellos puestos que ocupan miles de esquinas en el país.
Pero dejemos el romanticismo y la filosofía de lado y para no abrumarle entremos de lleno a lo que quiero en este espacio, comentarle a usted, que se toma el tiempo de leer estas líneas y es que, si hablamos de los síntomas del invierno, incluso yo, como especialista en salud mental debo confesar que experimento cierta variación en mi nivel de energía y claridad emocional.
Así pues, le hablaré de las cosas por su nombre, lo que muchas personas experimentamos no se trata simplemente de “mal humor por el frío”, sino de un fenómeno ampliamente documentado: la depresión invernal, también conocida como Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Aunque a veces se percibe como una exageración o un invento moderno, la ciencia ha demostrado que es una condición real y prevalente, estrechamente vinculada a los ciclos de luz y a la respuesta biológica de nuestro organismo.
La American Psychological Association (APA) explica que el TAE aparece cuando la disminución de luz solar altera nuestros ritmos circadianos, los cuales funcionan como un reloj interno que regula funciones tan esenciales como el sueño, el apetito, la energía y el estado de ánimo. Cuando ese reloj se desajusta, aumentan la melatonina —la hormona del sueño— y disminuyen los niveles de serotonina, vinculada al bienestar. El resultado es una combinación de fatiga, desmotivación, tristeza persistente, irritabilidad, dificultades de concentración y, en algunos casos, un fuerte deseo de aislamiento social.
Observando desde un ángulo clínico, lo más complejo de la depresión invernal no es sólo la sintomatología, sino la forma en que suele ser minimizada. Muchas personas que pasan por este tipo de situaciones se expresan diciendo: “Debe ser flojera”, “Solo necesito echarle ganas”, “Es normal, a todos nos cae pesado el invierno”. Y aunque es cierto que los cambios estacionales influyen en nuestro ánimo, no debemos normalizar un malestar que interfiere en la vida cotidiana. Reconocer que algo no está bien permite atenderlo y evitar que el evento evolucione hacia formas más severas por ejemplo caer en depresión.
Es importante señalar que algunas personas tienen mayor vulnerabilidad biológica a este trastorno. Investigaciones del National Institute of Mental Health (NIMH) indican que quienes viven lejos del ecuador, en regiones donde el invierno tiene menor exposición solar, presentan tasas más altas de TAE. Además, quienes tienen antecedentes de depresión mayor suelen ser más sensibles a las variaciones de luz. Esto no significa que sea inevitable, sino que debemos prestar especial atención a los primeros síntomas.
En terapia, he observado que uno de los desafíos más grandes es el impacto en la percepción personal: quienes viven depresión invernal suelen sentirse “culpables” de no rendir igual, de no tener la misma energía o motivación que en otras épocas. Explicarles el componente biológico, ese juego de hormonas, luz y ritmos internos, les ayuda a comprender que no se trata de una falla personal, sino de un proceso fisiológico que puede regularse con estrategias adecuadas. Probablemente es por ello que muchas personas no son capaces de aceptar que están pasando por un mal momento, incluso ni siquiera lo reconocer, y tapan este tipo de sentimientos con conductas dañinas que curiosamente son fomentadas con el falso espíritu de la navidad, por ejemplo las compras excesivas, o el descontrol en los hábitos alimenticios.
Aun cuando se supone que la temporada enaltece virtudes como la paz, el amor, y la fraternidad, resulta preocupante observar que la disminución de luz natural y la carga emocional invernal coinciden con un aumento sostenido de suicidios en México, en donde para 2023 se registraron 8 mil 837 suicidios, lo que representa una tasa de 6.8 por cada 100 mil habitantes, una cifra más alta que la de años previos, según el INEGI. Estos datos sugieren que la temporada de oscuridad, soledad o desánimo puede agravar la vulnerabilidad psicológica (especialmente en personas predispuestas) y transformar la tristeza estacional en crisis profundas.
Sobre esto existen métodos que pueden ayudar a reducir el riesgo de padecer TAE, ninguno de ellos tan efectivo como la atención psicológica profesional. Un especialista de la salud puede evaluar el nivel del problema además el acompañamiento terapéutico brinda herramientas para detectar pensamientos suicidas, regular el estado de ánimo y reconstruir el bienestar emocional en los meses más oscuros del año.
Algunas acciones cotidianas contribuyen significativamente a reducir el impacto del TAE. Por ello, aquí te comparto tres recomendaciones basadas en evidencia para prevenir o disminuir la depresión invernal:
1) Exponte diariamente a la luz solar entre 5 y 10 minutos, siempre con la protección adecuada.
Salir por la mañana, abrir cortinas, caminar un poco o simplemente recibir la luz directa del gran astro ayuda a regular la serotonina y el reloj biológico. Puede parecer un gesto mínimo, pero su impacto es notable cuando se vuelve parte de la rutina, eso sí, no olvides el bloqueador solar y los lentes con filtro UV.
2) Mantén horarios regulares de sueño y actividad física.
Tu cuerpo necesita estabilidad cuando la luz es escasa. Dormir a horas similares y realizar ejercicio —aunque sea ligero— mejora la energía, la regulación emocional y el descanso nocturno. Aun si la noche dura más tiempo que el día es importante mantener la rutina.
3) Cultiva espacios de conexión social, incluso si la apatía te invita al aislamiento.
El invierno tiende a encerrarnos, pero el contacto humano funciona como un amortiguador emocional. Conversar con alguien, compartir actividades o participar en grupos de apoyo contribuye a mejorar el estado de ánimo.
Y, sobre todo, recuerda que la terapia psicológica es un acompañamiento fundamental durante esta temporada. No solo ofrece un espacio seguro para explorar lo que sientes, sino que te brinda herramientas para comprender tus ciclos internos, reorganizar rutinas, manejar pensamientos negativos y fortalecer tu resiliencia. En los meses más fríos del año, cuando el mundo parece apagarse un poco, la terapia se convierte en un punto de luz que ayuda a atravesar el invierno con mayor claridad y bienestar. Y no olvides que el invierno es el final que marca el inicio de algo nuevo, la navidad no sólo es época de dar y recibir, sino que también amerita un tiempo de introspección para disminuir el ritmo y reflexionar sobre lo que finalizamos y como queremos comenzar el nuevo ciclo.
**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo Humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
Si deseas contactar al especialista o necesitas ayuda terapéutica puedes comunicarte vía Whats App
Para más información del tema puede consultar:
Textos de Interes
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5.ª ed.). Washington, D.C.: Author.
(Para la definición clínica del Trastorno Afectivo Estacional como especificador del trastorno depresivo mayor.)
Rosenthal, N. E., Sack, D. A., Gillin, J. C., Lewy, A. J., Goodwin, F. K., Davenport, Y., … & Wehr, T. A. (1984). Seasonal Affective Disorder: A description of the syndrome and preliminary findings with light therapy. Archives of General Psychiatry, 41(1), 72–80.
(Estudio pionero que define la depresión invernal y su relación con la luz.)
Melrose, S. (2015). Seasonal Affective Disorder: An Overview of Assessment and Treatment Approaches. Depression Research and Treatment, 2015, 1–6.
(Revisión general sobre causas, síntomas y tratamiento del TAE.)
Partonen, T., & Lönnqvist, J. (1998). Bright light improves vitality and alleviates distress in healthy people. Journal of Affective Disorders, 46(1), 175–181.
(Evidencia científica del impacto de la luz en el estado de ánimo.)
Rohan, K. J., Roecklein, K. A., & Haaga, D. A. F. (2009). Cognitive-behavioral therapy for seasonal affective disorder: A randomized controlled trial. American Journal of Psychiatry, 166(5), 503–510.
(Estudio que valida la efectividad de la terapia psicológica para el TAE.)
Lewy, A. J. (2007). Circadian misalignment in mood disturbances. Current Psychiatry Reports, 9(6), 517–522.
(Base científica sobre ritmos circadianos y trastornos del estado de ánimo.)
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). (2023). Estadísticas a propósito del día mundial para la prevención del suicidio.
(Fuente de la cifra: 8,837 suicidios y tasa de 6.8 por cada 100 mil habitantes en México.)
Lam, R. W., & Levitt, A. J. (1999). Canadian Consensus Guidelines for the Treatment of Seasonal Affective Disorder. Clinical & Academic Publishing.
(Guía clínica que respalda intervenciones terapéuticas para depresión invernal.)
EN LA OPINIÓN DE:
Extorsión: violencia económica que se vuelve trauma emocional
Aunque es un delito del que mucho se habla, pocos toman en cuenta la factura a la salud mental que significa no resolverlo.
Conciencia Saludablemente
Por: Psicol. Alex Barrera
La reciente aprobación en el Congreso de la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar los Delitos en materia de Extorsión marca un antes y un después jurídico en México: la reforma aspira a homogeneizar criterios, perseguir el delito de oficio y endurecer sanciones frente a una práctica que se ha disparado en los últimos años. La votación responde a una urgencia tangible: la extorsión ya no es un daño sólo económico, es una máquina de erosionar vidas.
Los números lo confirman y, a la vez, ocultan realidades. Según la Encuesta Nacional de Victimización de Empresas (ENVE) del INEGI, en 2023 se cometieron 747 mil delitos de extorsión contra unidades económicas, cifra que ilustra la magnitud del fenómeno entre negocios formales. Cabe señalar que las estadísticas oficiales de carpetas de investigación son mucho menores por no decir engañosas, precisamente es por la altísima “cifra negra” (cantidad de delitos que no se registran en las estadísticas oficiales) que la mayoría de las víctimas no denuncia, es decir las víctimas tienen miedo o desconfianza institucional.
El impacto económico también aparece con cifras contundentes. Coparmex y diversas estimaciones señalan pérdidas multimillonarias: sólo en 2025, hasta septiembre, las extorsiones han significado una erogación que supera los 21 mil millones de pesos para empresarios, además de multiplicar costos en seguridad privada y obstaculizar la inversión.
El daño no se limita a lo material. La extorsión induce estrés crónico, ansiedad, insomnio y sensación de indefensión tanto en propietarios como en trabajadores. Pequeños comerciantes describen la extorsión como un “perdón a cambio de sobrevivir”: pagar para continuar operando. Esa lógica genera culpabilidad, vergüenza y un desgaste emocional que se transmite al núcleo familiar y comunitario. Estudios sobre victimización muestran que la repetición del ataque y la impunidad fomentan trastornos de estrés postraumático, depresión y paranoia colectiva, los cuales han sido publicados por ENVE/INEGI y reportes de victimización.
Las consecuencias secundarias son palpables: zonas enteras ven cerrar negocios ante la imposibilidad de sostener pagos extorsivos o por la pérdida de clientes ante la percepción de riesgo. En Sinaloa, por ejemplo, Coparmex reportó el cierre de alrededor de 2 mil empresas en el primer semestre de 2025 atribuible al clima de inseguridad local; sin embargo, no existe aún una cifra nacional homologada sobre cierres empresariales exclusivamente por extorsión.
Ese silencio la llamada la cifra negra agrava el golpe psicológico. No denunciar porque temes represalias o porque “las autoridades no harán suficiente” es una doble privación: económica y emocional. La persona queda aislada, sin redes de apoyo formales, normalizando el temor y enquistando el daño. A nivel comunitario, esa normalización mina la confianza social y la capacidad de resiliencia colectiva, además activa un mecanismo de defensa en el cerebro sobre todo porque como miembro de una comunidad el miedo se agrava pues ya no tienes libertad de acudir a lugares recreativos, esto se convierte en una viciosa cadena, que impacta también la economía, pues la extorción desmotiva la inversión, reduce fuentes de ingreso y atemoriza a la comunidad, es decir que el daño es sistémico.
Frente a este panorama, la ley y las acciones policiales son necesarias pero insuficientes por sí solas. Es imprescindible integrar respuestas que atiendan la salud mental de las víctimas: protocolos de contención, orientación jurídica y fundamentalmente atención psicológica especializada.
La terapia ayuda a procesar el trauma, recuperar la calma y volver a sentir que se tiene control sobre la propia vida. También permite desarrollar estrategias para manejar el miedo y evitar que este se vuelva permanente. Intervenciones breves, apoyo psicoeducativo y programas comunitarios de resiliencia pueden reducir la ansiedad, mejorar el sueño y favorecer decisiones más seguras, ya sea sobre denunciar o reestructurar la actividad económica.
La extorsión ataca hogares y tejido económico, pero también hiere la confianza que sostiene la vida cotidiana. Por eso la política pública debe ir más allá de la cárcel para extorsionadores: debe contemplar la reparación integral del individuo y la comunidad, incluida la salud mental para que las personas y comunidades recuperen no sólo su patrimonio, sino su confianza. Si la ley ayer fortaleció la respuesta penal, hoy la prioridad es que la respuesta humana, psicológica y social. llegue al mismo ritmo. Buscar ayuda profesional no es solamente una medida individual: es un acto de reconstrucción colectiva.
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**Además de 10 años de experiencia como comunicólogo, ejerciendo el periodismo. Alex Barrera es también psicólogo por la UNAM con profundización en desarrollo humano.
Actualmente brinda terapia clínica con enfoque Biopsicosocial.
Si deseas contactar al especialista o necesitas ayuda terapéutica puedes comunicarte vía Whats App.
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